Otra vez me encontraba con Davison en el Juan Valdés.Intentaba que no me viera, hacerme la loca y que no me notara, para poder tomarme mi capuchino en paz. Desgraciadamente estaba sola en la mesa y él cada vez que me veía, se acercaba para saludarme.Ahí está, viéndome de lejos.Mierda, se está acercando.En estos años que han pasado Davison se ha convertido en un divorciado que trabaja como oficinista, sin hijos, sin esposa… En pocas palabras, un fracasado que está aburrido de la vida que lleva.Ahora trabaja a una cuadra de la compañía Sanders y una o dos veces al mes nos terminamos topando en el Juan Valdés de la avenida, donde a mí me gusta tomar un capuchino cuando logro salir temprano del trabajo.Es curioso que después de tantos años, nos hayamos reducido a ser conocidos que tienen conversaciones por amabilidad. Si la Evie de diecisiete años le hubieran dicho que terminaría de esta forma con su primer amor, jamás se lo habría creído.Adam se acerca, me saluda y yo finjo sorpre
Adam tomaba muy en serio el hecho de que me fuera sin avisarle por las mañanas, así que esa segunda vez que me quedé en su apartamento tuve que despertarlo cuando me había duchado. Pareció no caerle muy en gracia el que me despertase tan temprano, gruñía y arrugaba su rostro entre las almohadas.—Me dijiste que te despertara cuando me fuera —comenté—, así que lo hago para que después no te des de ofendido como la primera vez.—¿Qué hora es? —preguntó Adam aún con el rostro arrugado, hablando ronco y buscando en la mesita de noche la hora en el despertador.—Son las cinco y media —respondí con tono casual.—¿Qué?, ¿qué haces despierta a esta hora? —Ahora me veía como si se tratara de un bicho extraño. Soltó un quejido y echó todo su cuerpo pesado entre las sábanas—. Ven a dormir, ni siquiera ha salido el sol.Me terminaba de colocar la falda y me senté en el bordillo de la cama para colocarme los zapatos marrones.—No, debo volver a mi casa, necesito escribir y tengo otras cosas que ha
Terminé otra vez acostada en la cama, comiéndome a besos con Adam. Éramos dos cuerpos calientes incapaces de saciarse.Los labios de Adam recorriendo todo mi cuerpo era como sumergirme en una fantasía erótica, provocando que mi garganta soltara los más profundos gemidos y mis uñas buscaban aquella blanca piel, lo arañaba con fuerzas. Sus caderas bailaban a un ritmo único, estimulando caricias que hacían temblar mis huesos.Después de aquel intenso placer, dormí por primera vez de forma tan profunda que mi cuerpo recargó energías de tal forma que no sentí cuándo Adam me abrazó. Al despertarme, ya el reloj marcaba las doce del día.—Ah… dormilona, ¿no eras de las que se le hacía incapaz de dormir en otra cama? —cuestionó Adam con una sonrisa prendida en su rostro.Lo observé con los ojos aún entrecerrados por el sueño.Llevaba el cabello húmedo, Adam se terminaba de colocar una camiseta polo blanca. También llevaba un jean oscuro algo ajustado que me dejaba a la vista a su perfecto tras
No había reparado que Adam había traído consigo una cajita de regalo. Me picaba la curiosidad de qué me quería regalar.—Quería hacerlo contigo en tu apartamento —comentó—, pero cuando venía, me topé con alguien que me hizo recordar algo desagradable.Adam se había encontrado con un viejo conocido de la preparatoria y mantuvieron una conversación que terminó en recordar sus últimos años en el colegio.Y después, estar en mi habitación, tan formal, todo estrictamente organizado, le recordaba a esos momentos. A esa mañana cuando la esperaba, el momento exacto donde alzó la mirada y vio el helicóptero sobrevolando por la ciudad.—Evie, ¿recuerdas la noticia de que en un colegio hubo una masacre? —preguntó Adam de pronto.Abrí los ojos con impresión.—Sí, lo recuerdo —respondí—. ¿Por qué hablas de eso ahora?—Porque eso sucedió en mi instituto —respondió Adam.Me senté en la silla de escritorio, rodándola con los dedos de mis pies hasta llegar a la cama.—¿Cómo que estuviste ahí? —pregunt
