Punto de vista de MaxHoy decidimos dar una vuelta por la manada y despedirnos. Aunque la idea es volver lo antes posible, siempre existe esa posibilidad de que la jornada se alargue, así que acordamos reunirnos en el instituto. Mientras llegamos a la entrada, mis ojos se posan en mi hermana a lo lejos. Se nota que está enferma; su piel está pálida y su apariencia un poco descuidada. Lleva un conjunto de buzo ancho, y su pelo, suelto, parece estar desordenado. Ese virus sí que le ha hecho mella.Nos detenemos y varias chicas se acercan, especialmente a los gemelos, que, aunque últimamente están perdidos en sus pensamientos, parecen magnetizar a las chicas a su alrededor. Jason y Lucas no intercambian ni una palabra, y la atmósfera se siente extraña entre nosotros.Mientras caminamos a la oficina del director, un aroma inconfundible me llega. A lo lejos, distingo a una chica bajita, que lleva un conjunto deportivo gigante y el gorro de su polerón cubriendo su cabeza, al igual que mi he
Capítulo: "El Peso de los Secretos"RocíoMe puse un pantalón de buzo y le pedí un polerón a Lucas. Sentir la esencia de su lobo me ayuda a disimular que no tengo uno. Al llegar al instituto, veo a muchas chicas reunidas alrededor de algo, o mejor dicho, de alguien. No tengo tiempo para eso, así que apuro el paso cuando escucho la voz de mi hermano. Lo que menos quiero es que estas chicas se acerquen a mí por interés en él.A la distancia, veo a una chica con un atuendo similar al mío, con el gorro del polerón cubriéndole la cabeza. Me acerco a ella, y cuando me ve, se paraliza.—Hola, soy Rocío Sanz —le digo—, ¿te acuerdas de mí?Su mirada se descoloca, sus ojos se llenan de lágrimas, y parece a punto de salir corriendo. Sin embargo, toma mi mano y, con voz entrecortada, me dice:—Gracias. Si no hubiese sido por ti, todo lo que pasó habría sido peor.Detrás de ella, veo a Sofía. ¡Wow! Está radiante y guapísima. Nos mira sin entender nada.—Hoy que me cambio de ropa y tú vienes con ro
Punto de vista RocíoAl finalizar las clases, por fin sentía que estaba poniéndome al día. Mañana retomaría las ayudantías, necesitaba distraerme un poco. Me encontré con Sofía, ya más tranquila, y no pude evitar preguntarle:—Amiga, ¿por qué tan guapa hoy? —le dije, notando su cambio.Sofía me sonrió un poco insegura y respondió:—No sé, quise hacer un cambio. ¿De verdad me veo bien?—Te ves hermosa, me encanta. —Le devolví la sonrisa, pero mi mente pronto volvió a lo que había sucedido con Isabella—. Sofía suspiró, como si, una carga que apenas podía soportar. Oye, ¿qué piensas sobre lo de Isabella?—La verdad, no pienso mucho en eso. Yo también podría hacer una denuncia, pero no quiero que sepan que no tengo lobo. Y tú tampoco quieres que sepan que eres Alfa. Así que no somos quiénes para obligarla a exponerse de esa manera.Me quedé pensando un momento y luego, tratando de aligerar el ambiente, la miré de reojo y bromeé:—Oye, ¿te crecieron los pechos o qué? —le solté entre risas
Punto de vista de Isabella:Estaba sola en mi habitación, escuchando cómo mi papá se despedía de mi hermano y su séquito. Sabía que esta era mi única oportunidad. Las palabras de Rocío y Sofía resonaban en mi cabeza: debía hablar, debía decir la verdad, para que lo que me pasó no volviera a ocurrirle a ninguna otra chica. Tenía que proteger ese lugar sagrado, el bosque, donde nos conectábamos con la luna. Me armé de valor, pero el miedo me carcomía por dentro. Era ahora o nunca.Cuando escuché a mi papá volver, mi cuerpo entero temblaba. Respiré profundo, intentando calmar los latidos desbocados de mi corazón, y me dirigí a la cocina, donde mis padres ya estaban.—¿Puedo hablar con ustedes? —les pregunté, sintiendo que mi voz temblaba.Mi papá me miró con su típica calma, y mi mamá se acercó un poco, preocupada. Sabía que lo que tenía que decir no podía ser en público.—Es algo privado —añadí, tratando de sonar firme, pero sintiéndome más pequeña que nunca.El ambiente cambió al insta
