En la oscura habitación de una mansión un poco alejada del exterior se pueden escuchar los ruidos extraños de dos cuerpos mezclandose.
—Nadie más que yo puede ver esa expresión que haces ahora mismo- dijo el hombre con un tono posesivo.
— Suéltame… estás siendo demasiado cruel— trata de alejarlo— no me gusta.
El hombre se niega a soltarla y la aprieta con más fuerza.
— ¡Agh, duele! - se queja con la voz entrecortada
— ¿Dices que no te gusta? Pues tu cuerpo me dice otra cosa.
— Por favor, ya suéltame, me quiero ir.
— No tienes a donde ir. Dije que el contrato se terminaría hasta que yo me cansara de ti, por el momento aún estoy insatisfecho. Así que tendremos que unirnos miles de veces si quieres cansarme.
—Esta… esta es la última vez que estoy contigo.
Él frunce el ceño molesto.
—Cuando termines, me iré.
— No irás a ninguna parte. Eres mi trofeo ¿Lo olvidas? Compré cada parte de tu misera existencia.
— Pero mi corazón no te pertenece… Nada me une a ti, solo un insignificante trozo de papel.
— Tiene razón, no hay nada que nos una – dijo alejandose.
Ella se siente aliviada pensando que ha terminado
Trata de caminar a gatas al otro extremo de la cama pensando en que todo ya terminó.
— ¿A dónde vas? - él la arrastra de nuevo hacia él.
—Esto no ha acabado— expresó
Ella siente algo diferente, esta vez, al darse cuenta de la diferencia, se exalta.
— ¿Qué haces?
—Dijiste que no tenías nada que te uniera a mí.
— Te has quitado el preservativo. Estoy en mis días fértiles ahora. Será un problema.
— Ten a mi bebé Atanasia, de esa forma no tendrás más remedio que quedarte a mi lado— sonríe con malicia.
Tiempo atrás.
El lugar era escasamente iluminado por luces claras. En su sitio, las luces tenues hacían presencia. Las chicas que frecuentaban ese tipo de sitios comúnmente iban vestidas de forma atractiva.
Se sentaban en las piernas de los hombres millonarios que buscaban un poco de diversión.
Era un club en el que asistían personas adineradas y chicas refinadas.
Los meseros ganaban una buena propina llevándoles sus copas e incluso preparándoles una habitación por si decidían pasar ahí la noche.Para nada se trataba de un lugar silencioso y tranquilo.
— ¿Cómo es que pudiste pagar la cuota de un club como este? – pregunta una chica de cuerpo esbelto y ojos rasgados
— Eso no importa— responde emocionada— ¿No dijiste que querías divertirte? - responde una pelirroja de cuerpo voluptuoso y nariz respingada.
— Sí, tienes razón— acepta dando un suspiro.
— Bebamos hasta el amanecer Athy.
Las chicas recorren con la vista el lugar. Caminan hacia la barra para solicitar el mejor licor.
—Renata ¿Cómo lo pagaremos? – pregunta Athy con cierto todo de preocupación.
Ninguna de las dos chicas poseía de grandes riquezas, pero parecía que, para la pelirroja, ese no era ningún problema.
—Athy, tú solo pide lo que quieras— aconseja sacando su tarjeta de crédito.
— ¿De dónde la sacaste?
—Tengo mi truco— responde orgullosa.
El mesero les ofrece la mejor bebida y las atiende amablemente.
— ¿Cómo vas con Cristian? – pregunta Renata mientras se bebe una copa de golpe.
—Creo que bien— responde con una tristeza evidente.
— Supongo que han tenido nuevamente una discusión ¿Por qué no lo dejas de una vez?
— ¿Dejarlo? Ambos hemos sido novios desde hace años
— ¿No me digas que estás embarazada de él? – pregunta arqueando la ceja.
— Claro que no… si ni siquiera hemos…
— No me digas que entre ustedes no ha pasado nada— dice sorprendida.
— Tal vez por mi actitud todos piensen que me acuesto con muchos hombres, pero en realidad nunca lo he hecho— dice avergonzada mientras bebe su copa rápidamente.
—Qué pena
— ¿Pena? ¿Por qué?
— Olvídalo. Iré al baño, no tardo— dijo parándose de su asiento— continúa— dijo acercándole la botella— hoy nos desquitaremos— sonrío.
Atanasia se lamentaba de su vida miserable todos los días. Para distraerse salía con su mejor y única amiga, quien la ayudaba a desahogar sus penas.
