Feliz 16 de septiembre :)
Ciudad de México Alicia no había dormido en toda la noche por andar revisando el iPad de última generación que le había regalado Emiliano. Cada vez que recapituló lo que pasó en su habitación, un calor la invadía de pies a cabeza. Así que se obligó a no volver a pensar. Doña María ya se había bañado, se había cambiado y esperaba a que Alicia hiciera lo mismo. Cuando salió ya preparada solo para cepillarse el cabello, la mujer se le quedó viendo a la caja que estaba sobre el tocador. —¿Qué es eso?—preguntó doña María señalando la caja, Alicia siguió la mano que apuntaba hacia el tocador y se dio cuenta de a lo que se refería. —Ah, déjeme le cuento. —doña María arqueó una ceja. —En la noche vino su hijo Emiliano, él traía bolsas en sus manos, se veían elegantes, yo le abrí la puerta y preguntó por usted, pues le dije que ya se había ido a dormir y pareció como que se sorprendió por la hora. —Sabe Emiliano que me duermo temprano, ya no soy aquella mujer joven que podía trasnocharse
Ciudad de México Emiliano entró a su habitación para recoger las cosas que había comprado y acomodarlas en un solo lugar para que su chófer las subiera a la camioneta, irían al aeropuerto y se regresaría el de seguridad y el mismo chófer para que su madre y Alicia terminaran lo que faltaba comprar de la boda. Suspiró cuando se dejó caer en la orilla de la cama. Había pagado la cuenta del restaurante y había dejado a las dos mujeres en la mesa terminando su desayuno. Tenía su cabeza hecha una revolución, la empresa que tanto estaba cuidando para que no la vendiera los accionistas, ya habían aceptado la venta, solo faltaba él para ir a firmar y cerrar el trato. Tocaron a la puerta sacándolo de sus propios pensamientos, se levantó de la cama y fue a abrir, cuando lo hizo, era Alicia. —Hola, disculpa que te moleste antes de que te marche…—Emiliano arrugó su ceño, luego se dio cuenta de que estiró su mano hacia él y vio algo. —Se te ha olvidado la tarjeta de crédito con el mesero al paga
Hacienda «El patrón» Alicia intentó ayudar a bajar todas las cajas que venían en la camioneta, pero doña María le recordó que ya no era del servicio, tenía que meterse en la cabeza que era la futura esposa de Emiliano. —No te atrevas a bajar una caja. —amenazó doña María cuando vio a Alicia mirando la cajuela, tiró de su brazo para que la siguiera. —Tenemos que organizar los detalles de la boda. Tengo que confirmarle a Emiliano que tenemos todo a más tardar mañana. Anda, apura. —las dos mujeres cruzaron los pasillos de la hacienda para ir a la habitación donde estaba quedándose Alicia, sería temporal, ya que la habitación que usarían cuando se casara con Emiliano, sería la habitación de sus padres. Doña María sabía que no lo iba a aceptar, pero si ya veía todo cambiado y con sus cosas, desistiría. De eso sí estaba segura. Alicia miró los centros de mesa, eran unas peceras vacías y ella no se imaginó que se podía meter, “¿Quién quisiera una pecera vacía?” —Dentro de esta pecera,
Hacienda “El patrón” Alicia salió de la ducha con una toalla enrollada al cuerpo y otra a su cabello, al cruzar hacia la habitación, soltó un jadeo de sorpresa al ver a Sebastian sentado en la orilla de la cama con la ropa interior de ella. — ¿Qué es lo que haces aquí? —se acercó y le arrebató el sostén. —Esto es mío. Sal, por favor. —Quién iba a imaginarse que la “chacha” de la casa se iba a casar con el hijo favorito del patrón, ¿Te lo imaginaste? —Sebastian se escuchaba molesto, pero se estaba conteniendo. —Por favor, sal de mi habitación. —Sebastian se levantó de un movimiento rápido y tomó del cuello a Alicia y la puso contra la pared más cercana, ella de inmediato tomó con fuerza su antebrazo para alejarlo. —No es tu habitación. —gruñó entre dientes sin dejar de mirarla a los ojos. — ¿Qué es lo que le hiciste a mi Apa como para asegurarte tremendo futuro? —Yo no hice nada, Sebastian. ¡Suéltame! —Alicia temerosa intentó sonar enojada, pero realmente estaba temblando. —Ere
