— Sí, gran ex reina. Ella es la bruja que recién llego al harén. — la voz de Bolgoña suena tras mi espalda pero no volteo, realmente no tengo ganas de ver los rostros a quienes ahora les pertenece mi existir.
— No es la gran cosa. — exclama borde la voz de la primera señora que me recibió, quien supongo es la madre de rey alfa y la actual reina ya que su hijo no se ha casado.
— Verónica, no digas eso. — nuevamente habla aquella nueva voz que no se reconocer. — Ven aquí cielo, déjame ver tu rostro.
Tomando un gran suspiro me volteo viendo tras de mí una señora ya de edad pero bien conservada. Sus canas hablan de su gran paso por esta vida mientras que sus ojos hablan de su sabiduría y poder, el vestido negro que lleva es totalmente cerrado no dejando ver nada más que su rostro y sus manos, esas que se posan en mi rostro haciéndome contener las ganas que me dan de apartarla, así que solo cierro los ojos queriendo que no note mi desafiante mirada, esa que mis ojos grises no puede esconder porque así es mi alma, desafiante y libre de cualquier atadura, esencia digna de una bruja.
— Eres realmente hermosa.
— Responde con educación, bruja. — la voz de Bolgoña vuelve a sonar ante mi silencio.
— No la fuerces Bolgoña, tal parece que no conoces el carácter de una bruja. — la mujer calla a la fastidiosa mujer sin siquiera apartar sus manos de mi rostro. — Mi nombre es Greta, ex reina y regente actual del reino de los hombres lobo, es un placer tenerte acá en el castillo. ¿Cuál es tu nombre, linda?
— Antonia.
— Antonia…
— Solo Antonia, su majestad. — Solo la naturaleza sabe cuánto me costó decir aquella última palabra, mi corazón palpita brioso al reconocer su significado que no es más que mi cautiverio y mi poco valor en este lugar.
— Está bien, Antonia. Ven, conoce a tu nuevo Rey y Reina.
Con suavidad me toma del brazo dejando libre mi vista hacia al frente, allí donde en un gran trono hecho de oro está sentado el rey alfa. Su rostro, marcado con rasgos marcados y fuertes, posee unos profundos ojos negros protegidos por frondosas pestañas y gruesas cejas. Su cuerpo está libre de ropas finas dejándolo solo con ropas cómodas y sueltas que dejan al descubierto su musculoso cuerpo que parece crecer cada vez que respira. Lo que más me impacta es su aura que se expande espesa y bestial por todo su cuerpo encerrándolo en una vibra misteriosa e imponente que corta la respiración mientras un leve susurro de una brisa presurosa, advierte con miedo el carácter del imponente rey alfa quien me observa fijamente con aquel aspecto de desinterés y prepotencia que caracteriza a la alta realeza de Frunbor.
— Mira, Antonia. Él es mi nieto, Argus I de Montaner, tu rey y alfa. — El imponente hombre parece clavar más sus oscuros ojos en mi ser detallándome con simpleza y sin expresión; recorre cada centímetro de mi cuerpo sin romper su expresión seria y distante, al fijarse en mis ojos veo como los suyos exigen sumisión pero no se la concedo, por el contrario, me mantengo firme porque aunque nadie aquí lo crea, yo también puedo hacer que las almas tiemblen ante mi presencia.
— Un placer conocerlo, alteza — hablo haciendo una pequeña reverencia gracias a la mira amenazante de Bolgoña que se encuentra para detrás del trono de la reina, aunque mi porte no se rompe, no hay en mi ningún tipo de demostración sumisa.
— Ella es mi madre, la reina Verónica. — me indica el rey alfa provocando que tenga que hacer de nuevo otra reverencia, como si mis pies no estuviesen gritando para que me siente y los deje descansar un poco de la incomodidad que los asalta. — Dime Antonia, ¿por qué decidiste entregarte como una concubina? — su pregunta sale por sus carnosos labios con extrañez, como si aún no creyera que una bruja está total y completamente bajo su mando. — Durante años se negaron a ser parte de la vida social de Frunbor y dejaron muy claro que su misma esencia no les permitía estar bajo el mando de nadie.
