Katya estaba durmiendo en la camilla de su habitación, Egan la había estado observando por horas. La pequeña niña recién nacida estaba en una incubadora junto a la cama de Katya, dormida, con los puños apretados y sus extremidades abiertas. Una enfermera constantemente venía a chequearla y tomarle sus signos. Sylvana y Argus estaban en la cafetería.Egan tenía todo controlado, estaba en paz y feliz porque al final todo había salido bien.Acababa de terminar unas llamadas, solicitando más seguridad para Katya y para Alyssa. Él sabía que su tío aún creía que ellas estaban muertas, pero necesitaría toda la protección posible de ahora en más. Y él no era de escatimar cuando se trataba de la seguridad de la mujer que amaba. Aunque ahora esa seguridad, además de aumentar aún más, se dividiría también entre la mujer que amaba y el pequeño ser al que le había dado vida.Katya se removió en su camilla, gruñendo ante los puntos de sutura. Egan se levantó de su mueble y se encaminó hasta que Kat
Sylvana estaba a punto de romperse a llorar, pero Egan tenía ya una bebé en brazos que si también la soltaba, ella se echaría a gritar y haría un terrible escándalo. Egan deseó poder ser un poco de consuelo para su prima, pero supuso que tendría que conformarse con poder ofrecerle ayuda en lugar de consuelo.– Eso no tiene sentido –dijo Egan–. ¿Por qué Elian me mandaría a buscar por todo el mundo unos archivos que él no quería que encontrara?Sylvana se encogió de hombros.– No lo sé. Solo sé, y aunque no quiero culpar a Katya, que él está así de trastornado desde que ella llegó –y Egan estaba completamente de acuerdo–. Él jamás hubiese mandado a alguien que la apuñalara solo para poder saber si es hija de otro mafioso. Ella tiene algún efecto en padre que lo hace comportarse tan irracional.De pronto, un bombillo se encendió dentro de la mente de Egan.– ¿Qué tiene Katya que pueda provocar eso?Sylvana se encogió de hombros. Porque, muy cierto, Katya había sido solo una desconocido pa
Egan obtuvo su respuesta una hora después. Argus le había contado todo lo que Katya le había dicho, cómo se relacionaba con lo que Frederick le había contado sobre Boris y ahora algunas cosas de las que había dicho Ivan cobraban sentido.Egan estaba sin aliento, respirando más por costumbre que por necesidad y, por supuesto, completamente desolado sobre lo que había oído. Lo que más le tenía preocupado era saber que él en realidad no tenía sangre Caruso.Argus miraba a su amigo con preocupación. Egan, antes de ser un Don o un mafioso siquiera, había sido su amigo de la infancia. Habían crecido y jugado juntos, con un par de años de diferencia, pero Argus siempre tomó en serio a Egan aunque fuese más pequeño en edad.Pero en ese momento, viéndolo ocultar lo roto que se debía sentir por dentro, Argus creyó ver al Egan que conoció cuando su madre había muerto. Perdido, solo, vacío. Solo esperaba que no volviera a caer verdaderamente en ese agujero.– ¿Katya lo sabe? –Preguntó Egan.– Eli
Katya oía un terrible pitido en sus oídos. Estaba desorientada, su cabeza dolía y no lograba comprender lo que había sucedido. Estaba frío el suelo en donde ella yacía, con el último recuerdo en su memoria de un enorme charco de sangre salpicando por el aire.– ¡No, Sylvana! –Oyó un grito, pero la voz se oía tan lejano que Katya se preguntó si solamente era su mente haciéndole una mala jugada.Katya trató de levantarse, pero incluso abrir los ojos era un enorme esfuerzo que no lograba aún. La luz detrás de sus ojos bailaba, mostrando sombras lejos y cerca de ella.– ¡No, no! ¿Dónde está Katya? –La voz se oía desesperada–. ¡Katya! –Gritaba por ella.– Alyssa… –Katya susurró, pero no era la voz de su hija la que oía–. Egan, Egan…Ella debía despertar. Algo muy malo había ocurrido.De pronto, de una sacudida Katya despertó. Alguien la tenía tomada de los hombros, sosteniéndola para que estuviese de pie. Unos ojos rojos y aterrados la miraban con frenesí, era Argus quién parecía gritarle
