Adalia alejó el celular de su oído para poder sollozar sin ser escuchada, sentía un calor escalar por su garganta. La voz de su madre siempre la rompía, más sabiendo la ignorancia que la mujer sufría. Adalia quería gritarle tantas cosas, quería gritarle por auxilio, quería decirle que su pequeña niña sufría, que su pequeña niña había sido violada tantas veces que no se inmutaba ante una violación más, que su pequeña niña había sido golpeada, usada, escupida, pisada, humillada, arrastrada, que su pequeña niña había asesinado, que su pequeña niña había intentado suicidarse, que su pequeña niña había perdido el brillo de sus ojos, que su pequeña niña ya no era una niña más, era un saco de carne fofa que caminaba por inercia, que jadeaba de dolor al ser penetrada por un hombre al que odiaba con todo el vigor de su corazón, que todo los días le imploraba al cielo que el final de su vida llegase con prontitud, su madre no sabía que su pequeña niña había sido rota… tantas cosas para decirl
Ninguno de los dos sabía que decir, cosa que era bastante irónica si se tomaba en cuenta los discursos tan convencedores que ambos daban a sus empleados, aunque esto era distinto, muy distinto de hecho. No era lo mismo dar un discurso en la empresa que enfrentar cara a cara a los demonios de ambos.Matthew y Derek se encontraban cara a cara el uno del otro, Derek con las piernas cruzadas y una taza con té en una mano y su padre solo observando hacia un punto vacío… vacío como su mente.—¿Me citaste aquí solo para mirarnos la cara? —Derek rompió el silencio que los envolvía, incluso en aquel instante se notaba sereno, no había rastro de preocupación en su rostro, como si de cierta forma, no le importara que su padre hubiese leído aquellas páginas de su diario. Ni siquiera recordaba haberlas escritos, pero, claro que recordaba lo que había en estas escrito
Se encontraba sedienta, demasiado si se era sincera a sí misma, pero no estaba entre sus posibilidades el levantarse de aquella cama y bajar a buscar agua, por dos razones que le obstaculizaban su propósito: se encontraba atada del brazo a la cama y la puerta estaba cerrada con llave. Aunque, de hecho no estaba del todo segura de que esta se encontrara cerrada, pero conociendo a Derek, por desgracia, aquello era muy probable.Había jalado la cadena varias veces, incluso había sufrido un arranque en el que todos los abusos que había sufrido pasaron frente a sus ojos y las emociones que reprimía le sofocaban y había jalado y jalado la cadena tanto que se había sacado sangre del brazo. En su momento, presa de sentimientos como la rabia y la desesperación, aquella había parecido la mejor de las ideas, pero ahora se arrepentía demasiado, pues sabía que Derek llegaría y posiblemente la castig
Sus ojos eran el mar más siniestro de desesperación e inquietud, aquella mirada posada sobre ella siempre lograba sacarle unos buenos escalofríos. Quiso reír en aquel instante, pero no lo hizo, claro que no lo hizo, aquel sería su más grande error, pero le parecía tan particularmente gracioso como Derek se disculpaba con ella por “haberle sido infiel”, tantas cosas podía decirle al respecto, tantas… pero elegía tragárselas, sabía que era lo más inteligente. No había nada que perdonar, porque a ella no podría importarle menos. No era una relación amorosa en la que había un nosotros… en aquel infierno no había un nosotros, solo había un él… se hacía lo que él quería, cuando él lo quería, como él lo quería… ¿por qué era importante en aquel instante tener
Sabía que más que todo, se trataba de algo de apariencias, sabía que su padre le pedía que fuera a la empresa solo por cuestiones de apariencia, debido a que Derek se había ausentado por largos meses. La única razón por la que lo hacía era por mantener la imagen que las personas tenían sobre su apellido. Mirar a su padre a los ojos le resultaba irritante y lo evocaba a la conversación que había mantenido con él, una que se había transformado en disputa.Recordar la seguridad con la que decía aquel montón de estupideces jalaba el gatillo en la cabeza de Derek, despertando una furia interna que, a pesar de no ser notada desde el exterior, era derramada por sus ojos, voraces como los de un felino. El simple hecho de empezar a recordar lo encolerizaba, tenía deseos de irse, solo iría aquella vez y no volvería, no al menos hasta que aquello que tenía
