Victoria Elizabeth se había quedado dormida cuando terminamos de cenar, George llegó cuando ya habíamos comido, pero había notado algo él. Algo que aunque había visto con anterioridad, se notó la intensidad en esta ocasión. Lo esperaba en la habitación, había ido a cerciorarse que nuestra hija estuviese cómoda, ¿Cómo no estarlo cuando tenía todo lo que a ella le gustaba? Había Elizabeth encontrado unos nuevos juegos de lápices para dibujar, así como cuadernos y se emocionó al ver el escritorio con la lámpara cerca de la ventana que daba al jardín. George le había regalado una tableta donde podía crear más dibujos, digitalizarlos y guardarlos en línea. La puerta se abrió y me volví hacia a él, pareció estar más cansado, las ojeras debajo de sus ojos seguían un poco más remarcadas que de la última vez. Estaba abrazada a mí de pie a lado de la ventana. Noté ese algo más intensificado cuando llegó. — ¿Cómo te ha ido con tus padres? ¿Hay que llevar algo mañana?—su mirada se encontró
GeorgeEstaba encerrado en el baño desde hace diez minutos, me había inyectado en el musculo la dosis de morfina recetada por mi doctor de Estocolmo, con ella podría soportar durante el día el dolor por el cáncer que aún seguía haciendo metástasis. Cerré los ojos y el dolor comenzó a disiparse poco a poco, lo malo de esto, es que quedaba soñoliento. Y tenía que llevar a Elizabeth conmigo a Diamond Group y mostrarle lo que se hace en la empresa de la que será heredera en un futuro. — ¿Está todo bien?—era Victoria del otro lado de la puerta del baño.—Sí, amor. Todo bien. —respondí en un tono de voz que no tuviese que preocuparse e insistir en entrar. —En un momento salgo. —ya no dijo nada, esperé un par de minutos después para poderme levantar, al hacerlo, busqué el estuche donde tenía varias inyecciones que mantenía bien cerradas en su empaque original. Me miré en el espejo y traté de acomodarme el cabello, me acomodé también la camisa de vestir y que no saliera del pantalón. Me lavé
GeorgeWestern Diamond GroupEntramos Elizabeth y yo por la vía privada directo hasta esa oficina que rara vez uso cuando estoy en la empresa.—Es muy bonita—dijo mirando alrededor, — ¿Aquí también trabajas? —preguntó.—Sí, rara vez lo hice en estos diez años. —contesté señalando la vista para que la viera, sus ojos se abrieron mucho al ver la altura en la que estábamos.— ¡Wow! Es bastante alto, George. —sentí esa pizca de decepción cuando me llamaba por mi nombre, pero entendí que era cuestión de tiempo que me volviera llamar “papá”.—Ya están aquí—anunció mi padre entrando a mi oficina. — ¡Hola pequeña! —Elizabeth casi corrió a su lado y lo abrazó, mi padre se emocionó bastante en el abrazo. —Estás creciendo muy rápido…—dijo al separarse y cuando ella le sonrió.— ¿Cuándo irás a casa a hacer pizzas? —mi padre sonrió más.—Creo que lo haremos en mi casa, George no tiene un horno de leña como tu abuelo—le guiñó el ojo.— ¿Y cuándo conoceré a la abuela? —preguntó Elizabeth a mi padre,
Victoria Mis manos descansaron sobre el lavamanos doble de mármol de la habitación que compartía con George, esperaba que pasara los tres minutos para poder saber el resultado de la prueba, nunca había anhelado el ver el positivo en este momento, quería darle este hermoso regalo, un bebé y que disfrutara del momento de ver como poco a poco mi vientre se ensanchaba mes con mes. "Negativo"Era la leyenda que parpadeaba, cerré los ojos y negué barriendo de inmediato las lágrimas que comenzaron a salir y deslizarse por mis mejillas, era un sentimiento de decepción, ¿Y si después de lo que pasó con mi anterior embarazo eso me imposibilita? ¿Y si no puedo dar vida de nuevo?— ¿Ya?—escuché la voz de Marie al otro lado de la puerta, por un momento se me había olvidado que estaba ahí, esperando, abrí la puerta y negué a su rostro ansioso, noté como se apagó en segundos para luego volver a brillar. —Puedes seguir intentándolo, así que no te rindas, cuñada. —me abrazó y el sentimiento me embar
