El alfa Kael, apoyado contra la pared de la habitación donde Osman reposa en la cama, no deja de analizar lo que su padre le dijo antes de partir. La tensión en sus músculos es evidente; aún no puede creer que haya perdido la cabeza por la huida de Aria. Según los rastreadores, no pudieron hallarla hasta ahora. Solo encontraron sus ropas tiradas en medio de unos arbustos cerca de un pueblo humano, luego no hay nada más que los ayude.—¿Ya la encontraron? —pregunta Osman, con la voz ronca y cansada. Sus heridas ya están casi sanadas, pero aún debe reposar por unas horas hasta que los efectos del medicamento pasen.Kael aprieta la mandíbula y niega.—Logró llegar al pueblo humano. Perdieron su rastro justo allí. Osman frunce el ceño. Se incorpora con dificultad, ignorando el dolor en su torso que lo atraviesa.—¿Cómo demonios llegó hasta allí sin que nadie la viera? ¿Cómo consiguió pasar el bosque infestado? Es increíble que los renegados no la hayan olido y atacado.Kael cruza los bra
El alfa Esteban no tarda en hacer las presentaciones. —Kael, quiero que conozcas a Aria. Es la hermana de Elvira. Se quedará con nosotros unos días. Serás el responsable de su bienestar. Por favor, cuida bien de ella en este tiempo.Aria siente cómo la sangre se le congela en las venas. Su mente se niega a aceptar la cruel ironía del destino. Había conseguido a duras penas huir de sus captores, incluso presenciar la pelea de unos lobos, y ahora está enfrente de la persona de la que más quería escapar.Kael no muestra ninguna emoción en su rostro, pero sus ojos azules brillan con una furia contenida. Rayder está arañando su mente, pidiendo a gritos salir y marcar a la compañera que pensó que había perdido. Venir obligado a esta cena para conocer a la hermana humana de su madrastra le pareció un absurdo, pero ahora, viéndola parada frente mismo a él, en su manada, sus sienes palpitan, su sangre pulula en sus venas y quiere saltar encima de ella, pero se contiene. No puede hacer una esc
A Kael le encanta estar afuera en el bosque. Respirar el aroma a hojas secas lo ayuda a relajarse y no pensar tanto en la compañera que creyó nunca iba a encontrar y que ahora está en su propia manada, muy cerca de su departamento.No le sorprende que su padre haya decidido que ella ocupe una de las cabañas de visitantes, ya que son las más alejadas de las casas de los miembros y de la casa alfa. Así estará lo más lejos posible de los ruidos.Su departamento lo eligió por el mismo motivo. Él quiere una vista del bosque y se siente más cómodo solo que bajo el bullicio que siempre hay en la casa alfa. Al principio, su padre se enojó por eso, creyendo que era por Elvira, pero luego entendió que él estaba mejor así.Ahora su preocupación más grande es Aria. Tiene que lidiar con ella sin levantar sospechas. Entra en su habitación y suspira mientras se deja caer en su cama. Está molesto y quiere desahogarse.Sale de nuevo de su habitación y va hasta el campo de entrenamiento. Es tarde, pero
Aria abre los ojos de forma brusca a la vez que se sienta en la cama. Queda perpleja al encontrar a Kael sentado en la silla de al lado, mirándola. Observa a su alrededor y nota que todo está bien: ella está acostada en la cama y sobre ella hay una colcha. Incluso lleva la ropa que tenía puesta y la estufa está prendida, dando calor al ambiente.Por más que lo intenta, no logra recordar lo que sucedió luego de que mirara por la ventana y viera a esa bestia. ¿Acaso se desmayó? ¿Cómo llegó a la cama entonces? Está confundida. Su cabeza palpita del dolor.—Es hora de desayunar. Todos nos están esperando en el salón. Tienes cinco minutos para cambiarte —murmura él y se levanta para dirigirse hacia afuera.Aria ni siquiera es capaz de emitir alguna respuesta. Luego de asearse, camina detrás de él. Miles de preguntas rondan su mente mientras lo sigue. Ayer vio que él tenía una llave de su puerta, por eso se había asegurado de poner el seguro extra a la puerta. ¿Cómo consiguió entrar entonce
