11 de junio de 2020:Querida persona que lee esta carta (si es que existe). Debo confesar que mi mayor felicidad y maldición es mi costumbre de escribir cartas. Ahora mi intención es dejar de escribirle cartas a D, así que se las comenzaré a escribir a quien termine encontrando este escrito. Debo confesar el por qué mi cambio tan abrupto, sobre todo de la intensión de llenar la caja morada con más y más sobres, es que, ¿para qué la construí si no la lleno de cartas? En ella están mis momentos más preciados, conectado con los objetos, como el pétalo de la primera rosa que me obsequiaron; el papelito con el lindo mensaje que me regaló en la escuela el niño que gustaba de mí; la primera carta que escribí y las demás que llegaron como escapatoria para mi cúmulo de sentimientos. Nunca he tenido novio. He tenido intentos de relación, pero no un novio como tal. Esto no es malo, porque es un estilo de vida que he decidido tener. Me dije hace mucho tiempo que no soportaré vivir en una rel
Adam buscaba en el clóset mientras musitaba cosas inaudibles para mis oídos. Mientras, yo permanecía con los brazos cruzados, observándolo a un metro de distancia. Él se volvió para verme. —Estoy buscando las pijamas, pero no están aquí. Voy a mi habitación a buscarte algo para que puedas cambiarte de ropa. —Vale, está bien —acepté con voz tímida. Adam iba adelante, caminando por el pasillo hacia la habitación principal, sabía que lo mejor era esperarlo en el que por esa noche sería mi cuarto, pero tenía ganas de volver al lugar más íntimo para él y eso fue lo que hice. Sorpresivamente, todo estaba desorganizado, la cama tenía ropa regada, también las mesas de noche se encontraban con arrumes de cosas, hasta vasos de vidrio. Me sorprendió porque esa primera noche noche que había entrado a su habitación no se encontraba en ese estado y Adam no daba la impresión de ser alguien que le gustara el desorden, sino todo lo contrario, me parecía un hombre elegante y sofisticado en cuanto a
No hay peor sensación que ser sorprendido en plena acción. Quería que la tierra me tragara en ese momento.—Es que… debo volver temprano a casa —respondí. —Hoy es sábado, no debes atender la librería —comentó Adam—, ¿qué sería lo importante que te haga regresar temprano a tu casa? —cuestionó.—Pues… —No sabía qué decir.—Estás escapando de mí, acéptalo, querías irte sin dar ningún tipo de explicación —soltó, evidentemente enojado—. Evie, eres mi novia, ¿por qué harías eso?Mi rostro estaba completamente rojo, con las manos picándome por la ansiedad. Me faltaba el aire.Supe que lo mejor era no intentar quedar bien ante la situación sino contar la verdad.—Bueno, sí, me iba a ir porque no quería darte explicaciones —acepté—, creí que era lo mejor.—¿Por qué? —Ahora Adam se veía confundido.—Po-porque sí, Adam, porque nuestra relación no va a ninguna parte y porque lo de anoche no tuvo que haber pasado.—¿Entonces lo de anoche fue un error?—Pues sí… —No tenía argumentos, me sentía des
Iba a ser oficial, dentro de poco se sabría que era la novia del hijo de un magnate. Mi madre iba a matarme, estaba haciendo lo que justo toda mi vida me pidió que nunca hiciera.Entré a mi habitación y observé sobre el escritorio la caja-cofre donde guardaba las cartas. Caminé en círculos, sintiendo las manos temblar y los ojos llenarse de lágrimas. Observé el calendario y después la vieja agenda color marrón donde anotaba mis pendientes. Me senté en la silla de escritorio y revisé los pendientes para el día, afortunadamente lo único que hacía falta del día anterior era el salir a trotar. Lo bueno es que podía hacerlo esa mañana, aún tenía bastante tiempo.Me coloqué la ropa deportiva, bajé a la cocina y llené un potecito con agua.—¿Ves? Estaba en lo cierto, volvió porque no se había ejercitado —comentó Marco a Natalie con una sonrisa de satisfacción.—Déjala tranquila, es su rutina —regañó ella mientras empacaba los almuerzos en las loncheras—. Evie, ¿te dejo el almuerzo para lleva
