Fernanda acompañaba a su hijo en la sala de espera, sentados en unos sillones de cuero. —Cuando se está en este tipo de situaciones es cuando pensamos en esas cosas que dejamos de hacer —dijo la mujer—, nos decimos “ah, debí decirle esa tarde que lo quería, que no estaba enojado realmente. Esa mañana tuve que despedirme mejor”. Pensamos en “si se recupera se lo diré” o el “voy a hacerlo esta vez si se pone mejor”. —Desplegó una mediana sonrisa—. No es bueno dejar las cosas para después. Ese después puede convertirse en arrepentimiento. Adam sabía a qué se refería su madre, por lo mismo permaneció en silencio. —Si Evie logra sobrevivir dile toda la vedad, ella está preocupada por tu salud, ya lo sospecha —comentó—. Lo mejor es hacer las cosas bien. Volteó a mirarla fijamente. —¿Desde cuándo lo sabes? —le preguntó. —Soy tu madre, ¿crees que podrías mentirme? —respondió Fernanda con mirada triste. Adam pasó saliva por su garganta lentamente. —Pienso que sería una carga para Evie
Evie estaba fuera de peligro, había despertado a mitad de la noche.Al día siguiente, cuando Adam pudo visitarla, la joven ya podía respirar por sí sola y tenía un rostro tranquilo, como si disfrutara de un placentero sueño.De esta forma la recuperación de Evie era lenta, pero segura. Adam no se despegaba de ella ni un instante, estaba atento a cualquier por menor.Cuando la pasaron a una habitación, se pasaba todo el día sentado en un sillón, leyendo tranquilamente las cartas que Evie le había escrito. La mujer dormía la mayor parte del tiempo, por lo cual nunca notó que Adam estaba leyendo sus cartas.Ada organizó todas las cartas por fechas, así pudo enterarse de todo lo que Evie había sufrido y soportado en aquellos años. También supo por parte de ella, gracias a estas cartas, las razones para haberlo rechazado, sobre cómo se dio la muerte de la su madre y todas las acciones de parte de su familia para poder separarlos.Por momentos Adam no lograba retener las lágrimas, podía tra
Adam se acercó a Davison con paso demandante.—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó con tono despectivo.—Voy a visitar a una amiga que no se encuentra bien de salud —respondió Davison.Adam soltó una risa llena de sarcasmo.—Así que ahora consideras a Evie una amiga —dijo Adam y colocó sus brazos en la cintura, dejó salir un suspiro—. Me sorprende que tengas el coraje de aparecerte por aquí. Después de tantos años aún sigues siendo una molestia en la vida de Evie. —Adam no hablaba, gruñía—. Parece que no te quedó nada claro mi advertencia, esa vez debiste estar tan ebrio que se te olvidó. —Acercó un poco su rostro a Davison—. No quiero verte cerca de Evie.Davison desplegó una sonrisita y bajó la mirada al ramo de flores.—Parece que el que no puede entender las cosas esta vez es otra persona —dijo Davison y volvió a mirar al que ahora era su rival—. Tú… hace mucho tiempo que no tienes el derecho de decirme si estar o no cerca de Evie. Desde que la abandonaste y dejaste que pasar
Para Evie fue hermoso estar en la que sería su nueva casa: la mansión Sanders. Le fascinó el momento exacto en el que se sentó en un sillón reclinable para que estuviera cómoda y le trajeron a su bebé. El poder cargarlo, apreciar sus mejillas regordetas y rojas, acurrucarlo en sus brazos y poder acariciar su piel fue la mejor experiencia que pudo vivir en el mundo. Fue la primera vez en años que lloró de la alegría. Le dio muchos besos en el rostro y lo arrulló hasta que Adem se durmió profundamente. Los siguientes días pasaron con mucha calma y al mismo tiempo colmado de cosas nuevas, tanto para Evie como para Adam. Si bien Evie se recuperaba satisfactoriamente de la cirugía y los golpes sufridos en el accidente, quería estar involucrada en el cuidado del bebé, por más que la enfermera y los familiares le pidieran que estuviera recostada, descansando. Evie comenzó a amamantar al bebé y lo acurrucaba cada vez que lloraba. Adam, que tampoco se despegaba ni un momento del bebé, se
