Ochocientos años después
Año 1580 d.C.
Pueblo de Kinsale, reinado de Irlanda
Kinsale es un pueblo costero, bastante codiciado por su fastuosidad zonal. Destaca por su estilo propio, donde las casas de variados colores se combinan con los del mar y las miles de tonalidades de verde existentes en el reino de Irlanda, además fabrican una exquisita bebida conocida como “whisky”.
Entre las familias de los primeros alemanes en llegar a Kinsale nace la “Luz de las luces”, el nombre de aquella niña es “Elizabeth Barton”, que significa la fuerte promesa divina. Creciendo bajo los principios de la religión católica que inculcaron sus padres, ella creció siendo desde pequeña una hija virtuosa.
Su madre la amaba demasiado tanto que la cuidaba de todo tipo de peligros y principalmente de los mancebos y hombres de malas intenciones. Elizabeth desde que era pequeña, fue formándose en ella un rostro de ángel y una mirada que proyectaba bondad.
Siempre pasaba vestida de rojo por lo cual sería conocida a futuro como “la dama de rojo”, debido al profundo amor que tenía por sus padres, hermanos y familiares, y principalmente con los animales que rodeaban su pequeña cabaña donde vivía.
Perros y gatos se acercaban a ella para que les diese de comer y beber agua. Muchos de ellos la buscaban por las mañanas, Elizabeth dando gracias a Dios, bendecía a los animales y luego de darles de comer, los acariciaba a cada uno de ellos con bondad y ternura.
Aquellos pequeños e inocentes seres, sentían en ella una vibración tan poderosa y cálida que se acostaban a sus alredores y dormían en completa paz.
Cuando Elizabeth tuvo 17 años su belleza era impresionante, Tenía los cabellos oscuros, el cuerpo blanco y su rostro claro era terso y sin defecto alguno. Sus ojos grandes color azul y una hermosa mirada que revelaba prudencia y sabiduría.
Ella iba constantemente al campo a recoger la cosecha, se sentaba sobre las hierbas y cantaba a la naturaleza con mucho amor.
“Hoy por el río he ido de excursión
Pero yo me he llevado una gran desilusión
Estaba todo sucio, todo lleno de basura
El agua estaba oscura ya no era agua pura”
Cuidemos nuestra casa que es la naturaleza
Si mal la conservamos, nos causara tristeza
Cuidemos nuestros bosques, y los ríos
También sus habitantes que son los animales”
Su voz era tan dulce y melodiosa que algunos pájaros de los árboles se acercaban a ella, parecía una santa por su forma de ser. Pero algo había en lo más profundo de su corazón que sentía un vacío como que alguna parte de su alma estaba incompleta.
Los jóvenes que vivían cerca de su cabaña empezaron a verla con ojos de deseo y otros con amor a la doncella, incluso sus profesores de canto y filosofía se admiraban al observarla que en tan solo 17 años, parecía todo una mujer.
La fama de su singular hermosura y su vida virtuosa se extendía por toda Kinsale y en los pueblos de su alrededor. Los modales de Elizabeth eran de una verdadera princesa y esto lo hacía más conocida, admirada y deseada.
Muchos de los campesinos se preguntaban: ¿Cómo era posible que una niña adolescente del campo tuviera los modales de una noble? ¿Cómo lograba conquistar a todos los jóvenes del pueblo de una manera casi obsesiva? ¿Con que mujer aún de la realeza podría comparársele con la belleza de la joven?
En una mañana con el sol en todo su esplendor y un firmamento totalmente celeste, Elizabeth salió temprano como era de costumbre ir al bosque para dar de comer a los animales.
