Antes de marcharse, Martín la miró de nuevo.—En fin, haré una fiesta en tres días. Estaré con mi prometida —dijo, sonriendo de manera forzada—. Puedes ir, lleva a tu amante si es deseas—Después de mencionar el lugar y la hora del evento, encendió el motor del auto y se marchó.
Laura ni siquiera tuvo tiempo de negarse. Él no esperó su respuesta, como si diera por sentado que ella asistiría. Mirando a su madre con desconcierto, aceleró el paso y subió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. Se dejó caer en la cama, mientras su mente la transportaba a un pasado que había intentado olvidar, pero que aún la hería con fuerza. " No tuve otra opción, Martin " susurró mientras apretaba con fuerza sus labios temblorosos y una lágrima enjugaba sus mejillas. Laura comenzó a recordar aquellos años junto a Martin ... Eran los años en donde las empresas de Martin atravesaban una enorme crisis financiera y en los cuales su propia carrera como modelo estaba en ascenso ya que un ceo italiano había llegado al país y Laura se debatia entre el deber de permanecer junto a Martin y apoyarlo o pensar en ella y perseguir sus sueños. Durante algunas semanas Laura tuvo algunos encuentros con frederick Harper quien era un reconocido ceo de la industria de la moda, este buscaba convencerla de irse a Italia bajo promesas de fama, prestigio y dinero, Pero ella seguía dudando. "¿ Cómo podría abandonar a su esposo en un momento como ese?"" —Yo le agradezco quee considere digna de ir a Italia y convertirme en una modelo famosa, Pero creo que primero está mi deber como esposa, y se wte Martin me necesita, ahora mas que nunca — respondió finalmente, Pero Martin había descubierto sobre sus encuentros repetidos. —¿ Que hay entre tú y ese hombre, Laura, ese Frederick Harper?...— Le sorprendió preguntándole después de una apasionada entrega. Ella lo miró confundida y preocupada por lo que estaba pensando. — Eres todo lo que me queda , no podría vivir sin tí — Le dijo y la besó de nuevo. Laura no dejaba de pensar en esas palabras y se sentía bien por no haber decidido irse. Así que le aseguró que no era nada, solo reuniones de trabajo, Martin, decidió creerle. Durante muchos días Martin intentaba mostrarse muy optimista, Pero cada vez que llegaba, Laura podía mirar la tristeza y la congoja en su mirada. Los informes indicaban que la ruina de empresas Textiles Martin & Co era inminente. La competencia, los costos de producción y los problemas de distribución internacionales debido a la anterior pandemia amenazaba con dejar a la familia en la ruina total. —Toma, te hará bien— Laura casi todas las noches lo esperaba con una deliciosa cena y una taza de té para tensar sus nervios. Pero parecía que cada intento era inutil y Martin Lucia cada vez más desesperado. — ¿Me mandó a llamar señora?— Laura entra a la oficina de Irene, la madre de Martin quien todavía manejaba la empresa junto a su hijo. Irene cerró la puerta y le señaló un documento sobre él escritorio. Uno que Laura comenzó a leer mientras su rostro se desencajaba cada vez mas. Era un acuerdo de divorcio. Era la salida que, según ella, resolvería la situación de la empresa. —Deberías dejarlo—insistió. —Él necesita casarse con alguien que lo ayude a salvar la empresa, una mujer importante, no es nada contra ti, Pero mírate, una simple modelo de revista ¿cómo puede ayudar en un problema como este?— Laura se levantó enseguida. El desprecio de su suegra por su origen humilde la hirió profundamente. Desde el principio, su matrimonio había sido un desafío para la familia de Martín, pero él había luchado por ella, y juntos habían logrado casarse a pesar de las adversidades. —Si caemos en la ruina, no lo soportará. Se quitará la vida, Laura, y será tu culpa por no dejarlo y permitir que todo se solucione de la mejor manera. Alberti Logan nos ofrece una solución; su hija siempre ha estado enamorada de Martín, y podríamos llegar a acuerdos muy convenientes. Si perdemos todo, sería muy egoísta de tu parte—Laura se fué de su presencia muy perturbada, Pero Irene volvió a repetirle aquello siempre que tuvo oportunidad. Laura seguía.negansose. Pero cuando Martin comenzó a trabajar sin descanso y a sufrir humillaciones por parte de los socios y la prensa amarillista que comenzaba a desprestigiarlo, comenzó a preguntarse si irse y dejarlo en manos del ceo Alberti Logan y de su hija podría ser la solución. "Quizás, al irme, le daré una oportunidad de recuperar su patrimonio y ser feliz", pensaba en sus desvelos. Una noche, lo esperó hasta la madrugada. Él llegó agotado y deshecho. Su aspecto cansado y la amargura en su mirada le rompieron el corazón. Le sugirió que aceptara la propuesta de Alberti, pero solo lograron discutir. No quería esa salida, pues era a ella a quien amaba. Por más que intentó convencerlo de que era lo mejor, él le recordaba constantemente que no la dejaría por salvar la empresa. Sin embargo, ella se daba cuenta de que Martín pasaba las noches en vela, estaba perdiendo peso y comenzaba a tomar pastillas para relajarse. Lo veía destruirse poco a poco. Asi que finalmente Laura, había tomado una decisión. — Lo haré, solo envíeme esos documentos — le dijo a irene quien los envío enseguida asegurándole que era lo mejor para todos. Laura le dijo a irene que se iría para salvarlo. Cuando los tuvo en sus manos, firmó los documentos y lo esperó hasta que llegó, cansado a media noche. —Me iré a Italia con Frederick. Él me ofrece la vida que quiero, tu ya no puedes hacer eso —dijo, sorprendiendo a Martín con sus maletas en la sala. Tenía que ser ruda con él para que no la detuviera. —¿Qué me estás diciendo? Laura, maldita sea, no puedes hacerme esto —su mirada reflejaba incertidumbre. —Él me ofrece lo que tú ya no puedes: ser rica, tener mi propia carrera. No pienso quedarme contigo y tratar de salvar una empresa en quiebra—Laura salió corriendo con su equipaje. Martín corrió detrás de ella, sujetando su brazo con fuerza. Las lágrimas brotaron rápidamente de sus ojos. —¿En verdad me vas a abandonar, Laura? ¿Porque ya no puedo darte lujos y riquezas? ¿Justo ahora que más te necesito? —le suplicó, ella se contuvo para no llorar y abrazarlo, no quería irse, pero temía que Martin no soportará la presión, algunas noches lo descubría sin dormir , con la mirada perdida. .