Hacienda “El patrón” Después de un par de horas, doña María regresó a la hacienda, había pasado a saludar a una de sus amigas que trabajaron en su casa durante años, había comadreado como una hora sin dejar de tomar café y pan de dulce con aroma a leña recién salido del horno de ladrillo. Cuando bajó de la camioneta, había otra esperando afuera a lado de la entrada. — ¿Quién es? —preguntó a su hombre de confianza. —Es de la hacienda Los colibrís. Debe de ser el niño Alonso. —ella arqueó una ceja. — ¿Cuál niño? Ese ya tiene pelos hasta entre las nalgas, a ver, ayúdame a bajar. —el hombre de seguridad ocultó la sonrisa por las palabras de su patrona, siempre hablando sin filtro y diciendo lo que pensaba. Rodeó la camioneta y abrió la puerta, le extendió la mano y cuando levantó doña María la mirada, Alonso venía hacia ella, dos hombres de seguridad que custodiaban la entrada principal de la hacienda, se acercaron impidiendo que llegara a doña María. —Tranquilo, tranquilo, —dijo ell
Hacienda “El patrón” Emiliano se dejó caer sobre la alfombra de aquella habitación, Alicia apenas podía respirar, no se podía mover, juró que mañana amanecería como si hubiera montado caballo durante días sin parar, se imaginó el dolor que tendría entre sus muslos de tanto moverse y abrirse, posiciones extrañas habían encontrado como esta última, se había puesto de rodillas mientras se aferró al dorsal de la cama, pero de un movimiento brusco de parte de Emiliano, hizo que ambos fueran a caer al suelo, pero eso no los detuvo, siguieron teniendo intimidad sin detenerse ni a tomar agua, ni para secar el sudor que los cubrió. Los jadeos eran más fuertes que la primera vez y Alicia no pudo más, se dejó llevar por el cansancio. — ¿Alicia? —la llamó Emiliano, deslizó su mano hacia su vientre descubierto, pero ella soltó un manotazo que hizo que este diera un respingo en su lugar. —Déjame aunque sea descansar… Me has dejado vacía. —Emiliano soltó una carcajada. —No es para reír, ¿Cómo es q
Hacienda «El patrón» Lunes por la mañana… Alicia estaba doblando las cobijas limpias de la cama, ella misma había lavado la cobija que habían manchado de sangre la noche de boda, una noche que ni ella se esperaba. Aún seguía sorprendida por como todo había dado un cambio y extremo, Emiliano esta mañana antes de irse al despacho sin desayunar, le había cubierto el cuerpo desnudo cuando se levantó para arreglarse, cuando había salido, se había percatado él de que ella estuviese cómoda y bien abrigada, y lo que remató fue cuando él le susurró que la vería más tarde para después poner un beso en su frente, ella aún adormilada, se había sentido extraña, «¿Cómo será ahora en adelante todo esto del matrimonio?» En la oficina de Emiliano, él tecleaba a toda prisa en su laptop, su mirada estaba concentrada en la pantalla y su mente intentaba hacer espacio para el trabajo y no para el cuerpo desnudo de Alicia, cerró sus ojos y dejó de teclear, no quería perder el rumbo porque ya había pasado
Hacienda «El patrón» Emiliano supo de inmediato que el dinero no era para ella o un proyecto, la visita de Alonso Aguirre podría ser el motivo por el cual su madre necesitaba dinero. Recordó que su padre se quejaba de eso, siempre ayudando a los demás, pero no era la santa madre de Calcuta como para solucionarlo con tanto dinero. —A ver, ¿Para qué quieres tanto dinero?—preguntó Emiliano a su madre, ella presionó sus labios con dureza, luego le lanzó una mirada. —Lo sabes, ¿No?—preguntó doña María. — ¿Alonso Aguirre?—preguntó ahora Emiliano. —Sí, ha venido ayer para preguntarme si podría darle trabajo a diez de sus hombres, sé qué tenemos la planilla completa de trabajadores, pero diez son muchos, no sé si tú…—su hijo terminó por ella. —Pueda contratarlos… —terminó la oración por ella. —O ayudar de alguna manera. —dijo doña María. — ¿Por qué no hablaste conmigo primero antes de pedir tanto dinero?—Emiliano sonó irritado. —Por qué creo que yo puedo solucionarlo. —confesó. — ¿Y
