Uno u otro

Ahora que estaban los tres, ahí de pie, se preguntaba si había una sola posibilidad de que su padre y Julianne tuviesen algún tipo de gusto por sexo raro y ruidoso y lo más perturbador, agresivo. Isabela se fue directo a sadomasoquismo y Bash no sabía el nombre exacto, pero se imaginó a su papá siendo una especie de torturador, cuando le dio la vuelta al pensamiento y lo imaginó como un hombre de casi dos metros y grande como un toro dominado le dieron ganas de vomitar.

—Me caí de la cama, ya voy—Dijo Carrick mientras se ponía los pantalones.

Julianne fue a abrir la puerta y corrió al baño en busca de algodón  o gazas, solo encontró una toalla blanca y volvió donde estaban Carrick y sus hijos, los tres estaban viendo el hueco por el cual estaban seguros de que podían ver el cerebro de su padre.

—Oh, ya lo entiendo, sexo duro contra el muro —Sus hermanos vieron a Santiago y rieron.

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