Carlotta sabía que él la iba hacer daño o eso creía. El miedo la hacía temblar, el volver a tenerle cerca le enfriaba la sangre, miedo a que hiciera daño al bebé.
—Giovanni, te lo suplico no me lo arrebates. — suplicó ella llorando.
—No lo voy hacer, Carlotta. —dijo serio —Sólo quiero ver a mi hijo crecer y se vuelven conmigo. — ella se negó, no iba a volver, ni en sus sueños.
—¿Para qué quieres qué vuelva?— preguntó ella.
—Ya te lo he dicho, quiero ver crecer a mi hijo. —repitió.
—¿Cuándo dejó de ser un bastardo o un mocoso? — dijo enfada, el suspiró, otra vez le venían con el mismo asunto.
—Sé que lo que dije no tiene perdón, pero me importan y mucho y ahora deja de hacer preguntas, porque tomaremos un avión. — dijo Giovanni con una sonrisa.
—No me iré contigo. — dijo firme.
—No era una pregunta, principessa. — dijo. —Arranca. —le dijo a su escolta.
Durante el camino hacía Jet, ambos se mantenían callados, ninguno pronunciaban palabra alguna. Giovanni la observaba de vez en cuándo, ella lloraba, se había ido para mantener a salvo a su hijo de él, pero la encontró.
«¿Y si de verdad quiere a su hijo?» pensó ella.
Él sólo quiere recuperarlos y lo iba a conseguir, ya estaban con él y eso al italiano le gustaba. Quería su perdón y no descansaría hasta tenerla, quería ver crecer a su hijo.
Cuándo llegaron al Jet, Giovanni bajo del auto y lo rodeó para abrí la puerta a Carlotta. Ella bajó, se quedó parada mirando el avión.
—¿Te vas a quedar ahí parada? — preguntó él.
—No me quiero ir contigo, no me puedes obligar. — dijo sería.
—¿Caminas tú sola o te llevo.? —dijo ya cansado por su genio, ella lo miró retándolo con la mirada. Él asintió y se agachó para cogerla, pero ella se separó.
—Ya camino sola. — dijo yendo al Jet, él solo sonrió.
Cuándo ella entró al avión se quedó paralizada, el ver como era por dentro. Era color caoba, los asientos de cuero color blanco, unas mesitas redondas en medio de ellas. Caminó hasta sentarse y miró por la ventanilla. Giovanni se sentó en frente de ella y la miraba.
—Sé que esto no te agrada. — dijo él rompiendo el silencio. —Pero tengo derecho a conocer a mi hijo.
—¿Derecho? Hace unos días dijiste que esté bastardo no te importaba. — exclamó ella y él la fulminó con la mirada.
—Me importa, es mío. Te recuerdo que yo puse la semillita en tu útero, principessa. Los bambinos, no vienen por obra divina. —respondió, ella le iba a contestar, pero fue interrumpida por la voz de una mujer.
—¿Desea tomar algo, señor?— preguntó la chica mirando a Carlotta.
—Si, un copa de whisky y tú amore, ¿Qué quieres? — la miró con burla.
—Que te mueras. — escupió con rabia y él solo sonrió.
—Para ella agua del tiempo. —la chica asintió, la azafata sabía que esa mujer no amaba a Giovanni. —¿Puedes comportarte como una mujer adulta?
—Te haré la vida imposible. — advirtió ella, él volvió a sonreír.
—Estaré preparado. —ella le saco la lengua. —Que madura.
El avión despegó rumbo a Sicilia, Carlotta a los minutos se quedó dormida. Él la observaba como dormía, se veía tan indefensa y adorable.
**************
Cuándo aterrizaron, ella seguía durmiendo, Giovanni no quería despertarla así que la tomo en brazos. Salió del avión con ella en brazos y si cabeza en su pecho. La azafata que lo veía todo, sintió envidia, tanto deseo ser ella. Pero jamás él la miró, jamás la vio como mujer.
Cuándo llegaron a la mansión, el portón fue abierto. Giovanni salió del coche y cargó de nuevo a Carlotta en sus brazos. Desde que esta embarazada dormía como una marmota y tenía el sueño pesado. En brazos con ella, entró en la mansión, su hermano al verle con Carlotta en brazos, se imaginó lo peor.
—¿La secuestraste? — preguntó Mariano.
—No, se quedó dormida, solo eso. — respondió serio, Giovanni subió las escaleras hasta su habitación. Con cuidado abrió la puerta y caminó hasta su cama, la acostó y la quitó las zapatillas. Salió de la habitación para dejarla descansar, volvió al salón, dónde su hermano le esperaba.
