Entre rejas

~Anni~

Salí del hotel volando como si estuviese huyendo de una bomba que sería detonada.

¿Quién era ese hombre? Esa pregunta no dejaba de pasar por mi mente una y otra vez. Más allá de mi laguna mental intenta recordar su rostro, pero luego la imagen de mi hija se hace presente y puff, todo se me olvida.

En cuanto él me entregó las llaves de mi auto corrí hacia él, mi cuerpo me dolía y a la vez tambaleaba, pero las fuerzas de ir por mi nena eran más grandes que cualquier dolor. Puse en marcha el auto, dirigiéndome hacia casa de mis ex-suegros, ya que no hay vuelta atrás con el divorcio. Luego de que tenga a mi princesa en mi poder, buscaré la forma de contratar un abogado y darle fin a esta historia.

En menos de media hora ya me encontraba en casa de los abuelos de mi nena y con mucha ilusión esperaba que ella me recibiera con los brazos abiertos, pero no, sus abuelos me dijeron que su papá había venido en plena madrugada por ella.

Justo en ese instante palidecí porque mi pequeña se encontraba en manos de aquel cruel hombre; patán, sinvergüenza y cínico al que no tuvo piedad de sacarme de mi propia casa. No me despedí de ellos, di media vuelta y corrí nuevamente, al auto. El miedo se hizo presente, ahora no era mi vida la que estaba en peligro, dentro de mi pecho sentía ese dolor inquebrantable que no me dejaba respirar.

+

—He venido por mi hija —sin temblor en mi voz me enfrento a él.

No fue difícil entrar, él ya me esperaba, en visto que la puerta estaba abierta.

Lo desconozco, él no es la misma persona con la que me casé y tengo mucho miedo que intente hacerle algo a mi pequeña, es su hija, pero después de lo de ayer dudo que quiera protegerla. Él quiere castigarme y sabe que la única forma es con mi niña.

—Dame una razón —soltó la mano de mi pequeña para cruzarse de brazos—, mejor ponte a limpiar y danos de comer, me he quedado porque tú necesitas atención y ya te la estoy dando.

El monstruo vuelve agarrar la mano de mi pequeña, ella baja la mirada y sus lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas. No, esto es malo y los dos adultos somos los culpables porque permitimos que ella sea la espectadora. ¡Es solo una niña!

—Estás asustando a la nena, por favor, los dos debemos hablar —intento que entre en razón, la niña está aterrorizada.

—¡Vete a cocinar! —alzó la voz, provocando que la niña se sobresaltara.

—No, no tengo nada que hacer aquí, he venido por mi princesa —niego la cabeza una y otra vez—, ayer me dejaste en claro lo que querías y hoy te digo que esperes el divorcio porque ya no quiero estar con una persona que... —me detengo, no sigo hablando al ver a mi niña sorprendida y asustada por mis palabras.

—No… y no —gritó—, no te daré nada, tú te quedas aquí hasta el último día que muera, ¡escuchaste floja!—espeta.

¿No quiere darme el divorcio? No comprendo nada, pensará que olvidaré todo lo que me hizo ayer, que de la nada haré borrón y cuenta nueva, yo solo he venido por mi hija.

—Merezco respeto y el divorcio va porque va —tomo valor y lo enfrento—. No necesito de tu lástima y engaños.

—Ja, ja, ja, ahora la mujer, la reina de la belleza, se siente ofendida —ríe burlescamente—. Espero que se te grabes muy bien en tu cabeza de plástico, que no te daré el divorcio porque debido al casamiento y a esta mocosa es que tengo trabajo, así que te aguantas.

—No, no pienso quedarme aquí, me llevaré a mi hija y... —no dejo que terminara la frase cuando me proporcionó una bofetada hasta hacerme caer al suelo, y tal acto no fue suficiente luego de sentir un dolor fuerte en mi estómago, de unos cuantos puntapiés que me dio sin previo aviso—, ¡aayyy!

—Vez, esto es lo que me haces hacer, ¿por qué no te puedes quedar callada?

—¡Mami...! ¡Mami...! ¡No, mami! —escucho a lo lejos la voz de mi princesa y entre parpadeos borrosos veo que ella está sentada de manera fetal cubriendo sus ojos con sus manitos.

