Inicialmente la ira lo invadió al ver a Gabriel cruzar las puertas del palacio con Layla en brazos portando una ropa completamente diferente a aquella con la que se habían ido hacía tan sólo unas horas atrás por la mañana, poco antes de que les anunciaran de la tormenta y todos trataran de comunicarse con ellos para que regresaran percatándose de que había sido demasiado tarde y teniendo que esperar a que la tormenta disminuyera su furia para poder ir a buscarlos con la esperanza de que se encontraran bien. Una esperanza que por supuesto Robert no compartía en lo más mínimo deseando que estuvieran sepultados bajo tres metros de nieve, aunque por desgracia la tormenta no había durado tanto ni había sido tan fuerte como para albergar esa esperanza.
Y al ver las ropas diferentes la furia de pensar en los posibles chismes y comentarios que aquello podría suscitar estaba seguro podían ser por demás humillantes y desagradables, y eso era algo que no estaba dispuesto a tolerar deEra una mañana fría en el centro de la ciudad, el invierno les había golpeado con fuerza y sin ningún tipo de clemencia ese año, pero las personas paseaban alegremente de un lado a otro observando escaparates y entrando a las tiendas con el típico ánimo feliz y desenfadado de las fiestas, como si eso no les molestara en absoluto. Todas personas normales con problemas normales, ajenos a todo el caos y el infierno que se desataba ante sus ojos sin ser capaces de percibirlo y sin que les importara siempre y cuando no les afectara a ellos directamente. Eso comenzaba a suponer era parte elemental de la esencia del ser humano, parte de su instinto de supervivencia que les impedía ser conscientes de los peligros a su alrededor para mantenerlos a salvo.Diana se encontraba inclinada y oculta en la azotea del lugar, pero tratando de conseguir un mejor control de su arma se reacomodó en su posición, y con diestra preci
Después del incidente Layla se recuperó lentamente, gracias al tratamiento y los cuidados de la enfermera de la reina, y ya más tranquilos las festividades continuaron su curso normal. Con excepción del espléndido árbol de navidad que había sido traído por los empleados de la casa directamente del bosque de la parte trasera del palacio para no exponer a nadie más a ningún tipo de peligro. Y eso incluyo el adornar ellos mismos el árbol como tradicionalmente lo hacían, participando toda la familia, principalmente los niños.Layla se encontraba sentada cómodamente en uno de los sillones deseando participar en las celebraciones negándose a perdérselas, vestida con ropa abrigadora y cómoda además de una cobija en el regazo. Un libro abierto medio olvidado sobre este al tiempo que veía los únicos niños de la casa, Miriam y Antonio, correte
Layla sentía que algo había cambiado, después de lo que había sucedido en el lago ya no le fue posible volver a mirar a Gabriel de la misma forma, inclusive sus interacciones se habían vuelto diferentes... Ella aún no decidía si eso le agradaba o no, pero lo que era claro para ella estando ahí sentada en uno de los sillones de la enorme biblioteca del palacio, fue que para Gabriel también algo cambio.Ya lo había visto mirándola discretamente cuando las habitaciones estaban casi desiertas, pero de una forma mucho más discreta y menos intensa que después del día de laberinto, un tanto más contemplativa, sólo que él no parecía atreverse a dirigirle la palabra y menos cuando tenían a alguien cerca, como si algo más allá de su conocimiento hubiera sucedido y le impidiera a él acercarse a ella obligándolo a distanciarse después de que despertó tras el accidente.Layla se permitía mirarlo furtivamente por encima de alguno de sus libros aprovechando las prolongadas ausencias de su es
