Pero Isaac no estaba convencido. Si no la usaba, ¿por qué estaba tan limpia y ordenada? Algo no cuadraba.Instintivamente, movió el cursor y abrió la carpeta de documentos recientes. Su mirada se endureció al notar la fecha de modificación del último archivo: hacía solo una semana.Levantó la vista hacia María José con incredulidad.—Dices que no la usas, pero este archivo es de hace una semana.María José sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—Debe haber sido por algo del trabajo… —intentó excusarse, pero su voz temblaba.Isaac entrecerró los ojos.—¿Me estás mintiendo?Ella desvió la mirada, sintiendo cómo la ansiedad crecía en su pecho. No quería admitir que, en más de una ocasión, había abierto esa laptop solo para ver aquella foto de los dos. Para recordar.Pero Isaac lo intuía. Y ese simple detalle lo desestabilizó más de lo que esperaba.Isaac cerró la laptop con calma, pero sus pensamientos estaban en completo desorden. Miró a María José con intensidad, como si tratara d
Isaac se recostó en la silla, estirando los brazos tras horas de trabajo. Su laptop seguía encendida frente a él, pero en ese momento, su atención estaba en la llamada con Eliana.—Perdón por no haber estado tan pendiente de ti estos días —dijo, con un tono sincero—. Ha sido un poco caótico por aquí.Eliana soltó un leve suspiro.—No te preocupes, sé que tienes muchas cosas en la cabeza.Hubo un breve silencio antes de que Isaac preguntara lo que realmente quería saber.—Y dime, ¿José Manuel se ha sabido comportar o sigue molestándote?Eliana soltó una risa irónica.—Digamos que se mantiene en su papel, pero ya no me afecta como antes. Lo importante es que tengo todo bajo control.Isaac asintió, aunque no le gustaba la idea de que José Manuel siguiera en su vida.—Si necesitas algo, ya sabes que puedes contar conmigo.—Lo sé, gracias, Isaac.—Por cierto, ya terminé lo que me encargaron del proyecto. Solo me falta revisar algunos detalles y en cuanto esté listo, te lo envío.—Perfecto,
El ambiente en la habitación se había cargado de tensión. María José sintió su corazón latir con fuerza en su pecho mientras intentaba procesar lo que Isaac le había dicho. No quería creerle, no podía permitirse bajar la guardia, pero sus ojos… Sus ojos reflejaban algo demasiado sincero.—No sé qué esperas que haga con eso —dijo ella finalmente, cruzando los brazos en un intento de protegerse de lo que sentía.Isaac la observó en silencio por un momento antes de responder con calma:—No espero nada. Solo quería que lo supieras.María José sintió una punzada de frustración. Quería seguir discutiendo, quería encontrar alguna contradicción en sus palabras, pero lo único que veía era la misma mirada intensa que la había cautivado años atrás.—Olvídalo —murmuró, dándose la vuelta para salir de la habitación.Isaac la vio marcharse sin detenerla, pero sabía que aquella conversación no había terminado. Porque, al igual que ella, él tampoco podía escapar del pasado.María José salió de la hab
Samantha estaba sentada en un elegante salón privado de un restaurante exclusivo, tamborileando los dedos sobre la mesa con impaciencia. Frente a ella, un hombre con gafas oscuras deslizó un sobre hacia ella.—Aquí está la información que pediste —murmuró.Samantha tomó el sobre con calma, pero sus ojos brillaban con ansiedad. Lo abrió lentamente, saboreando el momento. Dentro había fotos, documentos, informes detallados. A medida que pasaba las páginas, sus labios se curvaron en una sonrisa venenosa.—Interesante… —susurró.Las imágenes mostraban a Eliana con Samuel. En cada una de ellas, la conexión entre ambos era innegable. La forma en que Eliana lo miraba, la manera en que lo protegía… incluso en fotos donde José Manuel estaba presente, era evidente que el niño prefería estar con ella.Samantha soltó una carcajada baja y peligrosa.—Con que esto es lo que más te importa… —murmuró, recostándose en su asiento—. Eres más predecible de lo que pensé, Eliana.El hombre frente a ella cr
