Capítulo 37

Niebla

Rubén

La oscuridad que envolvía aquel lugar abandonado me hizo sentir que caí en una trampa y me aferre al último beso que le di a Genave  a como acuno mi rostro con sus manos y me beso de manera apasionada. Ella lo sabía, sabía que podría no regresar y no quise engañarla con una falsa promesa que sabía al final no podría cumplir, solo podía prometerle que la amaría en esta y en la otra vida, porque aquella era la única verdad. Baje del vehículo y una intensa luz me deslumbro en aquel momento, observe vagamente una silueta caminar hacia mí y lleve la mano a mi espalda, donde se encontraba mi arma.

—El señor lo espera—dijo aquel hombre y me escolto al interior de aquel almacén.

El olor a sangre y podredumbre me recibió en cuanto entre en aquel sitio. Estaba acostumbrado, per

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