Luego de días de no saber absolutamente nada sobre Atanasia, Clarissa comienza a desesperase. Sus erguidos pasos dan vuelta por toda la habitación mientras se come las uñas.Ansiaba saber sobre el futuro trágico de su hermana para poder sentirse bien y reírse de ella un buen rato. Quería verla acabada y desgastada, con ganas de morir.Pronto sus ojos se dirigieron hacia una aguja con la que suelen sacar sangre. Rápidamente cerró con llave la puerta de la habitación. Caminó hacia un extremo de la cama y dobló su suéter hasta el codo.Su plan era sacarse sangre hasta ponerse débil para ser llevada al hospital.La sangre de Clarisa es rara, al igual que la de Atanasia, por esa razón si Clarisa se ponía mal, Atanasia sería llamada y obligada a donar su sangre como todas las veces.al terminar el proceso doloroso al que ella misma se sometía, cubrió la marca con sus mangas y se deshizo de toda sospecha.Esperó unos minutos para que su cuerpo se sintiese debilitado y caminó hacia la puerta.
Una semana había pasado ya, Atanasia se encontraba sentada sobre un banco recién pintado. Ella estaba ahí, sola y pensativa, tan pensativa que no se había dado cuenta de que sus jeans se habían manchado del color azul de la pintura fresca. Pensaba en la propuesta tan repentina de aquel hombre. Su vida dependía de esa gran decisión. El sonido de su teléfono era tan insistente que la sacó de sus pensamientos. “Mamá” Al ver aquel nombre de la persona que la llamaba, pintó una sonrisa débil. Presionó el botón de su teléfono poniéndolo en modo silencio. Atanasia sabía que no la llamaban para algo bueno, sin embargo, su teléfono continúo vibrando hasta llevarla a la desesperación. “Atanasia ¿Quién crees que eres para ignorar mi llamada”? Escuchó el grito alterado de su madre. “Déjenme adivinar ¿Cuántos litros de sangre necesitan esta vez?” Su madre guardó silencio “Escucha, podemos negociar, tu sangre a cambio de tu libertad” Dijo luego de un rato. “¿Negociar? ¿Eso te parece un n
-Sr. Cristofer ¿No le parece que esta siendo demasiado confiado? – retiró su mano al instante.- Pido perdón si ofendí a la señorita o ¿quizá debería decir señora?Ella suspira y limpia su mano.-Señorita por ahora, pero pronto seré una mujer comprometida.- ¿Enserio? Pues no la veo tan entusiasmada.- ¿No parezco?Él niega moviendo la cabeza.-Supongo que tienes razón- se encoge de hombros.Al verlo parado aun delante de ella, arquea las cejas.- ¿Y bien? ¿Por qué no se va?- Este lugar es publico Amalia.- Oh, es verdad. Entonces me iré yo.- ¿Quieres que te acompañé?- Conozco ese truco- dijo levantando su dedo.- ¿Cuál truco?- Me querrá acompañar, luego inventará una excusa para pasar a mi habitación.- ¿Habitación? entonces te estas quedando en un hotel- se cruza de brazos mientras la observa.- ¡No! – se nota disgustada.- Por tu actitud noto que sí. Pensé que vivías ya con tu prometido.- No se puede vivir con la pareja antes de la boda.- Pensamiento de gente estúpida- respon
-Sr. Pávlov, el joven amo ha llegado recién- notifica el mayordomo.- Haz pasar a ese muchacho.- Como ordene.La expresión de Patrick no era para nada agradable, se mostraba disgustado por alguna razón.Dio pasos alrededor de la habitación del despacho.- ¿Para qué querías verme? – pregunta sin tocar la puerta.- ¿Dónde estabas? - cuestiona sentándose en su asiento.- Salí a despejarme ¿No puedo?- Como sea, tengo una tarea para ti.- Que ayuda necesita mi hermanita esta vez.Él anciano le dedica una mirada molesta, pero piensa que es mejor no hacer disgustos innecesarios.-Como hermano mayor sabes que tu deber es apoyar incondicionalmente a tu hermana ¿Verdad?- Que es lo que quieres pedirme esta vez- pregunta desplomándose sobre la silla puesta al lado contrario del escritorio.- Quiero que investigues sobre la curiosa prometida de Edmon.- ¿Prometida? ¿Es acaso un chiste?- Sea un chiste o no, esto es algo serio. Ya todos nuestros socios están enterados y preguntan curiosos si esa
