ELIZABETH ESCAPA DEL REY

La pareja regresó a la cabaña luego de su entrega de amor, ambos estaban muy felices, sus sonrisas en sus rostros lo expresaban todo. Una pregunta muy curiosa haría Elizabeth a Thomas:

— ¡Amor mío!, nunca te lo había dicho, ¿Quién te dio ese anillo que portas en tu mano izquierda?, —le preguntó con curiosidad.

Él le respondió:

—Es un antiguo anillo que heredé de mis ancestros tiene más de 1.000 años, parece que posee una fuerza sobrenatural. Eso me di cuenta cuando golpeé a los cuatro hombres que intentaron hacernos daño aquel día que regresamos de Londres.

— ¡Muéstrame con más detalle aquel anillo!

Thomas sacó el anillo para dárselo a Elizabeth, ella acercó su mirada para observarlo más detenidamente. Había dos figuras muy extrañas; un hombre con colmillos pisaba la cabeza de una bestia de cabellos muy largos. A sus alrededores había pequeñas piedras preciosas de varios colores y unas extrañas palabras en idioma desconocido.

— ¡Es muy extraño ese anillo que has heredado de tus ancestros!

— ¡Lo sé mi amor!, pero lo conservo como una reliquia ancestral.

Elizabeth devolvió el anillo, Thomas se puso nuevamente en el dedo anular de su mano izquierda, luego de hacerlo una extraña sensación sintió pero no tomó en cuenta.

Ciudad de Camulodunum, Inglaterra

Desde un lugar no muy lejano de Londres llamado “Camulodunum”, alguien percibió el poder del anillo. Se puso en alerta y haciendo uso de sus poderes arcanos decidió prontamente despertar a su hermano.

Este ser era “Lestast” un legendario vampiro inmortal, tiene una hermosa melena plateada que le llega hasta los hombros. Unos labios exquisitamente perfilados y unos ojos de color verdes con tendencias al violeta. Es fuerte y musculoso vistiendo con ropajes color gris y negro.

Es un aristócrata proveniente de Francia de unos 900 años de antigüedad. Tiene un hermano llamado “Ankor” pero que es de otra naturaleza, es un licántropo. Ambos a pesar de pertenecer a dos razas distintas, se ayudan mutuamente especialmente para combatir a los clanes de su más grande enemigo, “Melión” amo y señor de los todos los licántropos.

Hace 200 años atrás tuvieron su última batalla, esta fue muy agotadora quedando sin vencedor. Lestast y su hermano Ankor no pudieron derrotarlo, a ellos les hacía falta el anillo con el cual Saulot venció a “Therion” el padre de Melión hace ocho siglos atrás.

Lestast moraba en lo profundo de los bosques de Camulodunum, justo al final de un camino empedrado subiendo hasta la cima de la montaña, nadie iba más allá, en ese sitio nada entraba porque era tenebroso y sucedían cosas muy extrañas.

Cualquiera al caminar por allá, sentía claramente sus pisadas aplastar hojas secas que habían por el sendero, escuchando el aullido de lobos y la luna por lo general se la veía completamente llena, era un espectáculo ver y sentir aquella experiencia.

Un castillo tétrico y oscuro se hallaba al final del camino, había una puerta inmensa con un león grande en medio de ella, todas las noches una silueta asomaba por el tercer piso del castillo, era un ser con vestimentas negras y con capucha oscura, al momento de sacarse la capucha y de alumbrar su rostro con el resplandor de la luna, era Lestast el solitario que era amo y señor de todo ese inmenso territorio.

Docenas de vampiros custodiaban toda el área para no dejar entrar a ningún mortal y vigilar a los temibles licántropos a que no traspasasen el límite. Lestast era su caudillo, todos le debían reverencia por ser el más antiguo entre ellos y por haber sido la mano derecha del legendario vampiro Saulot.

Un monumento se hallaba en las afueras del castillo en honor a su nombre y las grandes proezas que hizo en el pasado, especialmente por haber destruido a la amenaza más grande de todos los vampiros, el abominable rey de los licántropos Therion.

Ciudad de París, reinado de Francia

París la hermosa y refinada capital del reinado de Francia, siendo una de las ciudades más importantes de Europa, en concreto la segunda más habitada después de Constantinopla.

Enrique IV de Francia sube al trono y comienza una época de reconstrucción de la ciudad y del florecimiento de la cultura, pues aparecen personajes tan importantes como Voltaire. Luis XIV fue el sucesor de Enrique IV, y una de sus obras más notables fue la construcción del Palacio de Versalles, su residencia magnánima.

Es también la edad de oro de una raza desconocida para la mayoría de los franceses, a excepción de unos pocos pueblos que esparcían leyendas de feroces bestias en forma humana, que frecuentaban en las afueras de París.

