Cena entre amigas.

Laura decidió no darle importancia a la invitación de Martín. Para ella, asistir era una estupidez; no encontraba motivo suficiente para hacerlo. Él había comenzado una nueva vida, y ella no tenía necesidad de interferir en la suya. Así que se quitó la idea descabellada de la cabeza y se ocupó de otros asuntos importantes para iniciar su nueva vida en Canadá.

Al día siguiente, decidió visitar a Leticia, su amiga de toda la vida, a quien no había visto en mucho tiempo. Apenas se enteró de que Laura había regresado, le hizo una llamada y quedaron en encontrarse personalmente para recordar viejos tiempos. Leticia era la única que conocía la verdad sobre la partida de Laura, el secreto que había guardado celosamente. Cuando se fue, le pidió que no le dijera nada a Martín. Tal vez, como decía su madre, su existencia no le traía ningún beneficio. Si realmente lo amaba, debía dejarlo libre, permitiéndole vivir la exitosa vida que merecía. No podía ofrecerle el apoyo financiero que necesitaba para reconstruir su empresa, así que lo único que podía hacer era no interferir más en sus sentimientos y ayudarlo a iniciar un nuevo matrimonio con su partida, con alguien que tuviera el poder y el dinero suficiente para sacarlo de la crisis tan fuerte que enfrentaba.

Encuentro en el Café

Cuando llegó al café donde habían quedado, Leticia la recibió con un abrazo cálido que la reconfortó. Pidieron una botella de vino y una cena exquisita.

—No tienes idea de lo feliz que me sentí cuando supe que habías regresado, Laura. Te extrañé tanto todo este tiempo —le confesó Leticia. Entre risas, recordaron los viejos tiempos con añoranza. Sin embargo, poco después, la expresión de Leticia se tornó seria rápidamente.—Sé que no me lo has preguntado, pero fue terrible para Martín también cuando te fuiste —mencionó de pronto. Entonces, le contó que, tras su partida, la situación de Martín había empeorado considerablemente.

—No lo puedo creer. ¿Martín, sumido en el alcohol? Nunca fue esa clase de hombre, Leti. No pensé que le afectara hasta ese punto —dijo Laura, sorprendida al escuchar cómo casi se había vuelto un adicto al licor. Creyó que al salvar la empresa, volvería a ser el mismo hombre centrado y exitoso que conocía, pero parecía que le había tomado más tiempo.

—Pero eso no fue todo. Luego volcó toda su energía en el trabajo, como si esas fueran las únicas dos cosas que realmente le importaban. Me daba pena pensar en lo que pudiera estar sufriendo. Creo que si hubiera caído en la ruina, no sufriría tanto como por tu partida —las palabras de Leticia resonaban en la mente de Laura como un eco doloroso. Sabía que su partida había sido un golpe devastador para Martín, pero odiaba que haya sufrido de ese modo. No se había ido para eso.

—No sabía que le había costado tanto, Leti. Pero comprendo, pues yo, igual que él, sufrí durante muchos días. Fue terrible tener que hacerlo—Laura comprendía perfectamente lo que se siente tener que separarse de la persona que más amas. Leticia continuó hablando de cuánto le había afectado a Martín, y al escuchar cómo describía la desesperación en la que parecía vivir, una punzada de culpa la atravesó. La miró con un gesto triste, y un suspiro delató su amargura.

—No era mi intención hacerte sentir mal, Lau. De verdad, te pido que...—Justo en ese momento, vio una figura familiar acercándose a la entrada del restaurante.—Martín —susurró Laura haciendo que Leti dejara de hablar. También Pudo ver que detrás de él venía otro hombre. Leticia se giró con disimulo y luego la miró con gesto preocupado. Notó cómo él escaneaba distraídamente el lugar, parecía buscar un sitio. Laura quiso esconderse bajo la mesa, pero ya era demasiado tarde. Él la había visto y se dirigió hacia ella. Respiró hondo, tratando de mantenerse tranquila y relajada. No quería que se diera cuenta de cómo le afectaba su presencia. Se puso frente a ella y saludó de modo formal.

—No recibí respuesta sobre tu asistencia a la fiesta.

—Es porque no iré. Aunque te agradezco tu invitación —dijo Laura, tratando de controlar su voz para que no sonara temblorosa. Él sonrió de modo burlón.

—¿Estás segura de que ese tal Frederick realmente te quiere? ¿O solo estás defendiendo tu orgullo con esa excusa de que vendrá pronto y se unirá a ti? Más bien creo que temes admitir que ahora solo eres una modelo pasada de moda y pobre, de quien su amante se aburrió muy rápido —sus palabras la golpearon como un puño. No sabía cómo responder. Sus insultos le dolían, y era cierto que ya había pasado el mejor momento de su carrera. Los últimos años había logrado prolongar su tiempo en la pasarela gracias a su esfuerzo y al apoyo de Frederick. Su madre estaba enferma y Lucas crecía rápidamente; necesitaba un trabajo más estable y mejor remunerado para mantener su vida. No estaba lejos de la realidad al decir que estaba fuera de moda, y si seguía así, caería en la pobreza. Leticia palideció, la rabia hervía en sus ojos. No soportaba que Martín la insultara de esa manera, así que lo miró con gesto rabioso.

—Entiende algo, Martín: Frederick y Laura son muy felices, están muy enamorados y se casaron. No son amantes como dices. Es más, él la ama tanto que desea poner toda la empresa en sus manos. Y mañana él volará desde Italia solo para acompañarla a tu aburrida y patética fiesta —Martín parecía furioso. Laura notó las venas de su frente tensarse. Enseguida, su mirada se fijó en Laura, como si buscara una respuesta negativa, pero ella solo bajó la cabeza, ocultando las lágrimas que amenazaban con brotar. Con voz fría, dijo:

—Entonces esperaré verte en la fiesta con tu esposo —sin más, se dio la vuelta y se alejó. Leticia soltó aire con gesto ofendido. Laura respiró hondo, sintiendo que desmayaría de la afectación en cualquier momento. Ahora no tenía más opción que asistir a esa fiesta, y la sola idea le causaba mucha angustia. Él la odiaba y no podía disimularlo. Sin embargo, lo mejor era que siguiera creyendo su historia; iría con Frederick y tal vez así se convenciera de que ella era muy feliz, así como él lo era con esa mujer con la que tuvo que casarse. Lo próximo que tuvo que hacer fué una video llamada a Italia y convencer a su antiguo manager y ahora mejor amigo que viniera a Canadá y fingiera delante de todos que tenían un matrimonio feliz.

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