Mi cuerpo se tensiona más de lo normal mientras en mi interior una furia se desata al recordar cuales fueron los traicioneros hechos que me llevaron a estar aquí, renegando de mi para ser una sumisa del rey alfa.
— No estoy aquí por voluntad, me condenaron a esto.
— ¿Por qué lo hicieron?
— Disculpe su alteza, pero eso no es de su incumbencia.
Varios respingos de sorpresa e indignación se escucharon a mi alrededor, el rey alfa solo levanta su cejo mientras me escanea con su mirada buscando algún indicio que lo lleve a mi verdad pero no lo hará, a nadie le conviene que mi historia sea contada por lo tanto en este momento mi historia no es más que un libro en blanco silenciado por personas audaces que atacaron justo cuando mi vida colgaba de un hilo.
— ¿Quién eres tú, sucia oscura, para hablarse así a mi hijo?
— No se altere, alteza. — Habla una de las favoritas sentándose en las piernas del rey, sus ojos celestes brillan con maldad mientras contrastan con su delicado y perfecto rostro que parece esculpido por la misma naturaleza. — Está vil bruja apenas y conoce lo que es hablar, en lo salvaje de los bosques no se puede hallar más que bestias sin inteligencia.
Golpe bajo que provoca un tembloroso suspiro que habla de mi enfado porque esta vez no solo me hiere a mí, también denigra a mi gente y eso es algo que toca directamente a mi orgullo. Yo podré haberlo perdido todo, mi orgullo, mi dignidad, mi vida, pero mi gente aun goza de la gloria que merece tras largos años de fuerza, valentía y coraje, eso es algo que ningún ser puede negar. Las brujas somos más de lo que este mundo merece, les guste o no.
— Cállate, Renata. Nadie te ha dado el permiso para hablar. — La ex reina habla con una mirada seria en contra de la favorita que se ve obligada a bajar de inmediato la cabeza. — Su alteza, lo que quiso decir Antonia es que son temas sin importancia que no deben entretenerlo de su diversión.
El rey no cambia su expresión, por el contrario, parece más rudo al tener el ceño fruncido pero poco me importa. Mi deber es estar acá, esa es mi condena, en ningún momento jure hacerlo feliz.
— Acércate — ordena sin más el rey haciendo un gesto con su mano derecha dejando a mi vista las ostentosas joyas que decoran su sus manos grande y fuertes.
Con pasos seguros cumplo su orden hasta posarme a un metro de su trono, este se levante con elegancia separando de su cuerpo a la favorita Renata que lucha por no dejar entrever su descontento, se planta frente de mí conectando sus ojos con los míos. Una de sus manos sube hasta mi rostro y lo acaricia con la parte de atrás de sus dedos haciéndome sentir como si una suave briza me acariciara, su rostro sigue igual, no de muestra nada más que seriedad.
— Nunca había tenido una bruja tan cerca y he de decir que la belleza que tienes es igual de exótica a tu raza. — al no recibir ningún tipo de contestación o reacción por mi parte vuelve a hablar antes de separarse de mí. — Curioso, veamos que hará en ti la educación que se da en el harén.
Con lentitud se acerca a la mesa de la comida para tomar uno bocadillo y comerlo de un solo bocado.
— Mí querido nieto, si no te molesta yo me haré cargo de su educación. — La ex reina vuelva a intervenir tomándome del brazo y llevándome donde están las demás concubinas que lucen curiosas ante mi actuar.
— Sabes que nunca te niego nada, hazte cargo si quieres. — contesta simple mientas yo tomo asiento en una de las almohadas. — Ahora que empiece la reunión.
