Inicio / Romántica / El guardián de mi cuerpo / Capítulo VI. Controlar lo incontrolable.
Capítulo VI. Controlar lo incontrolable.

Sofía.

- “Tienes que entenderlo esta es la única solución. Por inconvenientes del destino, ambos estáis afectados, y ambos tenéis algo que perder. Vermont siempre ha querido ser policía, antes que CEO, lucho mucho para lograrlo, y en cierta forma se enfrentó a su familia para conseguirlo, aunque se llevan muy bien, esa sensación de defraudar a sus padres, por no seguir el camino que ellos querían para él, siempre ha estado ahí, como un peso, mientras él hacía lo que más le gustaba. En cierta forma, que Vermont sea un policía, os viene bien a los dos, para descubrir quién está detrás de todo esto, aparte de las personas que descubrió tu amiga.”- me dijo Valeria ante ni objeción a casarme con una motorista, sinvergüenza y aprovechado, con una mirada que parecía que te desnudaba, sin tan siquiera tocarte.

- “No lo entendéis, yo en tres semanas tengo que estar en un master. No puedo faltar o debo volver a México, mi visado no me permite faltar.”- les dije.

- “Y estarás, tenemos tres semanas, pues tenemos tres semanas, así que a cuanto antes empecemos la transformación mejor, y si no siempre podemos usar a mi marido, para que te arregle lo del visado, tiene muy buenos contactos con ciertos políticos, ya que mi marido contribuye a su campaña. En cuanto al master, déjamelo a mí, asistirás a él, de alguna manera.”- me dijo la enigmática Samary. No entendí a lo que se refería, pero sinceramente las sonrisas que ambas me dedicaron presagiaban que, lo que se proponían esas dos, no era nada bueno.

- “Me dais miedo, eso no suena bien.”- dije en un susurro.

- “Tranquila mientras todo este solucionado no hay problemas. Somos expertas en meternos en problemas, y salir indemne de ellos. Tenemos un ángel guardián que nos protege.”- dijo Valerie con la voz algo extraña, como si esa frase fuera muy importante.

- “A ustedes seguro, pero yo soy nueva en esto, y a lo mejor no tengo tanta suerte, además, aun no entiendo porque tengo que casarme de verdad, con ese He-man motorizado, ¿no podemos fingir que estamos casados?”- dije intentado seguir con mi oposición a un plan que me parecía una locura, sobre todo, para mi paz mental, ese hombre, por alguna razón me alteraba, y despertaba lo peor que hay en mí.

- “No podemos, por la sencilla razón que, ahora estás hablando de fingir casarte solamente, y ya estaba roja como un tomate, eres incapaz de contar una mentira, sin que tus mejillas se incendien, y eso nos hace pensar que no podrás llevar a la misión acabo, estas tan nerviosa, que la situación te supera, con lo cual nuestro plan fracasará antes de empezar…”- interrumpí a Valerie.

- “No estoy nerviosa, estoy decidida a cumplir mi promesa, así se acabe mi futuro planificado, debo vengar a mi amiga, se lo merece.”- le dije seria haciendo que el color de mis mejillas disminuyese.

- “Bien, pues la otra razón es que, te veas tan impresionada por ese hombre que, tan sólo la idea de casarte con él te pone como un semáforo de los nervios, sin contar que, como tú nos has admitido, tienes ciertas dudas de que puedas mentir sin ser descubierta, por lo obvio.”- volvió a manifestarse Valerie haciéndome sonrojar de nuevo, hasta el nacimiento del cabello.

- “¡Mierda!”- la palabra salió de mi boca sin control, haciendo reír a las dos mujeres que me miraban fascinada de que, me pudiera poner aún más roja.

Les iba a replicar ante su asombro, pero en ese momento, alguien golpeó la puerta del salón, donde nos encontrábamos las tres.

Se abrió la puerta, y el atractivo He-man moreno, con un cuerpo perfecto para servir de entretenimiento a una mujer que, podía dedicarse a obsérvalo moverse a su alrededor todo un día sin cansarse, apareció mirándome directamente a los ojos.  