—Ahora dime ¿cómo la encontraste? — dijo Mariano levantándose del sofá.
—Tengo mis remedios y mis métodos, Mariano. — dijo caminando hasta el despacho, abrió la puerta y entró con su hermano siguiéndole.
—La obligaste a venir, ¿verdad? — preguntó cerrando la puerta.
—Si, Mariano es mi hijo y tengo derecho a conocerlo les guste o no. — su hermano sonrió al escuchar eso. —Les cuidaré con mi vida.
—Me alegra oírte decir eso, pero una cosa. Si la haces daño yo mismo la saco del país y no la vuelves a ver. —dijo serio Mariano y salió del despacho.
Cuándo Mariano salió y dejó solo a Giovanni, él se sirvió una copa. Estaba feliz porque los tenía de nuevo, junto a él y nada ni nadie los separarían de él.
Carlotta despertó y vio que no era su habitación, luego los recuerdo volvieron a su cabeza y sabía que estaba en casa de Giovanni. Se levantó de la cama, descalza caminó hasta la puerta y abrió. Caminó por el gran pasillo hasta ver unas escaleras que bajaban. Sus pies notaban el frío suelo de mármol. Cuándo bajo vio a Mariano sentado leyendo el periódico, él alzó la vista la vio.
—Hola, dormilona. — dijo con una sonrisa —¿Cómo estás?
—Bien, grazie. —dijo tímida.
—Giovanni esta en el despacho. — dijo él. —Por si quieres verle o hablar. —ella negó, no quería verle.
—No, lo tengo es hambre y mucha. —dijo avergonzada.
—Normal, mi sobrino estará hambriento. —dijo amable.
En ese momento Giovanni apareció serio, un poco despeinado y con sus brazos fuertes a la vista.
—Hola ¿cómo has dormido? —dijo sentándose a su lado y ella se apartó.
—Bien. —dijo fría.
—Vamos a cenar en un rato. —ella asintió. —Ve a darte una ducha.
—No tengo ropa aquí, Giovanni. — respondió.
—No te preocupes por eso, mi esposa te dejará algo. —dijo Mariano, ella se levantó y subió a la habitación.
Carlotta se metió en la ducha, dejó que el agua la mojara. Ella sabía que iba a tener una nueva vida, un comienzo, vivir con el padre de su hijo. Toco su vientre y sonrió. Ahí estaba su bebé creciendo día a día, iba a ser mamá y tenía que estar bien por él o ella. No ama a Giovanni, vivir con él iba ser un infierno lo bueno de todo es que tiene a Carina que se ha convertido en su amiga y a Mariano que la cuida de su hermano.
Cuándo terminó de ducharse, se puso una toalla enredada en su cuerpo, con el pelo mojado salió del baño. Momentos después apareció Carina con ropa y la sonrió.
—Te he traído esto, es lo más cómodo que he encontrado. Mañana iremos de compras para comprarte ropa y dentro de nada tendrás que usar ropita de premamá. — dijo Carina con una sonrisa.
—Muchas gracias, Carina. —agradeció Carlotta. —Pero no tengo dinero para comprarme nada, no me dio tiempo a coger mis cosas.
—No es nada y por el dinero no te preocupes. Giovanni seguro que te dará una tarjeta de crédito para tus gastos, pero mañana invito yo, así le compro algo a mi sobrinito o sobrina. — dijo tocando su vientre.
—Gracias, pero no le pediré dinero a ese cabrón. —dijo refiriéndose a Giovanni, Carina se rió.
—Bueno, vístete y baja. —salió de la habitación para darla privacidad.
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En el salón estaban Giovanni, Mariano y Carina esperando que bajara Carlotta, la cena ya estaba lista solo faltaba ella.
—Mañana me llevaré a Carlotta de compras. — dijo Carina.
—Me parece perfecto, cariño. — respondió su esposo.
—Mañana le pediré una tarjeta, para sus gastos. —dijo Giovanni.
—Eso mismo la dije, pero me respondió, "que no quería nada de ese cabron" o sea de ti. — dijo ocultando una sonrisa.
—¿Me llamó cabron?—dijo sorprendido, Mariano se carcajeó.
Escucharon pasos y sabían que eran de Carlotta, los tres se levantaron y la ropa que le dejó Carina le quedaba bien.
—Te queda bien mi ropa. — dijo la mujer con una sonrisa.