Ella bebe directo de la botella y su cuerpo comienza a sentir los efectos del alcohol, pero esta vez es más extraño. No solo siente que su cuerpo se calienta, sino que la cabeza empieza a darles vueltas y la vista se le torna borrosa.
“¿Por qué Renata de tarda tanto?” se pregunta mientras se pone de pie para ir a buscarla.
De pronto la música se vuelve pegajosa y ella camina hacia la pista delante de un tubo y su cuerpo comienza a moverse.
No era raro que ella bailara, de hecho, era buena haciéndolo.
Atanasia tenía el sueño de ser una bailarina excepcional, pero no de esas bailarinas de ballet, sino una bailarina sensual.
Su madre se encargó de cortarles las alas diciéndole que solo las prostitutas se sacudían de esa manera.
La mirada de los hombres estaba fija en la manera de como ella meneaba sensualmente sus caderas.
Cuando la música finalizó, todos aplaudieron.
Ella extrañamente se sintió alagada.
—Señorita— habla un joven que viste de traje negro— mi amo desea que lo acompañe.
Ella lo mira disgustada.
— ¿Acaso eres un perro para tener amo? ¿Quién es ese imbécil que piensa que soy una…?
— ¿Acaso no lo es? – pregunta.
Atanasia se siente furiosa ante la soberbia del tipo.
—Si así es el perro, como será el amo— dijo bajando del escenario— vamos, tengo curiosidad.
Quería conocer al hombre que fue capaz de confundirla con una mujer fácil. Cuando lo tuviera en frente lo golpearía, porque jamás en la vida permitiría que la consideraran de esa forma, mucho menos un pobre diablo superficial.
A pesar de que su vista era borrosa, camino sin dificultad.
—Y bien, donde está.
— Joven amo, he traído a la señorita como me lo pidió— habló el tipo en ruso
En la sala VIP se encontraba un hombre apuesto y elegante. Sus ojos grises profundos habían estado observando a la chica mientras bailaba y le gustaba como para pasar el rato con ella esa misma noche.
—Acércate— pronunció con su español escaso.
— Tú y tu maldit0 español son estúpidos— dijo alterada.
Las copas de licor mezclado con el mal carácter de Atanasia no hacían buena combinación.
El hombre se queda mirando a uno de sus guardaespaldas.
—Ella dice que es un placer servirle esta noche— mintió traduciendo las palabras de la chica.
El hombre pinta una sonrisa en un extremo de su boca y sus ojos vuelven a mirar a Atanasia, quien no entiende ni una palabra de lo que dicen.
Él hace un movimiento con las manos y hace que su gente le dé privacidad.
Luego toma a Atanasia de la muñeca y la jala hacia él.
— ¿Qué crees que haces idiota? – dice dándole una bofetada.
En ese instante los hombres a su resguardo tomaron a la chica bruscamente del brazo.
—Discúlpate con el jefe si no quieres morir— amenazan.
— Ese estúpido trató de obligarme a que me sentara en sus piernas, yo solo me defendí.
Pese a que el hombre no era para nada feo ni viejo, a ella le desagradaban que la tocasen sin su permiso.
Puede que esto se debía al continuo acoso de su padrastro hacia ella.
—Suéltala— exclamó el hombre divertido.
Sus acompañantes se sorprendieron al ver que no reaccionó de forma agresiva.
El golpe que Atanasia se había dado, lejos de molestarlo, lo excitó.
Él se pone de pie y ella nota la gran diferencia de altura entre los dos.
Aunque su cuerpo temblara en ese momento, Atanasia mantuvo la mirada firme en sus ojos grises, como si estuviera desafiándolo.
— ¿Qué me ves 1mbécil?
Aunque el hombre no hablara español, entendía perfectamente la palabra “1diota”
Él mira a su guardaespaldas que le mentía en sus traducciones y este, al recibir la mirada amenazante de su amo, agachó la cabeza.
El hombre quería responderle, pero sabía que ella se volvería a burlar de su español.
—Atanasia— grita un chico detrás de ella.
El chico pelinegro se acerca de ella de manera violenta y la jala del brazo.
—Sabía que estarías aquí— dice furioso.
A pesar de que no veía su rostro con claridad, reconocía la voz de su novio.
—Te dije que estaría en este lugar— dijo Renata, quien se posaba detrás de ella.
— Renata ¿Acabas de regresar del baño?
— ¿Qué dices? Si yo todo este tiempo estuve con Clarisa— dice fingiendo ignorancia.
— No, tú estuviste aquí.
— ¿Estás drogada? – pregunta el chico— Además, ¿Estabas a punto de irte a la cama con este hombre?