Curiosamente uno de los sacerdotes del pueblo fue tras ella para felicitarle por haber culminado con los mayores honores su primera comunión. Al ver a Elizabeth alejándose del pueblo, vio que se dirigía al fondo del bosque y en silencio la siguió, al mirarla de lejos escondido detrás de un árbol, el sacerdote le observaba asombrosamente como las aves del cielo y algunos pequeños animalitos se acercaban a la hermosa doncella del vestido rojo. Extasiado al ver semejante maravilla, se dirigió a su Dios para darle las gracias por permitirle ver tal gran milagro, algo que solamente se veía en grandes Santos como Francisco de Asís por la bondad y ternura.
Elizabeth entonaba un dulce y melodioso canto mientras las aves posaban sobre sus hombros, el sacerdote sintió claramente una vibración y un sentimiento jamás experimentado.
Había lágrimas en sus ojos al sentir lo que era el “VERDADERO AMOR”, él seguía dando gracias al Señor por todo lo que en esos momentos vivía. Elizabeth que tenía también ciertos dones sobrenaturales desarrollados, se dirigió al sacerdote diciéndole que saliera de su escondite y expresando unas palabras con su voz dulce le dijo:
— ¡Santo sacerdote y amado de mi Dios!—si Él te permitió ver esta escena es para que la guardes en tu corazón y no se lo digas a nadie, no es mi deseo que la gente me considere una santa viviente ni otra cuestión.
—Ya es suficiente con la fama que tengo en mi pueblo y todos sus alrededores, no quiero seguir llamándoles la atención de personas en estos ni otros lugares.
El sacerdote entendió lo que Elizabeth le dijo y todo lo que vio y experimentó aquel día, lo guardaría en su corazón hasta el día que fuese llamado por su Dios a Su magnífico Reino.
No muy lejos de allí, un joven mancebo ordeñaba sus vacas y daba de comer a sus conejos, su nombre era Thomas Carver. Era campesino, a juzgar por su ropaje de cultivador. Poseía elegantes rasgos: una nariz vertical, boca firme, ancha frente, cabello negro y ondulado peinado hacia atrás, inclinándose hacia el cuello de su bien terminada levita. Llevaba bigote y barba en punta, con largas patillas; sus grandes ojos de color grisáceo desprendían un gesto de bondad.
Elizabeth antes de regresar a su hogar, cruzaba por aquellos campos y de lejos miró al joven, ella lo observó por unos momentos como si lo hubiera conocido en otro tiempo, él alzando su cabeza hizo lo mismo y esa mirada mutua los transportó a otra dimensión, el corazón de los dos latían aceleradamente, era el amor a primera vista.
Ellos se presentaron y se enamoraron, eran la pareja ideal, los planes de su boda estaban a las puertas de celebrarse.
Castillo Leeds, Londres Inglaterra
El castillo de Leeds es quizás uno de los castillos más románticos de Inglaterra. Está situado al sudeste del país, construido sobre dos pequeñas islas en el río Len. Originalmente perteneció a la familia real de Sajonia, entre los años 856 y 860. Ahí reside el tirano rey Enrique V, era alto y buen mozo, sus ojos eran cafés al igual que sus cabellos largos ondulados y tenía una nariz fina digna de todos los de su condición en la realeza. Tendía a usar siempre colores brillantes como el rojo y o el azul, y su tela estaba cubierta por una túnica lujosa hecha de terciopelo encajada con bordados y piedras preciosas.
Era malvado y ambicioso, solo le importaba seguir conquistando nuevos dominios, tenía en su poder a los reinos de Inglaterra, Irlanda y Gales pero eso no era suficiente, iría en pos de las tierras de Escocia para ser el Emperador absoluto de toda Gran Bretaña.
Enrique V tenía un secreto oscuro, a escondidas de su esposa la reina Susan Báthory, buscaba a las más hermosas doncellas de todos los pueblos de su vasto imperio, para seducirlas con grandes regalos y presentes a cambio de obtener su virginidad y favores sexuales.