Diana metió las manos enguantadas debajo de sus axilas en un burdo intento por entrar en calor. Ni la ropa gruesa ni la capucha parecían ser lo suficientemente abrigadoras como para protegerla de la gélida temperatura de aquel invierno tan inclemente, con su viento glacial que la azotaba con fuerza ahí donde las paredes no la protegían de su frio aliento.Oculta en cuclillas detrás de un barril vigilaba alerta atenta a cualquier cambio en la bodega frente a ella, bodega hasta donde había seguido a Vastian aquella tarde después de vigilar sus movimientos el día entero.Debía decírselo esa misma noche a Marcus. Notaba su sospecha, y aunque no lo había confrontado directamente después de que regresó al cuartel general el primer día que vio a Vastian en la cuidad, sabía que estaba al tanto de sus ausencias y el descuido de algunos de sus deberes, estando segura de qu
La sangre que chorreaba de la nariz de Vastian ya le ensuciaba la parte delantera de la camisa manchando la de rojo rubí.El dolor en su semblante era claramente visible.Pero aunque sus músculos comenzaron a resentir el ritmo de la lucha, protestando después de permanecer tanto tiempo completamente quieta, ella no flaqueó ni un poco.Deseaba su venganza, y aunque no pudiera tomarla ahora debía salir de ahí cuanto antes, de ser posible después de darle una paliza tan memorable al maldito bastardo que nunca pudiera olvidar a quién había hecho enojar.-¿Desde cuándo me sigues perra?- preguntó él interesado por la respuesta y un tanto complacido porque ella hubiera estado tras de sus huellas- Lamento decepcionarte pero no eres tan importante. Pude verte desde lejos hoy en la plaza Green y quería comprobar que fueras tu maldito bastardo- desestimo casi escupiendo l
Montar y manejar su moto hasta el cuartel general fue una completa muestra de voluntad y dominio de sí misma. El dolor intenso y agudo reverberando en cada uno de sus huesos pidiéndole que tuviera piedad y clemencia deteniendo todo movimiento, pero no podía hacerlo. No hasta terminar lo que había empezado.Esos ocasionales descuidos provocados por la afilada lengua viperina de Vastian le habían costado caros, y con tan sólo poner un pie en el cuartel general había terminado en las manos de Roxanne. Por fortuna la noticia tardó en correrse y tanto Marcus como Pamela y Amshel tardaron alrededor de una hora en llegar al ala médica.Parece entonces todas sus heridas habían sido suturadas y curadas. Heridas infringidas tanto por su único verdadero adversario Vastian, como por sus secuaces cando este había huido demasiado desesperada por matarlo y quitarse a aquellas molestas alimaña
El tiempo paso mucho más rápido de lo que le hubiera gustado mientras que la nieve aun golpeaba constate contra las ventanas. Pronto todo acabo y fue momento de regresar a casa, todos despidiéndose en el palacio prometiendo ruñirse pronto, la mirada de anhelo en los ojos de Gabriel que Layla no supo interpretar pero que no escapo a su vigilante esposo.Pronto se encontró metida en un avión privado al lado de su marido y de vuelta en la mansión. Las fiestas habían acabado y era tiempo de regresar a su vida normal, y aunque alejarse del resguardo de aquel utópico palacio en otro tiempo podría haberle causado un gran pesar, en estos momentos eso únicamente significaba que podría regresar a ver a todos en el cuartel general.La impaciencia que sintió porque fuera el día siguiente y que Robert se fuera a trabajar para poder encontrarse con ellos la carcomió implacablem
"Agachada boca abajo en lo alto de las ruinas de un edificio alto apunto a sus objetivos que corrían mas abajo disparando. Uno a uno cayeron sin poder defenderse al tiempo que ella se resistía a ceder ante el asedio del ardiente sol y el inclemente calor.Y al ver a una niña llorar sola en medio del campo de batalla a uno de los cuerpos inertes en el suelo carentes de vida, por lo que veía su única compañía en el mundo, sintió como si algo le oprimiera el pecho.Así era la guerra... no tenía piedad de nada ni de nadie, no conocía clemencia y por tanto era incapaz de ofrecerla.Era su trabajo... terminar con los enemigos de su nación... pero aquello... ella seguramente había matado al único compañero y sustento de la niña, lo pudo ver claramente en el llanto desconsolado y desolador... eran sus órdenes se repitió, pero era simplemente demasiado