Capítulo 9: Un hogar inesperado

El amanecer trajo consigo un cambio inesperado en Samuel. Cuando Eliana entró en su habitación para despertarlo, se encontró con su carita mucho más animada. Sus mejillas habían recuperado algo de color, y cuando la vio, esbozó una pequeña sonrisa.

—Buenos días, mi amor —dijo Eliana con ternura, sentándose a su lado.

Samuel se incorporó lentamente y la abrazó con fuerza, como si temiera que ella desapareciera. Eliana sintió una punzada en el pecho, pero no dijo nada, solo lo sostuvo con la misma intensidad.

—Tengo hambre —murmuró el niño, y esas dos palabras bastaron para que una oleada de alivio la recorriera.

Esa mañana, Samuel comió sin que ella tuviera que insistir. Probó el desayuno con gusto, algo que no había hecho en días, y aunque aún estaba débil, su mirada tenía un brillo distinto. Pasó el día explorando la casa con curiosidad y descubriendo algunos juguetes que Eliana había guardado durante años.

Eran pequeños regalos que ella había comprado cuando creyó que algún día se
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