-Mi respuesta es sí.El gira la cabeza mirando de reojo a su asistente y este entiende la orden. Al instante le pasa una carpeta negra de cuero.-Este es el contrato- dijo resbalándolo sobre la mesa.- ¿Tan rápido?- Era obvio que aceptarías.- Pude haberme negado.- Con una abuela enferma que depende de ti, una madre que te odia, un padrastro vicioso y una hermana que solo te usa como su centro de donación de médulas, creo que negarte es un lujo que no puedes darte.- ¿Cómo sabe todo eso?- He investigado sobre ti.Ella arque una ceja.-No te confundas, no indagué sobre ti porque me interesaras, en realidad me importa poco tu vida. Así que acerté en que aceptarías.- Eres un hombre calculador.- Dime algo que no me hayan dicho antes.Ella toma los papeles y comienza a leerlos.- ¿Enserio tendré los derechos de una esposa de verdad?- En efecto- responde recargándose en su asiento.- No habrá intimidad- reflexiona sobre una cláusula del contrato.- No me interesa tocarte. Eres mala pa
-Qué sorpresa, no creí encontrarte de nuevo y tan rápido.Atanasia apoya sus manos contra el mostrador.- ¿Qué pasa? Es como si hubieses visto a un fantasma.- ¿Me has seguido para que te entregue tu saco?- Valla, si te acuerdas de mí, creí que me habías olvidado.- Recuerdo tu cara, no tu nombre- ¿Enserio? Que pena, porque yo si recuerdo el tuyo.Atanasia mira de reojo hacia su acompañante.Christofer sigue la mirada de Atanasia dando con el guardaespaldas.-No me digas que él es tu prometido.- Oh no, él es… es mi hermano.- ¿Hermano? – pregunta el guardaespaldas sorprendido.- Sí, mi pequeño hermano me a acompañado a elegir un anillo.- ¿Pequeño? – se pregunta el hombre nuevamente.Claramente era más alto y fornido. Era un insulto para él se catalogado como pequeño, era como si sus horas en el gimnasio fueran en vano.-Y bien ¿Cómo se llama tu hermano? – pregunta Cristofer.- Eh…pues… No estoy obligada a darte el nombre de mi hermano, que chismoso eres.Christofer suelta una risi
Clarissa y Cristian recorren con la mirada al sujeto parado al lado de Atanasia.-No me digas que este hombre es…A Clarissa parece carcomerle el alma de la envidia y a Cristian su orgullo de hombre herido.-No, él no- interrumpe.- SI no comprarán nada, pueden retirarse- sonríe Cristofer con vanidad.- Cristian- habla Atanasia- ¿quieres que te patrocine el anillo que le darás a mi hermanita? – mete las manos en su bolsa- mi prometido me dio un cheque en blanco, lo que quiere decir que puedo gastar lo que yo quiera.- Cristian, vámonos. Recordé que tengo algo que hacer- dijo Clarisa pegándose a su brazo- mejor dicho, tenemos algo que hacer.Ambos se alejaron rápidamente como si estuvieran huyendo de la situación.Mientras tanto Atanasia respiró aliviada.-Puedo ver que no te llevas muy bien con ellos.- Algo así.- Tú y yo tenemos algo en común entonces.- Si tú lo dices.Atanasia cruza se agarra el antebrazo y comienza a mover su otra mano sobre ella.-Bien, tengo que irme.- Tenía p
Atanasia camina furiosa mientras recorría los pasillos de lo que sería su hogar. Pensaba en lo fastidioso que sería soportar aquel hombre por un tiempo indeterminado.“Estoy cansada” exclama quitándose los zapatosNada de lo que había en esa casa le aprecia atractivo.-Por lo menos está grande, de esta manera no me lo encontraré- habló en voz alta.Camina hacia su recamara y respira aliviada al ver que parece ser individual. Se acerca al closet y al abrirlo, las miles de opciones de vestimenta para usar en la noche aparecieron frente a ella.Todos los vestidos eran algo anticuados y recatados. Esto la molestó mucho porque en ningún momento habían quedado en que ella vestiría como una mojigata.Dar ordenes sobre que no podía estar a solas o hablar a solas con un hombre era aceptable, pero indudablemente lo que estaba haciendo era pasarse y Atanasia tenía un limite para todo.Abrió como loca cada uno de sus cajones hasta hallar con lo que tanto buscaba; unas tijeras.Tomo un vestido de