Siguiendo su orden lo hago mientras la sigo atentamente con mis ojos tratando de prveeer sus movimientos, cosa que me resulta imposible gracias a que no demuestra mucho y realmente no sé qué es lo que va a hacer. Con lentitud se hace a mi espalda subiéndose en la cama y con cuidado empieza a revolver mi cabello negro y rizado que cae como una cascada briosa por mi espalda, se toma un buen tiempo mientras con sus manos se van paseando por mi cabeza; en primera instancia no comprendo que hace, cual es el objetivo de esto pero, de repente, una idea de lo que puede ser me ataca haciendo que empuñe mis manos con indignación pues lo que está haciendo no es más que buscar cualquier tipo de insectos que pueda resguardar, con dolor y rabia bajo mi vista ante este trato tan descortés que me hace sentir como una animal que es preparado para convivir con su amo. Al no encontrar nada en mi cabello se levanta para pararse frente de mí y con delicadeza alzar mi rostro para dejarlo alto y a su vista, sus manos se mueve y abren mis ojos examinándolos, luego me hacen abrir la boca mientras sus ojos ven a detalla mis dientes, mi lengua y paladar; al pasar también esa revisión la doctora se separa de mí y me detalla un momento.
— Quítate la ropa — aquella orden sigue dándole animo a mi indignación mientras mi mente divaga sobre cuáles son las razones para pedirme tal cosa, si bien, las brujas no le tememos a la desnudes, tampoco vamos por el mundo mostrando nuestro cuerpo.
Por un momento me asaltan las ganas de rechazar su orden y sublevarme ante ella pero mi realidad nuevamente me encadena, ya no soy libre, ya no pertenezco a ningún aquelarre, no soy más que una simple bruja condenada por su estirpe a ser una concubina del rey alfa por ser considerada una criminal, sabiendo que aquel castigo es atroz considerando nuestras costumbre y nuestros caracteres. No somos seres dóciles, por algo pertenecemos a los oscuros, dentro nuestro habita por igual luz y oscuridad, somos la fuerza de la naturaleza por lo tanto se nos conoce como indomables y poderosas. Pero todo eso no importa, aquí tendré que aprender a ser dócil y complaciente, a tener un carácter sumiso una personalidad encantadora, de lo contrario, el confín de la tierra será mi próximo destino después de una muerte tortuosa y despiadada. Sabiendo esto tomo una profunda respiración tratando de calmar lo que soy y procedo a levantarme mientras me quito la ropa, al quedar totalmente desnuda la doctora se acerca y examina toda mi piel con sumo cuidado, luego revisa mis manos y mis pies.
— Siéntate — vuelve a ordenar.
Sin pensarlo mucho para no alterarme más obedezco mientras trato de resignarme a esto, a la perdida de mi libertad y de mi valor. Ojala alguien me hubiera avisado, ojala alguien hubiese predicho mi futuro, así me habría preparado para soportar de la mejor manera todo esto.
— ¿Qué hace? — grito empujando la mujer que se había arrodillado frente a mi mientras mi mente divagaba. Sus manos han tocado mis partes íntimas sin mi consentimiento y eso es algo que no puedo tolerar.
— Debo examinarla también ahí, usted va a estar en la cama de rey y es importante prevenir cualquier tipo de amenaza contra la integridad de él. — Eso me sigue ofendiendo generando una inmensas ganas de gritar y de golpear a esta mujer loba que parece no importarle mi molestia pues se vuelva a acerca a mis intimidades, pero cuando la voy a alejar vuelvo a hacer uso de mi auto control y permito que me manosee mientras sus manos indagan y sus ojos juzgan. Una lagrima traicionera se desliza por mi rostro suavemente pero la retiro con rabia en un rápido movimiento de mi mano derecha, lo que siento en este momento jamás lo he sentido y mira que he pasado por mucho, este sentimiento de insignificancia que me hacen sentir hieren directamente a mi orgullo.
— Esta usted en muy buenas condiciones, vístase, pronto vendrá Bolgoña y la llevará a los baños. — Sin más toma nuevamente su bolso y sale de la habitación dejándome hundida en mi miseria. Con pesadez me levanto y coloco sobre mi cuerpo la ropa dejando entre ver mi nulo ánimo, vuelvo a sentarme sobre la cama mientras reúno todo mi valor para seguir aguantando todo esto; pronto vuelvo a escuchar pasos y veo aparecer a Bolgoña, la sirvienta.
