Angel

Jaaziel cerró sus ojos y se imaginó lamiendo sus pezones erectos por encima de ese top y gruñó por lo bajo esa mujer lo tiene loco de deseo, ella es perfecta en todos los aspectos y lo dejó con una necesidad absurda de probar su cuerpo como tanto desea. Su miembro latiente tira de su pantalón, trata de disimular su excitación, pues en ese momento no le conviene que ella se de cuenta.

—Muero de hambre. —dice Ikaika sacándolo de sus oscuros pensamientos.

—Ven cariño. —le señala la puerta donde pasan al comedor. Hala la silla para que Ika se siente, ya estaba todo servido, solo faltaban ellos.

— Se ve todo delicioso. —dice con inocencia mientras Jaaziel tenía unos pensamientos cochambrosos.

—Bon appetit. —dijo guiñandole un ojo. Desearía que ella fuera el plato principal, pero sería precavido, los puntos que había acumulado no los puede perder en un segundo de debilidad. Desayunaron en paz, ninguno dijo una palabra. Cuando terminaron, Jaaziel la invitó a la sala de la cabaña. Tenían q
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