Aria siente como si una piedra pesada se le instalara en el estómago. Por un momento, cree ver miedo en los ojos de su hermana. No es solo preocupación: es miedo real.—¿Por qué confías tan ciegamente en ellos y no en lo que te digo? ¿Esteban te tiene aquí amenazada? —pregunta en voz baja.Elvira no responde.Aria entiende que su no respuesta también es una respuesta. Se marcha a su habitación sin decir más. Está decidida. No importa lo que su hermana crea que ella deba hacer. No puede quedarse aquí. Hay algo oscuro, algo peligroso oculto tras esa aparente seguridad que todos ellos intentan mostrarle. Lo siente en los huesos. No le gusta ese efecto dominante que Kael ejerce en ella. Lo peor de todo es que todas sus fuerzas se esfuman cuando está cerca de él.Pasa todo el día encerrada en su cabaña, observando desde la ventana, tratando de encontrar un escape. El resultado es desalentador: están muy lejos de la ciudad, y el bosque que los rodea es espeso y extenso, tanto o más que el d
El viento frío silba entre los árboles cuando Kael se transforma. Su cuerpo se estira, sus huesos crujen con fuerza, y su forma humana emerge de entre la bestia. Se mueve con rapidez hacia uno de los robles más antiguos del bosque, donde él y los suyos suelen esconder ropa de repuesto para estos casos. Rebusca entre el hueco del tronco, saca un pantalón y una camiseta raída, y se los pone sin perder más tiempo.El olor a sangre lo guía. Y entonces la ve, todavía en el mismo sitio.Aria está tendida sobre el suelo húmedo, temblando como una hoja y completamente fuera de sí. Su respiración es entrecortada, sus mejillas, mojadas por las lágrimas. Una mancha roja se extiende por su pierna derecha, donde la garra de uno de esos renegados la ha alcanzado. La herida sangra con lentitud, pero de forma constante. Kael se acerca con cautela, pero cuando intenta tocarla, ella reacciona. En ese momento, también Osman lo hace. Queda estupefacta mirando a ambos. ¿De dónde aparecieron de repente? ¿Dó
El cuerpo de Aria tiembla bajo las mantas gruesas y su rostro está contraído por la incomodidad. Su respiración está agitada, su frente perlada de sudor. Kael la observa desde el lugar donde lleva sentado desde hace horas. No ha dormido en toda la noche, Ryder está intranquilo, mirando a su compañera de forma atenta.—¡No quiero estar aquí! —añade Aria al ver al hombre cerca de ella.Kael se pone de pie, pero no se acerca al sentir su nerviosismo.—Lo que vi... no era normal —su voz tiembla—. ¡Había lobos! ¡Muchos de ellos! Tenían un olor putrefacto. ¡Vi cómo estaban matando a alguien! Luego me persiguieron hasta que dos que eran diferentes aparecieron y consiguieron hacerlos retroceder.—Probablemente viste mal —finalmente responde Kael, con una calma que solo enmascara lo tenso que está por dentro—. Es cierto que hay algunas manadas en el profundo bosque, pero no atacan a personas. Nadie vaga por allí, de hecho, mucho menos a esa hora de la noche.—¡No! ¡Sé lo que vi! ¡No estoy loca!
Las horas transcurren lento. Aria no sale de la cabaña en ningún momento. Por suerte, está lloviendo, así que su hermana Elvira no la visita ni la obliga a salir. Solo recibe una llamada breve en el teléfono fijo para saber si está bien o si necesita alguna cosa. Aria miente, dice que todo está tranquilo. Y en parte, agradece que Kael tampoco haya dicho nada de lo que sucedió anoche. No se imagina el escándalo que haría su hermana si se entera de que intentó huir de allí.Ya después del mediodía, cuando se dirige a la cocina, nota que hay comida sobre la mesada. Hay comidas de todo tipo, incluso pan recién horneado.Se sienta y come en silencio. Luego guarda el sobrante en la pequeña heladera y vuelve a la cama. El cansancio sigue pegado a sus huesos como una segunda piel.Esa noche, duerme profundamente. Tan profundamente que no reacciona cuando la cama se hunde levemente a su lado. Kael se mete junto a ella sin hacer ruido y la atrae hacia su pecho. Ryder por fin logra tranquilizarse