— ¡Rápido! — me toma del brazo y tira de él sacándome apresuradamente de la habitación conduciéndome al otro lado de las escaleras donde hay más pasillos y numerosas puertas. — El alfa quiere una pequeña fiesta con todas sus concubinas, la gran ex reina estará presente así que debo ponerte lo más presentable posible, además hay mucho que debes aprender antes de entrar al salón de las reuniones.
Después de haber pasado por largos pasillos girando en direcciones que me hicieron perder mi norte, llegamos a unas pequeñas escaleras que conducen a un salón de baño, donde hay pequeños cubículos donde supongo debemos bañarnos, allí se encuentras algunas mujer en vestidos considerados ropa interior, estas al verme se levantan y empiezan a moverse por todo el lugar alistando cosas.
— Ella es una concubina de nuevo ingreso, báñenla bien.
— Yo puedo bañarme sola — murmuro tratando de controlar mi voz que sale fría y dura.
— ¡Cállate y no me hables en ese tono! — Tras su grito una de las mujeres se acerca a mí y con sumo cuidado quita mi ropa, otra empieza a mojarme con agua y la otra trae consigo jabones con dulces olores silvestres con los que lava mi cuerpo, luego pasar a mi cabello mientras que yo con los ojos cerrados me dejo hacer sin tener ni siquiera voz ni voto en una simple acción simple como lo es el bañarse.
AntoniaEsto no puede ser más denigrante, me siento como si no fuese más que un simple objeto dispuesto a ser usado a preferencia de un único ser, siento que mi dignidad está completamente en el piso mientras mi alma poco a poco se va marchitando dentro de mí. Al terminar el dichoso baño la tan amable señora Bolgoña me llevo de rastras a su habitación, con mirada estricta me hizo quitarme la toalla que cubría mi desnudes y juzgo todo mi cuerpo, hablo de lo sucio que lucía gracias a mis tatuajes, critico el modesto tamaño de mis pechos, el grosor y la dureza de los muslos de mis piernas, hablo de la simpleza de mi rostro y de las horribles uñas de mis manos. Después de ese momento donde tuve que bajar la cabeza para tragarme todo mi carácter que exigía salir cuan libre bestia a destrozar sin piedad a esta horrible mujer, procedió a buscar entre sus co
— Sí, gran ex reina. Ella es la bruja que recién llego al harén. — la voz de Bolgoña suena tras mi espalda pero no volteo, realmente no tengo ganas de ver los rostros a quienes ahora les pertenece mi existir.— No es la gran cosa. — exclama borde la voz de la primera señora que me recibió, quien supongo es la madre de rey alfa y la actual reina ya que su hijo no se ha casado.— Verónica, no digas eso. — nuevamente habla aquella nueva voz que no se reconocer. — Ven aquí cielo, déjame ver tu rostro.Tomando un gran suspiro me volteo viendo tras de mí una señora ya de edad pero bien conservada. Sus canas hablan de su gran paso por esta vida mientras que sus ojos hablan de su sabiduría y poder, el vestido negro que lleva es totalmente cerrado no dejando ver nada más que su rostro y sus manos, esas que se posan en mi rostro haci&e
La fiesta termino sin contratiempos, el gran rey alfa la despidió eligiendo a una de sus favoritas para pasar una noche de pasión con él, después de ello, nosotras, las simples concubinas volvimos a aquella habitación donde de ahora en adelante dormiré. Durante todo el trayecto hasta aquí sentí la gran decepción de la mayoría de las concubinas, sus rostros lucen decaídos mientras una energía densa las recubre dándoles un toque de tristeza y decepción, por lo visto, todas añoraban ser elegidas para entregarse en una acalorada noche al prepotente rey alfa quien ni siquiera es capaz de valorar el esfuerzo de estas mujeres por tratar de llamar su atención, es más, ni siquiera se dignó en algún momento a verlas directamente a los ojos, simplemente actuó como si no existiesen. Con lentitud cada una de ellas se acerca a su respectiva cama para tomar su camisón de dormir, por mi parte, sintiéndome perdida, me mantengo unos segundos parada en la entrada sin saber qué hacer. De pronto
