LA OBSESIÓN DEL REY

Castillo de Ashford, reinado de Irland

El castillo de Ashford, resguardado por los exuberantes bosques del condado de Mayo en Irlanda, y rodeado de un entorno natural privilegiado con sus prados verdes, se alza este imponente castillo. Ubicado a orillas del apacible lago Corrib.

La princesa Elisa, elegante, suave de un carácter gentil. Tenía un rostro muy sublime y largos cabellos que parecían un río dorado. Alta y esbelta era ella, su túnica celeste ceñida de zafiro; siendo fuerte y vigorosa, templada como el acero, verdadera hija de virtuosos reyes y nobleza firme.

Su padre era el magnánimo rey de Irlanda Edward Bruce, el único soberano que era apreciado por el tirano Enrique V, debido a su sabiduría y manso de carácter. Él amaba mucho a su hija debido a su excelente comportamiento y su erudición de aprender nuevas ciencias, esto era debido a que era la época gloriosa del Renacimiento, que se caracterizaba por el rechazo de muchos de los principios del conocimiento medieval y por la admiración de la antigüedad grecorromana. Pretendía recuperar el saber clásico, en que buscaba una nueva escala de valores para el individuo.

Elisa además de su profunda dedicación a los estudios, donaba pequeñas tierras a algunos campesinos y con otros buscaba la manera de ayudarlos comprando sus productos. Uno de ellos fue Thomas Carver el prometido de Elizabeth Barton, ambos se conocieron cuando la princesa fue a unos de los pueblos pequeños de Irlanda, específicamente a Kinsale.

Una armoniosa amistad comenzó y Elisa viendo la nobleza, honradez y simpleza de Thomas, paulatinamente se iba enamorando de él.

Paralelamente sir Francis West pasaba por aquel pueblo, debido a los muchos rumores que se escuchaban de una doncella hija de humildes campesinos que era conocida como “la dama de rojo”, quien poseía una belleza extraordinaria y además un estilo de vida ejemplar. Francis haría las investigaciones para dar con la doncella y así lo hizo, él llegaría al hogar de los padres de ella para hacerles una invitación al castillo donde el rey Enrique V, les tenía preparado una suculenta cena como estrategia.

Los padres sin duda alguna aceptarían la invitación y esperaban que Elizabeth llegase a la cabaña, por lo cual llegaría en esos momentos. El sir al verla entrar por la puerta, se quedaría impactado al mirar la hermosura de su rostro.

—¡Mi lady!, en verdad su belleza descrita por los pueblerinos ha sido cierta —dijo el sir con una obscena mirada.

—¿Quién es usted elegante señor? —Le preguntó Elizabeth un poco asombrada.

—Soy sir Francis West enviado del rey Enrique V, para invitar a su familia a una cena real en el castillo del rey.

Elizabeth bastante sorprendida le contestó:

—¿Qué ha visto de bueno el rey aquí, si él todo lo tiene en su imponente castillo?

—Es un acto de benevolencia que el rey ha decidido invitar a todas las familias de los pequeños pueblos de Irlanda.

Los padres y Elizabeth ingenuamente aceptaron la invitación y cayeron bajo el engaño del lujurioso sir. 

Elizabeth fue enseguida a decirle la buena noticia a su gran amor Thomas para que los acompañase también, él sin duda alguna iría a la gran cena en el castillo del rey.

Castillo Leeds, Londres Inglaterra

Sir Francis West llegaría con la buena noticia al rey, sonriendo sarcásticamente lo felicitó.

—Jaja, jaja, jaja, me alegro mucho Francis que aquella doncella haya caído en el engaño. Eres muy ingenioso, por eso te daré el título de duque, seréis llamado “el duque Francis de Leeds”.

—¡Gracias mi rey por su inmensa bondad! —los ojos de Francis brillaban intensamente ante tal sorpresa.

  Llegó el día y los invitados llegaron poco a poco de todos los pueblos del reinado de Irlanda. Cientos de vasallos y campesinos se hicieron presente en el gran salón, los lacayos del castillo hacían pasar a los invitados a que se sentaren y esperaren al rey para que se sirvieran los deliciosos banquetes y mejores licores y que bebiesen lo que quisieran.

Entre una de las mesas se encontraba Elizabeth, sus padres y su prometido Thomas, el rey se haría presente y después de unas palabras de bienvenida y agradecimiento, invitó a que se sirvieran el banquete.

—Sean bienvenidos a mi humilde morada mis queridos invitados, sírvanse todo lo que deseen. ¡Es cortesía de la Corona Inglesa!. —Dijo el rey a todos los comensales.

De lejos Sir Francis West, observaba a Elizabeth y al llamado de rey hizo que se sentaran en la mesa principal. Ellos fueron a la mesa y compartieron la velada con él y su esposa.

Enrique V constantemente dirigía la mirada a Elizabeth y la sonreía una y otra vez, ella se mantenía seria y al pasar unos instantes el rey habló:

—¡Nunca he visto a una mujer tan hermosa como usted mi lady!

—¡Muchas gracias! —dijo Elizabeth algo apesadumbrada, acongojada y tímida.

Era tarde y todos los invitados regresarían a sus hogares a la lejana Irlanda, más el rey invitaría a Elizabeth y sus padres a que se quedasen en el castillo por esa noche. Ellos aceptaron la invitación aunque Elizabeth estaba algo dudosa, pero la compañía de su prometido Thomas la tranquilizaba.

Sir Francis West llevaría a los invitados a una de las habitaciones principales de lujo, sin embargo a Thomas no lo quería hacer pasar con el pretexto que solo la familia de sangre podía quedarse a dormir.

Thomas se molestó y al sentirse impotente salió del castillo para ir de regreso a su pueblo, sorprendentemente Elizabeth fue tras él para seguirlo y acompañarlo, ella no quería dejarlo solo. Sir Francis y el rey Enrique salieron para hacerla volver pero ella se resistió.

Ellos dos emprendieron su viaje de regreso mientras los padres se quedaron en el castillo hasta al día siguiente, pidiendo perdón al rey por el comportamiento inmaduro y poco cortés de su hija.

Cuando todos se fueron a dormir, Francis fue llamado por el rey para hablar del asunto.

—¡Nunca antes una mujer la había hecho semejante desplante mi rey!

Pasando y frotando las manos por la mejilla, Enrique V le contestó:

—No te preocupes Francis, tarde o temprano ella caerá como las demás, ¡sea a la fuerza o por su libre voluntad, será mía!... Pero no cabe duda que ella es la más hermosa de todas las que he conocido.

Enrique V empezaría por todos los medios llegar a la vida de Elizabeth; sea con regalos, presentes, tratando bien a sus padres y otras cosas más. Pero también quería apartar a Thomas su prometido para que quedase libre su camino. Para el rey sería una tarea fácil, bastaba una sola palabra para aniquilar a un campesino dueño de pequeñas tierras en uno de los pueblos del reinado de Irlanda.

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