Capítulo 1

Maldita pesadilla

Genave

Levante la copa para brindar por los novios y le regale una inmensa sonrisa a mi hermana. Estaba feliz por ella, al fin podía respirar y vivir su historia de amor con Alessio sin piedras en el camino, mientras para mí era todo lo contrario. Mire la pantalla de mi móvil y decidí que era momento de apagarlo. Esta era la quinta vez que aquel hombre llamaba, después de enterarme de sus negocios por la izquierda decidí hacer una investigación más extensa, vaya sorpresa la mía. Era el hijo de uno del mafioso más grande de toda Rusia.

—La foto familiar, Genave deja ese celular —escuche decir a Darla y me sentía muy cómoda con esta nueva relación con ella. No era que iba a llamarla mamá ni nada por el estilo, pero era lo más cercano a una madre que había tenido toda mi vida.

Gina me miró cuestionante cuando me acerqué, sabía que se me notaba la tensión en el rostro. Le hice un gesto con la cabeza para que no se preocupara, este era su día y no podía permitir que se preocupara por cosas sin sentido. Yo podía arreglármelas, mantendría aquel hombre fuera de mi vida. Aunque al parecer él no tenía ninguna intención de salir de ella.

Todos corrieron a la pista de baile en cuanto se tomó aquella foto, yo me senté en una de las mesas más apartadas. Solía ser el alma de las fiestas, pero ahora tenía un extraño presentimiento dentro de mí, algo que no dejaba de atormentarme y si sabía lo que era, a pesar de todo me gustaba, no podía evitar sentirme atraída. Rubén era un maldito cáncer para mi vida.

—Genave —levante la cabeza y me encontré bajo la cuestionante mirada de Darla, trate de sonreír, pero creo que solo logre que me saliera una mueca —Tienes una llamada cariño —la mire confundida y luego miré mi teléfono.

—Pero tengo mi móvil aquí —dije de manera estúpida, señalando mi teléfono, Darla me miro preocupada.

—Es una llamada al teléfono fijo ¿Qué pasa contigo? —Preguntó con preocupación —Haz estado muy distraída —trate de quitarle importancia y entre rápidamente en la casa para contestar aquella llamada. El corazón se me iba a salir por la boca, no sé porque presentía que se trataba de él.

—Si —dije de manera cuidadosa.

— ¿Porque demonios apagaste tú teléfono? —Se escuchaba realmente malhumorado y yo trague seco mientras me apresuraba a colgar el teléfono, no soportaba la tensión —Ni se te ocurra cerrarme —Y no pude evitar mirar a mí alrededor como una loca frenética ¿acaso me estaba vigilando?

—Creo que te deje todo claro ¿Porque sigues llamando? —lo escuche resoplar con fastidio y aquello me asustó.

—Es que las cosas no se terminan cuando tú lo decides Genave, yo soy quien controla todo —Sabia que una persona como él no tenía escrúpulos y también sabía que no tenía nada que perder, pero yo sí. Tenía una carrera, una reputación que a penas y comenzaba a tomar fuerza, no podía seguir con aquella locura.

—Puedes tener la mujer que desees, como la desees —dije tratando de persuadirlo.

Pero yo te deseo a ti —su voz ronca calo en todo mi cuerpo y tuve que tomar una larga respiración para calmar mis pulsaciones —Me muero por estar dentro de ti — y al fin tuve el valor para colgar aquella llamada, no lo podía soportar. No podía permitir que Rubén me afectara de la manera en que lo hacía, no podía permitir que siguiera jugando con mi cabeza.

—Te dije que no me colgaras —escuché decir a una voz que conocía bastante bien detrás de mí y no podía creerlo. Aquello tenía que ser una maldita pesadilla.

***

No es tan fácil

Rubén

Genave se quedó inmóvil y la observe mirar las puertas corredizas en busca de un escape, la tome rápidamente por la cintura y la aparte de la vista de todos. Le cubrí la boca y la empotre contra una de las paredes de aquel pasillo, me miro sorprendida y el roce de su cuerpo con aquel fino vestido envió una descarga eléctrica que me puso duro ¿Qué acaso no se daba cuenta de cómo me afectaba?

—Voy a quitar mi mano de tu boca —dije y no pude evitar pegar mi cuerpo mucho más a el de ella, no  lo soportaba, no podía soportar aquella lejanía a la que me tenía sometido, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que pude sentirla.

— ¿Qué demonios crees que haces? —grito y cubrí bruscamente mi boca con la suya, mientras nos resguardaba en el interior de una habitación cercana.

Nunca deje que escapara de mis brazos, la bese con urgencia y luego de unos instantes dejo el forcejeo y me correspondió. Mi lengua jugueteo con la suya y deslice mis manos por sus caderas, sabía que era peligroso, una abogada y un mafioso no eran la pareja perfecta, pero desde que puse mis ojos sobre ella no pude apartarlos jamás y el peligro era algo que corría por mis venas.

—Esto está mal —dijo mientras mis manos se metían por debajo de su vestido. Genave y yo no habíamos tenido sexo, pero enloquecía simplemente con tocarla y sentirla, sabía que no habría marcha atrás cuando entrara en ella. Nunca antes me había contenido como lo estaba haciendo con ella, tomaba las cosas sin preguntar, pero con ella había tenido que controlar mis malditos bajos instintos.

—Lo sé, lo sé —dije besándola aun con más urgencia, sus dedos acariciaron mi cabello y la escuché gemir sobre mis labios. Tire al suelo algunas cosas que descansaban sobre un escritorio y la coloque encima del mismo, le levante el vestido y me metí entre sus piernas. Aquello era una maldita locura, pero no podía detenerme, en realidad no quería hacerlo.

Roce su coño con mi mano y este se encontraba mojado, aquello envió un mensaje directo a mi pene quien se apretó más dentro de aquellos vaqueros, sentí que temblaba en mis brazos y aquello me encendió mucho más. Sentía la adrenalina correr por mis venas, siempre me había encantado retarme, estaba lleno de retos en mi vida y Genave Stevens no era la excepción, debía hacerla mía. Debía convencerla de cruzar el límite que nos dividía, tenía que llevarla a conocer lo más oscuro del placer.

—Rubén —dijo sobre mis labios —Esto tiene que parar —trate de besarla nuevamente, pero aparto su rostro y eso me molesto, realmente me encabrono. Saque mis manos de su vestido y las coloque de manera brusca sobre aquel escritorio. No me pude controlar y tome con brusquedad su rostro, el demonio acababa de llegar.

—No lo has entendido —dije obligándola a mirarme a los ojos, los suyos se encontraban vidriosos, pero estaba demasiado enojado como para que aquello me importara —Esto se acaba cuando yo lo diga —me aleje de ella para no lastimarla y salí tumbando la puerta de aquella habitación. Genave no entendía que no le sería tan fácil deshacer de mí, no comprendía que ya me pertenecía.

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