Al día siguiente Giovanni abrió sus ojos, la luz que entraba por la ventana del hotel, le molestaba. Recordaba que anoche se acostó con una bella mujer, miró hacia su lado izquierdo y estaba vacío y frío, la muchacha se había ido. Se levantó de la cama y fue al baño para ver si la chica estaba ahí, pero nada. La chica definitivamente se había largado. Miró la mesita de noche y vio la nota que ella le había dejado, frustrado y enojado. Jamás le había dejado sólo en un hotel, ella fue la primera, «ahora sé lo que se siente» pensó él. El dolor de cabeza que tenía le enfureció más, se vistió y cogió sus cosas y salió de la habitación.
Cuándo llegó abajo, se impresionó al ver a su escolta al lado de la camioneta esperándole y Giovanni se acercó a él.
—Buorgiorno. —dijo el escolta, Giovanni saludó con un asentamiento de cabeza y se metió en la parte trasera del auto.
El dolor de cabeza lo estaba matando, tenía ganas de llegar a casa y tomarse algo para el dolor. Aún picado porque la muchacha le había dejado sólo.
Cuándo llegó a su mansión, caminó por el jardín y entró en la casa, dónde estaba su cuñada y su hermano desayunando, el matrimonio le miraron impresionado.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Mariano.
—Vivo aquí. —dijo obvio Giovanni.
—Rectifico, ¿de dónde vienes? —habló Mariano ocultado su risa.
—No quiero hablar de eso, quiero una puta pastilla me duele la cabeza a rabiar. —Giovanni no quería contar que la chica se largó.
—Tienes una cara, vete a ducharte, hueles alcohol y a sexo. —dijo con burla Mariano.
—Que te follen. —dijo yéndose del salón.
Subió las escaleras y se metió en su habitación, entró al baño y se ducho. Cuándo acabó se puso un chándal gris un poco suelto y una camiseta de deporte. Volvió a salir de la habitación y volvió al salón.
—Buenos días, señor. —dijo una sirvienta, una chica que él ya había follado —¿Desea desayunar?
—Un café y una aspirina. —dijo él serio dejándola parada en el salón y yendo al despacho. Entró y estaba su hermano sentado con la tablet en la mano. —Hola, de nuevo.
—¿Qué te pasa?—le pregunto su hermano.
—Anoche me acosté con una chica, pero el puto problema es que no recuerdo de haber usado condón. —se sinceró Giovanni, Mariano le miró casi enojado.
—¡¿Sabes lo qué has hecho?! —dijo alzando la voz. —Imagina que esa chica viene diciendo que está embarazada ¿qué harás?
—Le pediré que aborte. —dijo lo más tranquilo posible.
—¡Y una m****a! Si esa chica queda embarazada te vas hacer responsable de tus actos, ese bebé no pidió venir al mundo. Igual que eres adulto para abrirla de piernas, se adulto para hacerte responsable de tu error. —dijo Mariano.
—Cállate, lo que me faltaba ya para rematar el día, una bronca de mi hermano mayor. —exclamó Giovanni serio.
—Reza para qué esa chica no esté embarazada. —dijo Mariano y salió del despacho dando un portazo.
Giovanni tenía miedo de eso, no recordaba haber usado condón, tenía miedo de que esa muchacha quedará embarazada. Él no estaba preparado para eso, no quería un hijo y menos de una desconocida. Si llegara a suceder, él la obligaría abortar sea como sea.
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4 semanas después.
Carlotta experimentaba estás semanas unos malestares en su cuerpo. Náuseas, mareos, no toleraba algunas comidas, los olores de algunas comidas y otras cosas.
Ella creía que era el estrés o el trabajo. Dormía como un oso, ella seguía pensando que era ñpor eso, tampoco se percató de su retraso. Era tan despistada que no le daba importancia.
Como todos los días se levantaba para ir a trabajar, se puso un pantalón negro y camiseta gris, se hizo una coleta alta y salió rumbo al trabajo.
Cuando llegó al restaurante dónde trabaja, sus compañeros estaba cada uno sirviendo una mesa o en la barra. La gente estaba desayunando y el ruido y los murmullos de la gente, entraron por sus oídos.
—¿Cómo has amanecido?—le pregunta su mejor amiga mientras prepara el café.
