Alejandría, imperio egipcio
Alejandría una de las gloriosas ciudades del imperio egipcio, donde se construyeron grandes templos en todo el país. Las reinas egipcias en tiempos antiguos eran muy poderosas; tanto que una de ellas, se convirtió en faraona a sí misma. De igual manera, se comercializaban las más hermosas telas de seda, lino fino y una variedad de joyas. Los vasallos del rey comprarían todo lo necesario para llevar de regreso al castillo.
Castillo Leeds, Londres Inglaterra
Ellos acabando de cumplir con la encomienda del rey, regresaron al castillo trayendo un cargamento lleno de lujosas prendas de vestir, joyas, telas de todo tipo y muchos otros utensilios de oro y plata.
Los guardias reales recibieron toda la mercadería para guardarlas en las bodegas del castillo, sir Francis West quien era el encargado de supervisar; separó los vestidos, las joyas y telas de lino fino trayéndolas a Enrique V para que preparase esta gran sorpresa a Elizabeth.
—Rey Enrique V, ha llegado todas las cosas que encargó a los súbditos, todo está en orden. —Dijo sir Francis West.
— ¡Quiero verlo todo detenidamente!, —le contestó el rey.
Cuando abrieron los cofres, ahí se encontraban una variedad de telas de lino fino de todos colores y hechas mediante tejido plano, utilizando hilos con alto grado de retorcimiento, lo que la proporcionaba una superficie de aspecto arrugado. Fina, ligera, elástica y algo traslúcida. Había también joyas, aretes, pulseras, anillos, collares, piedras brillantes y metales preciosos. Finalmente lujosos vestidos blancos-cafés, túnicas y sandalias hechas de cuero.
—Con todo este lujo seguramente la conquistaré. —dijo el rey con plena confianza.
—Si mi rey, ella caerá y seguramente terminará la relación con su prometido. —Se reía irónicamente sir Francis West.
Era la hora de cenar, Elizabeth, sus padres y Thomas fueron llamados por sir Francis West para comer junto al rey el banquete que había preparado. Todos se dirigieron a la mesa real esperando por la llegada de Enrique V y su esposa.
Cuando el rey hizo su presencia acompañado de su consorte, todos se pusieron de pie haciéndoles un gesto de reverencia. El rey con su aparente humildad pronunció estas palabras:
— ¡Soy yo quien debería tener reverencia por ustedes mis queridos! tomad asiento y sírvanse lo que deseen.
Los padres de Elizabeth se admiraban por la aparente sencillez del rey y su gentil cortesía. Ellos sabían que era un tirano habiendo conquistado los reinos de Irlanda y Gales con puño de hierro. No entendían que todas estas especiales atenciones que el rey les brindaba, lo hacía por ganar la atención su hija. Solo Thomas era el único que tenía ciertas sospechas de sus malas intenciones, pero no podía decir nada ya que le había salvado la vida.
Una vez que todos terminaron de servirse el banquete, Enrique V mandó llamar a sus súbditos para que trajeran los grandes cofres, cuando abrieron vieron admirados las hermosas telas, joyas y vestidos traídos de Egipto.
Enrique V en su astucia obsequió a su esposa collares, joyas de oro, vestidos dignos de una reina y telas de colores brillantes. Esto lo hacía para que su consorte ni ninguna otra persona, no se diesen cuenta que todas estas maravillas traídas de Egipto, habían sido por causa de Elizabeth.
Luego sir Francis West, regaló varios utensilios de oro y plata a los padres de Elizabeth causándoles mucho agrado.
— ¡Tomad estos presentes!
—Es muy gentil de su parte sir Francis West. —Le contestaron.
—No me lo agradezcan a mí sino a nuestro rey, que se lleve todos los créditos.
Ellos dieron las gracias al rey por las dádivas que seguían recibiendo de su parte, ahora era el turno de obsequiar lo mejor de lo mejor a Elizabeth. Sir Francis West mandó a traer otro baúl que era distinto a los demás, siendo hecho de oro puro sorprendieron a los presentes.
Una vez que los súbitos lo abrieron, sacaron un collar egipcio compuesto por dos cierres planos y semicirculares que formaban una media luna de gran tamaño. La trama constituida por una red de múltiples perlas coloreadas en fayenza, piedra dura y metal precioso.
Ellos entregaron al rey para que este llamase a Elizabeth y delante de todos le permitiera colocar en su cuello.