La hacienda «El patrón» Emiliano envió con Ryan la oferta que haría en nombre de Alicia para lograr conseguir la empresa que querían vender, había duplicado la oferta que tenían sobre la mesa. Tenía que conseguirlo de cualquier manera que fuese posible. — ¿Ya tienes todo para mañana? —preguntó Emiliano a Alicia que estaba enfrente y sentada al otro lado de la gran y nueva mesa que había llegado de la ciudad de México. Estaba en el centro de la oficina nueva de él, antiguo lugar de reuniones de su padre. Ella asintió mientras tenía sus manos en su regazo bajo la mesa, sus dedos jugaron entre sí por los nervios de lo que acaban de hacer. Se recargó en el respaldo de aquella cómoda silla intentando calmarse. —Quiero darte las gracias por todo lo que has comprado para mí. —Emiliano se removió en su sitio, no solía escuchar el “gracias” de otras personas. —Mi madre dijo que tenías muchas cosas que te hacían falta. —Alicia se sonrojó con aquella ropa interior que había elegido doña Ma
La hacienda «El patrón» Emiliano estaba sentado en la orilla de la cama con una migraña que creyó que lo partiría en dos, recordaba el tequila, mucho tequila y cerveza. Luego risas, muchas risas y luego el rostro de Alicia, tenía sus mejillas sonrojadas por el alcohol, se veía bastante joven y relajada, «¿Por qué no puede serlo sin tomar tequila?» Se preguntó Emiliano anoche. Habían hablado de la empresa que habían comprado y todos los planes que tenía para ella, aumentaría el sueldo y quería expandirse, Alicia solo movía su cabeza como si entendiera todo lo que él le decía, Ryan había caído borracho cuando llegó al sexto caballito de tequila, pero anteriormente se había tomado una «Bomba» vodka y whisky con hielo, una extraña combinación según él de su país. Se había quedado en la banqueta de uno de los jardines de la hacienda mientras que Emiliano y Alicia estaban sentados en el macetero a lado de él. Tocaron a la puerta y era su madre, apareció como tornado gritando órdenes y algo
Jardines de la hacienda «El patrón» Emiliano se ajustó la pajarita una, dos, tres veces, pero no quedaba como quería, sus dedos estaban demasiado torpes, quería solo tirar del listón, aventarla por el aire y presentarse sin ella. Pero, se metería en problemas cuando su madre, doña María lo viera sin eso en su cuello, le daría una santa cátedra del porqué es parte del traje y la otra por qué no pidió ayuda. — ¿Qué te tiene refunfuñando?— «Y hablando del rey de Roma» pensó Emiliano, era su madre quien había entrado a la habitación, no se había percatado de que habían tocado la puerta. Él se giró a ella y le hizo una seña de fastidio refiriéndose a la pajarita que colgaba del cuello. —Ah, eso. Ven, yo lo hago. —Emiliano notó a su madre muy elegante y hermosa, aunque era bajita y algo mayor, tenía lo suyo. Él se tuvo que sentar en la silla del tocador para que ella pudiera atarlo correctamente. Cuando terminó de hacerlo, se quedó mirándolo detenidamente, pasó sus manos por sus hombros a
Jardines de la hacienda «El Patrón» Emiliano al escuchar esas palabras de Alicia, se le erizó la piel por completo, un fuerte escalofrío le recorrió de pies a cabeza. «¿Qué era esto?» Se preguntó así mismo. — ¿Emiliano?—Alicia lo llamó algo preocupada, se levantó de la cama y dio un paso, pero Emiliano seguía concentrado en el latido rápido de su corazón que hasta se había llevado su mano a su pecho, eso, un simple gesto hizo que ella estirara la mano para llamar su atención. — ¿Emiliano?—sus miradas se encontraron y él tomó una pequeña bocanada de aire y lo retuvo un momento para después sacarlo entre dientes sutilmente. —Te veo en el altar—miró su reloj por un momento y luego la miró—En cinco minutos. —él salió de la habitación dejando a solas a Alicia. —Bien—solo contestó, pero era muy obvio que Emiliano no la escuchó. Doña María caminó de un lado a otro esperando a Emiliano, revisó su reloj y ya no tardaba en ir a anunciar que la boda se cancelaría, pero tenía que esperar