No tengo un por qué, no tengo una razón lógica del por qué siento tan tranquilidad cuando estoy con la ex reina, quizás haya sido su discurso o la forma en que sus ojos verdosos me transmiten un sentimiento que no se reconocer pero que al mismo tiempo me gusta y me genera curiosidad. Realmente siento una especie de tranquilidad cuando estoy cerca de su vibrante energía y de su aura que destila sabiduría y bienestar, es curioso, todo en ella lo es lo que me parece cautivante y atrayente. Desde la mañana me trajo a su habitación privada que goza de gran tamaño y de exuberantes lujos que relucen en cada milímetro hablando del poderío y de la nobleza de la misteriosa ex reina. En su gran cama adornada por las mejores telas de este mundo se encuentran mucho hermosos y extravagantes vestidos que están siendo ajustados según mis medidas por un par de modistas. Mientras tanto, la ex reina me habla de modales y de etiqueta, de como una mujer debe comportarse ante diferentes escenario
— Alteza. — con un leve susurro lo saludo mientras hago una reverencia. — Lo que pasa es qu… — la ex reina con una enorme sonrisa amable y alegre interrumpe a la reina quien ya tenía intenciones de quejarse frente a su hijo. —Que tu madre y yo discernimos en un tema, pero ven, toma asiento e ilumínanos con tu gran sabiduría. — La gran ex reina toma asiento en la mesa siendo seguida por su nieto, el otro hombre y por ultimo por la reina. Por mi parte me mantengo de pie a un lado de la mesa sin saber qué hacer, no quiero llamar la atención así que esperare a que empiecen a hablar para luego retirarme. — Toma asiento, Antonia. — Noto como el rostro de la reina luce indignado pero por algún motivo se contiene. — Disculpe, gran ex reina, pero creo que no sea lo debido. — mi voz sale neutra mientras le mantengo la mirada fija a la ex reina para que entienda que yo no quiero meterme en sus guerras. — Deberías cumplir el pedido de la gran ex reina, sería bast
ArgusLa noche cae con gran resplandor dejando un cielo estrellado alumbrado con suma belleza por una orgullosa luna que busca opacar a las estrellas, quienes altivas buscan recordarnos con sarna, que nos somas más que simples seres en un mundo de gigantes incógnitas. Observo con deleite el espectáculo que nos ofrece esta noche, con satisfacción recibo las suaves brizas del viento que refrescan esta noche dándonos un poco de tregua con aquel calor que sofoca nuestros cuerpos en esta época del año donde cuesta llevar tantas ropas. Desde mi balcón, veo la gran muralla vigilada por mis guerreros, mismos que ríen y hablan sabiendo que realmente en estos momento no hay ningún peligro a quien temer, por el contario, la paz es tan duradera que ya nadie se esfuerza por ser buen guerrero, ya nadie se acuesta con temor a ser despertado brutalmente en la madrugada por seres oscuros que colmados de crueldad arrasan todo sin pensar. Detrás de mí escucho los suaves pasos de
AnastasiaYa es de día, la luz de un sol reluciente se cuela por los enormes ventanales de esta magnífica habitación, la fiebre y la inconciencia azotan con fuerza y ansia al rey quien me abraza fuertemente a su cuerpo mojando mi trasparente camisón con su sudor y estremeciéndome al ritmo de sus escalofríos. Gracias a la cercanía entre su cuerpo y el mío he podido usar con más concentración mi magia sanadora que lucha contra las diferentes reacciones de su cuerpo al perder al parasito impostor, pero aun así, creo que su cuerpo se tomar al menos un día en recuperarse, el problema radica que gracias a la debilidad y al estado de confusión de su cuerpo, su sanación se hace nula por lo que cualquier cosa podría enfermarlo de gravedad, lo mejor es tenerlo aislado de cualquier ser y ahí es donde a mí se complica la vida, quizás pod
Me encuentro en una nebulosa caliente que lentamente empieza a despejarse, en medio de la bruma que provoca mi estado logro escuchar estruendos y gritos que pierden cualquier sentido para mí. En medio de esta nebuloso solo puedo sentir una extraña intranquilidad que solo se calma cuando siento algo frio a mi alrededor, algo que se siente suave y refrescante pero también tentador y adictivo, cada vez que siento ese algo alejarse es cuando la nebulosa se hace más densa y sofocante, me absorbe con demandantica rodeándome de una energía pesada que me hace perder la poca conciencia que tengo. No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que poco a poco vuelvo a sentir algo más que calor, siento adormecimiento en mi cuerpo que me genera cierta incomodidad que me hace querer moverme. Lentamente intento abrir los ojos pero fracaso repetidamente hasta que lo logro y soy atacado por la luz de una soleada mañana, miro a mi alrededor y soy consciente de los estruendos que se escuchan fuera de mi habitació