Su mano sobre la mía, no hay palabra para describir lo que estoy sintiendo y si la hay, aún no la descubro. Estoy en un lugar rodeada de una variedad de personas tan diferentes a lo que estoy acostumbrada que parece irreal y el que Damián camine a mi lado tomado de mi mano lo hace ver todavía cosa imposible, un sueño del que no quiero despertar. No mentía cuando dijo que había carreras y competencias de todo tipo, y aunque las carreras de conejos no fueron tan interesantes como las de las tortugas, fue divertido. —¿Vienes muy seguido? –le pregunto y él ríe. —Acabo de llegar a la ciudad después de algunos años, tenía tiempo sin venir pero cuando estuve aquí por trabajo, aproveché. Todos ellos o la mayoría los conocí en casa, algunos, por no decir todos vienen desde allá. Por eso el ambiente es así, tan diferente al de esta ciudad. —Me gusta como se ve todo y como se siente el ambiente, aquí las reuniones suelen ser aburridas con cenas metodicas y ya. Esto es tan diferente. —¿Te
—¿Por qué te dicen Darko? –cuestiono mientras observo el cielo. —Es una historia graciosa. —Quiero oírla. –le aseguro mientras me siento a su lado. —Mildred tuvo problemas para hablar hasta los cinco años, ella no sabía decir mi nombre así que cada que quería decir Damián decía Darko, aún no sabemos cómo relacionaba ese apodo con mi nombre pero lo hacía. Luego en la escuela todos comenzaron a decirme así, aunque mi hermana lloraba por qué decía que solo ella podía decirme así. Incluso llegó a golpear a mis fans, –asegura y ríe–, nadie podía decirme así. —¿Crees que si te digo Darko, Mildred me golpeé?—No lo creo, ella encontró una amiga en ti. A nadie nunca le habló de su hijo, a excepción de mi claro. Contigo fue diferente. Recargo mi cabeza en su hombro y lo siento tensarse, me alejo de él pensando en que quizás cometí un error.—Ven acá, señala entre sus piernas y yo ni lenta ni perezosa me siento en medio. Sus brazos me atraen hacia él y mi espalda queda pegada a su pecho. D
Abro los ojos y me encuentro en mi habitación de nuevo, ahora sí puedo decir que recuerdo exactamente lo que sucedió anoche y no me arrepiento de absolutamente nada. Tomo mi teléfono y tengo 3 mensajes, uno de Lila, uno de Sebastián y otro de Damián. Leeré primero el de mi hermana quien ahora recuerdo tiene algo importante que decirme. “Mildred me dijo que quieres verme y que vamos a salir a comer. ¿Cómo debo vestirme?” “Como quieras vestirte, no iremos a un lugar elegante, me han recomendado uno mucho mejor”“Que alivio, te veo más tarde”Procedo a leer el de Sebastián y para variar nada cambia pero ahora ya no me importa. “He mandado una tarjeta reemplazando la anterior, tiene tus iniciales y sin límite, compra lo que quieras, te veo en una semana”“¿Puedo viajar mientras tú no estás?”“Siempre y cuando el guardaespaldas vaya contigo”“Solo avísame para pedir que tengan preparado el jet”“Gracias Sebastián, eres tan lindo, ojalá pudiera estar contigo”“No me quejo de estar aquí.