— ¡Mi apreciada Elizabeth!, recibe de mi parte este regalo como mi más grande muestra de humildad y admiración por tu belleza y pureza de corazón.
—Rey Enrique V, agradezco su generosidad pero será mejor que entregue este collar a la reina Susan Báthory, su esposa. —Le respondió Elizabeth.
Enrique V al sentirse ofendido por tal inesperada respuesta, tuvo que aguantarse en silencio y colocar el collar en el cuello de su consorte.
Thomas miraba con cierta burla el desprecio que su amada Elizabeth había hecho al rey.
Era de noche y todos se retiraron a sus habitaciones, el molesto rey no pudo dormir pensando en la humillación que había recibido delante de todos, en sus adentros pensaba:
“Yo siendo el rey soberano de Inglaterra, Gales e Irlanda teniendo todo el poder en mis manos, vestido de las más lujosas telas, las mejores joyas, los más excelentes banquetes, comandando a un enorme ejército de cientos de miles de hombres, viviendo en este majestuoso castillo y haber llevado a mis aposentos a las más hermosas doncellas. ¡He sido rechazado por un simple campesina!”
“¡No es posible!, ¡No es posible!”, exclamaba el rey.
La obsesión de Enrique V iba creciendo cada día y seguiría intentando una vez más obsequiar un nuevo presente a Elizabeth. A la mañana siguiente, mandaría llamar a sus padres para que recibieran un precioso vestido y entregasen a su hija.
—Queridos míos y padres de vuestra adoraba Elizabeth, reciban este nuevo regalo de mi parte y entréguenle a ella, dos veces me ha rechazado sin razón alguna y es por eso que a través de ustedes, acepte este precioso vestido y antes de partir a Irlanda, quiero verla puesto. —Con suplicante voz les decía el rey.
— ¡Disculpad rey Enrique V por los desplantes de nuestra hija!, hablaremos con ella para que reciba este hermoso vestido y se lo coloque. —Le contestaron consternados los padres.
Llevándole el vestido a Elizabeth, le suplicaron que se lo pusiera por amor a ellos, mas no quiso hacerlo. Sabía de las malas intenciones del rey y aunque le trajera todo el oro del mundo, no aceptaría. Thomas apoyó a su amada diciéndole que era mejor no aceptar nada de lo que este rey trataba de regalarle.
Llegó el día de regresar a Irlanda, todos estaban listos para abandonar el castillo sin antes agradecer de todo corazón por toda la ayuda, apoyo y dádivas que el rey les había brindado.
Enrique V buscaba a Elizabeth para ver si se había puesto el vestido, para su desconsuelo no lo se lo puso. Ella solamente se despidió dándole las gracias por haberle salvado la vida.
Su madre al despedirse del rey le invitaría a la boda de su hija, esta noticia lo irritó cambiando su comportamiento radicalmente sin despedirse de ella.
Finalmente todos se treparon al carruaje de regreso a su querida Irlanda para continuar con su vida normal en el campo, también para organizar los preparativos de la boda entre Elizabeth y Tomas Carver.
Enrique V llamó a sir Francis West con una indignación jamás expresadas.
— ¡Me rechazó por tercera vez y encima de todo va a contraer nupcias con ese vulgar campesino!
— ¿Qué piensa hacer ahora mi rey? —Le dijo sir Francis West.
— ¡Quitarle la vida, si no es mía no será de nadie! —Es mi solución le contestó el rey…
Sir Francis West no tardaría en cumplir sus órdenes y junto con uno de los guardias reales, viajarían al reinado de Irlanda para cumplir con el macabro plan.
Pueblo de Kinsale, reinado de Irlanda
—Hemos llegado amor mío, al fin estamos en nuestro hogar. —Le dijo Elizabeth a Thomas.
—Es lo que más quería después de muchos problemas amada mía. —Estas palabras le decía mientras daba un suspiro.
— ¡Thomas!, vamos al campo que deseo estar a solas contigo.
La pareja de amantes se dirigió a lo profundo del campo para entregarse por completo. Elizabeth deseaba entregar su virginidad a Thomas antes que el destino los quisiera volver a separar. No le importaba si antes de desposarse se entregara en cuerpo y alma al amor de su vida.
Elizabeth cogiendo las manos de Thomas le declaró todo su amor:
—Quiero besarte mi amor y que descubras lo que esconde mi alma, que mis labios, mis caricias y mi amor sean la demostración de lo que siento por ti, porque mis palabras no alcanzan a expresar todo lo que provocas en mí.