Para llevar a cabo estos insanos actos, él tenía un cómplice y mano derecha conocido como Sir Francis West, él era el encargado de buscar doncellas para traérselas al rey con engaños. Más de 30 jóvenes adolescentes caían en sus trampas y se las llevaba, si una de ellas se resistía las amenazaba con lastimarla a ella y también a su familia y seres queridos. Enrique V siempre ganaba y a todas las mancillaba robándoles su virginidad.
Sir Francis West era un hombre muy alto, delgado pero sin llegar a serlo tanto. Su belleza magnética con brillantes ojos azules, cabellos rubios una perfilada nariz y pestañas grandes. Sus vestiduras eran realmente lujosas, de variados colores teniendo un báculo de oro en su mano derecha.
Pronto conocería a Elizabeth Barton y la vida de ensueño que tenía con su gran amor Thomas Carver, estaría en peligro.
Castillo de Ashford, reinado de IrlandEl castillo de Ashford, resguardado por los exuberantes bosques del condado de Mayo en Irlanda, y rodeado de un entorno natural privilegiado con sus prados verdes, se alza este imponente castillo. Ubicado a orillas del apacible lago Corrib.La princesa Elisa, elegante, suave de un carácter gentil. Tenía un rostro muy sublime y largos cabellos que parecían un río dorado. Alta y esbelta era ella, su túnica celeste ceñida de zafiro; siendo fuerte y vigorosa, templada como el acero, verdadera hija de virtuosos reyes y nobleza firme.Su padre era el magnánimo rey de Irlanda Edward Bruce, el único soberano que era apreciado por el tirano Enrique V, debido a su sabiduría y manso de carácter. Él amaba mucho a su hija debido a su excelente comportamiento y su erudición de aprender nuevas ciencias, esto era debido a que era la é
— ¡Mi amor, estás bien! —Dijo Elizabeth mirándole a los ojos.—Me sentí humillado por el rey y su siervo amada mía. —Dijo Thomas.—Es extraño el comportamiento del rey, ¿Cuáles serán sus verdaderas intenciones? Dijo Elizabeth.— ¡Amada mía! Desde el principio Enrique V no paraba de mirarte una y otra vez, incluso delante de su esposa la reina Susan Báthory no lo disimuló. Thomas le contestó con una voz casi quebrantada.—No te preocupes mi amor, también me di cuenta de las insinuaciones del rey, sin embargo no lo tomé en cuenta.— ¡TE AMO THOMAS!, siempre tuya. —Le dijo Elizabeth dándole un beso en los labios.Los dos tomaron el mismo carruaje que habían viajado al castillo, la noche era un tanto rara, el frio se hizo intenso y una ventisca se hizo presente en
Alejandría, imperio egipcioAlejandría una de las gloriosas ciudades del imperio egipcio, donde se construyeron grandes templos en todo el país. Las reinas egipcias en tiempos antiguos eran muy poderosas; tanto que una de ellas, se convirtió en faraona a sí misma. De igual manera, se comercializaban las más hermosas telas de seda, lino fino y una variedad de joyas. Los vasallos del rey comprarían todo lo necesario para llevar de regreso al castillo.Castillo Leeds, Londres InglaterraEllos acabando de cumplir con la encomienda del rey, regresaron al castillo trayendo un cargamento lleno de lujosas prendas de vestir, joyas, telas de todo tipo y muchos otros utensilios de oro y plata.Los guardias reales recibieron toda la mercadería para guardarlas en las bodegas del castillo, sir Francis West quien era el encargado de supervisar; separó los vestidos, las joyas