—Si, muchas gracias. —volvió agradecer.
—Vamos a cenar, ese bebé necesita alimentarse. —dijo Mariano.
Giovanni la cogió de la cintura y ella le apartó de un manotazo, se miraron unos segundos y se sentaron en la mesa. Carlotta notaba la mirada de Giovanni puesta en ella todo el tiempo, él a prometido ganarse su perdón y eso haría.
—¿Carlotta cuándo tienes la próxima ecografía? — preguntó Carina.
—Pues en un mes, pero sería en Milán. Pero como estoy aquí, pues tengo que pedir cita con un médico de aquí. — respondió ella.
—Te meteré en la privada. — dijo serio Giovanni. —Tendrás más atención que la pública. —Ella no respondió, pasó de discutir.
—Pues pide cita, me encantaría ir y ver a mi sobrino. — dijo feliz Carina.
—Por supuesto, iremos las dos. Pero no sé si... éste. — Señaló a Giovanni con desagrado. —Querrá venir. —dijo mirándole, él alzó mirada y la miró feliz «¿ella quería que fuera?»
—Claro, me encantaría. — respondió él feliz.
Durante la cena hablaban de todo, entre risas, bromas. Por primera vez Carlotta se sentía cómoda en una casa que no era suya, con Mariano y Carina se llevaba bien, pero a Giovanni no quería verlo ni en pintura. Cuándo acabaron de cenar, ya se disponían a levantarse de la mesa.
—Mariano y yo tenemos que irnos a solucionar unas cosas, no creo que venga a dormir.— le dijo a Carlotta, ella arruga su ceño.
—¿Y por qué me estás informando? No me importa donde vayas. Sólo eres el padre de mi hijo, no me tienes que dar explicaciones. — dijo ella.
—Está bien, te veo fuera Mariano. — dijo Giovanni con dolor, el sabía que tener el perdón de ella le iba a costar mucho. Que no la importará que llegará, o no eso le dolió.
Cuándo los hombres se fueron ella se sentaron en el sofá a ver una película juntas.
*********
Por otro lado, Mariano y Giovanni, estaba con un hombre que estaba atado, golpeado y con sangre derramando por su cara.
Giovanni se acercó al hombre.
—¿Vas hablar? —dijo golpeándole en el estómago. —¡Habla!
—Yo solo fui contratado para robarles la droga, nunca nos dijo su nombre. — dijo el hombre con dificultad.
Giovanni no espero más cogió su arma y le pegó un tiro en la boca, haciendo que la sangre del hombre le salpicara. Giovanni con si antebrazo se limpió la sangre que tenía en la cara.
Desde hace un mes, alguien les está robando la droga y todo el cargamento. Giovanni y Mariano, buscan al culpable, sus hombres se encargaban de deshacerse del cadáver, mientras los hermanos volvían a casa de pues de unas horas fuera de ella.
Giovanni necesitaba una mujer y urgente pero sabía que si hacía algo estaría mas alejado de Carlotta, pero como ella dijo, «no tienes que darme explicaciones» a ella realmente no le importaba Giovanni, después de todas esas amenazas no lo iba a perdonar tan fácil.
—Tú ve a casa, yo voy al club un rato. — dijo Giovanni, mariano solo asintió.
—Así no te ganarás su perdón, Giovanni.— le aconsejó su hermano.
—Ella no soporta estar cerca de mi, mariano. ¿Qué hago? ¿Dime? —dijo desesperado.
—No lo sé, por ejemplo reformar la habitación de tu bambino, para darle una sorpresa.— le dijo Mariano.
—Aún no sabemos lo que será. —dijo serio.
—Pues decóralo de un color que valga para ambos sexos. — Giovanni sonrió, abrazó a su hermano. —¿Vuelves conmigo a casa?
—Si. — dijo y se montaron en el auto.
Cuándo llegaron a la mansión, todo estaba oscuro, sólo estaban despiertos sus hombres en cada esquina de la mansión. Mariano se fue con su mujer y Giovanni entró sigilosamente a su habitación, que ahora era de Carlotta. La vio durmiendo y sonrió como un bobo, se acercó a ella y posó su mano en su vientre.
—Perdonarme por las horribles palabras que salieron de mi boca, mi bebé. Perdona a papá por su inmadurez, aún no has nacido y ya te quiero. — dijo Giovanni hablando con su bebé, lo que no sabía es que Carlotta le estaba escuchando. —Me ganaré vuestro perdón y el de mami también.