— No, eso no.
— Esta chica acaba de golpear a mi amo.
— Cómo siempre Athy, prendes el boiler y no te metes a bañar
Toma bruscamente a Atanasia y la tira al suelo.
—Suplica su perdón y larguémonos a casa, tu mamá tiene algo importante que decirte.
El hombre vuelve a tomar sentarse y cruza las piernas.“Me están fastidiando la noche” confiesa molestoAtanasia, que está de rodillas frente al hombre, alza la mirada y se disculpa.Aunque sus labios pronunciaban dichas palabras, ella miraba con odio a aquel hombre que ya no estaba interesado en ella.—Mi amo hoy está de buenas que los dejará ir— responde el chico que se encarga de traducir sus palabras.Cristian mira con desagrado a Atanasia que aún está inclinada en el suelo.—Disculpe los inconvenientes— dice arrastrando a Atanasia consigo.La mirada de aquel hombre la sigue hasta que ella desaparece entre la multitud.—Joven amo ¿Quiere que le traiga a otra chica? — Estoy pensando seriamente en hablar español— respondió evadiendo el tema— ¿Usted? No tiene la necesidad. — ¿Desde cuándo me puedes dar tu opinión— respondió molesto? — Lo siento amo, mañana mismo alguien le enseñará. A pesar de que Atanasia se sentía mareada, su novio no tenía compasión con ella y la arrastraba h
— ¿Por qué carajos yo tengo que pagar por tus errores? – grita Anastasia— Por qué no dan a su hija favorita, ¿eh?— Porque tu hermana es demasiado valiosa como para dársela a un hombre extrañoSu madre se tiene haberla.—Tú aún conservas tu pureza, ¿verdad? – pregunta su madre.Ella se sorprende ante su pregunta inesperada y vergonzosa.—Cristian nos ha dicho que entre ustedes dos no ha pasado nada.Ella sonríe al imaginar la escena en donde esas moscas se reúnen para tramar dársela a un hombre desconocido.—Tu padre y yo hemos hecho mucho por ti, es hora de que nos devuelvas el favor.— ¿Han hecho mucho por mí? – dice con una sonrisa burlona— han hecho más por Clarisa, que sea ella quien pague las consecuencias de su padre.— Tu hermana está enferma ¿Cómo es que eres tan insensible?— No, tú eres la insensible… soy tu hija— recalcó mientras taraba de no llorar— ¿Acaso no me quieres ni un poco?Su madre se queda callada.—Lo sabía— dice poniéndose de pie.— ¿A dónde vas?— Que te impo
El hombre extraño la jala hacia él y la sienta sobre sus piernas.Sigue besándola y bajando hacia su cuello.Por las luces del lugar, no puede ver los golpes que tiene en su cara.El éxtasis que sentía en ese momento era satisfactorio para él, además que se habían vuelto más fuertes con los besos intensos, hacían que su cuerpo se calentara al máximo.Ella se asusta al ver que están ante la vista de los demás.Mira discretamente hacia todas las direcciones y nota que los demás están ocupados en sus asuntos, haciendo lo mismo con otras chicas.Ella trata de ponerse de pie, pero él la aprieta hacia él, evitando que se escape. Atanasia se sobresalta y el sentimiento de miedo la invade, pero es demasiado tarde para huir.—Vayamos a otro lado.El hombre no le hace caso y comienza a acariciarla.Ella sostiene su mano y le susurra.—Vallamos a un lugar privado.Él mira el reloj lujoso de su muñeca y frunce el ceño al ver que tiene poco tiempo.Se pone de pie y arrastra a la chica hacia una h
Pasaron algunos y el tipo llama a alguien quien al ver a la mujer desmayada se sorprende.— ¿La ha matado, Señor?— Solo está dormida.El hombre toma su saco y camina hacia la puerta.—Cuando despierte, asegúrate de que tome algo para no quedar embarazada.— ¿Y si la señorita no quiere?— La obligas— dijo dando un portazo.Los hombres vestidos de negro lo esperan afuera. Uno de ellos se adelanta a abrir la puerta del auto blindado en color plata.—Sr. Stepanov, se hace tarde.— Lo sé, me tardé más de lo esperado.El hombre sube al auto con cristales polarizados, mira el reloj de oro en su muñeca y frunce los labios.Los demás hombres se suben a los autos y conducen siguiendo a su líder.—Su padre ha estado tratando de comunicarse con usted, tuve que mentirle.— Hiciste bien.Luego de un largo tiempo llegan al lugar indicado.El sitio era parecido a un basurero, había cosas tiradas por doquier, hasta animales muertos. Los perros rebuscaban en la basura algo para comer y se escuchaba el