—Últimamente, cansada, vómito todo lo que como. —respondió Carlotta, su amiga la miró atómica.
—Carlotta, ¿cuándo fue tu última regla? —en ese momento Carlotta pensó en la noche que pasó con ese hombre, con Giovanni.
—¿Crees...?—no pudo acabar la frase aún no asimilaba que pudiera estar embarazada.
—No lo se, haciéndote una prueba o yendo al médico saldrás de dudas. Te lo digo porque mi hermana le pasó lo mismo y estaba embarazada de ocho semanas. —habló su amiga, Carlotta sólo podía pensar en ese hombre, no recordaba si usó condón o si acabó dentro de ella. —Haremos una cosa, cuando salgamos de currar, vamos a una farmacia y te harás la prueba.
—Vale... ¿Pero si da positivo? —dijo asustada.
—Te apoyaré ¿no se lo dirás al qué puso la semilla? —dijo eso último con burla.
—Sólo se que se llama Giovanni Ricci. — afirmó Carlotta.
Su amiga que se llamaba Estefanía sacó su móvil y en G****e buscó su nombre. Quedó paralizada al ver la belleza de Giovanni.
—¿Es éste? — dijo Estefanía enseñándole el móvil, Carlotta asintió.
Siguió queriendo más información de él pero lo único que encontraron fue algunas fotos con sus amigos que eran algo famosos por sus padres.
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Cuando acabaron, ambas amigas salieron del restaurante, como dijo Estefanía fueron a una farmacia. Carlotta estaba muerta de los nervios, ella rezaba para que no diera negativo, no estaba preparada para ser madre, pero si diera positivo, por ningún motivo abortaría. Ese bebé, sería su vida y su anhelo.
Llegaron a la farmacia y le pidieron a la farmacéutica un test de embarazo, la mujer amablemente les dio el test.
Carlotta vivía con su amiga, sus padres vivían en Milán en la cuidad, y cuando tenía algún finde libre iba a verles.
Llegaron a casa y directas fueron al baño.
—Toma. —dijo Estefanía dándole el aparato. —Echa un chorrito de pis y esperemos 5 minutos. Una rayita negativo, dos positivo.
Carlotta bajo sus pantalones y braga y puso el test debajo, echó un poco de pis y puso la tapa, se volvió a subir los pantalones y puso el test en horizontal encima del lavabo.
Carlotta sentada en taza del váter con sus manos en la cabeza nerviosa y su amiga a su lado dándole apoyo. Estefanía miró su reloj y ya habían pasado siete minutos.
—¿Quieres verlo? —dijo Estefanía.
—Hazlo tú. —dijo Carlotta muerta de miedo, su amiga así lo hizo miró el test y miró a Carlotta con una mirada que le hizo erizar la piel.
—Positivo. —Carlotta se echó a llorar desconsoladamente, su amiga se acercó y la abrazó. —Amiga, estaré contigo, yo estaré aquí, seré su tía Estefanía.
—¿Qué voy hacer? ¿Si él no se quiere hacer cargo? —preguntó Carlotta sollozando.
—Pues que le den. —dijo sería. —Pero iremos a urgencias, para ver si es cierto, éstos chismes suelen fallar.
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Las amigas en urgencias esperando ser llamadas por una ginecóloga, para dar por definitiva si era positivo o no.
—¿Señorita Carlotta Rizzo? —dijo una mujer de unos cuarenta años, rubia. Ellas se levantaron y siguieron a la mujer. Entraron a la consulta y se sentaron en frente de ella. —Dime ¿qué te ocurre?
—Verá, estos días estado con muchos vómitos, mareos, no tolero algunas comidas ni algunos olores. —dijo rápido Carlotta.
—Dime ¿cuándo fue su última regla? — habló la doctora.
—Hace un mes mas o menos. —la mujer asintió.
—Túmbate en la camilla y desnúdate de cintura para abajo. —Carlotta se levantó y la doctora cerró la cortina que había en medio, Carlota se desnudo y con una pequeña sabana se tapó y se echó en la camilla. La doctora se puso a su lado, y puso un preservativo en una
barra y echo un poco de gel y lo introdujo en el interior de ella, movía el aparato de un lado a otro y el la pantalla se veía algo pequeño. —Señorita... Usted está embarazada de cuatro semanas y media. —ambas amigas se miraron atónicas.