Egan caminaba de un lado a otro del pasillo. Lucía frustrado y completamente enojado, amenazaba a quien sea que estuviese del otro lado de la línea en muchos idiomas. Ivan lo miraba desde una distancia prudente para no ser nuevamente el blanco para que Egan descargara su ira una vez más.Pero cuando éste literalmente destruyó su teléfono con su puño y se sentó violentamente sobre una silla de la sala de espera, Ivan no tuvo más remedio que hablar con él.Egan lo miró sin humor, pero Ivan no se dejó intimidar por eso. Teniendo un montón de vendajes en su rostro, pecho y cabeza, caminar por los pasillos de la clínica que le pertenece a tu agresor, literalmente, es indicativo de que no tienes vergüenza.– Lamento interrumpir tu dilema existencial, pero estás asustando a los pacientes –le reprendió Ivan, a lo que Egan ni siquiera expresó una mínima emoción–. Es tu clínica, a ti te conviene que tenga pacientes para obtener ganancias.Egan bufó, poniéndose de pie y plantándose frente a Ivan
La mirada de Egan viajaba hacia todas las direcciones. Él intentaba pensar en algo, quizás la solución a todos sus problemas. Pero la verdad era que estaban hundidos, sin apoyo y con un miembro menos para pelear. Cada vez parecían retroceder más en lugar de avanzar, y aquello frustraba mucho a Egan. Tras gruñir, Egan sacó su teléfono nuevamente, buscando entre sus contactos un número telefónico. – Tengo solamente una persona que creo podría decirnos la ubicación de Elian. Él es quizás el único con quien pueda contar. Pero una vez sepamos dónde pueda estar Elian, debemos movernos por buscar nuevos socios –Egan miró a Argus–. No nos sirve de nada saber dónde está Elian si no podemos atacarlo después. – ¿Y por qué no podríamos? –Intervino Ivan. Ninguno de los presente quería responderle realmente, pero se sentía incómoda la situación simplemente dejándolo fuera de todo cuando en realidad él parecía querer forzar su inclusión en el grupo. Cualquier diría que Ivan parecía querer remedia
Katya iba recostada al vidrio del auto. Argus conducía y Egan iba haciendo varias llamadas junto a Katya en el asiento trasero. Al parecer, su contacto, Frederick, había respondido finalmente. Con un reclamo de por qué Egan lo llamaba cuarenta veces cuando para él era la media noche en América, Egan le dijo que necesitaba localizar cualquier lugar que tuviera relación con la herencia de los Carusos. Desde el más remoto hasta el más visible.Frederick aceptó y dijo que le devolvía la llamada más tarde. Katya simplemente se quedó en silencio, mirando como Egan era un experto en manejar aquellos negocios tan bien. Cuando Egan terminó, le devolvió la mirada a Katya, sonriéndole sin mucho ánimo.– Ven acá –le pidió Egan, acomodando su brazo para que Katya se recostara en él para poder dormir–, soy más cómodo que el vidrio. Eso, y que debemos recuperar algo de energía. No hemos parado ni a pegar un ojo en días. Ni siquiera recuerdo el momento en que salimos de Rusia.Katya suspiró. – Dejé m
Katya se zafó del agarre de Egan y, sin decir nada, se encaminó hasta que Artem. Cuando estuvo tras él, dejó caer la prueba de paternidad en la arena. Artem apenas y giró su rostro para ver la hoja a su lado. Parecía indiferente al principio, pero cuando la leyó durante unos segundos, él levantó su rostro hacia Katya con sorpresa.– ¿Tú? –Le preguntó a Katya–. Eso no tiene sentido, ¿cómo…? –Y en su rostro, Artem llegó él mismo a la conclusión. Sus mejillas arrugadas se tiñeron de rojo–. Claro que eres tú. En un mundo con 7 billones de habitantes, tienes que ser tú mi hija perdida.Katya suspiró, sentándose en la arena junto a Artem y perdiendo su mirada en el horizonte también. Notó cierto olor a alcohol en Artem pero ella no preguntó sobre eso.– Eso significa entonces que lo aceptas. Así, sin más.Artem se encogió de hombros. – No soy un santo, debo admitirlo. Y Alyssa Ferrara era realmente hermosa y candente. La vi embarazada, pero si el hijo era mío, de Elian o de Eros, no me podí