—Buenos días, señorita— saluda el hombre quién está sosteniendo una charola con un vaso de agua. Anatansia se sobresalta y lo mira con terror. —No se preocupe, no estoy aquí para hacerle daño— responde el hombre con cordialidad. — ¿Qué hace aquí? — El joven amo me ha pedido que esté aquí para cuando usted despierte. Ella de pronto recuerda la noche anterior y esconde la cabeza entre sus rodillas. — Ese hombre… ¿Trabajas para él? — En efecto. — Ya veo. — Él me pidió que estuviera presenta cuando se tomara esto. — ´¿Qué es? - pregunta extraña. El sirviente con cierta pena le muestra las pastillas que debe tomarse. Atanasia lo mira sorprendida y abre enormemente los ojos. (Seguramente no accederá, tendré que obligarla a tomárselo) Piensa el hombre quién de solo pensarlo lo cansa. — Fue… fue la primera vez que estuve con un hombre, yo no sé si haya probabilidades de quedar embarazada. — Las hay, es por eso que me han pedido que se las tome y que personalmente vea que lo hag
— Vinieron a contármelo— continúo la anciana. — ¿Hace cuanto tiempo? — Hace un mes. — ¿Hace un mes? Entonces ¿Estabas ocultándomelo? — No hija. Solo creí que este sería un tema delicado para ti y en estos meses no me has hablado de Cristian. Lo menos que quería ella en ese momento era alterar a su abuela. — Lo siento abuela. Solo me sorprende que se lo hayan dicho. Yo… yo ya estaba enterada. — Lo siento pequeña. A decir verdad jamás me agradó a ese muchacho para ti. — ¿Y para Clarissa? — El que te haya dejado por tu hermana no habla bien de él y menos de ella— Expresó con tristeza. — No te preocupes, abuela, todo está bien. Quizá él y yo no estábamos hechos para estar juntos. La anciana acaricia el pelo de Atanasia suavemente mientras la mira con pena. — ¿Cómo vas en la universidad? — ¿Eh?… Bien, bien abue. Todo marcha bien. Desvió la mirada de los ojos de la anciana y enterró la mirada en el suelo. No le había contado a su abuela que había dejado la universidad para ay
Estoy aquí como ordenaron- habló Athy apenas cruzando la puerta.Dentro de la modesta casa ya se encontraban reunidas las personas quienes la venderían como una pobre vaca.-Es bueno que no pongas resistencia. En realidad, siento un gran alivio- suspira su padrastro quien se pone de pie y se dirige a la chica.- No hago esto por ustedes.- Ja’ Tú nunca has hecho nada por nosotros, todo este tiempo no haces nada mas que avergonzar a esta familia- responde su madre quien sigue sentada en el sillón de figuras extrañas.- Sea como sea. Es una lastima que no te tengamos más en esta casa- agrega su padrastro poniendo sus manos sobre el hombro de Atanasia.- Quítame tus mugrosas manos de mí- amenaza ella con tono severo.El hombre hace caso y retira las manos de inmediato.-Frederick, debes llevártela ya. Se hará tarde- propone su madre luego de ponerse de pie.Ni siquiera mira a Atanasia con una pizca de amor, en lugar de eso la mira de pies a cabeza.-Trata de no hablar de nosotros Atanasi
— ¿Sorprendida?Él la toma de la barbilla para alzar su mirada.Cuando Atanasia pudo salir de su asombro, le dio un manotazo.—Tú ¿Cómo pudiste comprarme de esa forma?— ¿Comprarte? ¿Acaso piensas que vales demasiado?Ella se sorprende al escuchar que su español es más fluido.— ¿Me entiendes ahora? ¿Puedes saber lo que digo?Él frunce el ceño, porque no es capaz de entender todo y menos si Atanasia enreda las palabras en su lengua y habla de una manera rápida.Toma su teléfono que está puesto sobre la mesa y saca un traductor.—Esto es tedioso— ¿Qué piensas hacer conmigo?— Yo no saber con exactitud— respondió escasamente luego de traducir lo que ella estaba diciendo.Luego la mira de pies a cabeza con los mismos golpes en la cara.—Te han vendido como mi propiedad, pero no sé qué hacer contigo.Antes de que Atanasia respondiera, uno de los guardias tocó la puerta.—Joven amo, el Sr. Pávlov está aquí, dice que tiene que hablar algo con usted— habló en ruso.Aunque ella no entendiera