Ya de vuelta en la tranquilidad relativa de la posada, Magaly y Valentina repasaban los eventos del día, la información vertida por Alberto y el peso de las nuevas revelaciones.—¡Uf! Esto es un gran misterio, Val —exclamó Magaly, a pesar de la tensión, dejando escapar una de sus características risitas nerviosas—. ¡Todo está tan enredado!—Sí, es cierto —respondió Valentina, con el ceño fruncido por la concentración—. Pienso que tenemos que conocer mejor a la familia Contreras. Entender sus dinámicas, sus secretos...—Yo pienso lo mismo —asintió Magaly—. ¿Y qué se te ocurre?Valentina suspiró, mirando un punto fijo en la pared. —Quiero que la señora Contreras me conozca. Si llega a verme de cerca, no podrá ignorar el parecido que tengo con su familia. De alguna manera, estando cerca, podré averiguar de dónde vengo.—Pero te digo, Val, no es tan fácil —advirtió Magaly, con un tono más serio—. Ellos son muy reservados, viven en su propio mundo.—Sí, creo que no es buena idea todavía —c
Después de ese abrazo que tanto necesitaba, Milagros mantenía esa sonrisa dulce y genuina que siempre me había cautivado. —Cuéntame, mi amor, ¿cómo has estado? —me preguntó con una curiosidad palpable en su voz suave. —Y ¿quién es esta bella joven?—Ah, disculpa que no te haya presentado —dije, apartándome un poco para que ambas pudieran verse bien—. Ella es mi mejor amiga, se llama Magaly.—¡Qué bonito nombre! —exclamó Milagros, dirigiendo una mirada cálida y afectuosa a Magaly.—Gracias —respondió Magaly, sintiendo las palabras cálidas y amorosas de Milagros como un oasis en medio de la tensión que habíamos vivido.No quise abrumarla con mi pasado tan pronto. Después de tanto tiempo y en su estado, prefiero mantener la conversación, fluyendo de manera ligera y natural. Le conté brevemente sobre mi vida fuera del orfanato, evitando los detalles más oscuros y centrándome en las experiencias más recientes y positivas, como mi amistad con Magaly y nuestra vida en el pueblo. Quería que s
—Aquí están. La que Milagros guardó... y la que encontramos contigo, Richard.—Miren, Anselmo, Richard. El tipo de lana... es la misma, una lana gruesa, como hecha a mano, con esas pequeñas imperfecciones que le dan un toque artesanal.—Sí... es increíble. Nunca la había mirado tan de cerca.—Parece la misma calidad, sí. Una lana fuerte, duradera.—Y las flores... el patrón es casi idéntico. Rosas pequeñas de un color rojo deslavado, con hojas verdes bordadas alrededor. La forma en que están dispuestas en las esquinas... es la misma.—¡Miren! Aquí, en la manta de Valentina, hay una pequeña rosa con un pétalo ligeramente diferente, como si la lana fuera de otro tono. Y en la de Richard... aquí también hay una, ¡exactamente en el mismo lugar y con la misma pequeña variación!—Incluso el tacto... se siente igual. Suave, pero con esa textura rústica de algo hecho a mano.—Esto... Esto es más que una simple coincidencia. Es... asombroso.—Nunca... nunca imaginé algo así.—Es como si... com
A la mañana siguiente, Magaly se dirigió a la imponente mansión de los Contreras con una determinación férrea. Su objetivo era claro: sonsacar cualquier información que pudiera arrojar luz sobre el pasado de Valentina y, por extensión, el de Richard. Al acercarse a la entrada principal, divisó a Javier a lo lejos, dando órdenes a uno de los empleados en el jardín. Una punzada de incomodidad la recorrió. Sabía que un encuentro con él inevitablemente la sometería a un interrogatorio. Con agilidad, Magaly modificó su rumbo, buscando una entrada lateral que le permitiera infiltrarse en la casa sin ser detectada por el joven Contreras.Mientras rodeaba la mansión, escudriñando entre los setos y las enredaderas, Magaly descubrió una puerta inesperada. Estaba parcialmente oculta por la maleza crecida, como si alguien hubiera intentado mantenerla en secreto. "¿Qué será esto?", se preguntó en voz baja, sintiendo una punzada de curiosidad. Parecía una entrada olvidada, quizás incluso secreta. S
