Giovanni aún seguía sin creerse que iba a ser padre, por un lado él cree que es suyo, pero por otro, no. Lo bueno que en el informe médico salía su dirección y hablaría con ella y obligarla abortar, pero primero quería verificar si ese bebé era suyo. Su hermano que lo miraba atentamente y ver como Giovanni se puso pálido al leer el informe, se lo arrebató de las manos y lo leyó.
—¡Te lo dije! —dijo su hermano entre dientes. —Eres un irresponsable.
—Aún no estoy seguro que ese niño sea mío. —respondió él.
—¿Cuándo follaste con ella? — preguntó.
—Hace un mes más o menos. —dijo pasando su mano por su sien.
—Entonces el niño es tuyo, imbécil. — dijo furioso Mariano. —Giovanni ni se te ocurra decirle que aborte, ese bebé no tiene la culpa de que vosotros dos en medio de una borrachera y calentura hayáis follado sin condón.
—Además si esa chica es responsable, dudo que te haga caso. —dijo esta vez su cuñada.
—Hablaré con ella. — dijo Giovanni.
Mariano tenía razón, las fechas coincidían, pero de una forma u otra le haría abortar. No iba hacerse cargo de un mocoso, aunque fuera suyo.
A Giovanni se le quitó el apetito, así que se marchó dejando en el restaurante a su hermano y cuñada. Iba hablar con ella y poner fin a esta situación.
Se montó en el coche y arrancó. Su escolta iba detrás de él, mientras Giovanni conducía miraba la dirección no estaba tan lejos, así que hoy iba a zanjar el asunto.
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Mientras tanto en casa, una Carlotta muerta de los nervios estaba sentada en el sofá, esperando a que ese hombre llegará, porque sabía que ese hombre iba a ir tarde o temprano. Tenía miedo que Giovanni le dijera que abortara, pero ella no iba a cometer semejante atrocidad. Era su hijo, su angelito y ni él ni nadie, se lo iba a quitar.
Tomaba un té para tranquilizarse, estaba tan nerviosa que le daban hasta náuseas.
El timbre sonó y Carlotta dio un brinco del susto, suspiró hondo, por alguna razón sabía que era él, pero algo le impedía dar un paso hacia la puerta.
—¡Abre la m*****a puerta, Carlotta. Se que estás ahí!—esa voz varonil y ronca la erizo la piel. Ella temblando caminó hacia la puerta y abrió, un hombre de piel bronceada, cabello oscuro, ojos grises e intensos, de 1,80 perilla, y cuerpo normalito estaba parado en la puerta.—Dime ¿cómo es eso de qué estás embarazada? —entró al departamento como si fuera su casa y ella cerró la puerta.
—Te lo pone en el parte medi...
—¡Sé lo qué pone en el papel! —gritó interrumpiéndola. —Quiero que lo interrumpas. —dijo serio caminando hacía la puerta.
—¡No! —respondió ella segura y Giovanni paró en seco al escucharla.
—¿Qué has dicho? —preguntó caminando hacia ella.
—Lo que oíste, no voy a deshacerme del bebé. —dijo sería y él se acercó amenazante hacia ella.
—Mira niñata, más te vale que lo hagas si no, yo mismo te obligo a que lo interrupas. —dijo amenazando.
—No lo haré, te guste o no, tendré al bebé. Tendrás que matarme para así quitarte esa carga. —dijo ella segura.
—No me tientes, porque no sabes de lo que soy capaz. —volvió a amenazar.
—No te estoy obligando a que te hagas cargo de él, solo te lo dije porque creí que era mejor que superas que ibas a ser padre. — habló ella.
—Por supuesto que no me haré cargo de ese mocoso, ¿lo quieres tener? ¡Allá tú! No me haré cargo de él. — dijo.
—No seré la única madre soltera, Giovanni. — pronunció su nombre.— Trabajo, soy independiente. Puedo hacerme cargo de él sin tu ayuda.
—Muy bien, no cuentes conmigo. No me importa ese bastardo.— dijo con odio.
—Esté bastardo y mocoso como tú lo llamas, es tu hijo te guste o no. Llevará tú sangre, aún así te pese. — él la miró con cara asesina levantó su mano. —¿Vas a pegarme? ¡Vamos! ¡Hazlo!
