Sofía.
- “Tienes que entenderlo esta es la única solución. Por inconvenientes del destino, ambos estáis afectados, y ambos tenéis algo que perder. Vermont siempre ha querido ser policía, antes que CEO, lucho mucho para lograrlo, y en cierta forma se enfrentó a su familia para conseguirlo, aunque se llevan muy bien, esa sensación de defraudar a sus padres, por no seguir el camino que ellos querían para él, siempre ha estado ahí, como un peso, mientras él hacía lo que más le gustaba. En cierta forma, que Vermont sea un policía, os viene bien a los dos, para descubrir quién está detrás de todo esto, aparte de las personas que descubrió tu amiga.”- me dijo Valeria ante ni objeción a casarme con una motorista, sinvergüenza y aprovechado, con una mirada que parecía que te desnudaba, sin tan siquiera tocarte.
- “No lo entendéis, yo en tres semanas tengo que estar en un master. No puedo faltar o debo volver a México, mi visado no me permite faltar.”- les dije.
- “Y estarás, tenemos tres semanas, pues tenemos tres semanas, así que a cuanto antes empecemos la transformación mejor, y si no siempre podemos usar a mi marido, para que te arregle lo del visado, tiene muy buenos contactos con ciertos políticos, ya que mi marido contribuye a su campaña. En cuanto al master, déjamelo a mí, asistirás a él, de alguna manera.”- me dijo la enigmática Samary. No entendí a lo que se refería, pero sinceramente las sonrisas que ambas me dedicaron presagiaban que, lo que se proponían esas dos, no era nada bueno.
- “Me dais miedo, eso no suena bien.”- dije en un susurro.
- “Tranquila mientras todo este solucionado no hay problemas. Somos expertas en meternos en problemas, y salir indemne de ellos. Tenemos un ángel guardián que nos protege.”- dijo Valerie con la voz algo extraña, como si esa frase fuera muy importante.
- “A ustedes seguro, pero yo soy nueva en esto, y a lo mejor no tengo tanta suerte, además, aun no entiendo porque tengo que casarme de verdad, con ese He-man motorizado, ¿no podemos fingir que estamos casados?”- dije intentado seguir con mi oposición a un plan que me parecía una locura, sobre todo, para mi paz mental, ese hombre, por alguna razón me alteraba, y despertaba lo peor que hay en mí.
- “No podemos, por la sencilla razón que, ahora estás hablando de fingir casarte solamente, y ya estaba roja como un tomate, eres incapaz de contar una mentira, sin que tus mejillas se incendien, y eso nos hace pensar que no podrás llevar a la misión acabo, estas tan nerviosa, que la situación te supera, con lo cual nuestro plan fracasará antes de empezar…”- interrumpí a Valerie.
- “No estoy nerviosa, estoy decidida a cumplir mi promesa, así se acabe mi futuro planificado, debo vengar a mi amiga, se lo merece.”- le dije seria haciendo que el color de mis mejillas disminuyese.
- “Bien, pues la otra razón es que, te veas tan impresionada por ese hombre que, tan sólo la idea de casarte con él te pone como un semáforo de los nervios, sin contar que, como tú nos has admitido, tienes ciertas dudas de que puedas mentir sin ser descubierta, por lo obvio.”- volvió a manifestarse Valerie haciéndome sonrojar de nuevo, hasta el nacimiento del cabello.
- “¡Mierda!”- la palabra salió de mi boca sin control, haciendo reír a las dos mujeres que me miraban fascinada de que, me pudiera poner aún más roja.
Les iba a replicar ante su asombro, pero en ese momento, alguien golpeó la puerta del salón, donde nos encontrábamos las tres.
Se abrió la puerta, y el atractivo He-man moreno, con un cuerpo perfecto para servir de entretenimiento a una mujer que, podía dedicarse a obsérvalo moverse a su alrededor todo un día sin cansarse, apareció mirándome directamente a los ojos.
- “¿Puedo hablar con Jessica… digo con la señorita Martínez?”- pregunto, sin quitarme los ojos de encima, y mi cuerpo se calentó, haciendo que el color de mis mejillas se mantuviera.
