Canadá.
Cuando bajaron del avión, Lucas miró a su madre con ojos curiosos. —¿Han venido los abuelos a buscarnos, mami? —preguntó, buscando a su alrededor. —No, cariño. Pero nos esperan en casa. Pronto llegamos —le respondió, tratando de contagiarle su entusiasmo. Él asintió con gesto feliz y caminaron hacia donde estaban los taxistas. Una vez en el auto, los recuerdos felices y no tanto que había vivido allí, en Canadá años atrás, comenzaban a bombardear su cabeza. Pero, respiró profundo e intentó disfrutar el momento como lo hacía su hijo. Sonrió al ver su carita colorada y animada mientras observaba el paisaje que pasaba rápidamente. A mitad del camino, durante la parada del taxi para repostar, Laura llevó a Lucas a pasear por la tienda. Sin embargo, cuando echó un vistazo casual por la ventana, vio a una mujer hermosa bajar de un Rolls-Royce Phantom negro. Martin le había prometido que, cuando superaran los tiempos difíciles, le compraría un coche así. Laura sonrió con ironía; en aquel entonces, ambos eran demasiado ingenuos. Pero al segundo siguiente, su expresión se congeló: su exmarido, Martin, bajó del coche por el otro lado. Laura sintió como su mundo se detuvo al verlo. Habían pasado seis años y seguía luciendo igual de atractivo. Era el mismo hombre del que se había enamorado desde el primer instante. No quería ser vista por él. Entonces, caminó con prisa para poder pagar rápidamente y marcharse lo antes posible. De pronto, Lucas se acercó corriendo a ella con una bolsa de snacks. —¿Me compras esto, mami? —preguntó, y rápidamente Laura asintió, intentando mantener la calma. Tomó la bolsa de snacks y sacó unas monedas con prisa para pagar las cosas . Luego, salió rápidamente del local y casi arrastró a Lucas hasta el auto. Sin embargo , sintió una mirada intensa sobre ella. Sin querer volteó hacia donde estaba Martín, cargando combustible. Sus ojos se encontraron, y la expresión de Martín cambió al reconocerla. Enseguida, él hizo un gesto, como si quisiera hablarle, pero, sin dudarlo, Laura subió al taxi y cerró la puerta. Mientras se alejaba, pudo mirarlo con más calma, y la culpa, el dolor y el amor interminable que aún sentía, casi la arrastraron hasta un abismo denso. Todos los sonidos desaparecieron, dejando solo a una Laura incapaz de respirar y un corazón que latía con fuerza. Al llegar a casa, Laura sintió que volvía a estar en paz. Los gratos recuerdos de su familia la envolvieron. —¡Abuelitos! —gritó Lucas, arrojándose sobre ellos y ellos los recibieron con derroche de alegría. A pesar de estar gravemente enferma, su madre Elena hizo un esfuerzo para mantenerse enérgica y recibirlos. Al ver cómo su madre tomaba en secreto un analgésico, Laura calculó en silencio sus ahorros restantes. Descontando el alquiler y la matrícula de Lucas, todo lo que le quedaba apenas alcanzaba para pagar la cirugía de su madre. … Laura se sentó exhausta frente al espejo del tocador. La imagen de Martin se dibujó de nuevo frente a ella, en el espejo, aún se sentía afectada por verlo, sin embargo sus pensamientos se disiparon rápidamente al notar su cuello desnudo , su corazón se disparó. Su collar no estaba. Aterrada, miró el piso, esperando encontrarlo tirado. Era un objeto del que nunca pudo desprenderse, el único recuerdo que aún conservaba de Martín. "¿Será que lo perdí al tirar la basura?" pensó con ansiedad. Así que bajó corriendo a revisar el cubo en la puerta de la entrada de la casa . Buscaba desesperadamente entre una pila de objetos de olor desagradable, hasta que las lágrimas nublaron su vista solo de imaginar que tal vez, no lo encontraría. Se sintió triste e impotente. Ese collar era el recordatorio de los momentos felices que vivió a su lado. Frustrada quiso entrar a casa Pero de repente, una voz familiar la hizo brincar del susto. —Con que no fue una visión. Has vuelto, la misma Laura Visconti aquí, de vuelta en Canadá—Volteó y allí estaba él. Odiaba la forma en que la ponía nerviosa al verlo, y aún más odiaba esta escena incómoda de reencuentro. Ella olía a basura y tenía trozos de papel pegados en el cabello así que se limpió un poco con torpeza y nerviosismo. Martín la miraba con gesto serio, aunque parecía tan nervioso como ella. —¿Has caído tan bajo que tienes que rebuscar en la basura? Parece que mi sueño se ha hecho realidad, verte destruida es poco para lo que te deseo, Laura —sus ojos estaban fijos en ella. —¿Qué haces aquí? —preguntó ella , retrocediendo. Su corazón latía con frenesí. Intentó controlar su respiración para dominar su cuerpo ante su mirada escrutadora. — Solo ver si pudiste conseguir la fama y el prestigio Que buscabas cuando huiste con tu amante. —Por favor, vete, Martín —dijo ella , tratando de parecer serena, pero en realidad temblaba de pies a cabeza con su presencia. Él sonrió con ironía. Luego volvió a mirarla. —¿Estás aquí porque tu perfecta vida se acabó? ¿O porque tu amante descubrió que su adorable mujer no es más que una arribista interesada? —dijo mirándola con desprecio. —Pues, mi amante, como tú le llamas, y yo estamos muy bien. Más felices que nunca. ¿Y tú? Supe por la prensa que te comprometiste muy rápido. Veo que no te fue difícil olvidarme —dijo, mirándolo con gesto decidido. Entonces la dulce voz de Lucas los interrumpió. —Mami, ¿puedo comer golosinas antes de la cena? —preguntó, trayendo en su mano una paleta. Laura exhaló hondo. —Por supuesto, cariño. Pero solo una, ¿sí? —Él asintió satisfecho. Martín sonrió con cinismo. La expresión de su rostro cambió drásticamente. —¿Ya tienen un hijo...? ¿Cuántos años tiene? ¿Unos cuatro o cinco años? ¿Cómo pudiste ser tan fría? Acababas de dejarme y rápidamente quedaste embarazada de otro... ¡Ahora, te desconozco más que nunca, Laura!