En ese instante, los dos jóvenes tomaron la decisión tácita de abandonar la mansión discretamente. Con movimientos sigilosos, descendieron del tejado por el pasadizo secreto y se deslizaron por los jardines, procurando no ser vistos por ningún empleado. Juntos, emprendieron la caminata hacia el centro de Villa Esperanza, un trayecto de unos quince minutos a pie desde la imponente residencia de los Contreras. Durante el camino, Magaly, con su entusiasmo característico, continuó relatándole a Javier los detalles de sus recientes "aventuras": el descubrimiento de la manta, la visita al orfanato, el encuentro con la entrañable señorita Milagros y la sorprendente revelación del jardín tejido. Javier, absorto en sus palabras y en la vivacidad de su narradora, se limitaba a observarla con una mezcla de fascinación y creciente curiosidad. La intensidad con la que Magaly contaba su historia y la seriedad del misterio que la rodeaba comenzaban a capturar por completo su atención.—¿Qué me miras
—¿Quién... quién es él? —pregunta Richard, con el rostro marcado por la confusión intensa, sus ojos fijos en Javier, un desconcierto evidente en su mirada.—Richard... él es Javier Contreras. Javier... él es Richard —dice Valentina, su voz cargada de sorpresa, una creciente confusión reflejada en su rostro mientras su mirada alterna entre ambos hombres.—¡Increíble! Magaly no exageraba. ¡Somos como dos gotas de agua! Debemos ser hermanos, ¿verdad? Siempre soñé con tener un hermano —exclama Javier, con un entusiasmo desbordante y una sonrisa radiante mientras se acerca efusivamente a Richard.—No... no lo entiendo. ¿Cómo es posible? —murmura Richard, frunciendo el ceño mientras examina a Javier de arriba abajo, sin mostrar ningún reconocimiento instintivo, solo la incredulidad ante un rostro familiar pero ajeno.—Es... es cierto. El parecido es... asombroso. Pero... ¿cómo? Yo pensaba... —dice Valentina, ladeando la cabeza, el asombro ante la similitud evidente mientras la teoría de un
Magaly comenzó su relato describiendo el descenso por la estrecha escalera de piedra, el aire volviéndose cada vez más denso y cargado de un olor terroso y húmedo, como de tierra removida y encierro prolongado. Al llegar al final de los escalones, se encontró en un espacio sorprendentemente amplio, aunque con el techo bajo y abovedado, construido con ladrillos oscurecidos por el tiempo y la humedad. La única iluminación provenía de la tenue rendija de luz que se filtraba por la puerta entreabierta que daba al jardín.—En realidad, en ese cobertizo... hay señales de que una persona entra —corrige Magaly, su voz ahora cargada de una certeza inquietante—. No solo estuvo, sino que parece que sigue utilizando el lugar.—¡Qué extraño! —exclama Javier, su curiosidad inicial tornándose en sorpresa y algo de nerviosismo—. Nunca he oído hablar de ese lugar en la mansión.—Lo único que se me ocurre —dice Valentina, con la mirada pensativa— es vigilar. Tenemos que saber quién es la persona que es
Interior de la cabaña de Elara. Javier y Magaly acaban de regresar, sus rostros aún reflejan la sorpresa y la confusión de lo que presenciaron.Javier entró en la cabaña casi sin aliento, con los ojos muy abiertos. Magaly lo seguía de cerca, su expresión igualmente agitada. Valentina y Richard, que estaban sentados junto a Elara, los miraron con interrogación.—¡No van a creer lo que vimos! —exclamó Javier, su voz todavía temblaba ligeramente.Valentina se levantó de inmediato, su preocupación evidente—. ¿Qué pasó? ¿Vieron a alguien entrar al cobertizo?Magaly asintió rápidamente. —Sí, pero no era un extraño... era tu padre, Javier.Un silencio denso cayó sobre la cabaña. Richard frunció el ceño, incrédulo. Elara permaneció quieta, su rostro sereno pero atento.—¿Mi padre? —preguntó Javier, como si no pudiera creer sus propias palabras—. ¿Qué hacía ahí?—Estaba buscando algo —explicó Magaly, su voz aún en un susurro por la impresión—. Estaba revisando las paredes, el suelo... incluso