El abogado llega marcando justamente la hora, mira su lejos y suspira aliviado.-Bien ¿Dónde será la ceremonia? – pregunta apenas entrando.- Aquí mismo- respondió Edmon poniéndose de pie.El abogado estaba apunto de pronunciar su queja, pero la mirada de Williams lo evitó. Estaba advirtiéndole que era mejor permanecer callado si no quería terminar ahorcado o peor.- ¿Y la novia?- Inconsciente- respondió caminando hacia la habitación.- ¿La casará contra su voluntad?- Su voluntad es la mía- dijo parándose al lado de la cama de Athanasia- ¿Quiere empezar de inmediato? No tengo mucho tiempo.°°°°°°°°°°Un avión privado aterriza en Rusia, para ser mas exactos, en el aeropuerto de la familia “Pávlov”El señor Pávlov había volado ahí desde la mañana, tenía a los sirvientes sacudiendo y limpiando cada rincón de la mansión.En cuando el avión abrió las puertas, una mujer de cabellera rubia y ojos azules celestes, se asomó.-Mi bella y amada hija, mi querida Yura- dijo aún a la distancia.L
El avión había aterrizado a las en la madrugada, no había dormido, estaba estresado más que nada, miró el anillo en su dedo y pintó una sonrisa. Había obtenido lo que quería en el momento preciso, el primer paso había sido completado, solo faltaba lo más fácil, hacer que Athanasia dependiera de él en todos los aspectos. Al bajar y recibir el frío de su país natal, miró hacia el horizonte donde el sol aún no se asomaba. — Joven amo, es bueno tenerlo de regreso. — saludó el personal quién abrió la puerta del mercedes plateado. — ¿Que noticias me tienes? — preguntó tomando su teléfono. — Los Pávlov han estado haciendo movimientos raros ultimadamente. — Eso no es nada nuevo. — Me he enterado que la hija de los Pávlov llegó recientemente. Edmon apartó la vista del teléfono. — ¿Esa información es veraz? — Yo mismo indague sobre el tema, si no estuviera seguro no se lo diría... ¿Iremos a su residencia? — No, llévame a mi casa. — Se refiere a...— Ahí mismo. — Joven Edmon, ¿Esta
En la oscura habitación de una mansión un poco alejada del exterior se pueden escuchar los ruidos extraños de dos cuerpos mezclandose. —Nadie más que yo puede ver esa expresión que haces ahora mismo- dijo el hombre con un tono posesivo. — Suéltame… estás siendo demasiado cruel— trata de alejarlo— no me gusta.El hombre se niega a soltarla y la aprieta con más fuerza. — ¡Agh, duele! - se queja con la voz entrecortada— ¿Dices que no te gusta? Pues tu cuerpo me dice otra cosa.— Por favor, ya suéltame, me quiero ir.— No tienes a donde ir. Dije que el contrato se terminaría hasta que yo me cansara de ti, por el momento aún estoy insatisfecho. Así que tendremos que unirnos miles de veces si quieres cansarme.—Esta… esta es la última vez que estoy contigo.Él frunce el ceño molesto.—Cuando termines, me iré.— No irás a ninguna parte. Eres mi trofeo ¿Lo olvidas? Compré cada parte de tu misera existencia.— Pero mi corazón no te pertenece… Nada me une a ti, solo un insignificante troz
El hombre vuelve a tomar sentarse y cruza las piernas.“Me están fastidiando la noche” confiesa molestoAtanasia, que está de rodillas frente al hombre, alza la mirada y se disculpa.Aunque sus labios pronunciaban dichas palabras, ella miraba con odio a aquel hombre que ya no estaba interesado en ella.—Mi amo hoy está de buenas que los dejará ir— responde el chico que se encarga de traducir sus palabras.Cristian mira con desagrado a Atanasia que aún está inclinada en el suelo.—Disculpe los inconvenientes— dice arrastrando a Atanasia consigo.La mirada de aquel hombre la sigue hasta que ella desaparece entre la multitud.—Joven amo ¿Quiere que le traiga a otra chica? — Estoy pensando seriamente en hablar español— respondió evadiendo el tema— ¿Usted? No tiene la necesidad. — ¿Desde cuándo me puedes dar tu opinión— respondió molesto? — Lo siento amo, mañana mismo alguien le enseñará. A pesar de que Atanasia se sentía mareada, su novio no tenía compasión con ella y la arrastraba h
