Sololoy: "Poco a poco el habla popular mexicana adoptó y suavizó la palabra y así nació el mexicanismo: sololoy. La frase“muñequita de sololoy” hace referencia a la delicadeza y belleza de las muñecas fabricadas con este material. Usualmente se utiliza para calificar a una mujer muy bella, delicada, pulcra y angelical" (En este caso le dicen güerito (por lo gringo y sololoy por que tenía un rostro delicado, atractivo y visiblemente muy cuidado)
Hacienda «El patrón» Emiliano supo de inmediato que el dinero no era para ella o un proyecto, la visita de Alonso Aguirre podría ser el motivo por el cual su madre necesitaba dinero. Recordó que su padre se quejaba de eso, siempre ayudando a los demás, pero no era la santa madre de Calcuta como para solucionarlo con tanto dinero. —A ver, ¿Para qué quieres tanto dinero?—preguntó Emiliano a su madre, ella presionó sus labios con dureza, luego le lanzó una mirada. —Lo sabes, ¿No?—preguntó doña María. — ¿Alonso Aguirre?—preguntó ahora Emiliano. —Sí, ha venido ayer para preguntarme si podría darle trabajo a diez de sus hombres, sé qué tenemos la planilla completa de trabajadores, pero diez son muchos, no sé si tú…—su hijo terminó por ella. —Pueda contratarlos… —terminó la oración por ella. —O ayudar de alguna manera. —dijo doña María. — ¿Por qué no hablaste conmigo primero antes de pedir tanto dinero?—Emiliano sonó irritado. —Por qué creo que yo puedo solucionarlo. —confesó. — ¿Y
Hacienda “Los colibrís” La niña se hizo a un lado cuando su padre llegó y abrió la puerta aún más. Alonso se dio cuenta de que quien estaba en la puerta era nada más y nada menos que el dueño de la hacienda “El patrón”, Emiliano Rodríguez. Este se tensó cuando se vieron. — ¿Señor Rodríguez? ¿Qué lo trae a la hacienda de “Los colibrís”? —estaba totalmente extrañado, entonces se tensó al recordar que pudo haber dicho algo doña María a su hijo. —Puedes llamarme, Emiliano. —dijo este intentando no ser tan serio y frío. — ¿Podríamos hablar en privado? Vengo a ver un asunto privado. —Alonso asintió. —Claro, claro, pase. Ximena continúa con tus labores, por favor. —Ximena le lanzó una mirada a Emiliano que este no pasó de largo, “Maleducada” pensó él. La niña desapareció y Alonso le hizo señas de que cruzara las puertas para cerrar, cuando lo hizo, Emiliano se sorprendió al ver lo bien cuidado que era el interior de la hacienda, aunque pequeña, pero muy bien arreglada. —Puede seguirme, te
Hacienda “El patrón” Emiliano subió a la camioneta blindada y recorrió toda la terracería de la hacienda de “Los colibrís” hasta cruzar y llegar a su hacienda, estaba furioso, la forma en que notó la satisfacción Alonso le hice encabronar más. ¿Por qué usar a su hija como un medio para manipular a la gente? Por un momento estuvo dispuesto a dejar la foto en paz ahí colgada en esa pared ignorando las palabras de la niña al llegar «Vaya, tú eres quien le ha quitado a mi papá su futura esposa», pero no quería que Alicia apareciera en ninguna foto de la hacienda de Alonso cuando este tenía sentimientos por ella, ¿A quién le gustaría ver la esposa de otro en la casa de alguien quien tiene sentimientos por ella? En su lugar, ¿Le gustaría a Alicia ver que una mujer que tiene sentimientos por él, lo tuviera en un portarretrato en una pared? ¿Quién no le asegura que Alonso no tenía malas intenciones agregando a la niña a la foto para despistarla? Emiliano gruñó entre dientes. Cuando estacionó
Hacienda “El patrón” Alicia se había bañado, perfumado y puesto la bata de seda roja de tirantes para dormir, se puso crema en su piel para hidratarla cómo le había enseñado doña María, estaba sentada en el banquillo de su tocador cuando Emiliano entró a la habitación. Lo miró a través del reflejo, luego se puso de pie y se acercó a la cama para desarreglarla y acostarse, Emiliano miró cada movimiento de ella mientras caminó al armario para buscar su pijama, se daría un baño y dormiría, si quería jugar, jugaría. Se desabrochó la camisa y escuchó la puerta y cuando se asomó, ella no estaba. Salió de la habitación y la vio a lo lejos, este enfureció cuando vio que iba en su pijama, la siguió y se dio cuenta de que entró a la cocina, cuando llegó ella estaba tomando agua, ella se giró al sentir la presencia de alguien, entonces vio la alta figura en el marco de la entrada de la cocina. —Me asustaste—dijo llevándose una mano a su pecho, —Pensé que te ibas a bañar antes de dormir. —Sí. ¿