Carlo y Fernanda, como era habitual, llegaron a visitar a la familia y así pasar tiempo de calidad con su nieto, pero esta vez no llegaron solos, estaban acompañados de Margara. Se encontraban sentados cerca al jardín, pues esa mañana era muy fresca, bastante inusual para esos meses del año. Adam no pudo recibirlos, estaba tan cansado que seguía durmiendo, algo que no sorprendía a nadie, pues llevaba varios meses en aquel estado.Adam para esos momentos tenía un enfermero que lo atendía y monitoreaba, pues su salud no hacía más que empeorar. De hecho, los padres del joven los habían estado visitando diariamente y a Evie le daba la curiosidad de que querían disfrutar con él sus últimos momentos de vida, pues le hablaban con un cariño y delicadeza, como quien se dirige a un perro que está a punto de recibir la eutanasia.Comían unas galletas con c
Cuando Adam más débil estaba, le hacían los tratamientos en la mansión, para que así no tuviera que estar trasladándose constantemente, pues ya casi no ponía caminar. Además, él quería pasar más tiempo con su hijo Adem. Para esos meses había comenzado la temporada de lluvia, Evie los recordaba como muy tristes y llenos de interminables lecturas, con olor a perfume de bebé y juguetes con sonidos agudos. Ya para esa época sabía mucho sobre el cáncer, había asistido a dos conferencias que se dieron en una universidad sobre nuevas investigaciones y tratamientos que se estaban realizando para curar la leucemia. Evie apuntó a Adam para un tratamiento experimental, donde curiosamente terminó siendo seleccionado, pues era un buen candidato, en pocas palabras, estaba tan moribundo que si terminaba funcionando el tratamiento en él, no habría dudas de que fue a causa del medicamento y no porque tenía aún esperanzas de sobrevivir. Esto lo sabía Adam y por lo mismo
Kevin había tenido muchas sospechas de las constantes reuniones de su familia con el detective Mauricio, sin embargo, el enterarse era completamente diferente a sospecharlo.Era de mañana, Kevin hacía su habitual visita a su hermano y conversaban sentados en el balcón de la habitación, contemplando la gran arboleda, disfrutando de la fresca mañana. El cielo estaba nublado, probablemente llovería en las horas de la tarde.Kevin la mayoría del tiempo se negó a creer que su familia estuviera envuelta en situaciones sucias, con personas peligrosas. No quería verlo, le daba miedo enfrentar la realidad, pero ahí estaba, tocándole el hombro.—Podrían entregarlo a la policía —dijo el joven—, ella se puede encargar. No es bueno que tomen venganza, alguien inocente puede salir herido.—Es necesario, porque gente inocente ya ha salido lastimada —informó Adam—, Evie y mi bebé no necesitaban ser lastimados, contaron con suerte, de lo contrario habrían muerto en aquel accidente. ¿Te parece que eso
Era temprano por la mañana, Evie se encontraba en su sala de estudio, la cual quedaba al lado de la biblioteca y tenía una puerta que la conectaba con la misma, algo que a la joven le encantaba, pues cuando quisiese, podría recorrer la gigantesca biblioteca y leer. Pero este cuarto de estudio no era para leer, todo lo contrario, Adam mandó a diseñarlo para que Evie pudiera concentrarse en escribir.—Una escritora necesita su propio espacio —le había dicho Adam.Se lo había entregado hacía semana y media, cuando cumplió años. Le vendó los ojos y la hizo caminar por toda la mansión. Evie no dejaba de reír, preguntando qué podría ser el regalo. Cuando Adam le permitió quitarse la venda de los ojos, la joven se maravilló al encontrarse con una habitación grande, con una pared de cristal que daba hacia una sección del jardín que no conocía.La habitación tenía una pequeña sala con muebles y plantas en las esquinas, dando un ambiente minimalista y natural. Estaba el escritorio de madera y l