—Tú cállate, ¡qué te calles te digo! Ya verás, te enseñaré modales porque si no te parecerás a la floja de tu madre —lleno de ira, vi como desenvainaba su cinturón con la intención de golpearla.

Oh, no, sobre mi cadáver, a mi nena nadie la toca. Y el primer impulso que hice fue capturar su pie, intentando ganar tiempo para que mi niña pueda correr, sin embargo, eso fue en vano porque él pudo soltarse sin esfuerzo.

Era tanto el miedo junto a la desesperación que me levanté sin dificultad, mi objetivo principal es proteger a mi pequeña.

—¡No tan rápido!

De un impulso repentino agarro el jarrón que estaba a mi alcance y sin pensarlo activo mi autodefensa.

—Oh, saliste una noche y ya te crees toda una chica mala, sí que me sorprendes —vuelvo a tener toda su atención, por unos segundos su rostro es de sorpresa—. Ya, ponle fin a este show, no me asusta, ¿creíste que temblaría de miedo y que me arrodillaría ante ti?

El idiota empieza a reírse de mí a lo que me da más valor para enfrentarlo.

—No, no estoy jugando —niego con la cabeza, era obvio que dentro de mí permanece esa chica cobarde, pero cuando se trata de defender a toda costa a mi pequeña soy capaz de todo.

—Está bien, haremos lo que tú digas —alza ambas manos dejando caer el cinturón al suelo—. Te prometo que no haré nada que provoque tu furia—lentamente da pasos hacia mí tratando de tranquilizarme y cuando pensaba ceder él muy astuto agarro mi mano—, ¡suéltala! Te dije que la sueltes mujer, juro que después de esto tú y la mocosa aprenderán a respetar al hombre de la casa.

¡Todo era una trampa! Él no nos ama y yo no tengo por qué pertenecer bajo su poder.

—No lo permitiré —sostuve con fuerza el jarrón y decidida a no dársela, con la otra mano libre lo estrello contra su cabeza.

—¡Aaaaah! ¡Qué hiciste loca! Mi cabeza —me quedé paralizada—, eres una... ¡Aaaayyyy!

En ese instante mis ojos fueron directos a los de mi niña… Ella estaba paralizada, siendo testigo de la escena, no pudo evitar su llanto. Corrí hacia ella extendiendo mis manos al mismo tiempo de decirle que todo estaba bien, que no había de que preocuparse.

Mi pequeña se sobresaltó, su mirada aterrada fue directo a mis ojos, pero luego la desvió a mis manos y ahí fue cuando ella se asustó y sin poder evitarlo salió corriendo.

Mi primer impulso fue correr tras ella, pero todo no salió como lo esperaba porque alguien entró a la casa acompañada de la policía.

+

Me sacaron de mi casa como si fuese una delincuente peligrosa, todos los espectadores no dejaban de hablar de la mala madre que soy y del ejemplo que le estaba dando a mi hija.

Ahora estoy entre las rejas, llorando y suplicando de rodillas que me dejen salir porque mi hija me necesita.

He pasado toda una noche sin poder cerrar mis ojos, las mujeres con las que comparto celda son delincuentes de verdad o también una que otra es inocente como yo. No sirvió de nada rogar, gritar y pedir piedad por mi hija, ya que la que está en peligro es ella, porque el hombre con el que ella quedó es un monstruo.

Cada palabra que salía de mi boca era una burla para todos, porque ellos han considerado que soy una asesina, ¡el hombre sigue vivo! Hice el intento de decirles que todo fue un accidente, pero nadie quiso escucharme, al contrario, empezaron a decirme lo mal que me irá.

Hace una hora la puerta de la celda se abrió, pensé que iba a ser libre, pero luego de que me dijeran que mi situación se ha complicado y de que necesitaré un abogado, ya que me ha llegado un citatorio del juzgado siendo acusada por mi cónyuge de lesiones dolorosas e intento de asesinato.

Me reusé de todo lo que se me acusaba, le dije al policía y al fiscal que soy una persona inocente, que todo sucedió sin ser planeado, que él tuvo la culpa por agredirme y querer pegarle a mi hija.

Nuevamente, el fiscal me dijo que todas las pruebas apuntan que soy culpable y que mientras mi exesposo no se arrepienta de la acusación de intento de asesinato, no saldré de aquí, hasta puedo correr el riesgo de perder la custodia total de mi hija.

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