— ¿Por qué carajos yo tengo que pagar por tus errores? – grita Anastasia— Por qué no dan a su hija favorita, ¿eh?— Porque tu hermana es demasiado valiosa como para dársela a un hombre extrañoSu madre se tiene haberla.—Tú aún conservas tu pureza, ¿verdad? – pregunta su madre.Ella se sorprende ante su pregunta inesperada y vergonzosa.—Cristian nos ha dicho que entre ustedes dos no ha pasado nada.Ella sonríe al imaginar la escena en donde esas moscas se reúnen para tramar dársela a un hombre desconocido.—Tu padre y yo hemos hecho mucho por ti, es hora de que nos devuelvas el favor.— ¿Han hecho mucho por mí? – dice con una sonrisa burlona— han hecho más por Clarisa, que sea ella quien pague las consecuencias de su padre.— Tu hermana está enferma ¿Cómo es que eres tan insensible?— No, tú eres la insensible… soy tu hija— recalcó mientras taraba de no llorar— ¿Acaso no me quieres ni un poco?Su madre se queda callada.—Lo sabía— dice poniéndose de pie.— ¿A dónde vas?— Que te impo
El hombre extraño la jala hacia él y la sienta sobre sus piernas.Sigue besándola y bajando hacia su cuello.Por las luces del lugar, no puede ver los golpes que tiene en su cara.El éxtasis que sentía en ese momento era satisfactorio para él, además que se habían vuelto más fuertes con los besos intensos, hacían que su cuerpo se calentara al máximo.Ella se asusta al ver que están ante la vista de los demás.Mira discretamente hacia todas las direcciones y nota que los demás están ocupados en sus asuntos, haciendo lo mismo con otras chicas.Ella trata de ponerse de pie, pero él la aprieta hacia él, evitando que se escape. Atanasia se sobresalta y el sentimiento de miedo la invade, pero es demasiado tarde para huir.—Vayamos a otro lado.El hombre no le hace caso y comienza a acariciarla.Ella sostiene su mano y le susurra.—Vallamos a un lugar privado.Él mira el reloj lujoso de su muñeca y frunce el ceño al ver que tiene poco tiempo.Se pone de pie y arrastra a la chica hacia una h
Pasaron algunos y el tipo llama a alguien quien al ver a la mujer desmayada se sorprende.— ¿La ha matado, Señor?— Solo está dormida.El hombre toma su saco y camina hacia la puerta.—Cuando despierte, asegúrate de que tome algo para no quedar embarazada.— ¿Y si la señorita no quiere?— La obligas— dijo dando un portazo.Los hombres vestidos de negro lo esperan afuera. Uno de ellos se adelanta a abrir la puerta del auto blindado en color plata.—Sr. Stepanov, se hace tarde.— Lo sé, me tardé más de lo esperado.El hombre sube al auto con cristales polarizados, mira el reloj de oro en su muñeca y frunce los labios.Los demás hombres se suben a los autos y conducen siguiendo a su líder.—Su padre ha estado tratando de comunicarse con usted, tuve que mentirle.— Hiciste bien.Luego de un largo tiempo llegan al lugar indicado.El sitio era parecido a un basurero, había cosas tiradas por doquier, hasta animales muertos. Los perros rebuscaban en la basura algo para comer y se escuchaba el
—Buenos días, señorita— saluda el hombre quién está sosteniendo una charola con un vaso de agua. Anatansia se sobresalta y lo mira con terror. —No se preocupe, no estoy aquí para hacerle daño— responde el hombre con cordialidad. — ¿Qué hace aquí? — El joven amo me ha pedido que esté aquí para cuando usted despierte. Ella de pronto recuerda la noche anterior y esconde la cabeza entre sus rodillas. — Ese hombre… ¿Trabajas para él? — En efecto. — Ya veo. — Él me pidió que estuviera presenta cuando se tomara esto. — ´¿Qué es? - pregunta extraña. El sirviente con cierta pena le muestra las pastillas que debe tomarse. Atanasia lo mira sorprendida y abre enormemente los ojos. (Seguramente no accederá, tendré que obligarla a tomárselo) Piensa el hombre quién de solo pensarlo lo cansa. — Fue… fue la primera vez que estuve con un hombre, yo no sé si haya probabilidades de quedar embarazada. — Las hay, es por eso que me han pedido que se las tome y que personalmente vea que lo hag