De inmediato empieza a sonar música y unas cuantas concubinas se levantan para interpretar coreografías al ritmo de la música, todo el salón es llenado por las charlas del rey, la reina, la ex reina y las favoritas. Las demás permanecemos calladas mientras comemos bocadillos y nos deleitamos con los movimientos de las bailarinas, en algún momento siento una mirada que me hace estremecer, al buscarla encuentro al rey alfa viéndome con un brillo en sus ojos que no se reconocer, con determinación le mantengo la mirada con el desafío que me caracteriza y aquello no hace más que provocar que entrecierre sus ojos para luego soltar una sonrisa forzada, una que me confunde, no sé muy bien que significa su comportamiento, solo sé que debo permanecer lo más alejada de él, así no llamaré su atención y me librare de entregarle mi cuerpo.
La fiesta termino sin contratiempos, el gran rey alfa la despidió eligiendo a una de sus favoritas para pasar una noche de pasión con él, después de ello, nosotras, las simples concubinas volvimos a aquella habitación donde de ahora en adelante dormiré. Durante todo el trayecto hasta aquí sentí la gran decepción de la mayoría de las concubinas, sus rostros lucen decaídos mientras una energía densa las recubre dándoles un toque de tristeza y decepción, por lo visto, todas añoraban ser elegidas para entregarse en una acalorada noche al prepotente rey alfa quien ni siquiera es capaz de valorar el esfuerzo de estas mujeres por tratar de llamar su atención, es más, ni siquiera se dignó en algún momento a verlas directamente a los ojos, simplemente actuó como si no existiesen. Con lentitud cada una de ellas se acerca a su respectiva cama para tomar su camisón de dormir, por mi parte, sintiéndome perdida, me mantengo unos segundos parada en la entrada sin saber qué hacer. De pronto
No tengo un por qué, no tengo una razón lógica del por qué siento tan tranquilidad cuando estoy con la ex reina, quizás haya sido su discurso o la forma en que sus ojos verdosos me transmiten un sentimiento que no se reconocer pero que al mismo tiempo me gusta y me genera curiosidad. Realmente siento una especie de tranquilidad cuando estoy cerca de su vibrante energía y de su aura que destila sabiduría y bienestar, es curioso, todo en ella lo es lo que me parece cautivante y atrayente. Desde la mañana me trajo a su habitación privada que goza de gran tamaño y de exuberantes lujos que relucen en cada milímetro hablando del poderío y de la nobleza de la misteriosa ex reina. En su gran cama adornada por las mejores telas de este mundo se encuentran mucho hermosos y extravagantes vestidos que están siendo ajustados según mis medidas por un par de modistas. Mientras tanto, la ex reina me habla de modales y de etiqueta, de como una mujer debe comportarse ante diferentes escenario
— Alteza. — con un leve susurro lo saludo mientras hago una reverencia. — Lo que pasa es qu… — la ex reina con una enorme sonrisa amable y alegre interrumpe a la reina quien ya tenía intenciones de quejarse frente a su hijo. —Que tu madre y yo discernimos en un tema, pero ven, toma asiento e ilumínanos con tu gran sabiduría. — La gran ex reina toma asiento en la mesa siendo seguida por su nieto, el otro hombre y por ultimo por la reina. Por mi parte me mantengo de pie a un lado de la mesa sin saber qué hacer, no quiero llamar la atención así que esperare a que empiecen a hablar para luego retirarme. — Toma asiento, Antonia. — Noto como el rostro de la reina luce indignado pero por algún motivo se contiene. — Disculpe, gran ex reina, pero creo que no sea lo debido. — mi voz sale neutra mientras le mantengo la mirada fija a la ex reina para que entienda que yo no quiero meterme en sus guerras. — Deberías cumplir el pedido de la gran ex reina, sería bast