Los dos se veían tímidos y con su mirada sobre ella Thomas la besó, movió su cabeza y mordió sus labios, se detuvieron y se rieron mientras Elizabeth jugaba con los cabellos de él.
—Estoy profundamente enamorado de ti —le decía Thomas mientras la seguía besando.
—A mi lado jamás te traicionaré o escogeré a otra mujer que no seas tú, amada mía, quiero protegerte, cuidar de ti, rodearte de mis caricias para que confíes siempre en mí.
-¿Siempre lo harás? —Le respondió ella con su dulce voz.
-Por toda la eternidad, deseo hacerte la reina de mi vida, eres mi gran tesoro Elizabeth, me costó demasiado tiempo hallarte, no todos descubren a su complemento de forma rápida.
Ella entrelazando sus dedos con él le dijo:
— ¿Estarías dispuesto a dar todo por mí?
—Doy todo, hago todo, paso cualquier prueba que la creación quiera ponerme, haré lo que tú digas Elizabeth para demostrarte lo mucho que te amo, porque sé que somos llamas gemelas y estamos destinados a estar juntas.
La hermosa doncella suspirando profundamente le respondió:
— ¡Promételo por la Eternidad!
—Hasta el fin de los tiempos y más allá. Quiero acariciar cada rincón de tu ser y que formemos en solo corazón, que la creación sienta envidia de nuestro amor. —Le dijo Thomas estas palabras de todo corazón.
Tomándola de los brazos la besó hasta que la recostó en las hierbas recorriendo los labios por su piel, en lo que se escuchaban más de un suspiro. El momento estaba listo para que estos seres se unan en el amor, ambos se entregaron bajo un hermoso cielo con el sol en todo su esplendor.
La pareja regresó a la cabaña luego de su entrega de amor, ambos estaban muy felices, sus sonrisas en sus rostros lo expresaban todo. Una pregunta muy curiosa haría Elizabeth a Thomas:— ¡Amor mío!, nunca te lo había dicho, ¿Quién te dio ese anillo que portas en tu mano izquierda?, —le preguntó con curiosidad.Él le respondió:—Es un antiguo anillo que heredé de mis ancestros tiene más de 1.000 años, parece que posee una fuerza sobrenatural. Eso me di cuenta cuando golpeé a los cuatro hombres que intentaron hacernos daño aquel día que regresamos de Londres.— ¡Muéstrame con más detalle aquel anillo!Thomas sacó el anillo para dárselo a Elizabeth, ella acercó su mirada para observarlo más detenidamente. Había dos figuras muy extrañas; un hombre con
Castillo Leeds, Londres InglaterraSir Francis West y los guardias llegaron al castillo después de asesinar inesperadamente a un sacerdote, fallando con la encomienda del rey Enrique V para quitar la vida a Elizabeth.Los tres hombres entraron por la sala dirigiéndose al trono del rey, él se hallaba sentado con sus vestiduras reales con una copa de vino en su mano.— ¿Cumplieron con la encomienda? —Dijo el rey poniendo su mano en la quijada.Un silencio por varios minutos lo delataba todo. Enrique V sospechó que no habían asesinado a Elizabeth.— Sir Francis, ¿la asesinaron o algo pasó que sigue con vida?, —el tono de la voz del rey se puso enérgica.Él con la cabeza mirando al piso respondió:— ¡Hemos fallado mi rey, Elizabeth se escapó!El semblante del rey palideció al escuchar una r
La guerra se extendió en el campo de batalla, los ingleses e irlandeses avanzaron hasta las fronteras de Edimburgo, donde la reina María I se encontraba refugiada en su castillo.Los nobles escoceses no podían dejar sola a la reina y llamando a los franceses, acudieron en su ayuda a cambio que la hija de María I se desposara con el hijo de Francisco II, rey de Francia.En esos momentos de desesperación María cedió a las peticiones del rey de Francia, hasta que llegue la caballería francesa en su ayuda, tuvieron que aguantar dos días los fuertes ataques de los arqueros y guerreros ingleses.La angustia se vivía dentro de las murallas del castillo, los súbditos de la reina gritaban:— ¡Vienen los ingleses!, ¡Vienen los ingleses!— ¡Huid por su vida!, ¡Proteged a los niños, mujeres y ancianos!La puerta principal era golpeada
