Con el corazón latiendo salvajemente en el pecho, Magaly reconoció el rostro. Era idéntico al de Valentina. Los mismos ojos profundos, la misma delicada estructura ósea, la misma expresión de melancólica belleza. La similitud era asombrosa, innegable.Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Qué significaba esto? ¿Qué conexión secreta unía a Valentina con esta mujer del pasado?Mientras Magaly examinaba con atención el interior del cofre, buscando cualquier otra pista que pudiera complementar el impactante hallazgo de la fotografía, un murmullo de voces proveniente del pasillo la sobresaltó. Su corazón dio un vuelco. La señora Laura. O peor aún, algún miembro de la familia Contreras.Con movimientos rápidos y silenciosos, agarró la mitad de la fotografía donde el rostro de la mujer idéntica a Valentina estaba claramente visible y la deslizó en el bolsillo de su pantalón. No había tiempo para más. Necesitaba salir de allí antes de ser descubierta.Recordó vagamente haber visto un balcón peq
Con el corazón latiendo con fuerza por la urgencia de su descubrimiento y la creciente confusión sobre el parecido entre Javier y Richard, Magaly se movió con cautela por los pasillos de la mansión. Afortunadamente, el ajetreo por la llegada de la familia Contreras seguía siendo su mejor aliado, permitiéndole deslizarse entre el personal sin levantar demasiadas sospechas.Evitando los salones principales y las áreas de mayor tránsito, buscó una salida discreta. Recordó una pequeña puerta de servicio en la parte trasera de la mansión, cerca de los jardines, que utilizaban los jardineros. Con paso ligero, se dirigió hacia allí, asegurándose de no ser vista por la señora Laura ni por ningún otro miembro del servicio.Una vez en el exterior, respiró profundamente el aire fresco de la tarde, sintiendo una mezcla de alivio y excitación. Necesitaba contactar a Valentina y Richard de inmediato. Sacó su teléfono móvil del bolsillo y buscó el contacto de Valentina.Al segundo tono, Valentina re
Elara inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos fijos en Valentina con una intensidad penetrante. —¿Qué ves en la fotografía, hija? Describe lo que sientes al mirarla ahora.Valentina, con la mirada aún perdida en el rostro de su doble del pasado, comenzó a hablar lentamente, como si estuviera tratando de descifrar un enigma visual y emocional al mismo tiempo. —Veo... las flores. Son las mismas... —su voz se quebró ligeramente, volviendo a mirar a Elara con una expresión confusa—. Son las mismas que están en el jardín de la posada, ¿cierto?Elara asintió en silencio, esperando su siguiente palabra.—Sí... así es —confirmó Valentina, volviendo su atención a la fotografía—. Y... la manta. Es la misma... la misma que tiene Anselmo en su casa, la manta con la que llegó Richard...Una oleada de comprensión y confusión la invadió. La conexión entre las flores, la manta y ahora esta misteriosa mujer idéntica a ella era innegable, pero el significado seguía siendo esquivo.—¿Cuál es la conexión
Ya en la bulliciosa atmósfera matutina de la mansión, Magaly se topó de frente con Javier en uno de los pasillos menos transitados.—Vaya, viniste temprano —le comentó Javier con una sonrisa amable.Magaly se quedó paralizada por un instante, su mente intentando cambiar rápidamente de marcha. —¿Eh? Ah... sí —respondió, sintiéndose ligeramente vacilante.—¿Y cómo sigue tu mamá? —preguntó Javier con una cortesía que ahora le sonaba extrañamente inquisitiva a Magaly.La pregunta la tomó por sorpresa. Por un momento, olvidó por completo la improvisada excusa del día anterior. —¿Mi mamá...? —balbuceó, con el ceño ligeramente fruncido.En ese instante, la mentira de la enredadera y la anciana enferma golpeó su memoria como un rayo. Su rostro se iluminó con una sonrisa forzada. —¡Ah, sí, mi madre! Está mucho mejor, gracias por preguntar. Ya sabe cómo son las personas mayores, un día están bien y al siguiente... Pero hoy amaneció con mucha energía.Mientras pronunciaba estas palabras, notó q
