Continuaron viendo las demás fotos, cuando un documento de adopción apareció entre las demás carpetas. Egan la abrió inmediatamente, pero la pantalla arrojó un error inmediatamente. Solicitaba una contraseña para abrirla, así que Egan inventó algunos números que él sabía que su tío utilizaba para cuentas bancarias y demás cosas importantes. Solo que ninguna lo abrió.Katya frunció el ceño. – Qué extraño, ¿por qué algo como esto tendría contraseña?– No lo sé –respondió Egan–. Por eso quería que lo revisara algo que sabía del tema antes. Pero supongo que eso será todo lo que podemos ver.– Hay algo más –Katya señaló la pantalla, donde había aún un documento que ellos no habían visto. Egan lo abrió con curiosidad–. ¿Un acta de nacimiento?Egan se reincorporó en la cama para leerla mejor. En realidad era una foto de un acta de nacimiento que había sido quemada, o al menos ciertas áreas del papel estaban quemadas. No se podía distinguir mucho, pero Egan leyó el nombre de su tío como padre
Egan se detuvo frente a la puerta de la oficina que su tío utilizaba. Le había dolido como ninguna otra cosa le había dolido antes dejar a Katya en la habitación. Egan sentía la misma presión en el pecho que sintió el día que su madre murió. Katya no estaba muerta, pero Egan sentía que él mismo estaba muriendo. Un acta de nacimiento de una desconocida, un documento de adopción encriptado, la moneda en el bolso de Katya, el correo de colaboración y el misterioso "A". ¿Artem o Argus? Todo era un maldito enredo y Egan estaba a nada de colapsar. Los días posteriores a la muerte de Alyssa, Egan había sufrido de ataques de pánico constantes. Además de las pesadillas, aquellos ataques eran otro motivo por el que Egan estuvo medicado un tiempo. Con el paso de los años, Egan creció y maduró, superó poco a poco la muerte de su madre hasta el punto de no necesitar más pastillas. Sin embargo, aquel día donde Egan estaba a una puerta de descubrir la verdad, él sentía que estaba perdiendo el cont
Elian carraspeó, nervioso.– En el calabozo un día después que ella llegó –respondió Elian, lucía sincero pero Egan se preguntó si aquello era la verdad–. Solamente quise ir a verla porque me sorprendía que hubieses tenido un nuevo prisionero sin decirme antes quién era. Eso era todo.La cabeza de Egan le daba vueltas. – ¿Y esa es la verdad? Porque Farham dijo algo distinto. Dijo que ella era la peor peste que tú habías encontrado. Necesito la verdad, tío, porque en este preciso momento siento que no puedo confiar en nadie, ni siquiera en ti.Elian abrió su boca para responder, pero ninguna respuesta salía de ella. Parecía paralizado, nervioso. ¿Qué estaba ocultando? ¿Era cierto, entonces? Egan no podía confiar en nadie.– Egan, mira, no sé qué significa eso. Pero estoy completamente seguro de nunca haber visto a Katya antes de ese día –Elian frunció su boca–. Bueno, sí, a tu madre. Ellas dos son muy parecidas, pero no tengo nada que ver. Egan, yo no soy el enemigo aquí. Lo es ella. Y
Katya despertó al día siguiente en una cama vacía. No había señales de Egan por ningún lado, pero la almohada a su lado seguía tibia y ella, que recuerde, se había quedado dormida en el suelo, llorando y esperando por Egan.Al parecer había regresado a casa en algún momento y, también, se había despertado antes que ella.Katya decidió levantarse y salir a comer algo. El día estaba nublado, dándole a la casa un aspecto gris. Egan no estaba en ningún lado, pero Argus estaba de pie en su posición estoica fuera de la oficina de él. Katya se encaminó hacia él, pero cuando intentó darle a la perilla, Argus detuvo su mano.– Yo no lo haría, si fuera tú –le advirtió Argus, con una mirada acongojada miraba a Katya con pesar–. Él está muy malhumorado desde ayer y no creo que quieras verlo en su peor faceta.Katya suspiró, bajando su mano en rendición y mirando la puerta con necesidad. Ella quería hablar con él, quizás aclarar lo que hacía sucedido ayer. Pero quizás debía darle su espacio, esper
Katya no sabía si gritar, llorar, romper algo o abrazar a alguien. Probablemente quería hacer todo al mismo tiempo. Pero aunque este bebé era una buena noticia para ella, donde su corazón agitado lanzaba fuegos artificiales y su mirada irradiaba más que el sol. Solo sabía que también significaban más problemas. Si las cosas eran difíciles solo ambos, con un bebé de por medio Egan sufriría un colapso total.Y Katya no sabía como sobrellevar eso.¿Cómo iba a ser posible eso si ellos se cuidaban? No lo habían hecho demasiadas veces, pero tampoco es como que eran inexpertos y no supieron ponerse bien un maldito condón. ¿Ellos habían usado condón?Katya recordó aquella mañana en la que Egan le dio por primera vez un arma, aquella mañana de la parrillada en la fiesta de Egan, donde él le dio un arma por primera vez. Katya había iniciado el contacto físico y ella no se preocupó por protección. ¿Cómo había sido tan tonta? Y, además, solo había sido una vez. ¿Quedó embarazada solo por esa vez?
