La hacienda «El patrón» Emiliano envió con Ryan la oferta que haría en nombre de Alicia para lograr conseguir la empresa que querían vender, había duplicado la oferta que tenían sobre la mesa. Tenía que conseguirlo de cualquier manera que fuese posible. — ¿Ya tienes todo para mañana? —preguntó Emiliano a Alicia que estaba enfrente y sentada al otro lado de la gran y nueva mesa que había llegado de la ciudad de México. Estaba en el centro de la oficina nueva de él, antiguo lugar de reuniones de su padre. Ella asintió mientras tenía sus manos en su regazo bajo la mesa, sus dedos jugaron entre sí por los nervios de lo que acaban de hacer. Se recargó en el respaldo de aquella cómoda silla intentando calmarse. —Quiero darte las gracias por todo lo que has comprado para mí. —Emiliano se removió en su sitio, no solía escuchar el “gracias” de otras personas. —Mi madre dijo que tenías muchas cosas que te hacían falta. —Alicia se sonrojó con aquella ropa interior que había elegido doña Ma
La hacienda «El patrón» Emiliano estaba sentado en la orilla de la cama con una migraña que creyó que lo partiría en dos, recordaba el tequila, mucho tequila y cerveza. Luego risas, muchas risas y luego el rostro de Alicia, tenía sus mejillas sonrojadas por el alcohol, se veía bastante joven y relajada, «¿Por qué no puede serlo sin tomar tequila?» Se preguntó Emiliano anoche. Habían hablado de la empresa que habían comprado y todos los planes que tenía para ella, aumentaría el sueldo y quería expandirse, Alicia solo movía su cabeza como si entendiera todo lo que él le decía, Ryan había caído borracho cuando llegó al sexto caballito de tequila, pero anteriormente se había tomado una «Bomba» vodka y whisky con hielo, una extraña combinación según él de su país. Se había quedado en la banqueta de uno de los jardines de la hacienda mientras que Emiliano y Alicia estaban sentados en el macetero a lado de él. Tocaron a la puerta y era su madre, apareció como tornado gritando órdenes y algo
Jardines de la hacienda «El patrón» Emiliano se ajustó la pajarita una, dos, tres veces, pero no quedaba como quería, sus dedos estaban demasiado torpes, quería solo tirar del listón, aventarla por el aire y presentarse sin ella. Pero, se metería en problemas cuando su madre, doña María lo viera sin eso en su cuello, le daría una santa cátedra del porqué es parte del traje y la otra por qué no pidió ayuda. — ¿Qué te tiene refunfuñando?— «Y hablando del rey de Roma» pensó Emiliano, era su madre quien había entrado a la habitación, no se había percatado de que habían tocado la puerta. Él se giró a ella y le hizo una seña de fastidio refiriéndose a la pajarita que colgaba del cuello. —Ah, eso. Ven, yo lo hago. —Emiliano notó a su madre muy elegante y hermosa, aunque era bajita y algo mayor, tenía lo suyo. Él se tuvo que sentar en la silla del tocador para que ella pudiera atarlo correctamente. Cuando terminó de hacerlo, se quedó mirándolo detenidamente, pasó sus manos por sus hombros a
Jardines de la hacienda «El Patrón» Emiliano al escuchar esas palabras de Alicia, se le erizó la piel por completo, un fuerte escalofrío le recorrió de pies a cabeza. «¿Qué era esto?» Se preguntó así mismo. — ¿Emiliano?—Alicia lo llamó algo preocupada, se levantó de la cama y dio un paso, pero Emiliano seguía concentrado en el latido rápido de su corazón que hasta se había llevado su mano a su pecho, eso, un simple gesto hizo que ella estirara la mano para llamar su atención. — ¿Emiliano?—sus miradas se encontraron y él tomó una pequeña bocanada de aire y lo retuvo un momento para después sacarlo entre dientes sutilmente. —Te veo en el altar—miró su reloj por un momento y luego la miró—En cinco minutos. —él salió de la habitación dejando a solas a Alicia. —Bien—solo contestó, pero era muy obvio que Emiliano no la escuchó. Doña María caminó de un lado a otro esperando a Emiliano, revisó su reloj y ya no tardaba en ir a anunciar que la boda se cancelaría, pero tenía que esperar