Castillo de Warwick, Inglaterra Desde uno de los más elegantes castillos del norte de Inglaterra, Warwick conocido por ser la más poderosa fortificación en la época cuando estalló la “Guerra de los Cien Años”, y por ser una verdadera joya de la arquitectura militar del siglo XIV, residía el vampiro Voldemort como uno de los principales nobles de la corte real.Es un cruel vampiro perteneciente a la alta nobleza inglesa, con una hermosura angelical pero a la vez de rostro altivo, es alto, de ojos verdes, cabello rubio y viste siempre de negro.Es un don juan por excelencia conquistando a doncellas para convertirlas luego en sus concubinas, nadie sabe su secreto excepto un anciano hechicero quien inventó una fórmula para que Voldemort pudiera caminar bajo la luz del sol.No existía mujer alguna que pudiese resistir a sus encantos, sobre todo su misteriosa fue
—Son buenas sus intenciones lord Voldemort, le soy sincera no me interesa por ahora desposarme con nadie.Al oír la respuesta negativa el vampiro se sintió humillado, jamás en la vida de no-muerto le habían rechazado de esa manera. Siempre fue arrogante, vanidoso y orgulloso de sí mismo, no podía tolerar semejante desplante.Desde el día de hoy Elisa se convertiría en su obsesión, trataría constantemente de cortejarla hasta hacerla suya.Pueblo de Kinsale, reinado de IrlandaThomas al recaudar suficiente monedas de oro por la venta de sus tierras, contrató varios aldeanos para que fueran a buscar a Elizabeth. Todos serían distribuidos por las poblaciones aledañas, él iría con los escuderos enviados por los nobles del rey Edward Bruce a las fronteras de Gales e Inglaterra, si fuera necesario pasarían al territorio de
El rey Enrique V había llegado, los escuderos y guardias del castillo lo recibieron con todos los honores de un emperador. La altivez del rey fue evidente, sir Francis West a su derecha y su esposa la reina consorte Susan Báthory a su izquierda. Su comitiva iba unos pasos tras ellos.La cena daría comienzo una vez que Enrique V tomó el asiento principal de la mesa, no muy lejos de él se encontraba Thomas Carver que venía acompañando a la princesa Elisa y al rey Edward Bruce.Voldemort al percatarse de la compañía (Thomas) inesperada de Elisa, esperaría hasta que terminase la cena para acercarse preguntando por el sujeto extraño que la acompañaba.El rey Enrique V reconoció a Thomas Carver, no podía creer que siguiese vivo si le mandó al primer frente de batalla contra los escoceses, con un gesto de indignación regreso a ver a sir Francis West para susu
Bosque Warwickshire Inglaterra, residencia de VoldemortVoldemort después de quedar humillado al no poder una vez más tener en sus brazos a la princesa Elisa, volvió a su residencia. Con el orgullo pisoteado se sentó en la sala meditando por unos instantes, luego llamó a dos de sus concubinas teniendo sexo toda la noche. El salvajismo del vampiro se sintió en las vampiresas, nunca antes las había tratado de esa manera.Al siguiente día fue a la cueva ubicada cerca del monte para dialogar con el anciano hechicero.— ¡Hemos fracasado Joan! —dijo disgustado.—Lord Voldemort, ¡no entiendo que sucedió si todo marchaba a la perfección! —respondió.— ¡Fue culpa de un miserable mortal que acompañaba a la princesa Elisa!, —la voz de Voldemort era irritable.— Además está enamorada de &e
El Cardenal Filippo después de tomar un descanso por el largo viaje, inició las investigaciones. Los obispos iban casa por casa por todo el pueblo de Kinsale buscando una señal del demonio en la piel de las inocentes doncellas.Cada una de ellas se desnudaba a la mirada de los depravados obispos, Juan de Acevedo fue el encargado de revisarlas minuciosamente. Sus manos tocaban las partes íntimas con cierto morbo, los ojos del depravado inquisidor estaban fijos en los bustos especialmente si eran enormes.Al no encontrar señal alguna de brujería en ninguna de las doncellas, procedió a confiscar todos los libros de estudio. Si se encontraba un escrito sospechoso de hechicería, enseguida serían llevados a los cuartos de tortura donde esperaban varias técnicas de martirio para los culpables.El temor crecía por todo el pueblo, nadie salía de sus hogares manteniendo velas encendidas re