- “¿Puedo hablar con Jessica… digo con la señorita Martínez?”- pregunto, sin quitarme los ojos de encima, y mi cuerpo se calentó, haciendo que el color de mis mejillas se mantuviera. 

- “¿Pero qué demonios me pasa con este estúpido?”- no lo entendía acaba de conocer a ese ser descarado, pero desde que lo sentía cerca, enseguida, miles de sentimientos que desconocía, y no comprendía, me asaltaban, y esto terminaba por hacerme enfadar. 

Era ver a Vermont Wilson, como me había dicho que se llamaba ese sujeto, Valerie y Samary, y me daban ganas de golpearlo, tan sólo por sonreírse, como estaba haciendo en este momento.

- “¿Por qué sonríe el estúpido? Será gilipollas.”- pensé, sentándome rígida en mi asiento, intentado controlar las ganas de agredirlo.

- “Sin problemas, creo que deberían de hablar, sobre todo porque mañana os vais a casar.”- dijo Samary levantándose, junto a Valerie, saliendo rápidamente por la puerta. No les importó que yo tratara de detenerlas, que, hasta incluso, les hiciera señales para que no me dejara a solas con el He-man de pacotilla.

Esas dos mujeres hicieron oídos sordos a mis suplicas, y pronto me encontré a solas, con un hombre que me sacaba más de quince centímetros de altura, al cual ni su m*****a chaqueta de cuero abierta, ni su camisa básica blanca, debajo de la chaqueta, junto a su vaquero desgastado, disimulaban la musculatura que se vislumbraba, debajo de toda cantidad de tela.

Por primera vez en mi vida, me dije a mi misma, de forma amenazante, que ni se me ocurriera distraerme en como ese hombre se movía, mientras estaba de pie ante mí, ni tampoco como mi piel comenzaba a calentase, y a transpirar del calor.

- “¿Podrías sentarte?, me duele el cuello de mirar hacia arriba.”- mi frase le causó risa, y otra ola de calor subió a mis mejillas, ahora mismo debía parecerme a una toma madura.

Él se sentó frente a mí, para ponerme aún más difícil, que pudiera concentrarme. Ante lo injusto de todo esto, mi ira acudió en mi ayuda.

- “¿Quién se creía ese He-man de pacotilla que era, para tratar de intimidarme?”- esta es otra de la razón porque adoraba ser mexicana, porque para pelear, siempre estaba dispuesta.

- “Es extraño, ¿siempre estas así de encendida o hay algo que te incomoda?, ¿Tan guapo soy?”- me dijo con una sonrisa burlona en los labios, ese gilipollas, se estaba burlando de mí.

- “No, sólo ocurre cuando miento a sabiendas, o cuando me siento tan ira o aversión contra alguien, que tengo ganas de golpearlo, no tengo porque mentir ahora, así que saca tú tus propias suposiciones”- le dije sin apartar mis ojos de los suyos.

La carcajada que soltó me hizo paralizarme, ese hombre era aún más atractivo cuando reía con intensidad, y algo en mi bajo vientre vibró de deseo. 

Tuve que apartar mi vista de ese estúpido provocador, y centrar mi mirada en el gran ventanal que daba al jardín iluminado, en la noche.

No estaba preparada para emociones que despertaba ese hombre en mí, y creo que me iba costar mucho prepararme.

- “¡Y debó casarme con él!”- pensé.

El mundo no está preparado para esto, por menos de lo que pasa entre ese hombre y yo, se han declarado guerras, esto es una auténtica locura.  

- “¿Casarme yo con él?¡Qué dios nos ayude!”- murmure por lo bajo.

- “Bien, sólo estoy aquí para proponerte un acuerdo, un contrato, para nuestro matrimonio, con condiciones que sólo tú y yo pondremos.”- me dijo Vermont más serio, haciendo que volviera a mirarlo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo