Estar enamorado, es una sensación de plenitud y felicidad como nunca antes se ha experimentado. Amor desde el corazón, desde el fondo del alma, entregándose por completo a los sueños e ilusiones de un día, es el acto más puro e inocente que un ser puede cometer. Aquellos besos, aquellas caricias, eran todo lo que ella había soñado durante tanto tiempo, añorando el momento de una entrega en que solo el amor se haría presente, dejando los prejuicios y el dolor atrás…sin embargo, cuando era el desamor el que golpeaba, rompiendo ilusiones y sueños color de rosa, el alma quedaba fragmentada, sintiendo un dolor terrible e inimaginable.—Eres hermosa…Eufemia…Aquellas caricias que sentía suavemente como un roce sobre su erizada piel, aquel camino de besos que recorría su húmeda intimidad…aquel pecaminoso deseo que la hacía sentirse como una nube; tan ligera y tan libre, que no deseaba perder nunca.Ares, alguna vez, hacía ya demasiado tiempo, lo había sido todo para ella; aquel primer amor q
El amor de una madre es sagrado, el primero y verdadero que experimentamos en la vida, y aquel al que nunca podremos simplemente olvidar. Una madre, por su amado hijo o hija, es capaz de darlo todo, incluso, la propia vida. Aquella calidez, aquel sacrificio, la más noble de las entregas que se da por genuino y verdadero amor, uno incondicional.Eufemia observaba nuevamente oculta entre los pilares, a aquellas madres que junto a sus hijos habían llegado buscando un refugio para sus seres más amados. Observaba como aquellas, muchas de ellas, alguna vez la habían humillado por ser una mestiza, incluso, alegrándose cuando fue cruelmente expulsada fuera de la manada Fenrir con la esperanza de volverla a ver. Sin embargo, en aquellos momentos no veía a esas mujeres con rencor; la mayoría de ellas recientemente se había convertido en madres, y cuidaban con tanto amor y desvelo a sus hijitos, que ella no pudo odiarlas. Tocando su ya crecido vientre, la hermosa rubia sintió un nudo lastimándol
El viento sonaba fuerte y embravecido, moviendo violentamente las copas de los árboles. Aquella nevada, se había convertido en una tormenta helada que era capaz de estremecer a cualquiera. Ni una sola alma se alcanzaba a ver fuera de la mansión Fenrir, ni siquiera había guardias haciendo sus rondas. Era imposible salir con ese clima salvaje e inhóspito que, hacia fuera, y Adara, en silencio, agradecía enormemente el estar dentro con la calefacción y la chimenea encendidas…de haber pasado la noche en el agujero de ratas en donde Félix Farbauti la había puesto, no habría logrado sobrevivir.—Veo que estás muy entretenida viendo la tormenta, hubiera sido terrible si siguieras en los calabozos, habrían amanecido siendo una paleta de sangre pura en tono azulado y vaya problema que habría sido el sacarte tiesa de ese sitio —Mihai entraba en aquella habitación en medio de burlas dirigidas hacia la hermosa loba que a cambio lo miró con rencor. Aquel mestizo era realmente una enorme molestia,
El frio invernal calaba en lo profundo de los huesos, y el calor de la chimenea, en ocasiones, no era suficiente para calmar el frío que yacía en el alma. Aquella camisa tenía impregnado su aroma, aquel de bosque salvaje y amaderado que le traía recuerdos de esas pasionales entregas que hubo entre los dos. Ares se había marchado a pelear por lo que genuinamente le pertenecía, y Eufemia sabía que aquello sería peligroso. Estaba siendo vigilada; aquel Alfa no era un tonto, y suponía que ella intentaría escapar de una u otra manera…aunque esta vez, no quería huir de el para siempre. Sin embargo, su padre había iniciado aquel conflicto y estaba segura de que ella era la razón de todo; Noah debía de haberlo encontrado, y seguramente había legado a las tierras Fenrir con la intención de rescatarla, por ello necesitaba intervenir para así evitar un derramamiento de sangre innecesario.Sintiendo el aroma de su hombre en aquella elegante camisa, sintió la necesidad de verlo, de tenerlo a su la
