Punto de vista de IsabellaMi madre llama al médico, él se preocupa y piensa que debe ser un virus, ya que los hombres lobos o nos enfermamos, mi madre le dice que estuve con fiebre y pesadillas, quiere hacerme exámenes, y le digo que no, que se me pasara solo, o cuando me sienta mejor me acercaré a su consultorio, por ahora estoy cansada.Mi madre quiere obligarme a dejar que me hagan exámenes,—¡madre!, por favor, me duele la cabeza— y las lágrimas brotan, por favor —déjenme sola—Permanezco encerrada en mi habitación, la oscuridad se convierte en mi refugio, y el silencio, mi única compañía. Aún siento las marcas de Adán en mis muñecas, como si fueran cadenas que me mantienen prisionera. Las huellas de lo ocurrido permanecen en mi piel, un recordatorio constante de un horror que no puedo borrar. Mi cuerpo duele, pero es mi alma la que grita con más fuerza, aplastada por el peso del sufrimiento que me impide levantarme de la cámara.Cuando Max llega a buscarme, sé que debo mentir. N
Punto de vista de RocioCamino por el bosque, el aire está impregnado de humedad y el crujir de las hojas bajo mis pies se convierte en un eco de mi creciente ansiedad. De repente, unas manos me atrapan. Me tocan, me desnudan, doy un grito desolador, cargado de dolor, se escapa de mis labios. No puedo defenderme, solo soy una omega que no tiene lobo. Las lágrimas caen por mis mejillas mientras grito desesperada, suplicando por ayuda.Siento el llanto de una chica a lo lejos, como un eco junto con mi propia agonía. Trato de alcanzarla, pero ahora yo también estoy atrapada. La oscuridad del bosque parece cerrarse a mi alrededor, y justo cuando la luna ilumina el paisaje, una loba alfa aparece, lanzándose hacia esos miserables. Mi corazón late con esperanza, pero la lastiman, y el terror vuelve a envolverme mientras ellos siguen tocándome.—¡No! —grito nuevamente, un grito que se mezcla con el de la chica que está a lo lejos.De pronto, despierto, mi respiración es errática, y el sudor e
Punto de vista de SofíaY sucedió, me entregué a Jason. Fue increíble. Tomé mi decisión después de lo que había ocurrido en estos últimos días: los golpes e insultos de mi madre, la angustia por la situación con Rocío, que estuvo a punto de perder su virginidad a manos de esos tipos. Como dije antes, prefiero entregarme a alguien que yo elija y decida. Si no es mi mate, está bien; quedará el recuerdo, pero no será el dolor del rechazo que a la mayoría nos debilita, o como le pasó a mi mamá, que la tomaron, la dejaron embarazada y la abandonaron. Esa historia siempre ha resonado en mí, como un eco que no se apaga.Con Jason, me siento bien. Es una decisión que tomé yo, y si está mal, no importa. Hay un tipo de libertad en eso, una sensación de poder que nunca había experimentado. Además, él no me tomó por completo. Recuerdo haber escuchado en el baño del instituto a una chica mayor hablando con su amiga. Su risa y sus palabras llenaban el aire:—Me duele sentarme. Benjamín casi me rom
Punto de vista de MaxHoy decidimos dar una vuelta por la manada y despedirnos. Aunque la idea es volver lo antes posible, siempre existe esa posibilidad de que la jornada se alargue, así que acordamos reunirnos en el instituto. Mientras llegamos a la entrada, mis ojos se posan en mi hermana a lo lejos. Se nota que está enferma; su piel está pálida y su apariencia un poco descuidada. Lleva un conjunto de buzo ancho, y su pelo, suelto, parece estar desordenado. Ese virus sí que le ha hecho mella.Nos detenemos y varias chicas se acercan, especialmente a los gemelos, que, aunque últimamente están perdidos en sus pensamientos, parecen magnetizar a las chicas a su alrededor. Jason y Lucas no intercambian ni una palabra, y la atmósfera se siente extraña entre nosotros.Mientras caminamos a la oficina del director, un aroma inconfundible me llega. A lo lejos, distingo a una chica bajita, que lleva un conjunto deportivo gigante y el gorro de su polerón cubriendo su cabeza, al igual que mi he
