Capítulo 37.

Era una temporada muy calurosa, en donde el abrazante calor invadía hasta el más remoto lugar, que penetraba sañudamente por todas las viviendas y todos los establecimientos; pese a esto, en ocasiones ella sentía frío. Mucho, demasiado frio calando sus huesos, corrientes pertinaces de frío perforaban su cuerpo como un cuchillo enorme que tenía el único propósito de asesinarla, ella a veces temblaba mucho a causa del gélido céfiro.

Temblaba como si supiera que traería el futuro. Como si el futuro se estuviese reproduciendo a modo de una película en su mente y su cuerpo respondía a las imágenes que veía. 

Como si supiera aquello.

¿Quién podría imaginar algo como aquello?

¿Quién?

Nadie, a pesar de todo... Nadie nunca imaginaría algo así.

Sería inesperado y la vez, totalmente

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