El viento soplaba con fuerza, trayendo a su olfato aquel aroma conocido de las tierras en las que había crecido para convertirse en un líder. Su padre, el terrible Enegor Fenrir, era bien conocido por su crueldad, pero tambien, por su valentía, inteligencia y poderío para mantener sus tierras sin invasores durante su mandato como el Alfa. Las flores blancas crecían en aquella pradera que se hallaba en los límites de sus dominios, y aun cuando el peor invierno cayera en aquellas llanuras y valles inhóspitos, esas flores no dejaban nunca de crecer…y cubrían cada tumba de aquel cementerio.Ciclamen.Ese era el nombre de aquellas flores, y desde tiempos inmemorables, crecían sobre las tumbas de sus ancestros. Mirando aquel cumulo de tierra que se hallaba ya completamente cubierto de ellas, Ares se hincó un momento frente a él; había odiado a su padre durante casi toda su vida, sin embargo, en aquel momento en que estaba a punto de librar una batalla para recuperar lo perdido, tan solo pod
El agua caliente resbalaba sobre su cuerpo desnudo, y su vientre crecido comenzaba a oprimirle los órganos internos. Aquella era la primera vez en que sentía que un baño era u verdadero reto; estaba ya muy embarazada, y solo era cuestión de tres meses para que el heredero del Alfa Ares, abriera por primera vez sus ojos al mundo. Terminando aquella dificultada ducha, Eufemia se vestía con su más cómoda pijama, y encendiendo el ordenador que Ares le había dejado en lugar de su teléfono, comenzaba a teclear con una rapidez virtuosa. Escribir la liberaba y su imaginación desbordada tomaba la forma de mil personajes que en su mente nacían, pero que cada uno de ellos, como un alma viviente, eligió su propio destino. Cada letra escrita, cada párrafo hecho, iba dándole forma a aquella historia que escribía para alguien en especial. Algún día, tenía la esperanza de aquel libro cargado de anécdotas y recuerdos propios, fuera leído por su ser más amado…el único al que amaba aun antes de conocer
—¡Corran, no se detengan! —En medio de la nieve y una terrible tormenta, varias siluetas huían hacia los bosques.—Por favor, alguien ayúdeme, mi bebé tiene frío —La tormenta arreciaba con violencia, y tan solo encontrar una cueva podría salvarlos a todos de morir congelados en la nieve. Los pasos torpes se volvían lentos, y el cielo gris tan solo presagiaba más tormentas idénticas a esa en la que se encontraban. Habían salido huyendo de la vieja mansión entre las montañas, cuando repentinamente la gran mayoría de los refugiados, junto a los lobos que Ares Fenrir había dejado a cargo, se habían amotinado con la terrible intención de hacerle daño a la hembra marcada por el Alfa. Apenas habían logrado escapar con vida, junto a los refugiados que se negaron a amotinarse en contra de la joven rubia que ahora miraba con tristeza el sufrimiento de todos los que la estaban acompañando.—¡Vengan! ¡Por aquí! — gritaba Gabriel haciendo una señal para que todos lo siguieran.Tras unos pasos má
Aquella tormenta invernal, repentinamente, había comenzado a amainar. El silencio repentino se había hecho presente, y las aves asustadas se marchaban volando. El sonido estruendoso de aquel disparo, acalló tambien los gritos eufóricos, y un lobo herido caía sobre el manto nevado que, antes prístino, ahora se teñía de rojo.Aquellos ojos zafiro se sentían pesado, y el pelaje negro completamente erizado ante el dolor, subía y bajaba al ritmo de una respiración agitada que poco a poco iba decayendo. ¿Iba a morir en aquel lugar a manos de su propio hermano? Un aullido doloroso escapó desde el alma del Alfa Ares, llamando a aquella mujer de la que se había perdidamente enamorado. ¿No la vería nunca más? ¿No llegaría nunca a conocer el rostro de su anhelado cachorro? Aquel frio sepulcral, como nunca antes lo había sentido, llegaba más hondo que el que las peores nevadas podrían traer consigo…era un frio que abrazaba el alma. Lágrimas cayeron desde aquellos ojos que tan solo anhelaban ver u