Giovanni bajo la mano y salió de allí dando un portazo a la puerta y Carlotta dejó caer unas lágrimas.
—Aunque papá no quiera saber de ti, yo te voy criar sin su ayuda. Sé que se arrepentirá de sus palabras. — dijo ella tocando su vientre. —Nos iremos con tus abuelos una temporada mi amor.
Ella iba a irse, por una extraña sensación sabia que el volvería a por ella y sacarla el bebé a la fuerzas, aunque perdieran su trabajo se iba a ir. Se fue a su habitación e hizo su maleta. Cuándo terminó, cogió el ordenador y miró el primer bueno a Milán. El primero salía en 4 horas así que se dio prisa. Fue hasta la cocina y le escribió una nota a su amiga.
Amiga, perdona que me vaya así, sin avisar. El padre del bambino estuvo aquí y dijo que abortara, prometo que te contaré todo. Pero ahora debo irme y poner a salvo al bebé, espero que me perdones. Te llamo en cuanto llegue, te amo.
Atte: Carlotta.
Dejó la nota pegada en el frigorífico y salió por la puerta, paró a un taxi y fue directa al aeropuerto. Lo que no sabía ella es que la estaban siguiendo.
Cuándo llegó al aeropuerto, pago al taxista y salió del coche, miro el reloj y aun quedaban 2h 30min se acercó al mostrador y una mujer la atendió. Fue hasta donde salía su vuelo y se sentó en una de las sillas.
Tenía que irse aunque la doliera dejar a su amiga pero más miedo tenía que Giovanni la hiciera algo.
Un hombre y una mujer se sentaron en frente de ella mirándola, ella nerviosa apartó la mirada de esa pareja.
—Hola ¿te acuerdas de nosotros? —dijo la mujer con una sonrisa.
—Si, les di el parte médico en el restaurante. — la mujer asintió.
—Si, queríamos hablar contigo. —volvió hablar la mujer. —¿Por qué te vas?
—¿No les dijo Giovanni lo qué me dijo? —ellos negaron. —Dijo que abortara por buenas o por las malas.
—No permitiremos que mi hermano haga semejante daño. — dijo Mariano. —Nosotros te apoyamos, si necesitas algo, dinero, lo que sea; llámanos. — Mariano le dio una tarjeta, donde estaba su número. —Pero no nos alejes de mi sobrino, per favore.
—No lo haré, le enviaré fotos de la ecografías y os llamaré para informarles de como va. — dijo Carlotta amablemente.
—Grazie. —la abrazaron y se fueron.
La hora de coger su vuelo ya salía así que caminó hasta la entrada del avión. Le dio el pasaje a la azafata y entró.
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Cuándo aterrizó el Milán, volvió a coger un taxi y le dio la dirección donde vivían sus padres, ahora venía la parte más dura, decirles a sus padres que estaba embarazada. No quería decepcionarlos pero tenía que decirles el motivo de su vuelta y no iba mentirles.
Abrió la puerta de la entrada de la casa de sus padres y caminó hasta el salón donde sus progenitores estaban sentados viendo la tele juntos, ellos miraron a su hija y se levantaron para abrazarla..
—Mi niña ¿qué ha pasado? ¿Por qué has regresado? — dijo su madre, Carlotta empezó a llorar.
—Hija ¿qué pasa? —dijo su padre preocupado.
—Perdonadme. — dijo ella sollozando. —No quise decepcionarles.
—¿Por qué ibas a decepcionarnos? — dijo el padre.
—Estoy embarazada. — dijo tapando su rostro, los padres quedaron petrificados.
—Mi niña, te apoyaremos, me harás abuela.— dijo la mujer emocionada.
—¿No estáis enfadados? — preguntó Carlotta.
—Claro que no, mi amor, dime ¿qué pasó con el padre? — Carlotta negó.
—No quiso hacerse cargo, me dijo que este mocoso lo iba a criar sola. —dijo la mismas palabras que dijo Giovanni.
—¡Hijo de puta! — habló el padre furioso. —No necesitas de él, pequeña. Nos tienes a nosotros.
