En la bodega, una figura se movía entre monitores y líneas de código, su rostro iluminado únicamente por el brillo de las pantallas. Las pulsaciones en la terminal indicaban que el ataque estaba en marcha. Cada segundo que pasaba era un golpe más en la seguridad de la empresa de José Manuel y, de manera más intensa, en los sistemas de Eliana.El hacker, un hombre de rostro serio y mirada afilada, apenas pestañeó cuando la puerta tras él se abrió. Sus dedos no dejaron de moverse sobre el teclado.—Espero que tengas buenas noticias —dijo una voz femenina, firme y autoritaria.El hacker apenas inclinó la cabeza, sin dejar de trabajar.—Todo marcha según lo planeado. He debilitado la seguridad de las cuentas, infiltrado archivos y borrado rastros que los lleven a mí. Ellos siguen culpándose entre sí.La mujer, oculta entre las sombras, dejó escapar una leve sonrisa.—Perfecto. ¿Han intentado rastrear el origen?—Sí, pero no tienen idea de lo que enfrentan. La mujer asintió con satisfacci
Eliana pasó horas frente a la pantalla, programando con meticulosidad su siguiente movimiento. Si el hacker quería robar su información, ella misma le daría algo para que se entretuviera.Andrea la observaba con los brazos cruzados, mordiéndose el labio inferior.—¿De verdad crees que caerá en esto?Eliana no apartó la vista de la pantalla mientras sus dedos se movían con rapidez sobre el teclado.—Sí. Si algo he aprendido de este hacker es que se mueve con confianza, cree que tiene el control. No va a resistirse a la tentación de acceder a un archivo con el nombre clave del proyecto.Andrea se inclinó un poco para ver lo que hacía.—¿Y qué tendrá ese archivo?Eliana esbozó una sonrisa astuta.—Un proyecto falso, incompleto, con cálculos erróneos y estrategias mal planteadas. Si logra robarlo y lo usan, estarán condenados al fracaso.Andrea soltó una risa incrédula.—Eso es... brillante.—Es lo mínimo que se merece —murmuró Eliana—. Pero eso no es todo. También voy a incrustar un rast
José Manuel entrecerró los ojos mientras revisaba el panel de seguridad de su empresa. Algo no cuadraba.Durante semanas, había estado recibiendo constantes alertas de intentos de intrusión en los servidores. Cada día, el hacker parecía más agresivo, probando diferentes métodos para colarse en el sistema. Sin embargo, en las últimas 48 horas, el silencio era absoluto.Ninguna alerta. Ningún intento de acceso no autorizado.Nada.Frunció el ceño y volvió a ejecutar un análisis de actividad. El sistema le mostró los registros recientes y, efectivamente, no había rastro de ataques.–¿Se habrá cansado? –murmuró para sí mismo, cruzándose de brazos.No era una posibilidad descabellada. Quizás el hacker había encontrado otro objetivo más fácil. O tal vez se había rendido después de tantos intentos fallidos.Pero algo en su interior le decía que no era tan simple.Abrió una ventana en su pantalla y comenzó a revisar los archivos sensibles de su proyecto. Todo parecía estar en orden. No había
Eliana cerró la laptop con frustración, su respiración era agitada. El hacker había logrado vulnerar su sistema otra vez. Aunque había intentado reforzar la seguridad, cada vez que lograba cerrarle una puerta, él encontraba otra manera de entrar. Y esta vez había sido peor.Se llevó una mano a la frente y trató de calmarse. No podía trabajar en una red comprometida, necesitaba un equipo limpio, seguro, y solo podía pensar en una persona que podía ayudarla.Tomó su bolso con rapidez y salió de su oficina.—Andrea, me voy un momento. No le abras a nadie y si pasa algo, llámame de inmediato.Su asistente la miró con preocupación.—¿Estás bien?—No, pero lo estaré en cuanto ponga mis manos en un sistema seguro.Sin esperar respuesta, se dirigió directamente al estacionamiento, subió a su auto y en cuestión de minutos llegó a uno de los edificios cercanos a su casa. Isaac vivía allí.Golpeó la puerta con impaciencia y a los pocos segundos, su amigo apareció con una ceja levantada.—¿Eliana
