DamiánTomo varias respiraciones antes de tranquilizar mi mente. El único pensamiento que pasa por mi en este momento es molerle la cara a golpes a Sebastián, camino de un lado a otro de mi habitación frustrado.Quiero ir a ver a Tania, quiero abrazarla, quiero que olvide todo lo que ese imbécil le dijo. Él no la merece, no merece a una mujer como ella, no la merece. —¿Puedes dejar se hacer eso? Ya me mareaste Damián. —No puedo, sé que debo tranquilizarme pero no puedo. Ese imbécil humilló a Tania, delante de mi y delante de ustedes. Ahora entiendo por qué Lila lo odia tanto, ¡Es un imbécil! —¡Es nuestro jefe! —¿Estás escuchando lo que dices? Nada lo justifica. —No quiero perder este trabajo Damián. Y mucho menos por qué decidiste meterte con Tania. —Te estoy desconociendo por completo Mildred. ¿Realmente no te duele como la trató? ¿Dónde carajos esta tu empatía? Puedo jurar sin miedo a equivocarme que Tania no se la pensaría dos veces en ayudarte a ti o a cualquier mujer en su
Me instalo en la nueva habitación y siento un nudo en la garganta. Esto no es como creí que sería mi vida, solo he visto tres veces a Sebastián después de casarnos y ninguna de esas veces me ha hecho sentir especial.No conozco nada de él y aunque mi madre dijo que con el tiempo lo haría, no sé en qué momento será puesto que nunca está en casa. Cuando Sebastián pidió mi mano de manera formal, no había nada que me hubiese hecho tan feliz como ese día. Era mi sueño, casarme con Sebastián del Valle, el hombre más guapo del planeta, o eso creía entonces. Ahora todo es tan diferente, él ni siquiera sé interesa por mi, incluso me ofende y me hace sentir tan estúpida. La puerta es abierta y cerrada de golpe, la mirada furiosa de Sebastián se fija en mi y en las cosas sobre la cama. Me toma del brazo con brusquedad y me acerca a su cuerpo con fuerza. Toma mi cara entre sus dedos presionandome, trato de zafarme de su agarre pero solo me lastima.—Toma tus malditas cosas y regresa a la habit
—Mi madre me sorprende. Apenas puedo creer que no te haya apoyado con eso y de paso pensar que fue tu culpa. —Tampoco sé que pasa por su mente. Creí que me apoyaría, ¡Él me pegó! Sarah mira las marcas en mi cuello y hace una mueca triste. Acaricia la zona afectada y veo que comienza a llorar. —Nadie merece esto Tania. Si fue o no fue tu culpa eso no es justificación para golpearte ni herirte. Sé que solo hiciste lo correcto. —Me humilló delante de Mildred, Lila y Damián. Lila aún no puede superar el momento y Damián tuvo que llevársela de aquí por qué amenazó con cortarle las bolas. —Estoy totalmente de acuerdo con Lila. Sebastián no tenía derecho de golpearte. No te merece. —Quiero divorciarme. –le repito y ella hace una mueca. —Papá jamás va a permitirlo. Pero quizás si le exponemos el caso entienda que no eres feliz y él no te merece. —¿Puedes ir conmigo? —Por supuesto que sí. Es más, vamos ahora. Debe estar en la oficina. —Pero Sebastián estará ahí. —Ya veremos cómo hac
—¿Qué carajos estás haciendo? –cuestiona y yo hasta me trabo para hablar. —Sebastián yo, puedo explicarlo. —Te escucho. –responde mientras se quita el saco y lo arroja a la silla.—Yo, compré está lencería y quería mostrartela, creí que enviarte una foto a tu teléfono lo haría más interesante. —Pues si suena a buena idea. Ahora ven aquí, voy a quitartela.Camino hasta él no sin antes dejar mi teléfono guardado. Me toma con fuerza de la cara y besa mis labios con mucha brusquedad, me despoja de la poca ropa que llevo puesta y sin aviso me lleva hasta la cama en dónde mi cara queda contra el colchón. No diré mucho por qué realmente no hay mucho que decir, la manera en la que Sebastián lo hace conmigo hace que solo duela. Ni siquiera soy capaz de disfrutar un poco y es que en mis pensamientos y en mi cuerpo, Damián es el dueño absoluto de mi sentir. —¿Lo estás disfrutando? –pregunta entre jadeos.Y aquí va lo que aprendí en internet. Hago la voz como de que me duele algo pero no ta