—Gracias, sois los mejores padres del mundo. — ella les abrazó.
—Ahora ve a descansar, ese bebé lo necesita. — tocó su vientre.—Para la cena te avisaremos. — Carlotta asintió y fue a su habitación.
—No necesitamos a tu padre, pero tu tío si quiere saber de ti. — le susurró a su hijo y se tumbó en la cama, hasta que sus ojos se cerraron.
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Sicilia
Un Giovanni con un copa en la mano, bebiendo y emborrachándose, no paraba de pensar en las palabras de Carlotta. Ella le había retado en que no se iba a deshacer del bebé, él no quería ser padre. «¿Cómo pude llamar mocoso y bastardo a mi propio hijo?»pensó el llevando la copa a su boca.
El no estaba preparado para ser padre, pero tampoco la iba a dejar a su suerte. La puerta del despacho se abrió y por ella entró su hermano, Giovanni sabía que le iba a echar la bronca.
—¡Cómo pudiste! —gritó Mariano entrando y dando un portazo a puerta. —¡¿Cómo fuiste capaz de amenazar a la chica con matar a tu propio hijo?!
—¿Ya te fue con el cuento? —dijo Giovanni sin importancia.
—No, fuimos nosotros hacía ella y no contó lo que la dijiste. — dijo el hermano mayor.
—Solo la dije que abortara por las buenas o por las malas. — dijo él volviendo a beber.
—Eso es una amenaza, Giovanni. Haciéndole entender, que si ella no aborta, tú lo matas. — dijo y Giovanni lo miró. —Dime ¿te arrepientes de lo qué la dijiste, verdad? ¿Por eso estás bebiendo?
—Te equivocas. — se defendió llevándole la contraria, por supuesto que se arrepentía. —Bebo porque me gusta, si ella quiere tener al bebé, que lo haga, no me haré responsable.
—Tú no te harás responsables, pero mi esposa y yo le dijimos que contará con nosotros. — eso bastó para que Giovanni se levantará y lanzará la copa contra la pared.
—¡¿Con qué derecho hiciste eso?! — gritó alterado.
—¡Es mi sobrino y no iba a dejarlo a su suerte! — gritó también él.
—¡Váyanse todos a la m****a! Me importa muy poco lo que le pase a ese bastardo y a esa niñata. — gritó. —Iré a buscarla otra vez...
—Tarde. — le interrumpe Mariano. — La chica se fue. —Giovanni arrugó su frente, procesando las palabras de su hermano.
—¿Cómo qué se fue? — dijo él incrédulo —¿Con qué derecho?
—Con derecho de una madre, de proteger a su hijo y más pena me da que lo esté protegiendo de su propio padre. — dijo Mariano. —Le di mi número, para que me informará de como iba el bebé.
—Si tanto te preocupas de tu "sobrino" ¿por qué la dejaste marcharse? —dijo cruzándose de brazos.
—Porque como tú has dicho, soy el tío no el padre. No era mi derecho impedir que se fuera, si así es la única manera de proteger a mi sobrino, pues lo haré. — dijo levantándose de la silla, fue hasta puerta y la abrió pero se detuvo. —Algo me dice que te vas arrepentir, Giovanni. Algo me dice que vas a sufrir las consecuencias de no ver a tu hijo crecer, yo por mi parte en cuanto nazca viajaré para conocerle. —dijo eso y se marchó dejando a un Giovanni devastado.
Su hermano tenía razón se iba arrepentir, pero ya lo estaba haciendo. Ella se fue con su hijo en su vientre y no volvería a Sicilia y lo más importante y lástima es que lo protegiera de él.
«Os voy a encontrar, niñata.» pensó él.
Lo que no sabía Giovanni, es que le iba a ser un poco difícil encontrarla.
