Katya sintió las lágrimas empezar a salir de sus ojos. Quería hacerse un ovillo y llorar, estaba más que desesperada en ese momento. Quería volver a ver a su madre, a Ivan, a sus amigos de la universidad; quería volver a ver el mundo, salir a un centro comercial. Pero si este mafioso la tomaba como esclava, rehén o lo que fuese, Katya estaba bastante segura que todo eso sería lo menos que vería.– Sylvana, por favor –sollozó, se oía completamente patética, pero su última opción era apelar por la empatía de esa chica–. Yo no quiero esto... ¡Esto no era parte del trato! No pueden hacerme esto.Sylvana volvió a tomarla del brazo cuando sintió que Katya estaba a punto de sucumbir a patadas otra vez.– No me hagas tener que atarte de brazos y piernas –pese a qué Katya no podía verle su rostro, sentía en la voz de Sylvana que era sincera al decir que ella no quería hacerlo–. Y sabes que no puedo liberarte. No solo porque es una orden de Egan, sino porque también
Era imposible para Katya saber cuánto tiempo había pasado cuando se estaba bajo tierra, sin luz solar, sin reloj, sin esperanzas. No durmió, tampoco comió bien a pesar de que su plato lucía significativamente mejor que el de los demás presos. Sylvana había ido a verla quizás dos o tres veces, pero Katya sentía que todo simplemente había dejado de existir. Sylvana insistía en que estaba convenciendo a Egan de soltarla, también alegaba que Argus estaba muy avergonzado por lo sucedido. Katya estaba tan enojada que si en ese preciso instante se encontraba frente a Argus o a Egan, ella sinceramente lo único que haría es golpearlos hasta que sus propias manos colapsaran. Katya tuvo tanto tiempo sin nada qué hacer, que su mente tuvo oportunidad de imaginarse los mil escenarios que podrían haber ocurrido con Ivan en casa, cuando éste había despertado y Katya no estuvo allá. Quizás él se habría alarmado y habría llamado a la policía. Aquello le dio esperanzas a Katy. Si Ivan había llamado a l
¿Dónde está tu madre? Katya sintió las lágrimas picar tras sus ojos y su garganta cerrarse como si una soga la ahorcara. No quería llorar; no quería que su madre saliera lastimada o afectada de aquella situación en la que ella se había metido sola. – En Rusia, Siberia –Katya miró a Elián, él por algún motivo lució aliviado al escuchar aquello. Katya también sintió el alivio colarse en su pecho. – Muy bien, ¿ves que no es muy difícil? –Felicitó Elián, como quien quiere domesticar un perro a su conveniencia–. ¿Algún padre, hermanos, hijos amigos cercanos? –Katya negó, no iba a delatar a Ivan–. Eres una chica solitaria. ¿Qué edad tiene, doctora Koslov? Katya tomó aire. – Este año cumplo veintidós. – ¿Cómo llegó aquí? – Un carro me dejó en la puerta, entré con mis propios pies. –Katya se sintió bien al inicio por el chiste, pero cuando Elián lució decepcionado por su muestra infantil de sarcasmo y rebeldía, Katya no supo por qué su orgullo se desinfló también. Elián tomó aire y mer
Las manos y rodillas de Katya comenzaron a temblar sin control, incluso creyó que no podría mantenerse por mucho más. Si había algo peor que tener que ocultar el secreto de la mafia de Egan, era tener que pertenecer a ella y casarse con el mismísimo jefe.Aquello simplemente no era cierto, incluso le provocó risa.– Es un chiste, ¿verdad? –Katya caminó por la celda y esperó que Egan negara lo que acababa de decir, pero él no lo hizo–. Egan, eres un mafioso, vil y despreciable. ¿Crees que me casaría contigo, con todo esto que haces? –Katya señaló el calabozo a su alrededor. Egan apretó fuertemente los puños, a poco de perder la paciencia–. Además, ni siquiera te conozco y tampoco deseo conocerte. Te salvé la vida como un acto egoísta en busca de un mejor futuro para mi carrera. Y gracias a eso, terminé aquí. Pero si salir de aquí significa casarme contigo, prefiero quedarme aquí un poco más.Egan giró los ojos. Él se mantuvo en silencio un largo rato, como si estuviese meditando. Katya