Estos seres eran conocidos como licántropos, mitad hombre-mitad lobo poseyendo una fuerza extraordinaria. Fueron creados por los vampiros de la primera edad debido a una cruenta lucha entre clanes por el dominio del poder. Durante mucho tiempo fueron sometidos cruelmente por sus creadores hasta que ocurrió una rebelión independizándose de forma definitiva. Durante siglos han gobernado toda Francia en el inframundo, expulsando a los vampiros en grandes batallas campales se apoderaron de todo el territorio. Aquí era la morada del señor de los licántropos, Melión el hijo legítimo del rey Therion, quien pereció en una legendaria batalla contra Saulot el más sabio y poderoso de los vampiros.

Melión tiene una apariencia física espantosa, de una altura sobrepasando los dos metros, un gran hocico con unos amenazantes colmillos y unas enormes pupilas. Su cola era más larga que los licántropos ordinarios y su pelaje color castaño oscuro.

Es el caudillo de un sin número de hombres lobo y se encuentra rearmando su ejército, para hacer frente una vez más a su más implacable enemigo, el vampiro Lestast.

Durante décadas ha estado planificando la manera de deshacerse de una vez por todas de él, temiendo constantemente que Lestast encontrase al portador del poderoso anillo de Saulot, con el cual había derrotado a su padre.

Pronto estos dos adversarios se volverían a ver cara a cara después del último enfrentamiento que tuvieron hace 200 años atrás, donde no hubo un claro ganador.

Pueblo de Kinsale, reinado de Irlanda

Sir Francis West con dos de los guardias reales llegaron al pueblo de Kinsale, a las cercanías de la vivienda de Elizabeth y sus padres. Esperaban el momento oportuno para atraparla y llevarla a un lugar desconocido con el único propósito de asesinarla.

Los malhechores espiaban sigilosamente la salida de Elizabeth para seguir sus pasos. Era temprano hasta que ella salió por la puerta de su casa, ellos apresurados no tardaron en perseguirla.

Elizabeth como era costumbre se dirigió a lo profundo del campo para cantar a la naturaleza, se sentía tan feliz por el gran amor que tenía a Thomas y sus padres que su canto fue como el de un querubín.

Sir Francis West escuchando la voz de la dama de rojo, se quedó por unos instantes contemplándola desde lejos, sin embargo uno de los guardias reales del rey lo reprendió:

—Lord Francis, ¡que espera para traspasar con su espada a la mujer vestida de rojo!, el rey dio órdenes explícitas de acabar con ella.

— ¡Esperad por unos momentos!, —le dijo mientras contemplaba por última vez la hermosura de Elizabeth.

Sir Francis West después de aquellos minutos de contemplación, sacó su espada y señalándoles con los dedos a los guardias avanzaron.

Cuando Elizabeth se percató que alguien se acercaba, dio la vuelta para ver quién (es) era (n), sorprendida vio a sir Francis West con dos escoltas vestidos con unas vestiduras oscuras y encapuchados.

— ¡Sir Francis West!, ¿Qué hace aquí con esos dos hombres y una espada en sus manos?, Ella le preguntó con angustia y mucho miedo.

—Has rechazado al rey una y otra vez, este es el precio que deberás pagar, ¡la muerte! Su cara reflejaba maldad.

— ¡Póngase de rodillas Elizabeth, despídase de sus padres y del vulgar campesino a quien usted ha cambiado por el rey!

Ella con muchas lágrimas cerró los ojos recordando los momentos más hermosos que vivió con su familia, en la naturaleza y especialmente con su amado Thomas. Imágenes venían en su mente desde que fue pequeña hasta su entrega de amor.

Los verdugos estaban listos para decapitarla, sir Francis West dio la orden para ejecutarla.

— ¡Mátenla! —Dijo con voz de autoridad.

Repentinamente un sacerdote apareció, este era aquel siervo de Dios que seguía silenciosamente a Elizabeth cuando se dirigía al campo, se abalanzó sobre los guardias reales quitándoles las espadas para arrojarlas a unos metros.

— ¡Huye Elizabeth!, ¡huye Elizabeth!, le gritaba desesperadamente el sacerdote.

Sir Francis West al verse sorprendido por la aparición del sacerdote, Elizabeth aprovechó esos momentos para salir huyendo despavorida, mientras se alejaba de sus verdugos ellos quitaron la vida al sacerdote.

— ¡No! Gritó uno de los guardias al verse manchado sus manos de sangre de un siervo de Dios.

El otro guardia con la voz temblorosa le preguntó a Sir Francis West:

— ¿Qué haremos ahora mi lord?, si el rey se entera seguramente nos decapitará.

Él se quedó pensando por unos momentos hasta que decidió expresarle la verdad al rey, no podía ocultarle que Elizabeth se había escapado…

Continuará………………….

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