—Le daré unas vitaminas prenatales y una dieta que comerá durante el embarazo. —Carlotta seguía en callada solo asintió con la cabeza.
Cuando terminaron ambas amigas salieron rumbo a casa, Carlotta no hablaba, metía en sus pensamientos, por un instinto toco si vientre plano.
«¿Cómo se lo tomará tu papá? ¿Cómo le encontraré?» pensó ella.
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Al día siguiente como todos los días, se levantó y fue a su trabajo, no sin antes expulsar todo lo que cenó anoche, las nauseas y el mal estar, no podía con ellas. En el restaurante, sirviendo los desayunos a cada mesa y limpiando. Las puertas del restaurante se abrieron por ellaentraron dos hombres y una mujer, pero ella no puso atención hacia ellos. La primera en recibirles fue su amiga, pero Estefanía se quedó perpleja al ver a Giovanni, el padre del hijo de su amiga estaba ahí ella tenía que decírselo. Él era de cabello oscuro, ojos grises intensos, perilla, alto y un cuerpo normalito. La amiga les dio una mesa y les tomó nota. Carlotta iba a la barra dónde su amiga estaba.
—¿Adivina quién está aquí? —dijo Estefanía, Carlotta la miró sin entender —Mira la mesa 5. —Carlotta lo hizo, giró su rostro sobre sus hombros y abrió sus ojos como platos al ver la padre de su hijo, con un hombre y una mujer. —¿Se lo dirás?
—No lo sé, esta acompañado. —dijo ella
—Pues si no quieres hablar dale el parte médico. —Carlotta tenía el parte médico en su bolso, caminó hasta su bolso y cogió el papel, pero cuándo regreso él ya no estaba. —Ha ido al baño.
Carlotta fue hasta donde estaba sus acompañantes, y el matrimonio la miró extrañados. ella era morena de ojos marrones, no podía ver su cuerpo ya que la mesa la tapaba, pero era hermosa, él era pelo Castaño, un barba retocada, y ojos marrones claros.
—Hola, mi nombre es Carlotta Rizzo y quiero que me hagan un favor enorme. —ella nerviosa.
—Claro. —dijo la mujer amable.
—¿Podéis dar esto a Giovanni? es muy muy importante que lo lea. —dijo ella y Mariano la miró raro.
—¿De qué conoces a mi hermano? — preguntó Mariano.
—Per favore, solo entregadle esto. —les dio el sobre médico y se alejó de ellos.
Giovanni se acercó a la mesa y se sentó, notó las miradas de su hermano y cuñada; y arrugó la frente.
—¿Qué pasa? —dijo sin entender, su cuñada sin decir nada le entregó el sobre y Giovanni lo cogió. —¿Esto qué es?
—No lo sé, una tal Carlotta nos dijo que te lo diéramos y que era importante que lo leyeras. —dijo su cuñada, Giovanni al escuchar ese nombre se tenso.
—¿Ella está aquí? —dijo mirando por todo el restaurante.
—No creo, nos dio eso y se alejó. —dijo Mariano.
Giovanni miró el sobre y vio que del médico, abrió el sobre y leyó su contenido.
Carlotta Rizzo: il paziente va al pronto soccorso per i sintomi: vertigini, nausea, ritardo nel ciclo. Test di gravidanza: positivo 4 settimane e mezzo di gravidanza.
Carlotta Rizzo:
el paciente acude a la sala de emergencias por síntomas: mareos, náuseas, retraso de período. Prueba de embarazo: "positiva" 4 semanas y media de embarazo.
Giovanni quedo petrificado, esa mujer estaba embarazada, la última con la que se acostó fue con ella, la fecha coincidía con esa noche. Pero tampoco podía estar seguro si era suyo. Pero de cualquier manera iba a investigarla y hablar con ella...