Marie Al otro lado de la ciudad, en una cafetería...—Dime que puedes hacer algo por mi hermano. —Amal se tensó.—Marie, tienes que entender que es metastásico, en algunas situaciones…—miró los resultados que me había enviado el doctor de Estocolmo, cuando supe que Amal había llegado a la ciudad, había venido de inmediato a él. —…el cáncer metastásico se puede curar, pero en la mayoría de los casos, el tratamiento no cura el cáncer. ¿Lo entiendes? —asentí. —Lo que veo en sus resultados, es que cabe la posibilidad de que pueda ser su caso.— ¿Cuánto tiempo? —pregunté rápidamente, él bajó la mirada a los resultados de nuevo.—Sí no ha reaccionado a este tratamiento en Suecia como debía, puede que no obtengamos el resultado que anhelas, eso quiero que entiendas.—Lo entiendo, dame un aproximado. —pedí casi en una súplica en un tono bajo.—Sin embargo, los doctores que pueden darle el tratamiento puede tratarlo directamente para retrasar su crecimiento y reducir los síntomas, lo que en S
George— ¿Marie? —la llamé al escuchar a lo lejos los claxon de los autos.—Oh, Dios mío—susurró Marie del otro lado de la línea, arrugué mi ceño.— ¿Qué es lo que…? —la llamada se cortó, miré la pantalla e intenté llamarla, el corazón latió con una fuerza que me dio miedo, era algo que punzó en mi interior que hizo temblar cada rincón de mí. ¿Qué era eso?— ¿Qué pasó, amor? ¿Marie contestó? —miré a Victoria y su rostro se transformó. —Estás sangrando. —dijo asustada acercándose a mí, me llevé la mano a mi nariz y efectivamente estaba sangrando, ella buscó algo con que limpiarme, cuando puso su mano en mi nariz con un pañuelo, atrapé su muñeca, sus ojos se abrieron más de lo normal.—Es Marie. Algo no está bien…—mi padre apareció con una sonrisa, venía de decir algo que cuando me vio, se puso pálido, se acercó a toda prisa y negué rápido. —Marie. Ahora. —pedí pero salió más en una súplica. —Sí, tranquilo, —sacó su celular del bolsillo del pantalón y marcó pero no contestaba, Victoria
GeorgeEl grito salió desde lo más profundo de mi alma, el dolor quemó cada parte de mí, otro grito y cuando abrí mis ojos, estaba a oscuras, la luz a mi lado se encendió, estaba jadeando, está temblando, tenía dolor en todo mi cuerpo.— ¿George? —era mi padre. —Dios mío, estás tiritando, estás hirviendo y sudando—intenté tomar aire pero me fue imposible. — ¡Victoria! —gritó mi padre, las arcadas aparecieron haciendo que solo hiciera un movimiento para hacerlo a lado de la cama encontrándome con el bote, lo atrapé y empecé a vomitar.— ¿Qué es lo que pasa? —debió de mirarme vomitando hasta mi alma—Dios mío, ¿George? ¿Qué tienes? Llamemos a un doctor—pidió cuando se quedó a mi lado, —intenta no hacer tanto esfuerzo, amor. —Pasó mi mano por mi espalda y la retiró—Estás hirviendo, ¿Tienes dolor? —terminé de vomitar minutos después, tomó el bote al ver que se había calmado, el dolor se intensificó, necesitaba mi morfina. —George, ¿Tienes dolor? —asentí recostándome de nuevo y empecé a llo
VictoriaCaminé de un lado a otro, George se había desmayado en la bañera y yo pensé por un momento que lo había perdido para siempre. El corazón latió a toda velocidad sin saber que podía hacer, Marie estaba pálida, preocupada al igual que yo, pero solo quedaba esperar a que el doctor saliera y nos informara si estaba bien. Albert estaba sentado en una silla en el pasillo. La puerta se abrió y apareció el doctor.—Ya ha reaccionado, pero le he dado un poco de medicamento para calmar su dolor, pero es temporal. —pudimos respirar un poco. —Pero lamento decirles que necesita ser hospitalizado de inmediato, podría llamar ahora una ambulancia y estaría en menos de cinco minutos aquí afuera. —Llama. —dijo Albert.—Pero papá....—comenzó a decir Marie.—No puedo tenerlo aquí sin ayuda, necesita ir al hospital. —Pienso lo mismo, —dije poniéndome a lado del doctor.— ¿Y si solo le damos morfina? Eso lo mantendrá descansando sin el dolor y...— ¿Qué es lo que pasa, Marie?—dijo de repente Albe