Layla llegó al cuartel general ya bien entrada la mañana en un tiempo libre que tenía entre compromisos, sabiendo que no se podía demorar demasiado pero determinada a arreglar ese asunto ese día sin falta, llena de una firme determinación impulsando sus pasos.
Hablaria con Marcus y lo haría de ser posible en ese mismo momento, tan pronto como fuera capaz de encontrarlo. Antes de que las cosas avanzaran más y no hubiera posibilidad alguna de corregir el rumbo que estaban tomando los planes y estrategias para poder lograr su venganza y posicionarse por encima de sus enemigos.Ella no era tan tonta, ni tan ingenua para creer que nadie inocente saldría herido, ya no. Pero el que las cosas siguieran el rumbo que estaban tomando, el permitir que se tomarán caminos tan radicales para corregir lo que estaba mal y no hacer nada al respecto sin importar el daño que podría causar tampoco era una opción para ella.Ella buscó en la sala de juntas en una primera instancia, pero ésta se hLayla aprovechó que Robert había salido de la ciudad, y no regresaría hasta la tarde del día siguiente para poder ver tranquilamente a Marcus.Ambos se habían encontrado ya tarde en el cuartel general y habían dormido toda la noche juntos, los dos envueltos en los brazos del otro, despertando hacia tan sólo algunas horas, viendo aún abrazados la salida de los rayos del sol que iluminaron toda la ciudad llenando la de vida.Ella sabía que estaba incurriendo tal vez en un comportamiento demasiado arriesgado, sobre todo después de que Robert la amenazara de forma directa con respecto presisamente a lo que le sucedería de hacer algo así, pero en ese momento no le importó.Layla acarició el cabello suelto y despeinado de Marcus de forma distraída, al tiempo que él permanecía con los ojos cerrados profundamente relajado con su cabeza apoyada en
Él miro discretamente dentro de su auto estacionando en un lugar oculto a plena vista a la orilla de la calle como Layla subía al taxi que él había pedido para ella tratando de asegurarse de que llegará a salvo a la mansión, un hecho un tanto irónico dadas las circunstancias.Uno de sus muchos aliados sentado al volante, listo para apoyarle siempre discreto y Leal. Pero Marcus sin poder hacer más miró con molestia y resignación como éste arrancaba alejándola de él y llevándola de regresó con su esposo, directo a las garras de su verdugo y carcelero, a enfrentar un destino que era completamente incierto, odiando ser él, quien con su propia mano y pluma hubiera firmado la sentencia de su amada.Layla le había preguntado si haría mismo que Otelo y la mataría por celos, pero lo más cierto y cruel del asunto era que él mismo la estab
Cap 50Layla miro a través de la ventanilla del taxi al tiempo que se alejaban del edificio de Marcus sin poder evitar morderse el labio y retorcerse ligeramente los dedos por el nerviosismo que le causaba el repentino regreso de Robert rogando llegar a la mansión antes que él.Aquello era raro, completamente insólito y nunca antes visto. Aún más dado que otra cosa no, pero Robert siempre se apegaba a sus planes y a su agenda al pie de la letra sin excepción alguna. El que él se desviara de lo que había planeado hacer era algo por demás fuera de lo común, a tal punto que la hacía preguntarse a que podía deberse tan radical cambio en su comportamiento, rompiendo cualquier tipo de costumbre o patrón de comportamiento que pudiera haber mantenido hasta ese presiso momento.Ella se lamento un poco por no haberse tomado el tiempo de preguntarle a Marcus que era con exactitud
Layla estiró la mano dejando que un copo de nieve se posará en la superficie de su guante hasta disolverse por completo.Toda la familia real había ido a vacacionar al palacio de Moreau al sur del país, huyendo del inclemente y gélido clima de la ciudad, pero aparentemente el frío invierno se había empeñado en encontrarlos.Ella miró el cielo observando los primeros copos de nieve caer mientras que Robert atendía una llamada, ambos al pie de la escalinata de entrada, Layla se maravilló de la belleza invernal del paisaje que tenía el palacio de fondo sin ser consciente que desde una de las ventanas de la segunda planta Gabriel la observaba extasiado por lo hermoso que se volvía todo cuando ya estaba cerca. Los copos de nieve que se posaron en su cabello y sus pestañas, la sonrisa que le iluminaba todo el rostro, sus ojos soñadores. Pero todo el encanto de la escena se acabó cuando Robert la llamó para entrar.Todos en la familia real esperaban ansiosamente esa época del año,