- “¿Pero qué demonios me pasa con este estúpido?”- no lo entendía acaba de conocer a ese ser descarado, pero desde que lo sentía cerca, enseguida, miles de sentimientos que desconocía, y no comprendía, me asaltaban, y esto terminaba por hacerme enfadar.
Era ver a Vermont Wilson, como me había dicho que se llamaba ese sujeto, Valerie y Samary, y me daban ganas de golpearlo, tan sólo por sonreírse, como estaba haciendo en este momento.
- “¿Por qué sonríe el estúpido? Será gilipollas.”- pensé, sentándome rígida en mi asiento, intentado controlar las ganas de agredirlo.
- “Sin problemas, creo que deberían de hablar, sobre todo porque mañana os vais a casar.”- dijo Samary levantándose, junto a Valerie, saliendo rápidamente por la puerta. No les importó que yo tratara de detenerlas, que, hasta incluso, les hiciera señales para que no me dejara a solas con el He-man de pacotilla.
Esas dos mujeres hicieron oídos sordos a mis suplicas, y pronto me encontré a solas, con un hombre que me sacaba más de quince centímetros de altura, al cual ni su m*****a chaqueta de cuero abierta, ni su camisa básica blanca, debajo de la chaqueta, junto a su vaquero desgastado, disimulaban la musculatura que se vislumbraba, debajo de toda cantidad de tela.
Por primera vez en mi vida, me dije a mi misma, de forma amenazante, que ni se me ocurriera distraerme en como ese hombre se movía, mientras estaba de pie ante mí, ni tampoco como mi piel comenzaba a calentase, y a transpirar del calor.
- “¿Podrías sentarte?, me duele el cuello de mirar hacia arriba.”- mi frase le causó risa, y otra ola de calor subió a mis mejillas, ahora mismo debía parecerme a una toma madura.
Él se sentó frente a mí, para ponerme aún más difícil, que pudiera concentrarme. Ante lo injusto de todo esto, mi ira acudió en mi ayuda.
- “¿Quién se creía ese He-man de pacotilla que era, para tratar de intimidarme?”- esta es otra de la razón porque adoraba ser mexicana, porque para pelear, siempre estaba dispuesta.
- “Es extraño, ¿siempre estas así de encendida o hay algo que te incomoda?, ¿Tan guapo soy?”- me dijo con una sonrisa burlona en los labios, ese gilipollas, se estaba burlando de mí.
- “No, sólo ocurre cuando miento a sabiendas, o cuando me siento tan ira o aversión contra alguien, que tengo ganas de golpearlo, no tengo porque mentir ahora, así que saca tú tus propias suposiciones”- le dije sin apartar mis ojos de los suyos.
La carcajada que soltó me hizo paralizarme, ese hombre era aún más atractivo cuando reía con intensidad, y algo en mi bajo vientre vibró de deseo.
Tuve que apartar mi vista de ese estúpido provocador, y centrar mi mirada en el gran ventanal que daba al jardín iluminado, en la noche.
No estaba preparada para emociones que despertaba ese hombre en mí, y creo que me iba costar mucho prepararme.
- “¡Y debó casarme con él!”- pensé.
El mundo no está preparado para esto, por menos de lo que pasa entre ese hombre y yo, se han declarado guerras, esto es una auténtica locura.
- “¿Casarme yo con él?¡Qué dios nos ayude!”- murmure por lo bajo.
- “Bien, sólo estoy aquí para proponerte un acuerdo, un contrato, para nuestro matrimonio, con condiciones que sólo tú y yo pondremos.”- me dijo Vermont más serio, haciendo que volviera a mirarlo.