La pareja regresó a la cabaña luego de su entrega de amor, ambos estaban muy felices, sus sonrisas en sus rostros lo expresaban todo. Una pregunta muy curiosa haría Elizabeth a Thomas:— ¡Amor mío!, nunca te lo había dicho, ¿Quién te dio ese anillo que portas en tu mano izquierda?, —le preguntó con curiosidad.Él le respondió:—Es un antiguo anillo que heredé de mis ancestros tiene más de 1.000 años, parece que posee una fuerza sobrenatural. Eso me di cuenta cuando golpeé a los cuatro hombres que intentaron hacernos daño aquel día que regresamos de Londres.— ¡Muéstrame con más detalle aquel anillo!Thomas sacó el anillo para dárselo a Elizabeth, ella acercó su mirada para observarlo más detenidamente. Había dos figuras muy extrañas; un hombre con
Castillo Leeds, Londres InglaterraSir Francis West y los guardias llegaron al castillo después de asesinar inesperadamente a un sacerdote, fallando con la encomienda del rey Enrique V para quitar la vida a Elizabeth.Los tres hombres entraron por la sala dirigiéndose al trono del rey, él se hallaba sentado con sus vestiduras reales con una copa de vino en su mano.— ¿Cumplieron con la encomienda? —Dijo el rey poniendo su mano en la quijada.Un silencio por varios minutos lo delataba todo. Enrique V sospechó que no habían asesinado a Elizabeth.— Sir Francis, ¿la asesinaron o algo pasó que sigue con vida?, —el tono de la voz del rey se puso enérgica.Él con la cabeza mirando al piso respondió:— ¡Hemos fallado mi rey, Elizabeth se escapó!El semblante del rey palideció al escuchar una r
La guerra se extendió en el campo de batalla, los ingleses e irlandeses avanzaron hasta las fronteras de Edimburgo, donde la reina María I se encontraba refugiada en su castillo.Los nobles escoceses no podían dejar sola a la reina y llamando a los franceses, acudieron en su ayuda a cambio que la hija de María I se desposara con el hijo de Francisco II, rey de Francia.En esos momentos de desesperación María cedió a las peticiones del rey de Francia, hasta que llegue la caballería francesa en su ayuda, tuvieron que aguantar dos días los fuertes ataques de los arqueros y guerreros ingleses.La angustia se vivía dentro de las murallas del castillo, los súbditos de la reina gritaban:— ¡Vienen los ingleses!, ¡Vienen los ingleses!— ¡Huid por su vida!, ¡Proteged a los niños, mujeres y ancianos!La puerta principal era golpeada
Castillo de Warwick, Inglaterra Desde uno de los más elegantes castillos del norte de Inglaterra, Warwick conocido por ser la más poderosa fortificación en la época cuando estalló la “Guerra de los Cien Años”, y por ser una verdadera joya de la arquitectura militar del siglo XIV, residía el vampiro Voldemort como uno de los principales nobles de la corte real.Es un cruel vampiro perteneciente a la alta nobleza inglesa, con una hermosura angelical pero a la vez de rostro altivo, es alto, de ojos verdes, cabello rubio y viste siempre de negro.Es un don juan por excelencia conquistando a doncellas para convertirlas luego en sus concubinas, nadie sabe su secreto excepto un anciano hechicero quien inventó una fórmula para que Voldemort pudiera caminar bajo la luz del sol.No existía mujer alguna que pudiese resistir a sus encantos, sobre todo su misteriosa fue
—Son buenas sus intenciones lord Voldemort, le soy sincera no me interesa por ahora desposarme con nadie.Al oír la respuesta negativa el vampiro se sintió humillado, jamás en la vida de no-muerto le habían rechazado de esa manera. Siempre fue arrogante, vanidoso y orgulloso de sí mismo, no podía tolerar semejante desplante.Desde el día de hoy Elisa se convertiría en su obsesión, trataría constantemente de cortejarla hasta hacerla suya.Pueblo de Kinsale, reinado de IrlandaThomas al recaudar suficiente monedas de oro por la venta de sus tierras, contrató varios aldeanos para que fueran a buscar a Elizabeth. Todos serían distribuidos por las poblaciones aledañas, él iría con los escuderos enviados por los nobles del rey Edward Bruce a las fronteras de Gales e Inglaterra, si fuera necesario pasarían al territorio de