Hacienda “Los colibrís” La niña se hizo a un lado cuando su padre llegó y abrió la puerta aún más. Alonso se dio cuenta de que quien estaba en la puerta era nada más y nada menos que el dueño de la hacienda “El patrón”, Emiliano Rodríguez. Este se tensó cuando se vieron. — ¿Señor Rodríguez? ¿Qué lo trae a la hacienda de “Los colibrís”? —estaba totalmente extrañado, entonces se tensó al recordar que pudo haber dicho algo doña María a su hijo. —Puedes llamarme, Emiliano. —dijo este intentando no ser tan serio y frío. — ¿Podríamos hablar en privado? Vengo a ver un asunto privado. —Alonso asintió. —Claro, claro, pase. Ximena continúa con tus labores, por favor. —Ximena le lanzó una mirada a Emiliano que este no pasó de largo, “Maleducada” pensó él. La niña desapareció y Alonso le hizo señas de que cruzara las puertas para cerrar, cuando lo hizo, Emiliano se sorprendió al ver lo bien cuidado que era el interior de la hacienda, aunque pequeña, pero muy bien arreglada. —Puede seguirme, te
Hacienda “El patrón” Emiliano subió a la camioneta blindada y recorrió toda la terracería de la hacienda de “Los colibrís” hasta cruzar y llegar a su hacienda, estaba furioso, la forma en que notó la satisfacción Alonso le hice encabronar más. ¿Por qué usar a su hija como un medio para manipular a la gente? Por un momento estuvo dispuesto a dejar la foto en paz ahí colgada en esa pared ignorando las palabras de la niña al llegar «Vaya, tú eres quien le ha quitado a mi papá su futura esposa», pero no quería que Alicia apareciera en ninguna foto de la hacienda de Alonso cuando este tenía sentimientos por ella, ¿A quién le gustaría ver la esposa de otro en la casa de alguien quien tiene sentimientos por ella? En su lugar, ¿Le gustaría a Alicia ver que una mujer que tiene sentimientos por él, lo tuviera en un portarretrato en una pared? ¿Quién no le asegura que Alonso no tenía malas intenciones agregando a la niña a la foto para despistarla? Emiliano gruñó entre dientes. Cuando estacionó
Hacienda “El patrón” Alicia se había bañado, perfumado y puesto la bata de seda roja de tirantes para dormir, se puso crema en su piel para hidratarla cómo le había enseñado doña María, estaba sentada en el banquillo de su tocador cuando Emiliano entró a la habitación. Lo miró a través del reflejo, luego se puso de pie y se acercó a la cama para desarreglarla y acostarse, Emiliano miró cada movimiento de ella mientras caminó al armario para buscar su pijama, se daría un baño y dormiría, si quería jugar, jugaría. Se desabrochó la camisa y escuchó la puerta y cuando se asomó, ella no estaba. Salió de la habitación y la vio a lo lejos, este enfureció cuando vio que iba en su pijama, la siguió y se dio cuenta de que entró a la cocina, cuando llegó ella estaba tomando agua, ella se giró al sentir la presencia de alguien, entonces vio la alta figura en el marco de la entrada de la cocina. —Me asustaste—dijo llevándose una mano a su pecho, —Pensé que te ibas a bañar antes de dormir. —Sí. ¿
Hacienda «El patrón» Emiliano tenía contra aquella pared de la ducha de azulejos azules de Talavera la espalda de Alicia, ella gemía de tanto placer cuando él embistió bruscamente en su interior, tenía las piernas rodeando su cintura y sus brazos alrededor del cuello de Emiliano, ambos jadeaban bajo la cascada de agua que caía sobre ellos. El cabello castaño de ella, estaba adherido a su mejilla y parte de su frente mientras se movió al ritmo que marcó él. Los dedos de Emiliano apretaron con fuerza el trasero húmedo de Alicia, intentó no ejercer presión pero era imposible. Dos estocadas más y ambos llegaron a su propio orgasmo entre gemidos y gruñidos, él descansó su rostro contra la piel de la clavícula de Alicia y parte de su cuello. Intentó controlar su respiración, pensó en que tenía que controlar el deseo que sentía por ella, se sentía que necesitaba más y más, era como si hubiera despertado algo en él. —Eso ha sido ufff…—soltó Alicia jadeando y cerrando los ojos mientras disf