Desde que había mantenido aquella conversación con Sarah, no había logrado encontrar una pizca de paz, sus pensamientos se habían transformado en sus peores enemigos, lo torturaba y se mofaban de él, de su incapacidad de dar un hijo. Se sentía podrido, muerto, ¿por qué él? Incluso aquellos hombres inútiles que no tenían propósito ninguno en la vida más que restar oxígeno a quienes si merecían vivir, podían dar hijos, incluso ellos, incluso el hombre con las facciones más feas, incluso el menos acomodado económicamente, el más idiota, incluso el más malvado, entonces, ¿por qué él, que era un hombre atractivo, bien posicionado socialmente, con la madurez y los deseos suficientes se traer un bebé al mundo no era capaz de ni siquiera hacer aquello? Aquella pregunta no abandonaría a su cabeza en unos largos dí
Él había llegado enojado de la empresa, la expresión en su rostro lo delataba, sus constantes peticiones de afecto por parte de Adalia también lo hacían, necesitaba sentir sus brazos rodeándolo, sus labios conectándose con los suyos, sentir ambas piel rozándose, aquello lo había calmado por un par de segundos, pero los pensamientos no se rendirían tan fácilmente aquel día. “Eres estéril y jamás podrás darle un hijo”, una y otra, y otra vez se repetía en su cabeza, no era capaz de frenarlos. Ni siquiera los besos de Adalia eran capaz de frenar aquellos pensamientos tan negativos. Si ella no podía frenarlos significaba que era demasiado serio. La besó de maneras repetidas, y ni siquiera de aquella forma logró que su cabeza concibiera silencio, la tocaba y nada, nada podía silenciar aquel ruido interno. Tal vez necesitaba algo más fuerte, que lo golpeara con más fuerza. Ella lo miró con discreción cuando él se puso de pie de manera brusca, como si un pensamiento repenti
La ventana no estaba por completo cerrada, ella sabía que las personas de afuera no eran capaces de ver lo que sucedía adentro por el cristal polarizado, él podría detener el auto y matarla y nadie lo sabría, tal vez nadie siquiera percibiría el movimiento del carro. Era triste pensar de aquella manera, pero luego de ciertos infiernos, tus pensamientos se convertían en tu peor enemigo, pero más triste que sus pensamientos, era su mirada; veía como las personas andaban por allí y por allá, caminando, mujeres jóvenes, de su edad, caminando libres, riendo, con faldas, con remeras, disfrutando el día a día, mientras el único consuelo con el que ella contaba era con el que la noche cubriera rápidamente con sus garras la luz, para que Derek le introdujese la droga que la dormiría y le liberaría momentáneamente de su infierno. El simple pensamiento rompía su corazón, si era posible que los trozos de este pudieran romperse. Un carraspeo por parte de Derek le arrancó aquellas cavilac
Tenía unas ardientes ganar de violentar a alguien, sus manos palpitaban a causa del deseo de sentir una piel, de clavar sus dedos allí, de romperla, de hacerla sangrar, no era bueno lidiando con la frustración, elegía la violencia sobre cualquier cosa. En aquel instante, tenía tres cosas en mente: el hecho de que era estéril, que no se le iría de la cabeza por días, su misión de buscar alcohol para emborracharse y olvidar de lo que lo atormentaba, y convertir en hechos el rápido plan que se le había plantado en la mente, para así desahogar la furia que sentía hacia sí mismo, pero con otra persona.El plan que había ejecutado era uno que solo se le ocurriría a una mente descabellada, como la de él. Mientras se encontraba en el carro, pensando en caminar hacia la tienda y comprar licor, por el rabillo del ojo había mirado hacia Adalia, pensando en lo pre