Sofía. - “¿Qué tipo de contrato?”- pregunté. - “Uno donde los dos conozcamos los límites de este falso matrimonio.”- me dijo mirándome con intensidad. - “No será falso, nos casaremos de verdad, según esas dos controladoras, para que no pueda mentir, y no me sonroje.”- le dije hablando como una tonta, intentado explicar lo obvio. - “Si, pero, eso no quiere decir que lleguemos a acuerdo para que no haya confusiones, la primera condición que yo pondré, es que no te enamores de mí.”- casi me atraganto cuando oí lo que me dijo ese imbécil. - “¿Qué has dicho?”- dije en un murmullo, muy parecido al gruñido que hace un lobo antes de atacar mortalmente. - “Comprendo que te será difícil, pero soy una persona que dejo siempre las cosas claras desde el principio, no me gustan la relaciones, huyo de ellas, como de la peste, así que siempre dejo claro que no quiero amor, así que, con más razón, te lo aclaro para que más adelante no te lleves decepciones.”- dijo haciendo que la sangre me
Narrador: A la mañana siguiente, Vermont y Sofía, se reunieron en el despacho del señor Nikolau, Demonio, para intentaban concretar las cláusulas del contrato que definiría su matrimonio, después de una noche de sueños, y algunas lamentaciones. Tenían que hacerlo deprisa ya que la boda se celebraría dos horas después. Finalmente, mientras, después de llegar a acuerdos de para increíble, lo firmaban los dos delante de los abogados que los representaban a ambos, a muchos kilómetros de allí, en las oficinas de Cornell Industrie, Andrew Cornell, CEO de la empresa, y Cotton Macferson, su ayudante, estaban preocupados, porque aún no habían encontrado la pruebas, que esa m*****a de Vicki Milton había escondido. - “Debes saber dónde la escondió, recuerda que la célula no se anda con chiquitas, si creen que los hemos traicionado, o que no podemos cumplir con la misión, se desharán de nosotros rápidamente.”- se quejó Andrew. - “Lo se señor, pero por mucho que la torturamos, esa mujer n
Vermont. - “Es por eso que te voy a pedir una excedencia, por un largo tiempo”- le dije a la única persona que sabía que no estaba metido en todo esto, mi jefe y mentor Charly Carson. - “Eso no es una excedencia seguirás trabajando, pero la tramitaré como tal, ya luego se te pagara con retroactividad, cuando se descubra todo. Pero ¿Y no crees que esto deben saberlo nuestros superiores? Es algo muy peligroso, de suma gravedad”- preguntó mi jefe. - “Eso fue lo primero que pensé, cuando me relataron la historia, hasta que vi la pruebas que la científica asesinada, Vicki Milton, había recopilado, por lo visto tienen gente infiltradas en todos los estamentos, y desde luego que los hay en la policía de Cleveland, en el gobierno, en el ejército, llevan años y años preparando este ataque, y algunos más creando esos microchips, desde mucho antes del ataque de las torres gemelas. Lo tenían todo calculado al milímetro, lo que no esperaban era que una científica, los descubriera, y se dedicar
Sofía (alias Isabel). - “Tranquila mamá que no estoy atracando un banco, ni haciendo algo ilegal, … no tampoco estoy vendiendo mi cuerpo, ¿porque me dices eso?, simplemente que tengo un nuevo trabajo relacionado con lo que estoy estudiando. Es que me han aplicado el nuevo tipo Master, que se encarga que aprendas de manera práctica, trabajando supervisada por tu mentor, como delegada de relaciones públicas, y actividades políticas. Es por eso por lo que ahora recibirás mensualmente más dinero de mi sueldo, para que ni tú, ni la abuela tengan ningún problema.”- le decía a mi mamá por teléfono, mientras estaba sintiéndome fatal, como una maldita pecadora, al engañar a la mujer que le dio la vida. Algo me decía, o era mi conciencia culpable, que mi mamá no se creía nada de lo que le decía, e interiormente, agradecí que esto solo fuera una llamada, ya si mi mamá me viera la cara, sabría, como buena madre mexicana, que su única hija, la engañaba de manera descarada. Nunca, ni cuando era