Giovanni aún seguía sin creerse que iba a ser padre, por un lado él cree que es suyo, pero por otro, no. Lo bueno que en el informe médico salía su dirección y hablaría con ella y obligarla abortar, pero primero quería verificar si ese bebé era suyo. Su hermano que lo miraba atentamente y ver como Giovanni se puso pálido al leer el informe, se lo arrebató de las manos y lo leyó. —¡Te lo dije! —dijo su hermano entre dientes. —Eres un irresponsable. —Aún no estoy seguro que ese niño sea mío. —respondió él. —¿Cuándo follaste con ella? — preguntó. —Hace un mes más o menos. —dijo pasando su mano por su sien. —Entonces el niño es tuyo, imbécil. — dijo furioso Mariano. —Giovanni ni se te ocurra decirle que aborte, ese bebé no tiene la culpa de que vosotros dos en medio de una borrachera y calentura hayáis follado sin condón. —Además si esa chica es responsable, dudo que te haga caso. —dijo esta vez su cuñada. —Hablaré con ella. — dijo Giovanni. Mariano tenía razón, las fechas coincid
Había pasado una semana desde que Carlotta se fue, los únicos que sabían donde estaba, eran Mariano y su esposa Carina. Ellos protegían a su sobrino, Mariano conocía muy bien a su hermano y sabía también que los encontraría, pero él iba a evitar eso. Mariano sentía pena tener que proteger a su sobrino de su propio hermano, pero lo que Mariano no sabía es que Giovanni lleva una semana devastado, arrepentido, con ansias de encontrar a Carlotta y a su hijo. Giovanni lleva una semana bebiendo hasta al punto de llegar a casa ebrio, follaba para olvidar la desesperación de no saber donde estaban. A Mariano le dolía ver así a su hermano pequeño, pero era mejor así. Además había prometido a Carlotta no decirle donde estaba. Giovanni ya había contratado al mejor detective para encontrarla, pero lo que no sabía es que su hermano le había pagado más para no decirle el paradero de la joven. Un Giovanni en el despacho, con una copa en la mano, miraba por ventana pensando en Carlotta y en s
Carlotta sabía que él la iba hacer daño o eso creía. El miedo la hacía temblar, el volver a tenerle cerca le enfriaba la sangre, miedo a que hiciera daño al bebé. —Giovanni, te lo suplico no me lo arrebates. — suplicó ella llorando. —No lo voy hacer, Carlotta. —dijo serio —Sólo quiero ver a mi hijo crecer y se vuelven conmigo. — ella se negó, no iba a volver, ni en sus sueños. —¿Para qué quieres qué vuelva?— preguntó ella. —Ya te lo he dicho, quiero ver crecer a mi hijo. —repitió. —¿Cuándo dejó de ser un bastardo o un mocoso? — dijo enfada, el suspiró, otra vez le venían con el mismo asunto. —Sé que lo que dije no tiene perdón, pero me importan y mucho y ahora deja de hacer preguntas, porque tomaremos un avión. — dijo Giovanni con una sonrisa. —No me iré contigo. — dijo firme. —No era una pregunta, principessa. — dijo. —Arranca. —le dijo a su escolta. Durante el camino hacía Jet, ambos se mantenían callados, ninguno pronunciaban palabra alguna. Giovanni la observaba
Sol entraba por el gran ventanal de la habitación de Giovanni, él abrió sus ojos por los molestos rayos de sol. Bufó y se levantó de la cama, como todos los días o casi todos iba al baño a ducharse.Cuándo terminó de ducharse, se puso algo cómodo, un pantalón blanco y camisa azul cielo, con tres botones desabrochados. Salió de su cuarto y bajó por las escaleras de mármol, estaba todo en silencio, no había nadie. Miró su reloj de la muñeca y no eran tan temprano. —Un café. —le dijo a la sirvienta, caminó hasta el despacho y al abrir vio a su hermano viendo un video en el ordenador. —Buorgiorno. —Buorgiorno. —respondió Mariano. — Ven y mira esto. Giovanni caminó hasta donde estaba su hermano, se apoyó con una mano en la mesa y otra en el respaldo de la silla, donde Mariano estaba sentado. En el video era sobre los robos que habían recibido y el hombre que les robaba hizo un video para mostrarlo. Aunque no se le viera la cara. Giovanni estaba que echaba chispas del mosqueo, ese hombre
