—¡Quémenlo todo! ¡Que de ese maldito edificio no queden ni las cenizas! — ordenó el Beta traidor.Aquel incendio se había extendido, y al interior de ese edificio, todo estaba en llamas.—¡Salgamos de aquí! ¡Rápido! — gritaba Adara mientras corría sosteniendo a Eufemia por el hombro.—Me…duele… — se quejó Eufemia intentando caminar tan rápido como fuese posible. El hechizo protector, parecía estarse consumiendo junto al edificio.—Tsk — chasqueo Adara. — Los hechizos pueden ser devorados por el fuego, eso es algo que no todo el mundo sabe, supongo que esto es cortesía de mi padre, Soromir no es tan inteligente para haber deducido esto el solo — decía mientras seguía sosteniendo a aquella rubia a la que había odiado siempre.—¡Por aquí! — gritó Jennifer quien se había adelantado para prevenir peligros.—¿Por qué me estas ayudando? Creí que me odiabas — cuestiono Eufemia.Adara se río.—No te confundas, te odio y no voy a dejar de odiarte jamás, es tu culpa que todo esto esté pasando en
Las garras afiladas apuntaban directamente al corazón. Aniquilando a esa maldita mujer, todo terminaría, finalmente. Alguna vez, Ares estaba dispuesto a convertirse en el mejor Alfa que la manada Fenrir había tenido, pero todo aquello había cambiado, gracias a esa despreciable mujer que tenía delante. Con su muerte, el error seria reparado, y Ares volvería ser aquel lobo temible y poderoso que estaba destinado a ser.Alguna vez, hacía ya tanto tiempo, tanto que los bosques se habían marchitado y florecido al menos en doscientos inviernos y primaveras, él había admirado tanto a su hermano Ares, que estuvo dispuesto a morir por él. Ares era respetado, temido a pesar de ser tan joven y no haber completado aun su madurez como lobo ni mucho menos como Alfa. Él estaba destinado a ser el nuevo líder de los Fenrir, quien llevaría a su casta hasta lo más alto, consolidándola como la raza de lobos más fuerte, incluso por encima de los Elara. Sin embargo, todo aquello se había venido abajo una v
El sol brillaba en lo alto aun cuando el frío asolaba con fuerza, señal de la primavera que se aproximaba cada día un poco más y más. Los lobos se habían marchado del pueblo, dejando a su paso un rastro de destrucción que debía de repararse, aunque, afortunadamente, no había víctimas humanas que lamentar. Eufemia miraba a las personas desfilando una a una para que sus recuerdos de lo ocurrido les fuesen removidos, y todo lo que pasó había quedado solamente en una tragedia que comenzó con un incendio en la panadería del pueblo.Los sobrenaturales eran simplemente asombrosos; podían hacer prácticamente lo que sea, y aun cuando los cazadores se jactaban de ser solamente humanos, la fuerza que tenían era meramente algo que no era lo natural. Noah había logrado que todos olvidaran a los lobos de la manada Fenrir, y de esa manera podrían permanecer en el pueblo…Soromir ya no se atrevería a poner un pie en ese lugar después de la humillación y derrota que había sufrido en sus manos.—Por aqu
La nieve caía lenta, pasmosa, como anunciando su despedida para dar paso a la calidez de la primavera. Las aves, de a poco, retornaban a los bosques y sus abedules de troncos blancos, aun y cuando el frío seguía calando en lo profundo de los huesos. Hacía tanto tiempo que no salía de su pequeño paraíso, que Jerome Sallow se sentía como un extranjero en tierras desconocidas. Los castaños aun no reverdecían, el cielo celeste, había sido reemplazado por uno color gris tan similar al color de los ojos de su familia. Todo era igual, y, al mismo tiempo, todo había cambiado. Años atrás, cuando era tan solo un muchacho en sus veintes, había deseado ser lo que era su padre; un cazador en toda regla, cumplir con aquel juramento que había hecho ante dios y acatar tan solo su palabra…sin embargo, todo cambio el día en que lo vio morir ante un vampiro…e mas aterrador de los príncipes. Quizás, fue el miedo de tener que enfrentarlo lo que hizo huir como el cobarde que era, o tal vez, solo no quería