Jardines hacienda “El patrón” La banda tocaba por todo lo alto, la pista de baile estaba llena, Emiliano y Alicia estaban en la mesa principal donde iban los novios. Doña María se cercioró que nada faltara en la mesa de los invitados, cuando miró hacia su hijo, él estaba con la mirada baja, Alicia comía y bebía a su lado. “¿Qué es lo que pasa?” Ella caminó hacia la mesa y se dio cuenta del golpecito que Alicia le dio a su hijo para llamar su atención, este de inmediato levantó la mirada y comenzó a cenar, entonces ella entendió. —Dámelo. —Emiliano la ignoró mientras llevó un poco de carne a la boca. —No volveré a decirlo. —luego miró a Alicia—Deberías de tener vergüenza. —No la molestes a ella. —doña María regresó la mirada a su hijo, la había defendido delante de ella si no también de ella. —Yo solo estaba contestando unos correos, ya estoy empezando a cenar. —Estabas contestando correos en tu propia boda. —Emiliano comió. —Si a mi esposa no le molesta…—doña María quería sonreír
Jardines de la hacienda «El Patrón» Alicia había taconeado por más de una hora en la pista, no hubo el primer baile de esposos, ya que Emiliano se negó a bailar, no sabía y no deseaba aprender. Odiaba ser el centro de atención y menos si se trataba de gente que no conocía. Alicia si se dio vuelo en la pista, muchas tradiciones que debían de hacer, él se negó a cumplirlas y a ella… No le importó, ya que lo entendió por qué tampoco le gustaba. Pero el tequila, se apareció en su mesa de novios y Emiliano estaba tentado, pero por la última borrachera que se dio, el solo imaginar la cruda al otro día, ya le daba “ñáñaras” — ¿Qué pasa? —preguntó doña María al llegar a la mesa, su hijo estaba solo mirando todo el espectáculo frente a sus ojos. — ¿Por qué no te diviertes? —Doña María ya tenía sus caballitos de tequila encima, sus mejillas sonrojadas y tenía una capa de sudor por el baile, —Anda, bailemos, ya que te has pasado nuestras tradiciones por el arco del triunfo, dame el regalo de ve
Hacienda «El patrón» Los ojos de Emiliano se abrieron de par en par, sorprendido por la respuesta de Alicia. Se quedó sin habla un momento. Sus dedos cobraron vida y comenzó a desabotonar lentamente los botones tipo perla, ella, pasó saliva con dificultad, pensando si realmente quería hacer «aquello», el calor comenzó a llenar cada rincón de su cuerpo mientras imaginaba que era lo que pasaría una vez que estuviese desnuda. Emiliano desabrochó el último botón del vestido de novia. —Y-Ya quedó. —dijo Emiliano, Alicia asintió como si la hubiera visto él. —Iré a buscar mi cepillo de dientes. —Está en el baño. —contestó ella mientras comenzó a bajarse una manga del vestido. —Pero el mío. —ella sonrió, aún le daba la espalda a Emiliano. —Es el tuyo, tu madre hizo hasta el último detalle. Eso quiere decir que no tienes pretexto para salir de esta habitación. —Emiliano alzó sus cejas. Alicia se volvió sujetándose el vestido de enfrente, pero al mismo tiempo resaltando los pechos, cuando
Hacienda «El patrón» «Te sorprenderías con lo que te encuentras en el Internet.» Emiliano repasó esas palabras de Alicia de hace unos momentos. —Dios…—susurró Emiliano, — ¿No te duele?—preguntó a Alicia, y él sin poder moverse. —Claro que duele, pero me aguanto, —él notó el temblor de su barbilla. —Tienes que terminar de entrar y empezar a moverte. —los dedos de Alicia estaban incrustados en la piel de sus brazos, él asintió. —No pensé que esto doliera tanto…—gruñó entre dientes. —Parece que se me ha partido en dos. —Alicia levantó su pelvis haciendo que Emiliano gruñera más fuerte. —Espera, espera…—comenzó a hacer ejercicio de respiración. —Ahí voy…—comenzó a moverse, lentamente, pero al final era moverse, el dolor comenzó a ser reemplazado por el placer, Emiliano jadeó, cerró sus ojos y sintió la piel que empezó a erizarse.—Puta madre, esto está…—abrió sus ojos y miró la escena bajo de él, una Alicia con las mejillas sonrojadas con el cabello alborotado y desparramado por la al