Jardines hacienda “El patrón” La banda tocaba por todo lo alto, la pista de baile estaba llena, Emiliano y Alicia estaban en la mesa principal donde iban los novios. Doña María se cercioró que nada faltara en la mesa de los invitados, cuando miró hacia su hijo, él estaba con la mirada baja, Alicia comía y bebía a su lado. “¿Qué es lo que pasa?” Ella caminó hacia la mesa y se dio cuenta del golpecito que Alicia le dio a su hijo para llamar su atención, este de inmediato levantó la mirada y comenzó a cenar, entonces ella entendió. —Dámelo. —Emiliano la ignoró mientras llevó un poco de carne a la boca. —No volveré a decirlo. —luego miró a Alicia—Deberías de tener vergüenza. —No la molestes a ella. —doña María regresó la mirada a su hijo, la había defendido delante de ella si no también de ella. —Yo solo estaba contestando unos correos, ya estoy empezando a cenar. —Estabas contestando correos en tu propia boda. —Emiliano comió. —Si a mi esposa no le molesta…—doña María quería sonreír
Jardines de la hacienda «El Patrón» Alicia había taconeado por más de una hora en la pista, no hubo el primer baile de esposos, ya que Emiliano se negó a bailar, no sabía y no deseaba aprender. Odiaba ser el centro de atención y menos si se trataba de gente que no conocía. Alicia si se dio vuelo en la pista, muchas tradiciones que debían de hacer, él se negó a cumplirlas y a ella… No le importó, ya que lo entendió por qué tampoco le gustaba. Pero el tequila, se apareció en su mesa de novios y Emiliano estaba tentado, pero por la última borrachera que se dio, el solo imaginar la cruda al otro día, ya le daba “ñáñaras” — ¿Qué pasa? —preguntó doña María al llegar a la mesa, su hijo estaba solo mirando todo el espectáculo frente a sus ojos. — ¿Por qué no te diviertes? —Doña María ya tenía sus caballitos de tequila encima, sus mejillas sonrojadas y tenía una capa de sudor por el baile, —Anda, bailemos, ya que te has pasado nuestras tradiciones por el arco del triunfo, dame el regalo de ve
Hacienda «El patrón» Los ojos de Emiliano se abrieron de par en par, sorprendido por la respuesta de Alicia. Se quedó sin habla un momento. Sus dedos cobraron vida y comenzó a desabotonar lentamente los botones tipo perla, ella, pasó saliva con dificultad, pensando si realmente quería hacer «aquello», el calor comenzó a llenar cada rincón de su cuerpo mientras imaginaba que era lo que pasaría una vez que estuviese desnuda. Emiliano desabrochó el último botón del vestido de novia. —Y-Ya quedó. —dijo Emiliano, Alicia asintió como si la hubiera visto él. —Iré a buscar mi cepillo de dientes. —Está en el baño. —contestó ella mientras comenzó a bajarse una manga del vestido. —Pero el mío. —ella sonrió, aún le daba la espalda a Emiliano. —Es el tuyo, tu madre hizo hasta el último detalle. Eso quiere decir que no tienes pretexto para salir de esta habitación. —Emiliano alzó sus cejas. Alicia se volvió sujetándose el vestido de enfrente, pero al mismo tiempo resaltando los pechos, cuando
Hacienda «El patrón» «Te sorprenderías con lo que te encuentras en el Internet.» Emiliano repasó esas palabras de Alicia de hace unos momentos. —Dios…—susurró Emiliano, — ¿No te duele?—preguntó a Alicia, y él sin poder moverse. —Claro que duele, pero me aguanto, —él notó el temblor de su barbilla. —Tienes que terminar de entrar y empezar a moverte. —los dedos de Alicia estaban incrustados en la piel de sus brazos, él asintió. —No pensé que esto doliera tanto…—gruñó entre dientes. —Parece que se me ha partido en dos. —Alicia levantó su pelvis haciendo que Emiliano gruñera más fuerte. —Espera, espera…—comenzó a hacer ejercicio de respiración. —Ahí voy…—comenzó a moverse, lentamente, pero al final era moverse, el dolor comenzó a ser reemplazado por el placer, Emiliano jadeó, cerró sus ojos y sintió la piel que empezó a erizarse.—Puta madre, esto está…—abrió sus ojos y miró la escena bajo de él, una Alicia con las mejillas sonrojadas con el cabello alborotado y desparramado por la al