Punto de vista de Antonio Roberts:Actual alfa de la manadaEl dolor que sentía me asfixiaba, como si una mano invisible me apretara el pecho. Ares, mi lobo, estaba al borde del colapso, pidiendo sangre. Alguien había tocado a mi princesa, alguien había roto a mi cachorra. Ver a Isabella desaliñada esta mañana me llamó la atención; ella siempre fue femenina, siempre se preocupaba por su apariencia. Pero no le di importancia a esos dos días en cama, en los que apenas comía. No noté que su olor había cambiado, un aroma que solía ser fresco y vibrante, ahora estaba lleno de tristeza y desesperación.Solo ahora, cuando se quiebra frente a mí, me doy cuenta del tipo de padre que soy. Grito para sacar mi rabia, la rabia de un padre que se siente impotente. La ira explota de mi pecho en un grito que raspa mi garganta como fuego. Cada palabra es una daga, una herida más profunda en mi corazón ya roto. Ese animal que marcó a mi hija dejó huellas en sus brazos que aún no han sanado. ¡Mi pobre I
Punto de vista de RocíoDespués del día tan intenso de ayer, mi mente no puede descansar. No dejo de darle vueltas a todo lo que me pasó. El remordimiento me carcome por haber dejado sola a sofia, y no puedo evitar sentir que, tal vez, esa fue la razón por la que tomó esa terrible decisión. Sé que no soy nadie para juzgarla, pero no puedo evitar hacerlo. Al final, se transformó. Si Jason hubiera sido su mate, ella lo habría sentido de inmediato. Aunque... quizás Jason no lo notó porque Sofía ha estado ocultando su esencia, protegiendo su secreto.Pero el asunto con Isabella también me está pesando en el alma. Quiero que denuncie lo que le hicieron, porque fue la más afectada de todas nosotras, pero al mismo tiempo, no estamos haciendo nada para apoyarla en ese camino. Cada día que pasa, las pesadillas me asfixian más y más. Siento como si el peso del mundo se estuviera derrumbando sobre mí. Estoy sola, completamente sola, y todo esto me está consumiendo. No recuerdo la última vez qu
—¡Mamá, no me hagas esto! —le rogué, mi voz temblorosa.Mi papá se acercó, ya no con la calma de antes, sino con una rabia creciente. Tomó el polerón que llevaba puesto y sin delicadeza alguna subió las mangas, revelando los oscuros y dolorosos moretones que cubrían mis muñecas. Sus ojos, antes llenos de amor, ahora brillaban con furia contenida.—¿Qué es esto? —gritó, su voz reverberando en cada rincón de la casa.Sentí que las piernas me fallaban y caí al suelo, incapaz de soportar la fuerza de su mirada. Todo se desmoronaba. Era como si todo mi esfuerzo por mantenerme fuerte se rompiera en mil pedazos frente a ellos. Las palabras se atoraban en mi garganta, pero no podía más. Tenía que decirlo, tenía que liberar el dolor que llevaba dentro. Aunque me aterraba lo que pudieran pensar de mí, ya no podía seguir callando.—Papá… —susurré, las lágrimas inundando mis ojos y cayendo en cascada por mis mejillas.—Estoy cansada, Rocío —intervino mi mamá, exasperada—. Sé que no te transformas
Punto de vista de SofíaAlgo extraño está ocurriendo en la manada. He visto a varios Deltas movilizarse, pero nadie dice nada. La atmósfera se siente tensa, como si una tormenta inminente se acercara. Nos hicieron cerrar el súper temprano, y justo cuando creía que podría relajarme, un dolor punzante se asienta en mi cabeza. De repente, siento una conexión, como si mi loba se estuviera enlazando conmigo.—Hola, Sofía —me dice una voz suave y reconfortante.—Soy tu loba. Mi nombre es Alma. Creo que ya me has visto. Forzaste la transformación; eres increíble.—¿Qué???? —respondo, asombrada por su presencia.—Veo que estás sorprendida. Estaré contigo, y a veces mis emociones pueden afectarte. Debes ser fuerte y controlar las emociones, sobre todo las mías. Además, he olfateado a nuestro mate. ¿Quieres saber quién es?—No, no quiero —respondo, con una punzada de frustración.—Es raro, generalmente los hombres lobo siempre quieren encontrar a su mate y tú no.—No quiero hablar de eso, Alma.