La llamada se cortó y Katya corrió fuera del baño. Egan venía en camino y ella debía huir, a donde fuese y sin importar qué dejaba atrás. Egan simplemente no podía enterarse que ella estaba embarazada. ¿Y si por venganza le hacía abortar a su bebé?No, ni arriesgarse. Katya no permitiría que eso sucediera.Ella volvió hacia el laboratorio, donde Ivan seguía combinando cosas y examinando otras. Cuando vio a Katya agitada, se levantó de golpe y se acercó a ella en dos grandes zancadas.– ¿Katya?– Tengo que irme.Ivan abrió sus ojos, confundido. – ¿Qué?– Me voy de aquí y necesito que me cubras. Me iré lejos, muy lejos.Katya no podía volver a Sacra Corona ese día.**Egan estaba llegando a la clínica, literalmente el auto volando sobre el asfalto. Debieron haber roto muchas normas de tránsito para hacer un camino de 40 minutos en 15, no es como que a Egan le importara mucho. Sobre todo, porque valió la pena cuando Egan bajaba del auto con su pistola en mano y Katya iba saliendo por las
Katya había necesitado desde hace mucho decir todo eso, quizás aún tenía más cosas acumuladas, pero por los momentos eso era todo lo que necesitaba soltar. Parecía que había sido un globo muy lleno, que solo había necesitado soltar un poco de aire para recuperarse.Egan la miraba con una extraña sonrisa triste, casi aliviado en realidad. – Me hace sentir bien que aún está ahí esa Katya que amo –ella miró hacia otro lado, eso era solo la forma de Egan de hacerla sentir, de ablandarla para que ella volviese a caer en sus brazos y lo siguiera como un perrito faldero hasta su casa–. Por todo eso que sientes he venido: para que hablemos y lleguemos a un acuerdo. No pienso darte el divorcio ni acabar con el contrato, ¿de acuerdo? No estoy dispuesto a renunciar a ti. Eres mía y yo soy tuyo; así es como las cosas deben ser.Katya gimió.– Egan, esto no es sobre ti –Katya quería gritar, quería golpear algo–. Piensa por una vez que esto le hará bien a alguien que no seas tú. Por favor, solo déj
Con un asentimiento, Egan salió de la sala hacia el pasillo solo para encontrar que estaba desierto. Las luces parpadeaban y el silencio reinaba. Katya salió detrás de Egan al tiempo que él subía su arma para tener en el blanco a cualquier cosa que se moviera. Caminaron así por el pasillo, hasta que tuvieron que cruzar hacia la recepción en la entrada.La puerta de vidrio estaba hecha añicos, la recepción llena de agujeros de balas y, aunque no había ningún cadáver a la vista, Katya juró ver algunas manchas de sangre en el suelo.Katya levantó su mirada de los daños de la clínica, justo cuando sintió algo raro en su espalda. Al girarse, la figura de un hombre estaba a unos cuantos metros de ellos. Era Artem, de pie con todo su ejército respaldándolo y su arma apuntando a Katya.Ella jadeó de la sorpresa, lo que alertó inmediatamente a Egan. Él se giró como un rayo, llevando a Katya directamente sobre su espalda. Ella no lo veía correcto. Artem la quería era a ella, no a Egan. Él no po