Capítulo: "El Peso de los Secretos"RocíoMe puse un pantalón de buzo y le pedí un polerón a Lucas. Sentir la esencia de su lobo me ayuda a disimular que no tengo uno. Al llegar al instituto, veo a muchas chicas reunidas alrededor de algo, o mejor dicho, de alguien. No tengo tiempo para eso, así que apuro el paso cuando escucho la voz de mi hermano. Lo que menos quiero es que estas chicas se acerquen a mí por interés en él.A la distancia, veo a una chica con un atuendo similar al mío, con el gorro del polerón cubriéndole la cabeza. Me acerco a ella, y cuando me ve, se paraliza.—Hola, soy Rocío Sanz —le digo—, ¿te acuerdas de mí?Su mirada se descoloca, sus ojos se llenan de lágrimas, y parece a punto de salir corriendo. Sin embargo, toma mi mano y, con voz entrecortada, me dice:—Gracias. Si no hubiese sido por ti, todo lo que pasó habría sido peor.Detrás de ella, veo a Sofía. ¡Wow! Está radiante y guapísima. Nos mira sin entender nada.—Hoy que me cambio de ropa y tú vienes con ro
Punto de vista RocíoAl finalizar las clases, por fin sentía que estaba poniéndome al día. Mañana retomaría las ayudantías, necesitaba distraerme un poco. Me encontré con Sofía, ya más tranquila, y no pude evitar preguntarle:—Amiga, ¿por qué tan guapa hoy? —le dije, notando su cambio.Sofía me sonrió un poco insegura y respondió:—No sé, quise hacer un cambio. ¿De verdad me veo bien?—Te ves hermosa, me encanta. —Le devolví la sonrisa, pero mi mente pronto volvió a lo que había sucedido con Isabella—. Sofía suspiró, como si, una carga que apenas podía soportar. Oye, ¿qué piensas sobre lo de Isabella?—La verdad, no pienso mucho en eso. Yo también podría hacer una denuncia, pero no quiero que sepan que no tengo lobo. Y tú tampoco quieres que sepan que eres Alfa. Así que no somos quiénes para obligarla a exponerse de esa manera.Me quedé pensando un momento y luego, tratando de aligerar el ambiente, la miré de reojo y bromeé:—Oye, ¿te crecieron los pechos o qué? —le solté entre risas
Punto de vista de Isabella:Estaba sola en mi habitación, escuchando cómo mi papá se despedía de mi hermano y su séquito. Sabía que esta era mi única oportunidad. Las palabras de Rocío y Sofía resonaban en mi cabeza: debía hablar, debía decir la verdad, para que lo que me pasó no volviera a ocurrirle a ninguna otra chica. Tenía que proteger ese lugar sagrado, el bosque, donde nos conectábamos con la luna. Me armé de valor, pero el miedo me carcomía por dentro. Era ahora o nunca.Cuando escuché a mi papá volver, mi cuerpo entero temblaba. Respiré profundo, intentando calmar los latidos desbocados de mi corazón, y me dirigí a la cocina, donde mis padres ya estaban.—¿Puedo hablar con ustedes? —les pregunté, sintiendo que mi voz temblaba.Mi papá me miró con su típica calma, y mi mamá se acercó un poco, preocupada. Sabía que lo que tenía que decir no podía ser en público.—Es algo privado —añadí, tratando de sonar firme, pero sintiéndome más pequeña que nunca.El ambiente cambió al insta
Punto de vista de Antonio Roberts:Actual alfa de la manadaEl dolor que sentía me asfixiaba, como si una mano invisible me apretara el pecho. Ares, mi lobo, estaba al borde del colapso, pidiendo sangre. Alguien había tocado a mi princesa, alguien había roto a mi cachorra. Ver a Isabella desaliñada esta mañana me llamó la atención; ella siempre fue femenina, siempre se preocupaba por su apariencia. Pero no le di importancia a esos dos días en cama, en los que apenas comía. No noté que su olor había cambiado, un aroma que solía ser fresco y vibrante, ahora estaba lleno de tristeza y desesperación.Solo ahora, cuando se quiebra frente a mí, me doy cuenta del tipo de padre que soy. Grito para sacar mi rabia, la rabia de un padre que se siente impotente. La ira explota de mi pecho en un grito que raspa mi garganta como fuego. Cada palabra es una daga, una herida más profunda en mi corazón ya roto. Ese animal que marcó a mi hija dejó huellas en sus brazos que aún no han sanado. ¡Mi pobre I