Los días pasaron rápidamente, y la tensión en el mundo empresarial se intensificó. Todos los competidores habían trabajado arduamente en sus proyectos, buscando la propuesta perfecta para captar la atención de Alejandro. Las empresas más importantes del sector estaban listas para presentar sus ideas, y solo una sería elegida para la gran colaboración.Eliana había trabajado sin descanso, perfeccionando cada detalle de su propuesta con la ayuda de Isaac. Al mismo tiempo, Andrea había seguido introduciendo información errónea en el sistema para despistar al hacker y hacerle creer que tenía el control.Cuando llegó el día de la presentación, el ambiente en el lujoso salón de conferencias era tenso. Directores, empresarios y ejecutivos ocupaban sus asientos, esperando ansiosos el inicio del evento. Alejandro, el hombre que tomaría la decisión final, observaba con interés a cada uno de los participantes desde la mesa principal.Eliana llegó al evento con la seguridad reflejada en cada paso
La sala quedó en absoluto silencio. Solo se escuchaba el leve zumbido del proyector mientras la pantalla parpadeaba una vez más. Pero esta vez, Eliana no se inmutó.Andrea, desde la parte trasera del salón, tenía el corazón en un puño. Sabían que el hacker intentaría algo, pero no esperaba que fuera en el momento más crucial.Isaac se inclinó ligeramente hacia adelante, evaluando la situación con atención.José Manuel sintió un nudo en el estómago. Esto no podía ser coincidencia.Eliana, con la seguridad que la caracterizaba, tomó el control de la situación.—Este pequeño inconveniente —continuó, proyectando su voz con serenidad— demuestra lo que he estado explicando. Si un sistema no cuenta con las medidas de seguridad adecuadas, puede ser intervenido en cualquier momento.En la primera fila, Alejandro apoyó los codos sobre la mesa, intrigado.—Sin embargo —prosiguió Eliana, girándose hacia la audiencia—, mi propuesta va más allá de solo detectar ataques. He desarrollado un método qu
La sala estaba cargada de tensión. Los competidores se mantenían en sus asientos, expectantes. No solo José Manuel y Eliana habían llegado a esta etapa final, sino que otros empresarios de renombre también esperaban el veredicto. Sin embargo, desde el inicio, estaba claro que la batalla real era entre ellos dos.Alejandro se puso de pie con gesto serio y tomó un documento de la mesa. Sus ojos recorrieron cada rostro con calma antes de hablar.—Antes de anunciar al ganador, quiero agradecer a todos por el esfuerzo y la dedicación que han demostrado. Cada propuesta ha tenido puntos fuertes, pero solo una destacó por encima del resto.Eliana se mantuvo impasible, aunque sentía la adrenalina recorrer su cuerpo. Había trabajado demasiado para llegar hasta aquí. José Manuel, sentado a unos metros de distancia, tenía la expresión fría, pero su mandíbula tensa delataba que también contenía la respiración.—Esta decisión no ha sido fácil —continuó Alejandro—. Evaluamos la creatividad, innovaci
Los días posteriores al concurso pasaron con rapidez. La victoria de Eliana aún resonaba en la industria, y su nombre estaba en boca de todos. Las empresas competidoras no tardaron en enviarle ofertas y propuestas, pero la más importante era la que realmente le interesaba: la colaboración con Alejandro.Esa mañana, Eliana llegó a la oficina con paso firme. Andrea la recibió con una sonrisa entusiasta.—Alejandro quiere reunirse contigo hoy —le informó, entregándole una carpeta con algunos documentos—. Quiere discutir los primeros pasos del proyecto.Eliana asintió. Había esperado ese momento con ansias, pero también con cautela. Sabía que la competencia no se quedaría de brazos cruzados y que los intentos de sabotaje no habían terminado.Horas más tarde, se encontraba en una elegante sala de reuniones, esperando a Alejandro. Llevaba un conjunto profesional en tonos neutros, transmitiendo la confianza que quería proyectar. No pasaron más de cinco minutos cuando Alejandro apareció, con