Cuando Katya logró subirse al asiento trasero, Egan estaba ya entrando al copiloto. Le ofreció una manta y una botella con agua, y Katya sintió desconfianza de aquel gesto.Eso hizo rodar los ojos a Egan. – Toma el agua de una puta vez, no quiero ser descortés al obligarte a tomarla y tampoco quiero que te desmayes.Katya finalmente la tomó y su garganta casi gimió de placer al sentir el refrescante líquido bajar por su garganta.El camino duró apenas unos pocos minutos, que perfectamente lo hubiesen podido recorrer a pie, aunque así hubiese sido una pesadilla al ser cuesta arriba. Cuando las rejas plateadas se abrieron, Katya contuvo un jadeo. La casa de Egan era incluso más hermosa de cerca: con la puerta de madera oscura, las paredes de cristal pero que no permitían que nada de lo que ocurría por dentro se viera desde afuera, unas gruesas vigas de piedra blancas, un techo altísimo que delataba al menos unos tres pisos. El interior era igual de bellísimo, con algunos sofás, una chime
¿Cómo qué "supuesta familia"? ¡¿Él ya sabía?!Aquello aterró a Katya, pero se esforzó por permanecer con el rostro tan frío como Egan. Necesitaba, y rápido, averiguar que tanto sabía Egan sobre ella. Katya recordaba que él le había dicho que la había investigado, probablemente ya sabía mucho sobre ella, pero realmente a Katya le hubiese gustado en ese momento poder leerle la mente a Egan para saber qué sabía ya.Katya fingió confusión.– Yo de verdad necesito llamar a mi mamá, Egan –replicó ella, no haría un berrinche ni un drama, tampoco planeaba rogarle, pero necesitaba conseguir alguna forma inteligente de sacarlo de allí–. No llamaré a la policía, estoy consciente que mis problemas serían tan graves como los tuyos si algo así sucediera –Egan levantó una ceja, finalmente orgulloso de notar que ya Katya sabía perfectamente las consecuencias de traicionarlo–. Solamente serán unos minutos.Egan asintió.– Si solo serán unos minutos, no debería irme entonces. Debemos hablar cuando term
Egan dispuso para Katya su avión para llegar más rápido hasta Roma, donde estaba la residencia donde ella había vivido junto a Ivan por unas semanas y donde también estaba el hospital desde el que Ivan la esperaba. Katya iba preparándose mentalmente para el trabajo que tenía por delante, pero el cansancio de todos aquellos días comenzó a pasarle factura en su mente y cuerpo. Egan, la llamada de Argus, el viaje con Sylvana, salvar a Egan, el ataque de las fuerzas armadas, Egan, los sicarios llevándosela a la fuerza, el calabozo, Elian, el contrato de matrimonio, y otra vez Egan. Siempre era Egan Caruso.Katya creyó que podría descansar un poco en el viaje antes de llegar al hospital, pero cuando Egan se sentó frente a ella y dejó caer en la mesa una carpeta con algunas páginas, Katya tuvo que morderse la lengua para no llorar.Era el contrato de matrimonio, y Egan estuvo leyéndoselo durante la hora y media de viaje.– El contrato de matrimonio no tiene fecha de expiración, se romperá s
Katya se quedó tan sorprendida por la reacción de Egan que no pudo moverse ni hablar hasta que escuchó un chillido de dolor salir de los labios de Ivan. Aquella escena era completamente imposible de creer, innecesariamente inmadura de parte de Egan.– Egan, ¡detente! –Con una rapidez, que incluso se sorprendió a sí misma, Katya se lanzó al frente y atrapó la mano de Egan que sostenía la pistola. Forcejearon durante unos segundos, pero al final gracias a la herida de Egan que aún sanaba, Katya logró separar el arma de la cabeza de Ivan lo más que pudo en caso de que se escapara una bala. Katya quedó nariz con nariz frente a un Egan molesto y, sin duda, celoso; lo cual era peor que un Egan frío e, incluso, despiadado–. Estás montando una escena en un hospital público. Te recuerdo que no tienes buena fama, al menos no como para arriesgarte a llamar la atención de esta forma.Egan respiraba como un toro al que se le alzaba una bandera roja. Parecía que lo que había dicho Katya por un mome