– Es increíble.– Sé que es poco creíble –se adelantó Katya–, pero tienes que creernos: Elian solo me confesó eso porque estaba completamente seguro que yo moriría. Entonces, debe ser cierto.– No digo que sea increíble porque no les crea –aclaró Argus–. Digo que es increíble porque yo sabía que Alyssa tuvo una aventura con Artem cuando estaba recién casada con Eros. El guardián de Artem me lo dijo, un día cuando nos encontramos sin saber quién era el otro.Sylvana jadeó. Casi parecía que ella quería creer que no era cierto, pero al parecer todas las piezas calzaban en su lugar.Argus miró con desconcierto a Katya. – Y justo descubren que Alyssa tuvo una hija con Artem, el mismo día que descubres que tú eres hija biológica de él –Argus miró con la boca abierta de la sorpresa a la mujer acostada en la camilla–. Katya, ¿eres tú esa Alessia Caruso?Katya no respondió, porque no hubo necesidad. Argus se echó hacia atrás como si lo hubiese empujado, restregándose su mano por el rostro y el
Katya sintió las lágrimas empaparle el rostro, su corazón arrugándose de amor por el maravilloso hombre que tenía a su lado.Ella asintió, mientras le sonreía. Pero aquel momento fue interrumpido cuando su cuerpo se dobló de dolor ante otra contracción.Sylvana salió silenciosamente en el momento en que Egan sostuvo a Katya por su espalda, permitiendo que ella apretara sus manos. Katya gimió y chilló ante el dolor, sintiendo sus caderas sufrían de espasmos dolorosos.Egan la miró con desesperación, casi como si deseara poder evitarle todo el dolor que pudiese sentir. Katya esperó pacientemente que el dolor menguara, mientras sentía como el doctor dilataba más su zona para que la bebé pudiese despejarse camino.Cuando Egan vio al doctor, todo su cuerpo se puso rígido de un brinco y él miró con desdén el involucrado. Katya, aún en medio de la bruma de su dolor, logró captar la situación.– No vayas a empezar –le advirtió a Egan, éste se hizo el no entendido–. Egan, no…Egan abrió su boc
Katya estaba durmiendo en la camilla de su habitación, Egan la había estado observando por horas. La pequeña niña recién nacida estaba en una incubadora junto a la cama de Katya, dormida, con los puños apretados y sus extremidades abiertas. Una enfermera constantemente venía a chequearla y tomarle sus signos. Sylvana y Argus estaban en la cafetería.Egan tenía todo controlado, estaba en paz y feliz porque al final todo había salido bien.Acababa de terminar unas llamadas, solicitando más seguridad para Katya y para Alyssa. Él sabía que su tío aún creía que ellas estaban muertas, pero necesitaría toda la protección posible de ahora en más. Y él no era de escatimar cuando se trataba de la seguridad de la mujer que amaba. Aunque ahora esa seguridad, además de aumentar aún más, se dividiría también entre la mujer que amaba y el pequeño ser al que le había dado vida.Katya se removió en su camilla, gruñendo ante los puntos de sutura. Egan se levantó de su mueble y se encaminó hasta que Kat
Sylvana estaba a punto de romperse a llorar, pero Egan tenía ya una bebé en brazos que si también la soltaba, ella se echaría a gritar y haría un terrible escándalo. Egan deseó poder ser un poco de consuelo para su prima, pero supuso que tendría que conformarse con poder ofrecerle ayuda en lugar de consuelo.– Eso no tiene sentido –dijo Egan–. ¿Por qué Elian me mandaría a buscar por todo el mundo unos archivos que él no quería que encontrara?Sylvana se encogió de hombros.– No lo sé. Solo sé, y aunque no quiero culpar a Katya, que él está así de trastornado desde que ella llegó –y Egan estaba completamente de acuerdo–. Él jamás hubiese mandado a alguien que la apuñalara solo para poder saber si es hija de otro mafioso. Ella tiene algún efecto en padre que lo hace comportarse tan irracional.De pronto, un bombillo se encendió dentro de la mente de Egan.– ¿Qué tiene Katya que pueda provocar eso?Sylvana se encogió de hombros. Porque, muy cierto, Katya había sido solo una desconocido pa