En la entrada de la casa de Rossy había una terraza grande, con dos árboles de mango y sillones tejidos en paja estilo antiguo. Allí me senté con Adam para conversar un domingo en el que decidimos pasar el día preparando un asado en casa de Rossy. La casa era la típica vivienda tradicional costera de los barrios de alta alcurnia, enrejada, de dos plantas, con una sala grande donde los muebles eran estilo antiguo, puertas francesas de madera tan antigua que las fabricaron mucho antes de nacer la abuela. De hecho, tenía ese olor característico de las casas antiguas, aunque, en el patio estaba una piscina enorme y moderna, también en la terraza se encontraba un jardín perfectamente cuidado y tres autos de lujo.La primera vez que había llegado a esa casa, o sea, muchos años atrás, cuando estaba en preparatoria, no dejaba de observar los detalles. Si preguntaba cuántos años tenía X jarrón, me daban toda la historia de que fue traído de china en tal año por la abuela, que fue prestado un
—Pe-pero… la Nacional no es una mala universidad…—Pero es universidad de pobres, lo sabes… —replicó Adam—. Habría sido mucho mejor que lloraras porque tu novio el magnate te terminó, al menos eso puedes presumir, pero no, estabas llorando porque un chico pobre de la capital te hizo daño. Eso es humillante, necesitas subir tus estándares de calidad con los hombres.—¿Estás diciendo que sería mejor que tú me rompieras el corazón?—Pues soy muchísimo mejor que ese hombre que te hizo daño, no cualquier chica puede decir que su exnovio es un multimillonario.—¡¿Disculpa?! —solté con ironía.En ese momento Rossy se acercaba con unos vasos de jugo, pero en vista que estábamos discutiendo, dio media vuelta y entró a la vivienda.—Tu padre es el multimillonario, no tú —recalqué.—¿Qué? —soltó Adam indignado.—Claro que sí, todos te llaman el hijo del magnate, porque saben que tú no tienes nada, lo que haces es despilfarrar la fortuna de tu papá. Cuando tengas algo que ofrecer que sea tuyo, bu
—No puedo creer que terminaras haciéndole una propuesta de negocios a Adam Sanders —soltó Sebastián.Todos estaban con grandes ojeras, recostados y sentados con las piernas cruzadas encima de la cama de un cuerpo de Rossy. Todos sabían que era la peor habitación para trasnochar haciendo revisión al punto de equilibrio de la empresa, pero era lo que había en el momento.—Eso se llama malgastar tiempo y saliva —opinó Rossy.—Me dijo que lo iba a pensar —repliqué sin mucho ánimo, tecleaba a toda velocidad en mi laptop, así como también lo estaban haciendo mis amigos. Pero había una diferencia, yo hacía una propuesta editorial—A Adam solamente le gustan dos cosas: las fiestas y las mujeres —comentó Rossy—, nunca se lo ha visto interesado en nada, a veces me pregunto cómo hace para soportar las inducciones en la compañía, seguro y hasta es un mal jefe.—A Adam le gusta el dinero —intervino Sebastián—, le gusta el poder. No creas, amor, Adam es un tiburón como su padre, por alguna razón lo
17 de julio de 2020:Querido, D. Sé que había prometido no volver a escribirte más cartas, pero se me ha hecho imposible. Desde la última vez que nos vimos personalmente, me prometí que sería una gran estudiante en la universidad, al menos para igualar un poco las grandes capacidades que pude ver en ti cuando eras estudiante. Te confieso que anteriormente no entendía el por qué casi todo el tiempo te encontrabas estresado y, como esa vez a las afueras de tu hotel me pediste que te hiciera un masaje en el cuello, recuerdo impresionarme por la tensión que llevabas en los músculos. No lograba entender el por qué un universitario cargaría con tantas dolencias, pero ahora lo comprendo todo. A veces me encuentro a mitad de la noche, llorando en silencio, sin lograr soportar tanto estrés. Sin embargo, sonrío cuando me encuentro con personas y termino dándoles fuerzas para que sigan adelante. En todo este tiempo… he entendido muchos de tus consejos, desgraciadamente, no estás cerca para pod