—¿Carreras de motocicleta? –cuestino más alto de lo que pretendía y Lila me mira con una sonrisa entre avergonzada y preocupada. —Tania no vayas a decirle a mamá que...—Por supuesto que no le diré nada, no soy una chismosa. Solo me sorprendió un poco tu confesión. —No tanto como me sorprendió la tuya. O sea, ya me imaginaba que algo así iba a suceder pero no creí que tan rápido. Pero cuéntame cómo fue. Por qué está vez no estabas ebria.—Todo inició con un mensaje que él me mandó. Me invitó a salir y acepté, fuimos al lugar donde hacen las carreras y luego huimos por qué estabas ahí. No quería comprometer a Damián. —¿Sabías que él fue el primer competidor que corrió contra mi? Pero eso fue hace un par de años. —¿De modo que no es la primera vez que haces eso? —Tania, llevo cuatro años haciéndolo. No vayas a pedirme que lo deje. —Por supuesto que no. Pero necesito que me hagas un favor. —¿De qué se trata?—Quiero que viajes conmigo. Aún no sé a dónde pero o quiero estar aquí s
DamiánTomo varias respiraciones antes de tranquilizar mi mente. El único pensamiento que pasa por mi en este momento es molerle la cara a golpes a Sebastián, camino de un lado a otro de mi habitación frustrado.Quiero ir a ver a Tania, quiero abrazarla, quiero que olvide todo lo que ese imbécil le dijo. Él no la merece, no merece a una mujer como ella, no la merece. —¿Puedes dejar se hacer eso? Ya me mareaste Damián. —No puedo, sé que debo tranquilizarme pero no puedo. Ese imbécil humilló a Tania, delante de mi y delante de ustedes. Ahora entiendo por qué Lila lo odia tanto, ¡Es un imbécil! —¡Es nuestro jefe! —¿Estás escuchando lo que dices? Nada lo justifica. —No quiero perder este trabajo Damián. Y mucho menos por qué decidiste meterte con Tania. —Te estoy desconociendo por completo Mildred. ¿Realmente no te duele como la trató? ¿Dónde carajos esta tu empatía? Puedo jurar sin miedo a equivocarme que Tania no se la pensaría dos veces en ayudarte a ti o a cualquier mujer en su
Me instalo en la nueva habitación y siento un nudo en la garganta. Esto no es como creí que sería mi vida, solo he visto tres veces a Sebastián después de casarnos y ninguna de esas veces me ha hecho sentir especial.No conozco nada de él y aunque mi madre dijo que con el tiempo lo haría, no sé en qué momento será puesto que nunca está en casa. Cuando Sebastián pidió mi mano de manera formal, no había nada que me hubiese hecho tan feliz como ese día. Era mi sueño, casarme con Sebastián del Valle, el hombre más guapo del planeta, o eso creía entonces. Ahora todo es tan diferente, él ni siquiera sé interesa por mi, incluso me ofende y me hace sentir tan estúpida. La puerta es abierta y cerrada de golpe, la mirada furiosa de Sebastián se fija en mi y en las cosas sobre la cama. Me toma del brazo con brusquedad y me acerca a su cuerpo con fuerza. Toma mi cara entre sus dedos presionandome, trato de zafarme de su agarre pero solo me lastima.—Toma tus malditas cosas y regresa a la habit
—Mi madre me sorprende. Apenas puedo creer que no te haya apoyado con eso y de paso pensar que fue tu culpa. —Tampoco sé que pasa por su mente. Creí que me apoyaría, ¡Él me pegó! Sarah mira las marcas en mi cuello y hace una mueca triste. Acaricia la zona afectada y veo que comienza a llorar. —Nadie merece esto Tania. Si fue o no fue tu culpa eso no es justificación para golpearte ni herirte. Sé que solo hiciste lo correcto. —Me humilló delante de Mildred, Lila y Damián. Lila aún no puede superar el momento y Damián tuvo que llevársela de aquí por qué amenazó con cortarle las bolas. —Estoy totalmente de acuerdo con Lila. Sebastián no tenía derecho de golpearte. No te merece. —Quiero divorciarme. –le repito y ella hace una mueca. —Papá jamás va a permitirlo. Pero quizás si le exponemos el caso entienda que no eres feliz y él no te merece. —¿Puedes ir conmigo? —Por supuesto que sí. Es más, vamos ahora. Debe estar en la oficina. —Pero Sebastián estará ahí. —Ya veremos cómo hac
—¿Qué carajos estás haciendo? –cuestiona y yo hasta me trabo para hablar. —Sebastián yo, puedo explicarlo. —Te escucho. –responde mientras se quita el saco y lo arroja a la silla.—Yo, compré está lencería y quería mostrartela, creí que enviarte una foto a tu teléfono lo haría más interesante. —Pues si suena a buena idea. Ahora ven aquí, voy a quitartela.Camino hasta él no sin antes dejar mi teléfono guardado. Me toma con fuerza de la cara y besa mis labios con mucha brusquedad, me despoja de la poca ropa que llevo puesta y sin aviso me lleva hasta la cama en dónde mi cara queda contra el colchón. No diré mucho por qué realmente no hay mucho que decir, la manera en la que Sebastián lo hace conmigo hace que solo duela. Ni siquiera soy capaz de disfrutar un poco y es que en mis pensamientos y en mi cuerpo, Damián es el dueño absoluto de mi sentir. —¿Lo estás disfrutando? –pregunta entre jadeos.Y aquí va lo que aprendí en internet. Hago la voz como de que me duele algo pero no ta