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Había pasado una semana desde que Carlotta se fue, los únicos que sabían donde estaba, eran Mariano y su esposa Carina. Ellos protegían a su sobrino, Mariano conocía muy bien a su hermano y sabía también que los encontraría, pero él iba a evitar eso. Mariano sentía pena tener que proteger a su sobrino de su propio hermano, pero lo que Mariano no sabía es que Giovanni lleva una semana devastado, arrepentido, con ansias de encontrar a Carlotta y a su hijo. Giovanni lleva una semana bebiendo hasta al punto de llegar a casa ebrio, follaba para olvidar la desesperación de no saber donde estaban. A Mariano le dolía ver así a su hermano pequeño, pero era mejor así. Además había prometido a Carlotta no decirle donde estaba. Giovanni ya había contratado al mejor detective para encontrarla, pero lo que no sabía es que su hermano le había pagado más para no decirle el paradero de la joven. Un Giovanni en el despacho, con una copa en la mano, miraba por ventana pensando en Carlotta y en s
Carlotta sabía que él la iba hacer daño o eso creía. El miedo la hacía temblar, el volver a tenerle cerca le enfriaba la sangre, miedo a que hiciera daño al bebé. —Giovanni, te lo suplico no me lo arrebates. — suplicó ella llorando. —No lo voy hacer, Carlotta. —dijo serio —Sólo quiero ver a mi hijo crecer y se vuelven conmigo. — ella se negó, no iba a volver, ni en sus sueños. —¿Para qué quieres qué vuelva?— preguntó ella. —Ya te lo he dicho, quiero ver crecer a mi hijo. —repitió. —¿Cuándo dejó de ser un bastardo o un mocoso? — dijo enfada, el suspiró, otra vez le venían con el mismo asunto. —Sé que lo que dije no tiene perdón, pero me importan y mucho y ahora deja de hacer preguntas, porque tomaremos un avión. — dijo Giovanni con una sonrisa. —No me iré contigo. — dijo firme. —No era una pregunta, principessa. — dijo. —Arranca. —le dijo a su escolta. Durante el camino hacía Jet, ambos se mantenían callados, ninguno pronunciaban palabra alguna. Giovanni la observaba
Sol entraba por el gran ventanal de la habitación de Giovanni, él abrió sus ojos por los molestos rayos de sol. Bufó y se levantó de la cama, como todos los días o casi todos iba al baño a ducharse.Cuándo terminó de ducharse, se puso algo cómodo, un pantalón blanco y camisa azul cielo, con tres botones desabrochados. Salió de su cuarto y bajó por las escaleras de mármol, estaba todo en silencio, no había nadie. Miró su reloj de la muñeca y no eran tan temprano. —Un café. —le dijo a la sirvienta, caminó hasta el despacho y al abrir vio a su hermano viendo un video en el ordenador. —Buorgiorno. —Buorgiorno. —respondió Mariano. — Ven y mira esto. Giovanni caminó hasta donde estaba su hermano, se apoyó con una mano en la mesa y otra en el respaldo de la silla, donde Mariano estaba sentado. En el video era sobre los robos que habían recibido y el hombre que les robaba hizo un video para mostrarlo. Aunque no se le viera la cara. Giovanni estaba que echaba chispas del mosqueo, ese hombre
La noche llegó, la hora se acercaba. Giovanni había quedado con su amante, sin importarle nada ni nadie. Él mismo sabía que se estaba contradiciendo, el motivo. Sentía algo por la madre de su hijo, Giovanni nunca se ha enamorado no sabe nada de eso. Pero el miedo también le invadía, cuando ella supiera quien era Giovanni en realidad. El miedo de saber que ella se alejará, que le cogiera miedo. ¿Cómo le explicaría qué era un mafioso y se dedicaba a todos tipo de cosas ilegales? ¿Qué había matado? ¿Qué trafica con drogas y armas? Él sabía que ella no aceptaría un padre así para su hijo, pero tampoco buscó dejarla embarazada. Por ese motivo se acostaba con Vanessa, le hacía olvidar un poco de todo los problemas que tenía, de tener a Carlotta todo el día metida en su cabeza. ¿Se estaba enamorando de la madre de su hijo? Ni él mismo sabía la respuesta, estaba confundido. Por una parte quería una vida con ella, formar una familia, pero por otra parte, tenía miedo de que esa imagen de famil