Mientras esperábamos sentados en las bancas amarillas del Efecty que quedaba a una cuadra de mi edificio para hacer el envío del paquete, mis manos sudaban mientras se entrelazaban estresadas e impacientes.Adam veía con curiosidad cómo el viejo abanico pegado en la pared era incapaz de amortiguar el incesante calor que hacía en el pequeño local, cuestionando lo infeliz que sería si tuviera que trabajar en un lugar como aquel. Comparaba los lugares que debía visitar cuando se encontraba conmigo. Llegó a hacer varios comentarios, susurrándome al oído. Se pasaba un pañuelo blanco por la frente una y otra vez. Tenía un tic en la pierna derecha, temblaba desesperada. Sus ojos pasaban del abanico al indicador del turno.—Maldita sea, ¿cómo es posible que aquí no haya aire acondicionado? —gruñó—. Tuvimos que llamar a la oficina de correo directamente y que se llevaran el paquete.—Por aquí es mejor, cuesta menos —dije.—El dinero no es el problema, Evie —espetó—. ¿No ves lo que causa el q
Cenar con Davison fue agradable, no tocamos temas del pasado, hablamos del presente, sobre sus planes a futuro. Comenzaba a meditar en la posibilidad de cambiar de empresa y la posibilidad de mudarse del país si era necesario.—Comenzaré a aprender otro idioma y quiero sacar la visa, me interesa Canadá —llegó a decirme.Cuando volvía a casa meditaba en la posibilidad de también mudarme del país. Aunque me daba miedo, nunca antes he vivido sola en una ciudad, mucho menos en otro país.Con Davison pude hablar de todas mis inseguridades, era un buen amigo, una persona que sabía escucharme y dar consejos. De hecho, eso fue algo que nos unió en el pasado.—Tal vez el amor de tu vida se encuentre en otro país y tú desperdiciando tus mejores años en este lugar —llegué a decirle.Antes de bajarme del auto, vimos un Mercedes negro parqueado en el frente de mi casa.—¿Sabes quién es? —me preguntó.—Claro que sí, se trata de Adam —contesté.—¿Crees que está enojado?—Cuando dejamos de hablar en
De los recuerdos más hermosos que tengo grabados en mi memoria es el de esa noche, cuando Marco y Adam se hicieron amigos. Recuerdo sorprenderme porque fue la primera vez que vi a mi hermano ser sumamente feliz, comportándose como un joven de su edad, bailando y riendo al lado de todo nuestro grupo de amigos.Esa noche pude besar a Adam en frente de todos.Vi fijamente a Adam a aquellos ojos azules intensos y supe que estaba al lado de la persona correcta. Podía hablarle de lo que fuese, él siempre iba a escucharme; nos dábamos consejos en todos esos temas que no le contábamos a nadie y, ante todo, nos apoyábamos.Éramos dos jóvenes adultos disfrutando al máximo de la vida, sin importar todos los problemas que nos rodeaban.Y me encantaba la amistad que Adam y Marco habían formado desde esa noche. Marco parecía ser el hermano mayor y Adam ese hermano menor que vive metiéndose en problemas. Eran un dúo perfecto. Fue conexión a primera vista.Todo comenzó cuando salíamos del edificio ru
Me desperté por el sonido del celular al recibir la llamada. Mi cabeza palpitaba del dolor y mi estómago me advertía que un simple movimiento haría que expulsara hasta mi alma.Me coloqué a medio lado, gruñendo del dolor.¿Dónde me encontraba?—¿Hola? —escuché a lo lejos—. Ah, hola, Marco, sí, ella está bien, se encuentra dormida, como todos los demás. Sí, llegamos a las cinco a la casa. ¿Rossy? Bueno, ella está con nosotros, dormida. No, no estamos en la casa de Rossy, estamos en la mía, pero no te preocupes, Evie está bien. Imagino que regresará cuando esté mejor. Bueno, no sé qué tan recomendable sería despertarla, está bastante dormida y creo que no le está sentando bien la resaca. —Una risa—. Sí… anoche se alocó mucho. Tú estabas igual, quien te ve, el que no le gustan las fiestas. —Más risas—. Sí… debemos ir, pensaba que se te había olvidado, ¿qué te parece si nos encontramos a las dos? Me parece buena idea. Pasamos la noche en la hacienda, hay suficientes cuartos para todos. T