Se levantó y salió del dormitorio, se fue donde él dormiría ahora. Se quitó su traje y se metió en la cama.
—Ti amo, bambino. — susurró mirando al techo y pensando en su hijo.
Sol entraba por el gran ventanal de la habitación de Giovanni, él abrió sus ojos por los molestos rayos de sol. Bufó y se levantó de la cama, como todos los días o casi todos iba al baño a ducharse.Cuándo terminó de ducharse, se puso algo cómodo, un pantalón blanco y camisa azul cielo, con tres botones desabrochados. Salió de su cuarto y bajó por las escaleras de mármol, estaba todo en silencio, no había nadie. Miró su reloj de la muñeca y no eran tan temprano. —Un café. —le dijo a la sirvienta, caminó hasta el despacho y al abrir vio a su hermano viendo un video en el ordenador. —Buorgiorno. —Buorgiorno. —respondió Mariano. — Ven y mira esto. Giovanni caminó hasta donde estaba su hermano, se apoyó con una mano en la mesa y otra en el respaldo de la silla, donde Mariano estaba sentado. En el video era sobre los robos que habían recibido y el hombre que les robaba hizo un video para mostrarlo. Aunque no se le viera la cara. Giovanni estaba que echaba chispas del mosqueo, ese hombre
La noche llegó, la hora se acercaba. Giovanni había quedado con su amante, sin importarle nada ni nadie. Él mismo sabía que se estaba contradiciendo, el motivo. Sentía algo por la madre de su hijo, Giovanni nunca se ha enamorado no sabe nada de eso. Pero el miedo también le invadía, cuando ella supiera quien era Giovanni en realidad. El miedo de saber que ella se alejará, que le cogiera miedo. ¿Cómo le explicaría qué era un mafioso y se dedicaba a todos tipo de cosas ilegales? ¿Qué había matado? ¿Qué trafica con drogas y armas? Él sabía que ella no aceptaría un padre así para su hijo, pero tampoco buscó dejarla embarazada. Por ese motivo se acostaba con Vanessa, le hacía olvidar un poco de todo los problemas que tenía, de tener a Carlotta todo el día metida en su cabeza. ¿Se estaba enamorando de la madre de su hijo? Ni él mismo sabía la respuesta, estaba confundido. Por una parte quería una vida con ella, formar una familia, pero por otra parte, tenía miedo de que esa imagen de famil
En la mansión todos sentados en los grandes sofás de cuero, frente a la chimenea. Giovanni veía como Carlotta y Enzo se sonreían, como él acariciaba su mejilla, el como la miraba. Eso despertó más la furia de Giovanni, aguantaba para no estropear la pequeña reunión que tenían. Pero verla tan cariñosa con el hombre y con Giovanni nunca fue así de alegre. Giovanni, sentado en el borde de unos de sofás, cruzados de piernas, tocando su barbilla y mirando a un punto fijo, aunque de vez en cuando les miraba. Los celos le pasaba por su cuerpo de una manera que tenía ganas de matarlos. Mariano se dio cuenta de los celos de Giovanni, sonrió al verle así. Sabía que tarde o temprano, reclamaría por ella. Pero los celos era la mejor manera para que él se diera cuenta de ello. Giovanni sentía algo por ella, no sabía si era amor, atracción u obsesión. Verla coquetear con otro le reventaba, pero no puede hacer nada, él horas atrás tuvo sexo con otra. Harto de esa escena, se levantó y fue hacia e
Giovanni cría que estaba soñando, que lo que había escuchado era un maldito sueño. El tener a Carlotta en su cama, y a verle dicho «hazme tuya» era producto de su imaginación. Seguía mirándola sin creer lo que había escuchado, Giovanni deseaba tenerla de nuevo en sus brazos, hacerla suya y follarla como lo hizo cuando la dejó embarazada. Carlotta por culpa de sus hormonas, tenía que acudir a él. —¿Qué has dicho? —dijo fingiendo no haberlo escuchado. —Da igual, fue una equivocación decírtelo. — iba a levantarse de la cama, pero Giovanni se lo impidió sujetándola del brazo y tumbándola en cama. Giovanni con su brazo derecho empezó acariciar su mejilla y mirándola a los ojos. Se acercó a sus labios y los devoró, esos labios que tanto ansiaba besar, al final lo había logrado, nunca repetía con las mujeres, excepto con Vanessa. Pero Carlotta tenía algo que volvía loco a Giovanni, loco de amor. Ella llegó a su vida por causalidad, y con un bebé suyo creciendo dentro de su ser. Giovanni