—Laura alzó a Lucas en sus brazos. —No es el momento ni el lugar, Martín. No pienso seguir oyendo tus insultos. Vete con tu mujer y, por favor, déjame en paz —dijo, caminando de prisa para entrar a la casa peeo lo oyó suspirar y se detuvo. —No sé por qué vine —dijo. Laura lo miró con tristeza—. Quizás en el fondo creía que estabas arrepentida y tenía la ilusión de que al menos serías capaz de pedirme perdón por traicionarme del modo que lo hiciste. Qué equivocado estaba contigo, Laura—le dedicó una última mirada de desdén, y Elena, que miraba por la ventana, se acercó y tomó a Lucas, que parecía percibir la tristeza de su madre y la miraba con ojos cristalizados. Laura se contuvo para no llorar frente a todos mientras Martín subía al auto para marcharse .Antes de marcharse, Martín la miró de nuevo.—En fin, haré una fiesta en tres días. Estaré con mi prometida —dijo, sonriendo de manera forzada—. Puedes ir, lleva a tu amante si es deseas—Después de mencionar el lugar y la hora del evento, encendió el motor del auto y se marchó. Laura ni siquiera tuvo tiempo de negarse. Él no esperó su respuesta, como si diera por sentado que ella asistiría. Mirando a su madre con desconcierto, aceleró el paso y subió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. Se dejó caer en la cama, mientras su mente la transportaba a un pasado que había intentado olvidar, pero que aún la hería con fuerza. " No tuve otra opción, Martin " susurró mientras apretaba con fuerza sus labios temblorosos y una lágrima enjugaba sus mejillas. Laura comenzó a recordar aquellos años junto a Martin ...Eran los años en donde las empresas de Martin atravesaban una enorme crisis financiera y en los cuales su propia carrera como modelo estaba en ascenso ya que un ceo italiano
Laura decidió no darle importancia a la invitación de Martín. Para ella, asistir era una estupidez; no encontraba motivo suficiente para hacerlo. Él había comenzado una nueva vida, y ella no tenía necesidad de interferir en la suya. Así que se quitó la idea descabellada de la cabeza y se ocupó de otros asuntos importantes para iniciar su nueva vida en Canadá.Al día siguiente, decidió visitar a Leticia, su amiga de toda la vida, a quien no había visto en mucho tiempo. Apenas se enteró de que Laura había regresado, le hizo una llamada y quedaron en encontrarse personalmente para recordar viejos tiempos. Leticia era la única que conocía la verdad sobre la partida de Laura, el secreto que había guardado celosamente. Cuando se fue, le pidió que no le dijera nada a Martín. Tal vez, como decía su madre, su existencia no le traía ningún beneficio. Si realmente lo amaba, debía dejarlo libre, permitiéndole vivir la exitosa vida que merecía. No podía ofrecerle el apoyo financiero que necesitaba
Al día siguiente, Laura ya estaba lista para asistir a la fiesta. Frederick y ella llegaron al salón tomados del brazo; para todos, él era su esposo y, por alguna razón, quería mantener las apariencias. Al entrar a la recepción, Laura comenzó a sentirse muy nerviosa. Buscó con la mirada a Martín. Fingía admirar la decoración, pero en realidad intentaba encontrarlo. Notó cómo muchos se quedaban observándola, atraídos por el encanto que le confería su fabuloso vestido. El vestido, un diseño ajustado, atraía miradas por el modo en que resaltaba sus curvas. Fue elegido entre Leti y Frederick, y ahora comenzaba a pensar que tal vez Martín pensaría que se había esmerado demasiado para lucir hermosa para él. Se sentiría muy patética si eso sucedía. Sus manos comenzaron a temblar y trató de retomar el aliento haciendo tres respiraciones profundas.Empezaba a cuestionar el haber venido. No sabía qué hacía allí, qué buscaba. Mordió sus labios con un ligero temblor al mirar a Frederick, quien la
Laura se sintió abrumada, pero intentó ignorar lo que acababa de suceder. No podía simplemente dejarse llevar por la desesperación mientras Martín se paseaba por el salón con esa mujer. Así que decidió quedarse y demostrarle que, al igual que él, ella también tenía un compañero atractivo y estaba feliz a su lado. Sin embargo, muchas veces su mente se alejaba de Frederick, anhelando descubrir qué hacía Martín en ese momento.Las horas pasaron y Laura comenzó a sentirse completamente agotada. No solo físicamente, sino también mentalmente, ya que no dejaba de torturarse al estar pendiente de los movimientos de Martín y sufriendo cada vez que lo veía tan divertido al lado de ella.—Debo ir al baño —le mencionó a Frederick. Quería refugiarse un momento y buscar alivio de la algarabía, la música y el gentío que la asfixiaban. Se despidió de él con una sonrisa forzada y se dirigió al baño, buscando un respiro. Al cerrar la puerta, el ruido del salón se desvaneció, dejándola a solas con sus p