Tu padre... seis meses antes de que te trajera a Villa Esperanza, estaba muy distante. Siempre conversábamos, éramos confidentes, pero en esos días... evitaba mis preguntas, se encerraba en sí mismo. Aun así, un día, la angustia lo desbordó. No pudo más y comenzó a contarme todo.—Tu padre y tu madre se enamoraron perdidamente, fue un flechazo de esos que pocas veces se ven. Pero el padre de tu madre... tu abuelo... nunca lo quiso. Lo despreciaba por ser un hombre humilde, un trabajador sin fortuna. Según él, mi amigo no tenía futuro.En ese preciso instante, la puerta de la cabaña se abrió de golpe, dejando entrar a Magaly, jadeante y con los ojos brillantes de excitación.—¡Chicos, tengo algo que contarles! —exclamó Magaly.Pero alcancé a hacerle una seña rápida y discreta para que guardara silencio. Alberto estaba desenterrando un pasado crucial, y no quería que nada lo interrumpiera.—Cuando tu padre se enteró de que tu madre estaba embarazada, quiso hacer todo bien. Fue y se enfr
Ya de vuelta en la tranquilidad relativa de la posada, Magaly y Valentina repasaban los eventos del día, la información vertida por Alberto y el peso de las nuevas revelaciones.—¡Uf! Esto es un gran misterio, Val —exclamó Magaly, a pesar de la tensión, dejando escapar una de sus características risitas nerviosas—. ¡Todo está tan enredado!—Sí, es cierto —respondió Valentina, con el ceño fruncido por la concentración—. Pienso que tenemos que conocer mejor a la familia Contreras. Entender sus dinámicas, sus secretos...—Yo pienso lo mismo —asintió Magaly—. ¿Y qué se te ocurre?Valentina suspiró, mirando un punto fijo en la pared. —Quiero que la señora Contreras me conozca. Si llega a verme de cerca, no podrá ignorar el parecido que tengo con su familia. De alguna manera, estando cerca, podré averiguar de dónde vengo.—Pero te digo, Val, no es tan fácil —advirtió Magaly, con un tono más serio—. Ellos son muy reservados, viven en su propio mundo.—Sí, creo que no es buena idea todavía —c
Después de ese abrazo que tanto necesitaba, Milagros mantenía esa sonrisa dulce y genuina que siempre me había cautivado. —Cuéntame, mi amor, ¿cómo has estado? —me preguntó con una curiosidad palpable en su voz suave. —Y ¿quién es esta bella joven?—Ah, disculpa que no te haya presentado —dije, apartándome un poco para que ambas pudieran verse bien—. Ella es mi mejor amiga, se llama Magaly.—¡Qué bonito nombre! —exclamó Milagros, dirigiendo una mirada cálida y afectuosa a Magaly.—Gracias —respondió Magaly, sintiendo las palabras cálidas y amorosas de Milagros como un oasis en medio de la tensión que habíamos vivido.No quise abrumarla con mi pasado tan pronto. Después de tanto tiempo y en su estado, prefiero mantener la conversación, fluyendo de manera ligera y natural. Le conté brevemente sobre mi vida fuera del orfanato, evitando los detalles más oscuros y centrándome en las experiencias más recientes y positivas, como mi amistad con Magaly y nuestra vida en el pueblo. Quería que s
—Aquí están. La que Milagros guardó... y la que encontramos contigo, Richard.—Miren, Anselmo, Richard. El tipo de lana... es la misma, una lana gruesa, como hecha a mano, con esas pequeñas imperfecciones que le dan un toque artesanal.—Sí... es increíble. Nunca la había mirado tan de cerca.—Parece la misma calidad, sí. Una lana fuerte, duradera.—Y las flores... el patrón es casi idéntico. Rosas pequeñas de un color rojo deslavado, con hojas verdes bordadas alrededor. La forma en que están dispuestas en las esquinas... es la misma.—¡Miren! Aquí, en la manta de Valentina, hay una pequeña rosa con un pétalo ligeramente diferente, como si la lana fuera de otro tono. Y en la de Richard... aquí también hay una, ¡exactamente en el mismo lugar y con la misma pequeña variación!—Incluso el tacto... se siente igual. Suave, pero con esa textura rústica de algo hecho a mano.—Esto... Esto es más que una simple coincidencia. Es... asombroso.—Nunca... nunca imaginé algo así.—Es como si... com