La noche llegó, la hora se acercaba. Giovanni había quedado con su amante, sin importarle nada ni nadie. Él mismo sabía que se estaba contradiciendo, el motivo. Sentía algo por la madre de su hijo, Giovanni nunca se ha enamorado no sabe nada de eso. Pero el miedo también le invadía, cuando ella supiera quien era Giovanni en realidad. El miedo de saber que ella se alejará, que le cogiera miedo. ¿Cómo le explicaría qué era un mafioso y se dedicaba a todos tipo de cosas ilegales? ¿Qué había matado? ¿Qué trafica con drogas y armas? Él sabía que ella no aceptaría un padre así para su hijo, pero tampoco buscó dejarla embarazada. Por ese motivo se acostaba con Vanessa, le hacía olvidar un poco de todo los problemas que tenía, de tener a Carlotta todo el día metida en su cabeza. ¿Se estaba enamorando de la madre de su hijo? Ni él mismo sabía la respuesta, estaba confundido. Por una parte quería una vida con ella, formar una familia, pero por otra parte, tenía miedo de que esa imagen de famil
En la mansión todos sentados en los grandes sofás de cuero, frente a la chimenea. Giovanni veía como Carlotta y Enzo se sonreían, como él acariciaba su mejilla, el como la miraba. Eso despertó más la furia de Giovanni, aguantaba para no estropear la pequeña reunión que tenían. Pero verla tan cariñosa con el hombre y con Giovanni nunca fue así de alegre. Giovanni, sentado en el borde de unos de sofás, cruzados de piernas, tocando su barbilla y mirando a un punto fijo, aunque de vez en cuando les miraba. Los celos le pasaba por su cuerpo de una manera que tenía ganas de matarlos. Mariano se dio cuenta de los celos de Giovanni, sonrió al verle así. Sabía que tarde o temprano, reclamaría por ella. Pero los celos era la mejor manera para que él se diera cuenta de ello. Giovanni sentía algo por ella, no sabía si era amor, atracción u obsesión. Verla coquetear con otro le reventaba, pero no puede hacer nada, él horas atrás tuvo sexo con otra. Harto de esa escena, se levantó y fue hacia e
Giovanni cría que estaba soñando, que lo que había escuchado era un maldito sueño. El tener a Carlotta en su cama, y a verle dicho «hazme tuya» era producto de su imaginación. Seguía mirándola sin creer lo que había escuchado, Giovanni deseaba tenerla de nuevo en sus brazos, hacerla suya y follarla como lo hizo cuando la dejó embarazada. Carlotta por culpa de sus hormonas, tenía que acudir a él. —¿Qué has dicho? —dijo fingiendo no haberlo escuchado. —Da igual, fue una equivocación decírtelo. — iba a levantarse de la cama, pero Giovanni se lo impidió sujetándola del brazo y tumbándola en cama. Giovanni con su brazo derecho empezó acariciar su mejilla y mirándola a los ojos. Se acercó a sus labios y los devoró, esos labios que tanto ansiaba besar, al final lo había logrado, nunca repetía con las mujeres, excepto con Vanessa. Pero Carlotta tenía algo que volvía loco a Giovanni, loco de amor. Ella llegó a su vida por causalidad, y con un bebé suyo creciendo dentro de su ser. Giovanni
Después de que Giovanni le diera la sorpresa a Carlotta, ambos salieron de la habitación con una gran sonrisa. Él había dado un gran paso, había conseguido el perdón de ella o al menos un poco. Esas palabras que dijo aquél día, fue un error que él soltó por su boca, pero estaba arrepentido. Amaba a su hijo, aunque aún no estuviera en sus brazos. Ambos bajaron las escaleras cogidos de la mano, en el salón ya no había nadie, se sentaron en el sofá en forma de L. —¿Esto qué significa, Giovanni? —habló ella rompiendo el silencio. —Como te he comentado, quiero tu perdón. —ella negó. —No me refiero a eso, si no, anoche nos acostamos y... —Carlotta. — la interrumpió. —Anoche nos acostamos si, pero no quiero dar un paso más. —No te entiendo ¿era solo sexo? —dijo al borde de las lágrimas. —No, pero no puedo darme esa oportunidad. —habló serio. —¿Por qué? ¿Hay otra? ¿No te importó? ¡¿Dime?! —alzó la voz. —¡Porqué me importan! — gritó levantándose del sofa. —Por eso no me doy el lujo de