A Gabriel importaba un comino lo que los demás pensaran o la reacción de Robert si llegaba a verlo. Él entro casi corriendo con Layla en los brazos sin importarle la impresión que pudiera dar a un observador externo el que tanto él como ella llegaran con ropas diferentes a las que traían puestas cuando se habían ido, o los rumores y chismes que aquello pudiera suscitar. Cuando llegaron al palacio y él médico de su abuela logró estabilizar a Layla él permaneció a su lado sosteniendo su mano en todo momento esperando a que despertará, al tiempo que su primo yacía en alguna habitación alejada con alguna de las empleadas del palacio.Ella aún temblaba tiritando de frío a pesar de que casi se encontraba lapidada bajo una montaña de cobijas y le estuvieran infundiendo líquidos a una cálida temperatura para tratar de aumentar su temperatura.  
Pamela sonrío ampliamente con grácil sensualidad al caballero a su izquierda quién la miraba bobamente embelesado por su belleza.Ella se encontraba en una fiesta privada de la élite del país, donde se codeaban gran parte de los socios de Robert.Pamela se encontraba en medio de una misión especial en búsqueda de información que pudiera esclarecer los acontecimientos de los pasados días y la extraña actitud del duque de Nolan. Eso había hecho evidente la necesidad de conseguir más información de la que poseían en ese momento ampliando su red de informantes, pero debido a la premura y la importancia de lo que debían conseguir fue ella quien se presentó personalmente al campo para obtenerla.Debían aprovechar el tiempo ahora que Robert se encontraba momentáneamente fuera del juego. Ese era el momento perfecto para tratar de tomar ventaja sobre &e
Inicialmente la ira lo invadió al ver a Gabriel cruzar las puertas del palacio con Layla en brazos portando una ropa completamente diferente a aquella con la que se habían ido hacía tan sólo unas horas atrás por la mañana, poco antes de que les anunciaran de la tormenta y todos trataran de comunicarse con ellos para que regresaran percatándose de que había sido demasiado tarde y teniendo que esperar a que la tormenta disminuyera su furia para poder ir a buscarlos con la esperanza de que se encontraran bien. Una esperanza que por supuesto Robert no compartía en lo más mínimo deseando que estuvieran sepultados bajo tres metros de nieve, aunque por desgracia la tormenta no había durado tanto ni había sido tan fuerte como para albergar esa esperanza.Y al ver las ropas diferentes la furia de pensar en los posibles chismes y comentarios que aquello podría suscitar estaba seguro podían ser por demás humillantes y desagradables, y eso era algo que no estaba dispuesto a tolerar de
Era una mañana fría en el centro de la ciudad, el invierno les había golpeado con fuerza y sin ningún tipo de clemencia ese año, pero las personas paseaban alegremente de un lado a otro observando escaparates y entrando a las tiendas con el típico ánimo feliz y desenfadado de las fiestas, como si eso no les molestara en absoluto. Todas personas normales con problemas normales, ajenos a todo el caos y el infierno que se desataba ante sus ojos sin ser capaces de percibirlo y sin que les importara siempre y cuando no les afectara a ellos directamente. Eso comenzaba a suponer era parte elemental de la esencia del ser humano, parte de su instinto de supervivencia que les impedía ser conscientes de los peligros a su alrededor para mantenerlos a salvo.Diana se encontraba inclinada y oculta en la azotea del lugar, pero tratando de conseguir un mejor control de su arma se reacomodó en su posición, y con diestra preci