En la mansión todos sentados en los grandes sofás de cuero, frente a la chimenea. Giovanni veía como Carlotta y Enzo se sonreían, como él acariciaba su mejilla, el como la miraba. Eso despertó más la furia de Giovanni, aguantaba para no estropear la pequeña reunión que tenían. Pero verla tan cariñosa con el hombre y con Giovanni nunca fue así de alegre. Giovanni, sentado en el borde de unos de sofás, cruzados de piernas, tocando su barbilla y mirando a un punto fijo, aunque de vez en cuando les miraba. Los celos le pasaba por su cuerpo de una manera que tenía ganas de matarlos. Mariano se dio cuenta de los celos de Giovanni, sonrió al verle así. Sabía que tarde o temprano, reclamaría por ella. Pero los celos era la mejor manera para que él se diera cuenta de ello. Giovanni sentía algo por ella, no sabía si era amor, atracción u obsesión. Verla coquetear con otro le reventaba, pero no puede hacer nada, él horas atrás tuvo sexo con otra. Harto de esa escena, se levantó y fue hacia e
Giovanni cría que estaba soñando, que lo que había escuchado era un maldito sueño. El tener a Carlotta en su cama, y a verle dicho «hazme tuya» era producto de su imaginación. Seguía mirándola sin creer lo que había escuchado, Giovanni deseaba tenerla de nuevo en sus brazos, hacerla suya y follarla como lo hizo cuando la dejó embarazada. Carlotta por culpa de sus hormonas, tenía que acudir a él. —¿Qué has dicho? —dijo fingiendo no haberlo escuchado. —Da igual, fue una equivocación decírtelo. — iba a levantarse de la cama, pero Giovanni se lo impidió sujetándola del brazo y tumbándola en cama. Giovanni con su brazo derecho empezó acariciar su mejilla y mirándola a los ojos. Se acercó a sus labios y los devoró, esos labios que tanto ansiaba besar, al final lo había logrado, nunca repetía con las mujeres, excepto con Vanessa. Pero Carlotta tenía algo que volvía loco a Giovanni, loco de amor. Ella llegó a su vida por causalidad, y con un bebé suyo creciendo dentro de su ser. Giovanni
Después de que Giovanni le diera la sorpresa a Carlotta, ambos salieron de la habitación con una gran sonrisa. Él había dado un gran paso, había conseguido el perdón de ella o al menos un poco. Esas palabras que dijo aquél día, fue un error que él soltó por su boca, pero estaba arrepentido. Amaba a su hijo, aunque aún no estuviera en sus brazos. Ambos bajaron las escaleras cogidos de la mano, en el salón ya no había nadie, se sentaron en el sofá en forma de L. —¿Esto qué significa, Giovanni? —habló ella rompiendo el silencio. —Como te he comentado, quiero tu perdón. —ella negó. —No me refiero a eso, si no, anoche nos acostamos y... —Carlotta. — la interrumpió. —Anoche nos acostamos si, pero no quiero dar un paso más. —No te entiendo ¿era solo sexo? —dijo al borde de las lágrimas. —No, pero no puedo darme esa oportunidad. —habló serio. —¿Por qué? ¿Hay otra? ¿No te importó? ¡¿Dime?! —alzó la voz. —¡Porqué me importan! — gritó levantándose del sofa. —Por eso no me doy el lujo de
Las seis de la mañana, Carlotta se despertó, sentía que alguien la abrazaba, miró hacia su lado y encontró a Giovanni dormido, con su torso desnudo. Le observó unos segundos y pudo detallarlo más. Tenía unas pestañas largas, perilla. Ella lo miraba con admiración, ese hombre que tanto la dijo que no le importaba, cuando dijo que su hijo no le importaba. Pero ahora Giovanni se estaba comportando de una manera que a ella le encantaba.Algo de Giovanni estaba haciendo que Carlotta sintiera cosas que jamás ha sentido. Los dos eran inexpertos en el amor, pero... Ella se preguntaba ¿por qué me acosté con él hace dos noches? El embarazo la tenía por las paredes, el embarazo hacía que las hormonas las tengas disparadas y ella se sentía atraída por él.Dejó de mirarlo y con cuidado salió de la cama, fue hasta el baño y encendió la llave de la ducha. Y empezó a desnudarse, se sentía incómoda al saber que Giovanni estaba detrás de esa puerta, que solos unos metros los separaba. Entró en la ducha