Hacienda «El patrón» Emiliano tenía contra aquella pared de la ducha de azulejos azules de Talavera la espalda de Alicia, ella gemía de tanto placer cuando él embistió bruscamente en su interior, tenía las piernas rodeando su cintura y sus brazos alrededor del cuello de Emiliano, ambos jadeaban bajo la cascada de agua que caía sobre ellos. El cabello castaño de ella, estaba adherido a su mejilla y parte de su frente mientras se movió al ritmo que marcó él. Los dedos de Emiliano apretaron con fuerza el trasero húmedo de Alicia, intentó no ejercer presión pero era imposible. Dos estocadas más y ambos llegaron a su propio orgasmo entre gemidos y gruñidos, él descansó su rostro contra la piel de la clavícula de Alicia y parte de su cuello. Intentó controlar su respiración, pensó en que tenía que controlar el deseo que sentía por ella, se sentía que necesitaba más y más, era como si hubiera despertado algo en él. —Eso ha sido ufff…—soltó Alicia jadeando y cerrando los ojos mientras disf
Hospital Real San José, Zapopan, Jalisco. Alicia movió su rodilla constantemente por los nervios una vez que entró Emiliano a urgencias, había llenado a medias la información médica de él, tenía muchas partes en blanco al no tener conocimiento, la uña que tanto estaba mordisqueando, se había sacado sangre y le dolía bastante, pero ignoró el dolor para concentrarse en lo que le habían pedido una de las enfermeras. — ¿Señora... Rodríguez?—escuchó que alguien la llamó a su lado cuando tenía la mirada perdida en la hoja en blanco en su regazo, levantó la mirada. — ¿Sí?—pudo notar la sorpresa de la enfermera al ver que ella, una mujer tan joven y en esas fachas, era una señora. — ¿Qué? ¿Por qué me mira así?—preguntó a Alicia. —El señor Emiliano Rodríguez ya puede recibir visita, ha preguntado por usted. —Alicia suspiró, pero era uno de un gran alivio, nadie se había acercado a ella desde que una de ellas le entregó la hoja para que la llenara. —Gracias. ¿Te puedo entregar en unos m
Hospital Real San José, Zapopan, Jalisco. Emiliano comió un poco de la gelatina que le habían llevado una de las enfermeras diciendo que era hora del postre para todos los del piso, Alicia estaba sentada en el sillón con los brazos cruzados mirando como la mujer le sonrió a su esposo, quién al parecer era ajeno a aquella sonrisa “Colgate” que le estaba dando. —Está rica, gracias. Me gusta mucho. —dijo Emiliano luego miró a Alicia. — ¿Quieres probar?—ella miró a la reacción de la enfermera que se le había esfumado la sonrisa de la boca. —No, —hizo un gesto Alicia—Prefiero que comamos en nuestra casa, ya que te den de alta, te voy a preparar algo rico con mis propias manos. —Alicia sonrió ampliamente y luego borró la sonrisa cuando sus ojos se posaron en la enfermera. — ¿Necesita algo más, señor Rodríguez?—preguntó la enfermera ignorando la mirada asesina de la mujer en el sillón. —No, gracias. Muy amable…—dijo Emiliano mirándola de manera fugaz y poniendo después su atención de
Hospital Real San José, Zapopan, Jalisco. Llegó la hora del alta, el doctor le estaba dando indicaciones a Emiliano acerca de ver otro método de anticonceptivo, ya que él era alérgico a todo lo que fuese látex, que habían llegado a tiempo en la madrugada porque de esperar más tiempo, su garganta se hubiera cerrado por completo ocasionando una tragedia. Alicia estaba atenta escuchando y una vez que se retiró el doctor, miró de regreso a Emiliano que estaba sentado en la orilla de la cama. —Creo que…—comenzó a decir Emiliano, pero se adelantó Alicia. —Tendremos que detenernos ahora. No más juegos en la habitación. No quieres hijos y yo no me voy a meter cuchillo. —Emiliano alzó sus cejas con sorpresa. —Jamás te pediría que te operaras. —él replicó de inmediato. —Bien, entonces no más sexo para nosotros. —él arrugó su ceño. — ¿No quieres más... Intimidad conmigo?—preguntó en un tono bajo sin dejar de mirarla. —No quieres chilpayates. Y si no nos cuidamos será lo primero que pase.