Samuel se quedó sentado en el césped, removiendo las palabras de Samantha en su cabeza. Había algo en su tono, en su mirada, que lo hacía sentir inquieto. ¿Por qué le había dicho eso sobre Eliana?Se levantó con un suspiro y caminó hacia la mansión. Al entrar, encontró a José Manuel en la sala revisando unos documentos. Su supuesto padre lo miró de reojo, pero no le prestó mucha atención.—¿Dónde está Samantha? —preguntó Samuel, sin pensarlo demasiado.José Manuel alzó la vista con interés.—Salió hace un momento, dijo que tenía cosas que hacer. ¿Por qué?El niño dudó un segundo.—Nada.José Manuel entrecerró los ojos, notando algo en su expresión.—Samuel, si tienes alguna inquietud, puedes decirme.El niño se mordió el labio inferior. No podía decirle nada a José Manuel, no por ahora. Pero había algo que quería preguntar, y sabía que él podía tener la respuesta.—¿Tú crees que Eliana me oculta algo?José Manuel dejó los papeles sobre la mesa y lo miró con sorpresa. Luego, una sonris
Samuel pasó la noche en vela. Acurrucado en su cama, con la luz tenue de su lámpara proyectando sombras en las paredes, intentó dormir sin éxito. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes del artículo volvían a su mente como una pesadilla que no lo dejaba en paz.Una foto antigua acompañaba el artículo: su padre, joven y sonriente, abrazaba a una mujer de cabello oscuro que lo miraba con adoración. Eliana.Pero la imagen que lo atormentaba era otra. Una en la que Eliana aparecía en los brazos de otro hombre.Samuel apretó los dientes. ¿ Eliana realmente había lastimado a su padre? Su estómago se revolvía con la incertidumbre.Cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte, Samuel tomó una decisión: iría a buscar a Eliana.Sin avisarle a nadie, se vistió apresuradamente y salió de la mansión, tomando un taxi con el dinero que había guardado en su mochila.El trayecto se le hizo eterno. Su corazón latía con fuerza. No estaba seguro de qué era lo que quería escuchar, pero sí sabía al
Samuel sintió que su pecho se descomprimía un poco. No era la respuesta que quería, pero al menos su padre no estaba completamente cerrado.José Manuel se acercó y apoyó una mano en el hombro de su hijo.—Cuando tenga la verdad, serás el primero en saberlo.Samuel lo miró con desconfianza.—¿Me lo prometes?José Manuel sostuvo su mirada y asintió con firmeza.—Te lo prometo.Samuel no dijo nada más. Solo asintió lentamente y bajó la cabeza. No estaba completamente convencido, pero por ahora, tendría que esperar.José Manuel permaneció en su despacho después de la conversación con Samuel. Sus palabras seguían resonando en su cabeza, haciéndolo cuestionar todo lo que había creído cierto durante años. Exhaló con pesadez y tomó su teléfono, marcando el número de su asistente, Laura.—¿Señor Santacruz? —respondió ella casi al instante.—Dime que ya tienes algo sobre las fotografías —dijo con tono firme.Laura guardó silencio por unos segundos, como si dudara en hablar.—Sí, señor. Ya tengo
José Manuel estaba en su estudio, sumido en sus pensamientos, cuando escuchó pasos acercándose. Levantó la vista y vio a Samantha de pie en el umbral de la puerta, con el rostro pálido y los ojos enrojecidos, como si hubiera estado llorando.—José Manuel… —susurró con voz temblorosa—. Necesitamos hablar.Él la miró con frialdad.—¿Ahora te preocupa hablar?—¡Por favor! —rogó ella, avanzando hacia él con las manos entrelazadas—. ¡Déjame explicarte!José Manuel dejó el documento que tenía en las manos y se cruzó de brazos.—Te escucho.Samantha tragó saliva, bajando la mirada.—Yo no tuve nada que ver con esas fotos —dijo con voz trémula—. ¡Te lo juro! Yo solo te las mostré porque me preocupaba por ti.José Manuel frunció el ceño.—¿Y de dónde las sacaste?—Me las envió alguien… un viejo compañero de la universidad —respondió con rapidez—. Me dijo que había encontrado esas fotos y pensó que debía enseñártelas.Él la miró fijamente.—¿Quién?Samantha dudó por un segundo, pero luego suspi