Hacienda «El patrón» Emiliano escuchó a lo lejos la alarma del despertador que ponía de regla en su celular, era una disciplina que por años llevaba: levantarse antes que ella. Pero esta vez sería la segunda vez que no cumpliría. La primera vez fue cuando se dio la resaca de su vida con sus hermanos en el bar. Esto fue cuando recién llegó, ahora, esta como su primer día de casado. Realmente no se quería mover, ni siquiera podía abrir sus ojos por qué le pesaba los párpados, él y Alicia, habían tenido acción sexual durante horas, hasta que el cielo empezó a aclararse es cuando se habían quedado rendidos sobre la cama. Ignoró las tripas haciendo una orquesta dentro de su estómago, él quería seguir durmiendo. Pero alguien tenía otros planes. — ¡Buenos días!—tocaron a la puerta de la habitación y era su madre. —El desayuno se sirve en una hora. —anunció y luego doña María se fue. Emiliano estaba tentado a levantarse, pero cuando intentó mover una de sus piernas, no pudo, estaba aprisiona
Hacienda «El patrón» Doña María estaba que no se la creía lo que había escuchado, «¡Esto era un milagro!», gritó dentro de su cabeza, estaba emocionada el escuchar que… -Entonces arrugó su ceño y entrecerró sus ojos- «¿Cómo es eso que para no tener chilpayates?» El corazón de ella latió apresurado, eso podría ser una confirmación de que no se habían cuidado, miró hacia el cielo. — ¿Esto es obra tuya, viejo?—preguntó en un tono bajo para que nadie más escuchara, pero ya no siguió cuando escuchó que las mujeres del servicio comenzaron a montar la mesa con el desayuno. Doña María miró por el pasillo a ver si venían aquellos que se habían metido al cuarto de los abrigos, ¿De qué estarían discutiendo? ¿Del porqué han hablado de intimidad delante de ella? Ella torció sus labios, cuando terminaron de acomodar los platos, se iba a levantar para ir por ellos, pero Emiliano y Alicia ya venían, notó la boca rojiza e hinchada de ella y él no se quedó atrás, se aclaró la garganta y cada uno tomó
Hacienda «El patrón» Emiliano le hizo ruido aquellas palabras que había dicho su madre en el desayuno, no había subido a la habitación aún, ya que no podía ordenar sus palabras y hablarlas con Alicia. Quería, pero a la vez no quería involucrarse más íntimamente con ella de lo que ya estaba y solo había pasado una noche, tenía que recordarse que este matrimonio era solo un trato, no habían pactado hacer algo más allá del papel que habían firmado. Y ahora, sentía que estaba en problemas y lo distraería de su vida como la había llevado disciplinada y ordenada antes de llegar a la hacienda. —Te andaba buscando —apareció de la nada, Sebastián. Lució crudo y recién despierto, el cabello revuelto, la mitad de la camisa fuera de su pantalón, y sin una bota. Emiliano arrugó su ceño al ver a su hermano mayor en esas condiciones, «Bueno, le debió de seguir la fiesta anoche» pensó Emiliano. —Dime, ¿Y tu bota?—preguntó Emiliano bajando la mirada al pie descalzo de Sebastian, este le siguió y lu
Hacienda “El patrón” Emiliano no dijo nada a las palabras de su madre. Tenía razón que él tenía que hacerse cargo de su metida de cuchara. Tomó una bocanada de aire y lo soltó por la nariz cerrando los ojos para tranquilizarse. —Así que me voy al pueblo. Ahí te ves…—se dio la vuelta doña María echando casi fuego por la boca mientras salió murmurando algo entre dientes algo como “Ve, este cabrón, que pantalones para…” y desapareció dejando a Emiliano ahí, con los ojos abiertos de par en par, sorprendido por la cagada monumental que le había dado su propia madre. ¿Qué le había poseído como para lanzarle una advertencia de esa magnitud? Se masajeó el rostro y entonces vio a Ryan asomarse. —Ryan, despertaste. ¿Ya desayunaste? —Sí, jefe. Buenos días, bueno, buenas tardes ya. —Ryan lució avergonzado, pero ya cambiado con ropa informal, se habían tomado el día libre, retomarían el lunes las labores. —Quería preguntarle… — ¿Entonces ya no quieres? —Ryan no entendió la broma de su jefe, lue