Egan obtuvo su respuesta una hora después. Argus le había contado todo lo que Katya le había dicho, cómo se relacionaba con lo que Frederick le había contado sobre Boris y ahora algunas cosas de las que había dicho Ivan cobraban sentido.Egan estaba sin aliento, respirando más por costumbre que por necesidad y, por supuesto, completamente desolado sobre lo que había oído. Lo que más le tenía preocupado era saber que él en realidad no tenía sangre Caruso.Argus miraba a su amigo con preocupación. Egan, antes de ser un Don o un mafioso siquiera, había sido su amigo de la infancia. Habían crecido y jugado juntos, con un par de años de diferencia, pero Argus siempre tomó en serio a Egan aunque fuese más pequeño en edad.Pero en ese momento, viéndolo ocultar lo roto que se debía sentir por dentro, Argus creyó ver al Egan que conoció cuando su madre había muerto. Perdido, solo, vacío. Solo esperaba que no volviera a caer verdaderamente en ese agujero.– ¿Katya lo sabe? –Preguntó Egan.– Eli
Katya oía un terrible pitido en sus oídos. Estaba desorientada, su cabeza dolía y no lograba comprender lo que había sucedido. Estaba frío el suelo en donde ella yacía, con el último recuerdo en su memoria de un enorme charco de sangre salpicando por el aire.– ¡No, Sylvana! –Oyó un grito, pero la voz se oía tan lejano que Katya se preguntó si solamente era su mente haciéndole una mala jugada.Katya trató de levantarse, pero incluso abrir los ojos era un enorme esfuerzo que no lograba aún. La luz detrás de sus ojos bailaba, mostrando sombras lejos y cerca de ella.– ¡No, no! ¿Dónde está Katya? –La voz se oía desesperada–. ¡Katya! –Gritaba por ella.– Alyssa… –Katya susurró, pero no era la voz de su hija la que oía–. Egan, Egan…Ella debía despertar. Algo muy malo había ocurrido.De pronto, de una sacudida Katya despertó. Alguien la tenía tomada de los hombros, sosteniéndola para que estuviese de pie. Unos ojos rojos y aterrados la miraban con frenesí, era Argus quién parecía gritarle
Egan caminaba de un lado a otro del pasillo. Lucía frustrado y completamente enojado, amenazaba a quien sea que estuviese del otro lado de la línea en muchos idiomas. Ivan lo miraba desde una distancia prudente para no ser nuevamente el blanco para que Egan descargara su ira una vez más.Pero cuando éste literalmente destruyó su teléfono con su puño y se sentó violentamente sobre una silla de la sala de espera, Ivan no tuvo más remedio que hablar con él.Egan lo miró sin humor, pero Ivan no se dejó intimidar por eso. Teniendo un montón de vendajes en su rostro, pecho y cabeza, caminar por los pasillos de la clínica que le pertenece a tu agresor, literalmente, es indicativo de que no tienes vergüenza.– Lamento interrumpir tu dilema existencial, pero estás asustando a los pacientes –le reprendió Ivan, a lo que Egan ni siquiera expresó una mínima emoción–. Es tu clínica, a ti te conviene que tenga pacientes para obtener ganancias.Egan bufó, poniéndose de pie y plantándose frente a Ivan
La mirada de Egan viajaba hacia todas las direcciones. Él intentaba pensar en algo, quizás la solución a todos sus problemas. Pero la verdad era que estaban hundidos, sin apoyo y con un miembro menos para pelear. Cada vez parecían retroceder más en lugar de avanzar, y aquello frustraba mucho a Egan. Tras gruñir, Egan sacó su teléfono nuevamente, buscando entre sus contactos un número telefónico. – Tengo solamente una persona que creo podría decirnos la ubicación de Elian. Él es quizás el único con quien pueda contar. Pero una vez sepamos dónde pueda estar Elian, debemos movernos por buscar nuevos socios –Egan miró a Argus–. No nos sirve de nada saber dónde está Elian si no podemos atacarlo después. – ¿Y por qué no podríamos? –Intervino Ivan. Ninguno de los presente quería responderle realmente, pero se sentía incómoda la situación simplemente dejándolo fuera de todo cuando en realidad él parecía querer forzar su inclusión en el grupo. Cualquier diría que Ivan parecía querer remedia