Después de que Giovanni le diera la sorpresa a Carlotta, ambos salieron de la habitación con una gran sonrisa. Él había dado un gran paso, había conseguido el perdón de ella o al menos un poco. Esas palabras que dijo aquél día, fue un error que él soltó por su boca, pero estaba arrepentido. Amaba a su hijo, aunque aún no estuviera en sus brazos. Ambos bajaron las escaleras cogidos de la mano, en el salón ya no había nadie, se sentaron en el sofá en forma de L. —¿Esto qué significa, Giovanni? —habló ella rompiendo el silencio. —Como te he comentado, quiero tu perdón. —ella negó. —No me refiero a eso, si no, anoche nos acostamos y... —Carlotta. — la interrumpió. —Anoche nos acostamos si, pero no quiero dar un paso más. —No te entiendo ¿era solo sexo? —dijo al borde de las lágrimas. —No, pero no puedo darme esa oportunidad. —habló serio. —¿Por qué? ¿Hay otra? ¿No te importó? ¡¿Dime?! —alzó la voz. —¡Porqué me importan! — gritó levantándose del sofa. —Por eso no me doy el lujo de
Las seis de la mañana, Carlotta se despertó, sentía que alguien la abrazaba, miró hacia su lado y encontró a Giovanni dormido, con su torso desnudo. Le observó unos segundos y pudo detallarlo más. Tenía unas pestañas largas, perilla. Ella lo miraba con admiración, ese hombre que tanto la dijo que no le importaba, cuando dijo que su hijo no le importaba. Pero ahora Giovanni se estaba comportando de una manera que a ella le encantaba.Algo de Giovanni estaba haciendo que Carlotta sintiera cosas que jamás ha sentido. Los dos eran inexpertos en el amor, pero... Ella se preguntaba ¿por qué me acosté con él hace dos noches? El embarazo la tenía por las paredes, el embarazo hacía que las hormonas las tengas disparadas y ella se sentía atraída por él.Dejó de mirarlo y con cuidado salió de la cama, fue hasta el baño y encendió la llave de la ducha. Y empezó a desnudarse, se sentía incómoda al saber que Giovanni estaba detrás de esa puerta, que solos unos metros los separaba. Entró en la ducha
Giovanni estaba desbastado, había roto la gran promesa de Carlotta y había roto su corazón. No se quiso dejar llevar, pero Vanessa sabía como provocarle. Sabía que había hecho mal, y dejar a Carlotta irse, fue el agua que derramó el vaso.Giovanni quería sacar su furia su coraje, Vanessa había hecho mal en meterse con él. Ahora tendría que pagar las consecuencias de sus actos.Giovanni, junto a Paolo y los demás fueron hasta el despacho donde estaba su amante o examante. Cuando entraron ella estaba con una sonrisa triunfante en su cara, pero pobre, no sabía lo que le esperaba.Paolo cerró la puerta tras de él y la chica les miró, se levantó del sofá como una gran diva. —¿Ya la echaste? — dijo con una sonrisa. —¿Sabes lo qué te va a pasar ahora? — dijo él rascando su barbilla. —No me harás nada. —aseguró ella. —¿Cómo estás tan segura?— dijo él con una sonrisa, ella se puso sería y tragó grueso. —Paolo, es toda tuya. —¿Puedo hacer lo qué quiera con ella? — preguntó Paolo. —Por sup
Giovanni ya tenía su plan, quería su perdón y dejarse de tonterías. Quería recuperar a su bella Carlotta. Él fue un inútil el pensar con la cabeza que no debía, pero Carlota era lo que necesitaba para estar tranquilo, completo. Ella era la persona indicada para que Giovanni cambiará, y es la chica que cualquier hombre se enamoraría de ella sin pensarlo. Era dulce, risueña, tenía carácter y no se dejaba humillar. Además tenía a su pequeño bebé en su interior, creciendo en sus entrañas. Cuándo estuvo vestido, salió de su habitación para ir a desayunar y quitarse el dolor de cabeza que tenía encima, bajo las escaleras de mármol y en el salón desayunando estaban todos. Mariano tenía cara seria, jamás le había visto drogado, ni sabía desde cuando lo hacía. Pero iba hablar con él muy seriamente. —Buorgiorno. -saludó en italiano, todos les miraron, pero Mariano estaba enfado con él. Giovanni se sentó y empezó con su desayuno —Buorgiorno. - saludaron todos. Giovanni se sentó en la mesa, y