Entramos a la gran fiesta y al mirar a todo el mundo me doy cuenta de que ella tenía razón. Los vestidos aquí son demasiado cortos. —Por lo menos te ves decente. Me suelto de su agarre y me mira mal pero aquí no hará una escena. —Iré al baño, no tardo. Camino por el lugar buscando el maldito baño pero no lo encuentro. No he estado en este lugar antes así que no sé dónde puede estar. Doy la vuelta para volver pero choco con alguien en el proceso.—Lo siento, yo iba distraída y...—No te preocupes, también yo iba distraído. ¿Estás perdida? —Estaba buscando el baño. –confieso levemente apenada. —Oh, si gustas puedo decirte dónde está. Claro, si no hay algún inconveniente con eso. —Claro que no, me salvarías el momento. —Bien, ven conmigo. Camino junto al hombre con el que acabo de chocar en dirección al baño en silencio, uno medianamente incómodo.—Por cierto, soy Anthony Montoya. –se presenta y extiende su mano hacia mi.—Tania Rivera. —respondo tomándola y no paso por alto su
—Necesito que me digas todo acerca de Leah Martell. –le pido a Mildred quien casualmente estaba en casa de Lila. —¿Qué tiene que ver Leah en esto? —Aun no lo sé. –aseguro mientras me quito los malditos zapatos y me tiro en el sofá–, pero tanto ella como Anthony Montoya tienen cosas importantes que decirme y antes de que empieces con tu miedo irracional a Sebastián, te advierto que vengo en plan tu jefa. –alerto a Mildred quien ya tenía cara de pánico. —Tania. –me reprende Lila. —¿Qué? Tal parece y seré honesta, que lejos de tenerme a mi lealtad se la tiene a Sebastián. Digo tal vez él paga tu sueldo pero ni siquiera es de su dinero. —¿A qué te refieres con eso? —Primero que nada quiero que la conversación que vamos a tener aquí se queda. ¿Entendieron? —Si señora. –responden Lila y Damián entre risas. Mildred se mantiene en silencio y no dice nada. Me asusta su silencio pero no la culpo tampoco. Había estado esperando está oportunidad y ahora esto puede que lo vea cómo una seña
—Tania Rivera, ¿quieres ser mi novia?Sus ojos se clavan en mi con incredulidad. Cubre sus labios con la mano y ríe de manera nerviosa, pero no puede estar más nerviosa que yo. Por fin me decidí a pedirle que fuera mi novia de manera oficial aunque sé que es una locura debido a su estatus. Sebastián y su matrimonio aún representa un obstáculo en nuestra relación pero confío en que pronto dejará de serlo. —¿Estás hablando en serio? –cuestiona y se acerca a mí. —Muy en serio, bonita. Quiero hacer esto bien y que veas que estoy haciendo esto en serio. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. —Tambien yo quiero pasar mi vida contigo Damián. Todo el tiempo que la vida me permita estar a tu lado. —Vámonos de aquí, hagamos nuestra vida en otro lugar, dónde nadie nos conozca. —¿A dónde nos iremos? ¿Dónde viviremos? —Tengo el lugar perfecto para hacerlo. Solo tienes que confiar en mí y decir que si. No te diré que tengo millones el el banco pero nada te va a faltar lo juro. —¿Hay que
Siento el viento golpear mi cara y juega con mi cabello. Abro mis brazos y siento por primera vez la libertad abrazarme. No he parado de sonreír desde que salimos de la casa de Damián y es que está aventura me llena de emoción por qué es la primera vez que salgo sin mis padres o sin Sebastián. —¿Estás bien allá atrás? –grita por encima del viento Damián y yo me acurruco a su cuerpo y grito un "si" que lo hace sonreír.Se detiene a la orilla de la carretera y bajo para estirar mis piernas y él hace lo mismo. Me ayuda a quitarme el casco y peina mi cabello con sus manos.—Estas preciosa. –dice y yo no puedo hacer más que sonreír–, tus mejillas se ven tan rojas, hay que descansar un poco aquí y nos refrescamos. ¿Te parece? —¿Falta mucho para llegar? —Algo, por qué nos iremos por el camino menos obvio y haciendo paradas para que conozcas lugares increíbles. —Me parece muy buena idea. Entonces, ¿a dónde llegamos a descansar? —A unos kilómetros de aquí hay un lugar precioso, sé que t