—Sí, exactamente por eso. Quiero estar con Frederick y nadie me detendrá—Se soltó de su agarre y subió al auto de Frederick, dejándolo pasmado. Cerró los ojos con fuerza y, fuera de su vista, rompió en llanto. Deseaba que la odiara. Así, haría lo correcto: casarse con Barbara Logan y salvar su empresa. No quería mirar atrás; si lo hacía, se bajaría del auto y le diría que lo amaba, que nunca se iría de su vida. El toque en la puerta la sacó de sus amargos recuerdos. —¿ Estás bien cariño?— Era su madre. Recordar esos momentos la llenó de tristeza. Se sentó sobre la cama y suspiró con resignación. La tristeza se había instalado en su mente y corazón, pero asintió mientras tomaba un chocolate caliente que su madre preparó para ella.Laura decidió no darle importancia a la invitación de Martín. Para ella, asistir era una estupidez; no encontraba motivo suficiente para hacerlo. Él había comenzado una nueva vida, y ella no tenía necesidad de interferir en la suya. Así que se quitó la idea descabellada de la cabeza y se ocupó de otros asuntos importantes para iniciar su nueva vida en Canadá.Al día siguiente, decidió visitar a Leticia, su amiga de toda la vida, a quien no había visto en mucho tiempo. Apenas se enteró de que Laura había regresado, le hizo una llamada y quedaron en encontrarse personalmente para recordar viejos tiempos. Leticia era la única que conocía la verdad sobre la partida de Laura, el secreto que había guardado celosamente. Cuando se fue, le pidió que no le dijera nada a Martín. Tal vez, como decía su madre, su existencia no le traía ningún beneficio. Si realmente lo amaba, debía dejarlo libre, permitiéndole vivir la exitosa vida que merecía. No podía ofrecerle el apoyo financiero que necesitaba
Al día siguiente, Laura ya estaba lista para asistir a la fiesta. Frederick y ella llegaron al salón tomados del brazo; para todos, él era su esposo y, por alguna razón, quería mantener las apariencias. Al entrar a la recepción, Laura comenzó a sentirse muy nerviosa. Buscó con la mirada a Martín. Fingía admirar la decoración, pero en realidad intentaba encontrarlo. Notó cómo muchos se quedaban observándola, atraídos por el encanto que le confería su fabuloso vestido. El vestido, un diseño ajustado, atraía miradas por el modo en que resaltaba sus curvas. Fue elegido entre Leti y Frederick, y ahora comenzaba a pensar que tal vez Martín pensaría que se había esmerado demasiado para lucir hermosa para él. Se sentiría muy patética si eso sucedía. Sus manos comenzaron a temblar y trató de retomar el aliento haciendo tres respiraciones profundas.Empezaba a cuestionar el haber venido. No sabía qué hacía allí, qué buscaba. Mordió sus labios con un ligero temblor al mirar a Frederick, quien la
Laura se sintió abrumada, pero intentó ignorar lo que acababa de suceder. No podía simplemente dejarse llevar por la desesperación mientras Martín se paseaba por el salón con esa mujer. Así que decidió quedarse y demostrarle que, al igual que él, ella también tenía un compañero atractivo y estaba feliz a su lado. Sin embargo, muchas veces su mente se alejaba de Frederick, anhelando descubrir qué hacía Martín en ese momento.Las horas pasaron y Laura comenzó a sentirse completamente agotada. No solo físicamente, sino también mentalmente, ya que no dejaba de torturarse al estar pendiente de los movimientos de Martín y sufriendo cada vez que lo veía tan divertido al lado de ella.—Debo ir al baño —le mencionó a Frederick. Quería refugiarse un momento y buscar alivio de la algarabía, la música y el gentío que la asfixiaban. Se despidió de él con una sonrisa forzada y se dirigió al baño, buscando un respiro. Al cerrar la puerta, el ruido del salón se desvaneció, dejándola a solas con sus p
Canadá. Cuando bajaron del avión, Lucas miró a su madre con ojos curiosos.—¿Han venido los abuelos a buscarnos, mami? —preguntó, buscando a su alrededor. —No, cariño. Pero nos esperan en casa. Pronto llegamos —le respondió, tratando de contagiarle su entusiasmo. Él asintió con gesto feliz y caminaron hacia donde estaban los taxistas. Una vez en el auto, los recuerdos felices y no tanto que había vivido allí, en Canadá años atrás, comenzaban a bombardear su cabeza. Pero, respiró profundo e intentó disfrutar el momento como lo hacía su hijo. Sonrió al ver su carita colorada y animada mientras observaba el paisaje que pasaba rápidamente.A mitad del camino, durante la parada del taxi para repostar, Laura llevó a Lucas a pasear por la tienda.Sin embargo, cuando echó un vistazo casual por la ventana, vio a una mujer hermosa bajar de un Rolls-Royce Phantom negro. Martin le había prometido que, cuando superaran los tiempos difíciles, le compraría un coche así. Laura sonrió con ironía;