ArgusLa noche cae con gran resplandor dejando un cielo estrellado alumbrado con suma belleza por una orgullosa luna que busca opacar a las estrellas, quienes altivas buscan recordarnos con sarna, que nos somas más que simples seres en un mundo de gigantes incógnitas. Observo con deleite el espectáculo que nos ofrece esta noche, con satisfacción recibo las suaves brizas del viento que refrescan esta noche dándonos un poco de tregua con aquel calor que sofoca nuestros cuerpos en esta época del año donde cuesta llevar tantas ropas. Desde mi balcón, veo la gran muralla vigilada por mis guerreros, mismos que ríen y hablan sabiendo que realmente en estos momento no hay ningún peligro a quien temer, por el contario, la paz es tan duradera que ya nadie se esfuerza por ser buen guerrero, ya nadie se acuesta con temor a ser despertado brutalmente en la madrugada por seres oscuros que colmados de crueldad arrasan todo sin pensar. Detrás de mí escucho los suaves pasos de
AnastasiaYa es de día, la luz de un sol reluciente se cuela por los enormes ventanales de esta magnífica habitación, la fiebre y la inconciencia azotan con fuerza y ansia al rey quien me abraza fuertemente a su cuerpo mojando mi trasparente camisón con su sudor y estremeciéndome al ritmo de sus escalofríos. Gracias a la cercanía entre su cuerpo y el mío he podido usar con más concentración mi magia sanadora que lucha contra las diferentes reacciones de su cuerpo al perder al parasito impostor, pero aun así, creo que su cuerpo se tomar al menos un día en recuperarse, el problema radica que gracias a la debilidad y al estado de confusión de su cuerpo, su sanación se hace nula por lo que cualquier cosa podría enfermarlo de gravedad, lo mejor es tenerlo aislado de cualquier ser y ahí es donde a mí se complica la vida, quizás pod
Me encuentro en una nebulosa caliente que lentamente empieza a despejarse, en medio de la bruma que provoca mi estado logro escuchar estruendos y gritos que pierden cualquier sentido para mí. En medio de esta nebuloso solo puedo sentir una extraña intranquilidad que solo se calma cuando siento algo frio a mi alrededor, algo que se siente suave y refrescante pero también tentador y adictivo, cada vez que siento ese algo alejarse es cuando la nebulosa se hace más densa y sofocante, me absorbe con demandantica rodeándome de una energía pesada que me hace perder la poca conciencia que tengo. No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que poco a poco vuelvo a sentir algo más que calor, siento adormecimiento en mi cuerpo que me genera cierta incomodidad que me hace querer moverme. Lentamente intento abrir los ojos pero fracaso repetidamente hasta que lo logro y soy atacado por la luz de una soleada mañana, miro a mi alrededor y soy consciente de los estruendos que se escuchan fuera de mi habitació
Tras el grito de mi madre los lobos gruñen y se lanza en un nuevo ataque pero ella con gran destreza y dominio lucha contra ellos derribando uno a uno con gran técnica y precisión, por su rostro no pasa ni la más mínima alteración, como si combatir con ellos fuera la cosa más fácil cuando no lo es, ellos son mis primeros al mando, mis generales, betas pura sangre, los mejores guerreros que tengo. Quedo totalmente sorprendido por su nivel de combate, sus movimientos son agiles, contundentes y certeros, no falla ni uno, es más, dudo que al menos algún lobo haya siquiera podido hacerle un rasguño antes de caer en la inconciencia por los ataques de ella. Cuando siento a mi madre intentar ir a atacarla detengo la situación.— ¡Basta! ¡No la ataquen, ella solo cumplía órdenes! — grito haciendo que todos quedaran estáticos ya que otros soldados se hab&iacu
Apenas llegue a la habitación, algunas de las mujeres me veían con cierta molestia pero, realmente obvie todo eso, no quiero problemas así que sin más tomo mis cosas personales y me dirijo a los baños del harén para tomar un baño rápido sin dejar que aquellas mujeres que siempre están acá en los baños me toquen. Salgo de allí ya vestida con un vestido simple de color rosa pálido, sin saber que hacer me voy a la habitación, al entrar, lo primero que veo es me genera malestar pues sé que me espera una gran tormenta. Parada con todo su odio invierno en su interior, la reina me ve con soberbia mientras sus manos están apretadas a sus costados, su gran vestido verde esmeralda hace resaltar más sus rasgos fríos y calculadores, detrás de ella está la favorita que entro en la habitación del alfa, su mirada también irradia odio, su vestido