Vermont. - “¡Maldito psicópata!, ¿no puedes ir más despacio?”- la oí gruñir, mientras la alzaba en mis brazos para bajar de la moto, como se haría con una niña pequeña protestona. Era a la tercera vez que se quejaba en los que llevamos de viaje, y cada vez que lo hacía usaba el leguaje cada vez más florido, sus quejas solían coincidir cuando me detenía para que ella descansara. Yo no tenía problemas, podía recorrer los setecientos cuarenta y dos kilómetros que había entre Nueva York y Cleveland, casi sin detenerme, llevo años montando en moto, prácticamente desde que me saqué el carnet, he hecho la ruta 66 en mi moto, dos veces en mí vida, y en mis dos primeros años como policía, pertenecí a la policía motorizada del Maryland. Mis posaderas están más que curtidas, pero las deliciosas curvas, de salva sea la parte, de la Jessica Rabbit de bolsillo, no tiene la misma suerte. Sin contar que, durante el trayecto, esa femme fatale portátil, se ha agarrado tan fuerte a mí, que debo ten
Sofía (alias Isabel). - “Recuérdalo antes de entrar, mis padres no deben saber el verdadero motivo de nuestro matrimonio, en especial mi madre, tienen que pensar que nos amamos…”- me decía Vermont mientras, nos deteníamos a un momento en la gran avenida que llevaba a la enorme propiedad de los Wilson, pero cuando oí la palabra amamos, tuve que interrumpirle. - “¿Amamos? ¿Estás loco? No soy muy buena actriz, y eso es como pasar de interpretar un papel en un teatro escolar, a representar Sueño de una noche de verano en un teatro de Broadway, me suena falso, hasta para mí.”- le dije golpeado su hombro sentado detrás de él en la moto. Él colocó la pata de la moto y se bajó de ella, mientras yo continuaba sentada en mi asiento. Pensé que, tras quitarse el casco, me miraría y me ayudaría a bajarme de esa monstruosidad, para poder intentar caminar algo, si podía, porque en estos momentos, mi trasero, o se había dormido, o literalmente había huido al sentirse injustamente tratado, ya que
Vermont. - “¿Qué …? ¿Qué mierda está pasando? ¿También hay recepción?, ¿Cómo? ¿Es que estas emparentado con la realeza o algo?”- dijo sorprendida la ya furiosa, nerviosa y molesta Jessica Rabbit, y al verlos a todos lamenté por un lado que mi diversión con cierta diva mexicana se hubiera acabado. Me encanta ver la furia de esos ojos transformarse en segundos en fuego, para luego volver a relampaguear avisándome que mi integridad física esta más que en peligro, Sofía Martínez era los más cercano a jugar a la ruleta rusa con un arma cargada, pura adrenalina. Pero ante esto lo que teníamos delante, Sofía no podía luchar. Ella no sabía qué representaba este espectáculo, pero yo sí, y aunque fuera mentira, me sentía derrotado, porque mis padres celebraban su triunfo sobre lo que creían que había sido una época rebelde de su único hijo, el regreso del hijo prodigo, tras siete años, de buscarse a sí mismo, volvía para cumplir con sus obligaciones con su familia. Aunque si lo pensaba b
Sofía (alias Isabel).- “Hola mi preciosa nuera, mi hijo me ha hablado mucho de ti, yo y mi esposo te debemos mucho, como madre, algún día lo entenderás, espero que sea más pronto que tarde claro. Pero, en fin, al menos has hecho que mi Vermy deje ese horrible trabajo, y ayude a su padre en las empresas de la familia, ya por eso te adoro.” - me dijo la que legalmente es mi suegra, mientras me abrazaba y me besaba, al principio la verdad fue como un shock para mí.Esto unido a la vergüenza que el estúpido de He-man me había hecho pasar, besándome delante de sus padres, mientras me llevaba en brazos, se había convertido en el momento en el que más vergüenza había pasado en toda mi vida.Aunque por las palabras de alegría que había oído en la madre de Wilson, me di cuenta de que, al contrario que lo que me había dicho el estúpido Wilson, sobre su madre, ella estaba encantada de que su hijo fuera tan abiertamente descarado con su esposa, que no le importara que ni el servicio, ni sus padr