El viento comenzaba a calmarse, y el cruel invierno, de a poco, comenzaba a ceder ante la cercana primavera. Los aromas cambiaban, y las avecillas regresaban a sus tierras en busca del calor que próximamente lo abrazaría todo. Aquel sentimiento de impotencia, sin embargo, crecía sin detenerse dentro de Elijah Bennet, que una y otra vez buscaba en las páginas de aquellos polvorientos libros que tenían ya poco más de un milenio de existir. Abriendo sus ojos con la intención de capturar en su mente todo lo que esas letras escritas a mano decían, su furia se hacía cada vez más evidente.—No, ¡No! ¡Maldición! Esto está mal, ya tengo la sangre de ese maldito hibrido, ¿Por qué es que no logro entrar en la mente de ese maldito caído —Arlen miraba a aquel maldito cazador que lo había forzado a traicionar a su maestro. Revisando su teléfono una y otra vez, sintió un alivio enorme cuando pudo ver aquella fotografía que le mostraba a su familia completamente a salvo y en un país en donde aquel m
Aquella tarde, el cielo rojo no era observado por los hermosos ojos grises de Eufemia Farbauti. Tonalidades pasteles, ropones pomposos y coloridos, era todo lo que su mirada quería notar. Bolsas y bolsas de compras eran cargadas por algunos lobos, quienes no podían evitar sentirse plenamente conmovidos por aquella escena de una futura madre escogiendo todo para su pequeño hijo. Ares, sonreía de verdadera dicha, y aun cuando el futuro seguía siendo incierto, aquel momento era solo de ellos, y los disfrutaba como jamás antes creyó posible.En aquel pueblo, Noah miraba meditando a ese hombre; Jerome Sallow, el ultimo descendiente vivo junto a Eufemia de su poderoso linaje. Quizás, las intenciones de Lenore eran que Jerome mantuviese a su hija a salvo, pero con la tremenda muestra de poder que Eufemia había demostrado, algo dentro aquello no le cuadraba. Había algo más que todos estaban pasando por alto; el hijo de la hermosa rubia, llevaría más sangre de lobo que de humano…un lobo hijo d
—Una mesa para tres servida —Noah admiraba a aquella mujer que servía las mesas en su bar. Elijah le había mentido con su muerte, como les había mentido a muchos otros con tal de ver sus terribles planes realizados; había hecho aquel corto y rápido viaje, tan solo para decirle a su vieja amiga y amante que él se encontraba a salvo.Katherine había sido en antaño una extraordinaria cazadora, sin embargo, después de una cruenta batalla, se había retirado; arriesgar la vida peleando contra seres que a menudo los superaban en fuerza y habilidad, era prácticamente una condena de muerte y un acto de heroísmo que jamás seria bien recompensado. Mirándola con atención, la vio tan bella y radiante como había sido en sus años mozos en que su inigualable belleza lo habían cautivado en cuerpo y alma…aunque al final, ellos no habían permanecido juntos; había cosas que ni siquiera el amor más profundo, podían a bien sobrellevar. Ella siempre había sido un espíritu libre y el, un amargado que prefer
Años atrás…Pasos firmes en medio de la espesura de los bosques de los Cárpatos, tomaban rumbo a la ciudad de Sibiu sin que nadie supiese de ello. La blanca nieve caía en abundancia coloreando todo el panorama de blanco, las copas de los árboles se mecían a merced de la furia de la tormenta invernal que los asolaba, el invierno había llegado, quizás, demasiado pronto; como presagiando lo que estaba a punto de pasar. El sol no se asomaba a través de aquellas nubes oscuras; el frio era francamente insoportable, imposible de tolerar para un humano, sin embargo, aquellos seres que caminaban en medio de los bosques, dejando huellas sobre la prístina nieve en el suelo, no eran humanos, su belleza sobrenatural, su piel pálida tan fría como la tormenta que los azotaba, los revelaba como aquellos a los que tanto temían, los inmortales que se alimentaban de la sangre caliente de aquellos que los reducían a meramente condenados de la larga noche: vampiros.Los Cárpatos era un sitio de leyenda, d